Y el jefe del MC-A aceptó de buena gana el
relevo que hubo de proponerle su novia. Aunque el nunca lo había practicado,
conocía el procedimiento para la convocatoria de Vica, del hada de los deseos.
Aún disponían de tiempo antes de que la reina
estuviera lista para ellos.
_Es un procedimiento de nueve pasos., anunció
Kevin, para empezar.
Eduardo volvió a prestar sus oídos.
En el primero de esos pasos había que tomar
una piedra preciosa amarilla (el color del aura del hada en cuestión) de forma
esférica, cuya circunferencia no debía ser mayor a los cinco centímetros, sin
tocarla con ninguna parte del cuerpo bajo ninguna circunstancia y en ningún momento
de la extracción, de debajo las profundidades del lago Uno, en el centro
geográfico de la región norte del reino de Insulandia, el suroeste del
continente centrálico. Un espacio de agua dulce y pura de ciento cincuenta y
cinco metros de profundidad máxima por una anchura que en su punto de extensión
máxima alcanzaba los doscientos veinticinco metros. Los textos y archivos de
historia, algunos de ellos, confiaban en que ese fue el punto exacto de
Centralia donde hubo de quedar alojada esta parte del Hada Primigenia, y por
tanto la cuna de nacimiento y lugar de residencia de Vica.
En el segundo paso había que sumergir durante
un lapso de cuatro minutos la piedra preciosa amarilla en savia fresca y pura
extraída de cualquiera de los árboles tropicales que estaban dispuestos en
forma de heptágono de los que rodeaban al lago, árboles avellanos – el segundo
signo del horóscopo de las hadas – que trepaban hasta los treinta metros de
altura. Debían combinarse cien centímetros cúbicos de savia de cada avellano,
sumergir la piedra y repetir este paso durante tres martes consecutivos, una
vez cada seis horas 8cuatro veces al día) durante cuatro minutos, con lo que la
ejecución de los dos primeros pasos para convocar al hada de los deseos
demoraba un plazo temporal de tres semanas… eso si ambos pasos hubieran sido
hechos de manera correcta. De lo contrario, había que empezar nuevamente a
buscar la piedra preciosa amarilla, otra, y sumergirla en la savia de los
avellanos.
El tercer (y muy necesario) paso implicaba
extraer de la savia mezclada esa piedra preciosa amarilla, limpiarla pulcra y
exhaustivamente con el agua de un sector en particular del lago, la que
bordeaba a la saliente en su centro geográfico, una roca de colores que
contrastaban con todos los otros, y dejarla completamente expuesta a los rayos
solares, a los de la media tarde del tercer miércoles, durante exactos ciento
ochenta minutos  entre las trece treinta
y las dieciséis treinta, el momento del día en que el astro rey brillaba y
alumbraba con mayor intensidad en el reino de Insulandia. Era también
imperiosamente necesario que en ningún momento en el curso de esas tres horas la
piedra amarilla fuese “tocada” por cualquier cosa que proyectara sobre ella una
sombra, por más pequeña que esta fuera, ya que eso suponía la falla del tercer
paso y la vuelta al principio.
El cuarto paso consistía en tomar una rama
non muy grande de cada uno de los avellanos, usar la magia para fundirlas
(fusionarlas) en una sola, de un metro y quinto de alto por seis y medio centímetros
de diámetro, lisa y sin imperfección alguna y perforando en cualquiera de sus
extremos para crear un hoyo de cinco centímetros y quinto, en el que cupiera la
piedra preciosa amarilla, junto a los remanentes de la savia empleada en el
paso número dos y cincuenta centímetros cúbicos de sal (para la purificación de
la rama y la savia), o lo suficiente como para que la piedra quedara fija, porque
era vital que esta quedara inmóvil. Si este proceso hubiera sido ejecutado de
manera correcta, durante el transcurso de los sesenta minutos posteriores la
piedra preciosa habría de ir adquiriendo tonalidades más oscuras del color
amarillo.
El quinto e intermedio paso era tal vez el
más complejo. Había que sostener la vara de madera en lo alto con ambos brazos
en dirección al norte, con los ojos cerrados y la cabeza hacia abajo, como
haciendo una reverencia, durante un sexto de hora, lapso durante el cual había
que pronunciar, en el idioma antiguo de los seres feéricos, un conjuro que
parecía más bien un poema y se remontaba a épocas tan ancestrales como el
surgimiento de la propia especie. Finalizado el conjuro, había que tallar en
ese extremo, en vertical y también con la lengua antigua, el nombre de la
persona que solicitara la presencia del hada de los deseos, de manera que esa
fuera la cara central de la vara, y reiterar el conjuro, otra vez con la pose
característica (ojos cerrados y cabeza hacia abajo), con la cara central en lo
alto, apuntando al norte.
El paso número seis establecía la necesidad,
imperiosa, de sepultar esa vara en algún momento de la última hora de ese
tercer miércoles, junto al avellano que estuviera más cercano a la costa, con
el extremo en que se hallara la piedra preciosa apuntando hacia el centro del
lago Uno, hacia la saliente rocosa, y orientando hacia el norte magnético el
lado en que hubiera sido tallado el nombre de 
la persona solicitante. . La última parte marcaba la pronunciación de
otro conjuro, este para lograr que la piedra pasara por todas las tonalidades
del amarillo, antes de recuperar aquella que poseyera al ser extraída de las profundidades.
Las crónicas y relatos decían que en ese momento Vica tomaba conocimiento de
que alguien estaba tratando de convocarla.
Con la aparición en la vastedad celeste del
primer rayo solar del cuarto viernes – había que dejar sepultada la vara
durante nueve días y después retirarla, con delicadeza – tenía su inicio el
séptimo paso. Había que retirar la piedra preciosa, pronunciando el tercer conjuro  en el idioma ancestral de las hadas,
sostenerla en lo más alto con ambas manos sobre la cabeza, durante cinco minutos,
habiendo tenido que adoptar una posición de firme y de cara al norte magnético,
volver a colocarla en la rama y a esta dejarla al pie del avellano, contra el
suelo y sin sepultarla, sin que su posición revistiese alguna importancia. Para
cuando eso ocurría, contaban los relatos y crónicas, Vica adquiría uso de sus
sentidos y todos los poderes que la caracterizaban. Para ese momento se habían
cumplido veintinueve días.
El octavo paso arrancaba con el retiro de la
piedra preciosa de la rama, de esta la quema hasta reducirla a cenizas y esparcir
estos restos sobre la piedra, debiendo ambos elementos en todo momento quedar
expuestos al calor y el brillo de los rayos solares. Se creía que las acciones
y conjuros que se realizaban en este y los siete pasos anteriores eran las claves
para que el hada de los deseos entrara en contacto y comunión con los cuatro
reinos de la naturaleza, de los que se beneficiaba obteniendo una ínfima parte de
sus energías, de los que se encontraban dentro de la región a la que el hada
había elegido como morada. Podía hacer eso aun estando su alma, cuerpo,
espíritu y mente encerrados, literalmente, en la piedra amarilla. Para ese
momento, sus poderes y habilidades estaban en armonía entre si.
El noveno y último paso del proceso de
convocatoria tenía que llevarse a cabo en la mañana del trigésimo día,
obligatoriamente no debía demandar más de un tercio de hora – de lo contrario,
el proceso desarrollado a lo largo del mes estaba perdido y el sacrificio
habría sido en vano -  y consistía en
reducir a un finísimo polvillo la piedra, empleando el mismo método que con los
residuos orgánicos, y devolver esos remanentes al lugar  exacto del que el solicitante la hubiera
extraído. Después, con una oración, había que invocar a Vica, al tiempo que con
esas palabras los restos volvían a formar la piedra. Se creía que el acto de
romperla y el contacto con el agua del lago Uno eran la puerta de ingreso a
este mundo para el hada de los deseos.
Si el procedimiento de nueve pasos
desarrollado a lo largo de un mes habían sido ejecutados correctamente, la
veladora y guardiana del continente centrálico hacía su aparición triunfal en
la tarde de ese mismo día, siendo la señal inmediata de su llegada el hecho de
observar el agua en el lago brillando como nunca y agitándose en forma
espiralada hacia la saliente en el centro, donde Vica estaría visible.
_Es entonces el momento en que hay que
formularle el deseo al hada., concluyó Kevin, cuando se hubieron de cumplir
quince minutos de espera en esa lujosa sala.
_Si se trata de algo sencillo, lo reconozco –
fue el primer comentario del experto en arqueología submarina, posterior a las
palabras de su amigo, llevándose la mano izquierda a la barbilla y pensando en
la existencia de Vica. En efecto, el tiempo había corrido como el viento con
ambos hombres y las hermanas concentradas en el hada de los deseos. La reina
Lili y su hija aun debían de estar ocupadas y ni Eduardo, Isabel, Kevin y
Cristal las podían culpar. El trabajo sería mucho y extenuante durante bastante
tiempo – Al menos, lo es en la parte teórica. Habría que ver cuál sería el
resultado en la práctica. Son dos cosas diferentes.
_Si, eso es verdad. Aun para los seres
feéricos, con todos los conocimientos y experiencia que tenemos, la teoría y la
práctica constituyen dos cosas que no siempre tienen el mismo grado de
dificultad. Así fue, así es y así va a ser – coincidió su compañera
sentimental, también inmersa en sus propios pensamientos. Isabel estaba
deseando retomar sus responsabilidades y obligaciones en el MRA. El trabajo
pendiente era demasiado, y, aunque confiaba ciegamente en el personal a su
mando, dudaba que este diera abasto con todo –. ¿Te gustaría alguna vez hacer
el intento de ello?.
_¿Hacer qué cosa?, ¿convocar al hada de los
deseos? – reaccionó el originario de Las Heras, llamando la atención de Isabel mediante
un gesto con ambas manos. Si se trataba de su exhaustiva investigación sobre
los seres feéricos, Eduardo desde ya que le apostaba todo cuanto tenía a la
TMTP, porque era a esta opción a la que le veía las mayores probabilidades de
éxito. Muchas cosas podrían salir mal con la otra, y además estaba el factor
tiempo –. ¿Para qué?. Quiero decir, ¿para pedirle qué?, ¿qué podría ser?.
_¿Un deseo, a lo mejor?, creo que eso es lo
indicado – bromeó su futura cuñada con una sonrisa burlona, para continuar
haciendo más llevadero el tiempo en esa sala. ¿¿Para qué convocar a un hada,
con cuál propósito, o con cuáles, a una poderosa en extremo y legendaria, que
era capaz de cumplir deseos – Ese es precisamente el don natural de Vica. Es
única entre los seres feéricos. Un deseo per cápita cada vez que se solicita su
presencia, y quien le vaya a formular ese deseo tiene que ser la persona que la
haya convocado. De lo contrario, aunque haya sido correctamente ejecutado el
procedimiento de nueve pasos, Vica puede elegir no cumplir el deseo. Y también
de esa manera habría sido un lapso de treinta días tirado a la basura.
_Pero no cualquier cosa, porque existen
restricciones en cuanto a la naturaleza de los deseos., anunció Kevin, antes de
ofrecer a su amigo (y futuro concuñado) la última información sobre el hada
veladora de Centralia.
Un deseo per cápita.
Como dijera la hija menor de Iulí y Wilson,
constituía esa una de las condiciones obligatorias e irrenunciables
establecidas por la propia Vica cuando fuera convocada por primera vez, tras
cumplirse el deseo. Un instante en el tiempo muy anterior al Primer Encuentro
del que tampoco se tenía ni conocía la fecha exacta, aunque algunos textos
especulaban que había pasado a la par del surgimiento de las primeras
poblaciones grupales.
Un ser feérico o cualquier otro individuo del
reino elemental, el que fuere, solo le podía pedir un deseo una vez cada
veinticinco años, un lapso de tiempo que empezaba a correr desde las veinticuatro
horas – exactas – posteriores a que su pedido se hubiese convertido en realidad.
Y no habría lugar alguno para excepciones a ese designio, ni siquiera para
cualquiera de los componentes de las familias reales centrálicas. Otra regla
fuera de discusión era el deseo en si que habría de formulársele a Vica, y se
trataba de condiciones igual de inviolables: no se tenía que pedir un imposible
(la vida eterna, hacer que un curso de agua fluyese al revés, la dominación
mundial o alteraciones en la fisiología y el metabolismo, como ejemplos),
tampoco cualquier cosa que pudiera ser usada con uno o más fines malignos o que
fuera en contra de los valores y principios de los seres feéricos, incluido
aquel que hacía referencia al progreso propio a costillas del infortunio y la
desgracia de los demás, y, en la medida que el deseo pedido lo permitiese, no
se debía alardear de forma grosera y altanera de haber obtenido ese favor por
parte del hada protectora de Centralia. Igual de importante e imprescindible
era el requisito final, que consistía en los buenos modales, la etiqueta y la
cortesía por parte del hombre o mujer que fuera a beneficiarse. Había que
formular el deseo a Vica, empleando cuantas palabras educadas hicieran falta,
recurriendo a la mejor educación y el respeto irrestricto del protocolo
establecido en los nueve pasos que formaban el proceso de convocatoria.
Continúa…
--- CLAUDIO ---
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