lunes, 27 de noviembre de 2017

6.18) El hada de los deseos



Y el jefe del MC-A aceptó de buena gana el relevo que hubo de proponerle su novia. Aunque el nunca lo había practicado, conocía el procedimiento para la convocatoria de Vica, del hada de los deseos.
Aún disponían de tiempo antes de que la reina estuviera lista para ellos.
_Es un procedimiento de nueve pasos., anunció Kevin, para empezar.
Eduardo volvió a prestar sus oídos.

En el primero de esos pasos había que tomar una piedra preciosa amarilla (el color del aura del hada en cuestión) de forma esférica, cuya circunferencia no debía ser mayor a los cinco centímetros, sin tocarla con ninguna parte del cuerpo bajo ninguna circunstancia y en ningún momento de la extracción, de debajo las profundidades del lago Uno, en el centro geográfico de la región norte del reino de Insulandia, el suroeste del continente centrálico. Un espacio de agua dulce y pura de ciento cincuenta y cinco metros de profundidad máxima por una anchura que en su punto de extensión máxima alcanzaba los doscientos veinticinco metros. Los textos y archivos de historia, algunos de ellos, confiaban en que ese fue el punto exacto de Centralia donde hubo de quedar alojada esta parte del Hada Primigenia, y por tanto la cuna de nacimiento y lugar de residencia de Vica.
En el segundo paso había que sumergir durante un lapso de cuatro minutos la piedra preciosa amarilla en savia fresca y pura extraída de cualquiera de los árboles tropicales que estaban dispuestos en forma de heptágono de los que rodeaban al lago, árboles avellanos – el segundo signo del horóscopo de las hadas – que trepaban hasta los treinta metros de altura. Debían combinarse cien centímetros cúbicos de savia de cada avellano, sumergir la piedra y repetir este paso durante tres martes consecutivos, una vez cada seis horas 8cuatro veces al día) durante cuatro minutos, con lo que la ejecución de los dos primeros pasos para convocar al hada de los deseos demoraba un plazo temporal de tres semanas… eso si ambos pasos hubieran sido hechos de manera correcta. De lo contrario, había que empezar nuevamente a buscar la piedra preciosa amarilla, otra, y sumergirla en la savia de los avellanos.
El tercer (y muy necesario) paso implicaba extraer de la savia mezclada esa piedra preciosa amarilla, limpiarla pulcra y exhaustivamente con el agua de un sector en particular del lago, la que bordeaba a la saliente en su centro geográfico, una roca de colores que contrastaban con todos los otros, y dejarla completamente expuesta a los rayos solares, a los de la media tarde del tercer miércoles, durante exactos ciento ochenta minutos  entre las trece treinta y las dieciséis treinta, el momento del día en que el astro rey brillaba y alumbraba con mayor intensidad en el reino de Insulandia. Era también imperiosamente necesario que en ningún momento en el curso de esas tres horas la piedra amarilla fuese “tocada” por cualquier cosa que proyectara sobre ella una sombra, por más pequeña que esta fuera, ya que eso suponía la falla del tercer paso y la vuelta al principio.
El cuarto paso consistía en tomar una rama non muy grande de cada uno de los avellanos, usar la magia para fundirlas (fusionarlas) en una sola, de un metro y quinto de alto por seis y medio centímetros de diámetro, lisa y sin imperfección alguna y perforando en cualquiera de sus extremos para crear un hoyo de cinco centímetros y quinto, en el que cupiera la piedra preciosa amarilla, junto a los remanentes de la savia empleada en el paso número dos y cincuenta centímetros cúbicos de sal (para la purificación de la rama y la savia), o lo suficiente como para que la piedra quedara fija, porque era vital que esta quedara inmóvil. Si este proceso hubiera sido ejecutado de manera correcta, durante el transcurso de los sesenta minutos posteriores la piedra preciosa habría de ir adquiriendo tonalidades más oscuras del color amarillo.
El quinto e intermedio paso era tal vez el más complejo. Había que sostener la vara de madera en lo alto con ambos brazos en dirección al norte, con los ojos cerrados y la cabeza hacia abajo, como haciendo una reverencia, durante un sexto de hora, lapso durante el cual había que pronunciar, en el idioma antiguo de los seres feéricos, un conjuro que parecía más bien un poema y se remontaba a épocas tan ancestrales como el surgimiento de la propia especie. Finalizado el conjuro, había que tallar en ese extremo, en vertical y también con la lengua antigua, el nombre de la persona que solicitara la presencia del hada de los deseos, de manera que esa fuera la cara central de la vara, y reiterar el conjuro, otra vez con la pose característica (ojos cerrados y cabeza hacia abajo), con la cara central en lo alto, apuntando al norte.
El paso número seis establecía la necesidad, imperiosa, de sepultar esa vara en algún momento de la última hora de ese tercer miércoles, junto al avellano que estuviera más cercano a la costa, con el extremo en que se hallara la piedra preciosa apuntando hacia el centro del lago Uno, hacia la saliente rocosa, y orientando hacia el norte magnético el lado en que hubiera sido tallado el nombre de  la persona solicitante. . La última parte marcaba la pronunciación de otro conjuro, este para lograr que la piedra pasara por todas las tonalidades del amarillo, antes de recuperar aquella que poseyera al ser extraída de las profundidades. Las crónicas y relatos decían que en ese momento Vica tomaba conocimiento de que alguien estaba tratando de convocarla.
Con la aparición en la vastedad celeste del primer rayo solar del cuarto viernes – había que dejar sepultada la vara durante nueve días y después retirarla, con delicadeza – tenía su inicio el séptimo paso. Había que retirar la piedra preciosa, pronunciando el tercer conjuro  en el idioma ancestral de las hadas, sostenerla en lo más alto con ambas manos sobre la cabeza, durante cinco minutos, habiendo tenido que adoptar una posición de firme y de cara al norte magnético, volver a colocarla en la rama y a esta dejarla al pie del avellano, contra el suelo y sin sepultarla, sin que su posición revistiese alguna importancia. Para cuando eso ocurría, contaban los relatos y crónicas, Vica adquiría uso de sus sentidos y todos los poderes que la caracterizaban. Para ese momento se habían cumplido veintinueve días.
El octavo paso arrancaba con el retiro de la piedra preciosa de la rama, de esta la quema hasta reducirla a cenizas y esparcir estos restos sobre la piedra, debiendo ambos elementos en todo momento quedar expuestos al calor y el brillo de los rayos solares. Se creía que las acciones y conjuros que se realizaban en este y los siete pasos anteriores eran las claves para que el hada de los deseos entrara en contacto y comunión con los cuatro reinos de la naturaleza, de los que se beneficiaba obteniendo una ínfima parte de sus energías, de los que se encontraban dentro de la región a la que el hada había elegido como morada. Podía hacer eso aun estando su alma, cuerpo, espíritu y mente encerrados, literalmente, en la piedra amarilla. Para ese momento, sus poderes y habilidades estaban en armonía entre si.
El noveno y último paso del proceso de convocatoria tenía que llevarse a cabo en la mañana del trigésimo día, obligatoriamente no debía demandar más de un tercio de hora – de lo contrario, el proceso desarrollado a lo largo del mes estaba perdido y el sacrificio habría sido en vano -  y consistía en reducir a un finísimo polvillo la piedra, empleando el mismo método que con los residuos orgánicos, y devolver esos remanentes al lugar  exacto del que el solicitante la hubiera extraído. Después, con una oración, había que invocar a Vica, al tiempo que con esas palabras los restos volvían a formar la piedra. Se creía que el acto de romperla y el contacto con el agua del lago Uno eran la puerta de ingreso a este mundo para el hada de los deseos.

Si el procedimiento de nueve pasos desarrollado a lo largo de un mes habían sido ejecutados correctamente, la veladora y guardiana del continente centrálico hacía su aparición triunfal en la tarde de ese mismo día, siendo la señal inmediata de su llegada el hecho de observar el agua en el lago brillando como nunca y agitándose en forma espiralada hacia la saliente en el centro, donde Vica estaría visible.

_Es entonces el momento en que hay que formularle el deseo al hada., concluyó Kevin, cuando se hubieron de cumplir quince minutos de espera en esa lujosa sala.
_Si se trata de algo sencillo, lo reconozco – fue el primer comentario del experto en arqueología submarina, posterior a las palabras de su amigo, llevándose la mano izquierda a la barbilla y pensando en la existencia de Vica. En efecto, el tiempo había corrido como el viento con ambos hombres y las hermanas concentradas en el hada de los deseos. La reina Lili y su hija aun debían de estar ocupadas y ni Eduardo, Isabel, Kevin y Cristal las podían culpar. El trabajo sería mucho y extenuante durante bastante tiempo – Al menos, lo es en la parte teórica. Habría que ver cuál sería el resultado en la práctica. Son dos cosas diferentes.
_Si, eso es verdad. Aun para los seres feéricos, con todos los conocimientos y experiencia que tenemos, la teoría y la práctica constituyen dos cosas que no siempre tienen el mismo grado de dificultad. Así fue, así es y así va a ser – coincidió su compañera sentimental, también inmersa en sus propios pensamientos. Isabel estaba deseando retomar sus responsabilidades y obligaciones en el MRA. El trabajo pendiente era demasiado, y, aunque confiaba ciegamente en el personal a su mando, dudaba que este diera abasto con todo –. ¿Te gustaría alguna vez hacer el intento de ello?.
_¿Hacer qué cosa?, ¿convocar al hada de los deseos? – reaccionó el originario de Las Heras, llamando la atención de Isabel mediante un gesto con ambas manos. Si se trataba de su exhaustiva investigación sobre los seres feéricos, Eduardo desde ya que le apostaba todo cuanto tenía a la TMTP, porque era a esta opción a la que le veía las mayores probabilidades de éxito. Muchas cosas podrían salir mal con la otra, y además estaba el factor tiempo –. ¿Para qué?. Quiero decir, ¿para pedirle qué?, ¿qué podría ser?.
_¿Un deseo, a lo mejor?, creo que eso es lo indicado – bromeó su futura cuñada con una sonrisa burlona, para continuar haciendo más llevadero el tiempo en esa sala. ¿¿Para qué convocar a un hada, con cuál propósito, o con cuáles, a una poderosa en extremo y legendaria, que era capaz de cumplir deseos – Ese es precisamente el don natural de Vica. Es única entre los seres feéricos. Un deseo per cápita cada vez que se solicita su presencia, y quien le vaya a formular ese deseo tiene que ser la persona que la haya convocado. De lo contrario, aunque haya sido correctamente ejecutado el procedimiento de nueve pasos, Vica puede elegir no cumplir el deseo. Y también de esa manera habría sido un lapso de treinta días tirado a la basura.
_Pero no cualquier cosa, porque existen restricciones en cuanto a la naturaleza de los deseos., anunció Kevin, antes de ofrecer a su amigo (y futuro concuñado) la última información sobre el hada veladora de Centralia.

Un deseo per cápita.

Como dijera la hija menor de Iulí y Wilson, constituía esa una de las condiciones obligatorias e irrenunciables establecidas por la propia Vica cuando fuera convocada por primera vez, tras cumplirse el deseo. Un instante en el tiempo muy anterior al Primer Encuentro del que tampoco se tenía ni conocía la fecha exacta, aunque algunos textos especulaban que había pasado a la par del surgimiento de las primeras poblaciones grupales.
Un ser feérico o cualquier otro individuo del reino elemental, el que fuere, solo le podía pedir un deseo una vez cada veinticinco años, un lapso de tiempo que empezaba a correr desde las veinticuatro horas – exactas – posteriores a que su pedido se hubiese convertido en realidad. Y no habría lugar alguno para excepciones a ese designio, ni siquiera para cualquiera de los componentes de las familias reales centrálicas. Otra regla fuera de discusión era el deseo en si que habría de formulársele a Vica, y se trataba de condiciones igual de inviolables: no se tenía que pedir un imposible (la vida eterna, hacer que un curso de agua fluyese al revés, la dominación mundial o alteraciones en la fisiología y el metabolismo, como ejemplos), tampoco cualquier cosa que pudiera ser usada con uno o más fines malignos o que fuera en contra de los valores y principios de los seres feéricos, incluido aquel que hacía referencia al progreso propio a costillas del infortunio y la desgracia de los demás, y, en la medida que el deseo pedido lo permitiese, no se debía alardear de forma grosera y altanera de haber obtenido ese favor por parte del hada protectora de Centralia. Igual de importante e imprescindible era el requisito final, que consistía en los buenos modales, la etiqueta y la cortesía por parte del hombre o mujer que fuera a beneficiarse. Había que formular el deseo a Vica, empleando cuantas palabras educadas hicieran falta, recurriendo a la mejor educación y el respeto irrestricto del protocolo establecido en los nueve pasos que formaban el proceso de convocatoria.



Continúa…



--- CLAUDIO ---

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