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ítems:
106.
Tatuajes.
Hombres y mujeres de todas las edades que deciden
tatuarse en alguna parte del cuerpo, la mayoría en los brazos, los tobillos o
el abdomen. En la sociedad de las hadas, los tatuajes se hacen empleando
varillas embebidas en la tinta (existen tatuadores expertos de ambos sexos),
prescindiendo de cualquier otro elemento quirúrgico, y pueden ser cualquier
cosa, aunque casi siempre algo discreto: dibujos, signos o emblemas, palabras…
lo que sea. Siete u ocho hadas de diez, sin embargo, optan por tatuarse su
nombre, con letras mayúsculas, y el emblema que identifica al don que
representan, tratándose de creaciones bastante elaboradas. Las hadas del agua,
de las flores, de la belleza y del fuego, por ejemplo, optan por tatuarse una
gota, una flor con los pétalos abiertos, un corazón y una llama danzante.
Este es un aspecto desarrollado milenios
antes que en la Tierra, pero implica un factor producto de la asimilación de
las culturas humanas relativamente nuevo, que consiste en las mujeres mayores
de edad tatuándose “allí donde termina la espalda”.
107.
Ciencias matemáticas y físicas.
El uso de ambas, a través de cualquiera
(todas) de sus disciplinas al momento de hacerlo todo, desde lo más sencillo
hasta lo más complejo. Esas ciencias se encuentran presentes en prácticamente
todos los aspectos de la vida cotidiana de las hadas, quienes amplían el
conocimiento y la experiencia con cada nueva investigación, estudios previos y
puestas en práctica de esos proyectos.
Por lejos, el mejor ejemplo de la aplicación de
ambas ciencias fue ayer y es hoy el de las puertas espaciales. Gracias a esos
prodigios tecnológicos y científicos, el factor tiempo ya no es tanta preocupación,
y los seres feéricos pueden cubrir grandes distancias en cuestión de segundos.
108.
Las escoltas.
De los líderes cuando, por el motivo que
fuere, tienen que emprender un viaje largo fuera de sus dominios. Dentro de
estos, lo usual es viajar únicamente con un hada guardiana y los funcionarios con
competencia en el motivo del viaje. Más una costumbre que asuntos protocolares
o etiqueta, cuando abandonan su país lo usual es que se encuentren acompañados
por el jefe de la Guardia Real junto a cinco de las tropas, que con una disposición
el forma hexagonal buscan proteger a los otros viajeros (la cantidad de
guardias asciende al triple si hay que viajar sobre o en Iluria, la región
siempre “caliente” del planeta): el rey, la reina o ambos, el fotógrafo
oficial, uno o dos periodistas elegidos mediante sorteo el día anterior al
viaje y los funcionarios de cualquier jerarquía competentes en el o los motivos
de aquel. No existiendo las hostilidades entre los países, el perímetro formado
por los guardianes y su jefe se limita a tal o cual función de asistencia en
caso de desastres e imprevistos que involucren al contingente, accidentes o
eventuales problemas de salud en alguno de los integrantes del grupo, incluidos
las propias hadas guardianas.
109. La
liberalización femenina.
Las mujeres de todas las edades, pero sobre
todo las más jóvenes y cualquiera que además de sola se halle sin compromisos
sentimentales, vistiendo minifaldas o prendas ajustadas (1) y luciendo escotes
más o menos pronunciados. Con el correr de los últimos cincuenta años, apenas
un abrir y cerrar de ojos en la larguísima historia de las hadas, las mujeres
descubrieron que se trata de una buena y sutil manera para encontrar un
compañero (2). Y ese aspecto marcha en consonancia con lo “pícaros” que se
están volviendo los hombres con el paso de los años.
(1). Las calzas y prendas elastizadas todavía
son una rareza.
(2). Con el mismo propósito es que las más
liberales optan por el traje de baño de dos piezas cuando van a la playa.
110. Los
hoteles alojamiento.
Otro factor que demuestra que el sexo no
representa para los seres feéricos un tema tabú, ni, por lógica, algo por lo
que tuvieran que sentir vergüenza. En Insulandia existen cuatro mil seiscientos
de estos hoteles, dispersos por todo el territorio, y dos docenas y media de ellos
se hallan en la Ciudad Del Sol. Hay tanta variedad en los servicios y
comodidades que brindan a los “usuarios” como en las tarifas, las cuales tienen
un piso de veinte soles (treinta minutos), y ninguno tiene menos de cinco
dormitorios. Funcionan las veinticuatro horas todos los días y un número significativo
de ellos está instalado a la vera de las rutas y caminos con mayor movimiento,
las aldeas y caseríos más poblados y el entronque de tres o más caminos.
111.
Los campamentos.
El o los puntos por excelencia para esta
forma de entretenimiento son las costas de lagos, arroyuelos u otros cursos
menores, o la superficie mejor cubierta por la espesura de la exuberante selva
tropical. En el reino de Insulandia, también en muchas partes fuera de el, son
una muy buena y agradable alternativa a la hora de disfrutar de los fines de
semana, cualquier otro día no laboral o simplemente una tarde.
112.
Espejos deformadores.
Logran que quienes se vean frente a ellos
encuentren un reflejo distorsionado y deformado de su cuerpo, siempre de
acuerdo a la postura o pose que estén adoptando: enanismo o gigantismo, flacura
o gordura, exageración de los rasgos físicos y la ausencia total o parcial de
los ojos, el cabello, la nariz y la boca son algunos de los cambios. Los
parques de diversiones y circos son inexistentes en este mundo, por lo que esos
espejos se hallan instalados en los principales puntos cerrados de reunión,
concretamente los clubes sociales y mercados centrales.
113.
Competencias y deportes náuticos.
Siendo Insulandia un inmenso archipiélago
conformado por miles de islas, islotes y atolones con igual cantidad de espacios
y cursos de agua y clima tropical permanente, aun en el pleno invierno,
aquellas competencias y deportes constituyen algo habitual y forman parte de la
idiosincrasia, la cultura, el modo de vida y el sentido de pertenencia de los
insulares. Es usual ver en sus paradisíacas playas y riberas o entre los
arrecifes, por ejemplo, a no pocas decenas de personas de ambos sexos buceando,
nadando sobre el agua a diferentes velocidades, lanzándose en picado desde
cualquier altura y zambulléndose para después salir de la misma manera o
practicando canotaje, remo, polo de agua y vela, entre otros deportes.
Insulandia es, de hecho, el mejor lugar en el planeta para practicar esos y
otros deportes acuáticos.
114.
Teatros de marionetas.
Otro de los principales entretenimientos para
menores de hasta cinco, seis o siete años. Siempre a cargo de no más de media
decena de personas tras un escenario bastante elaborado, usualmente se suelen
representar diversos pasajes, en concreto, de la historia de las hadas en cada
país, adaptando los pasajes para un público de esa edad, y cuentos infantiles
más clásicos o menos, aunque tampoco ex extraño que las personas que producen
la función y trabajan en ellas lo hagan con obras e invenciones de autoría
propia. La organización demanda alrededor de una semana, y cuando por fin están
listos todos los preparativos cientos de menores de edad se reúnen en pulcras
hileras frente al escenario.
115. Promotoras.
Las mujeres que trabajan publicitando o
promocionando cualquier tipo de productos en los rubros (por el momento solo
estos) gastronómico, textil, bebidas, cosmética y belleza y publicitando
eventos culturales, deportivos y sociales, aunque por supuesto las publicidades
y promociones no se limitan a esos rubros comerciales ni a ese trío de eventos.
Nada o apenas diferente a lo que ocurre en la Tierra, (un aspecto sociocultural
completamente ajeno a la transculturación). Las mujeres incluso visten
uniformes o trajes de uno o dos talles menos que el suyo, no menos que eso, con
la marca del artículo o producto al que promocionan y le hacen publicidad (los
escotes y curvas acentuadas tampoco dejan de estar presentes) y, en cambio,
combinan la sonrisa permanente tan característica con extensos y nutridos
diálogos con los potenciales compradores de los dos sexos. Es en ese momento
cuando se suelen producir tirones de oreja y codazos leves en las costillas por
parte de las mujeres o novias de los mirones y pícaros.
116.
Bicicleteadas.
Forman otro entretenimiento masivo en el
reino de Insulandia, aunque nunca se hacen por algún reconocimiento mayor al de
los aplausos y las felicitaciones para cada uno de los participantes, aunque
por costumbre la persona que gana la carrera es retratada al final de la
competencia con el hada responsable del Consejo de Deportes, el organismo que
se ocupa del planeamiento y desarrollo de estos eventos, que se llevan a cabo
una vez cada trimestre, los días doce de Enero, Abril, Julio y Octubre, entre
las siete horas en punto y las diecinueve con veinte minutos, tiene un cupo de
cinco mil concursantes (se estudia ampliarlo hasta siete mil quinientos desde
la tercera competencia del año actual) y se usa como circuito una ruta real que
une el centro con el sureste del país cuya extensión es de doscientos treinta y
siete punto cinco kilómetros (La velocidad promedio en bicicleta es de
diecinueve kilómetros por hora), con más de las tres cuartas partes en línea
recta.
117.
Los dichos, frases, refranes y saberes populares.
Con el paso de los años todos ellos hubieron
de cumplir con el ciclo que su comienzo tiene con el surgimiento o la aparición,
continúa con la permanencia y concluye con la desaparición o un olvido por poco
total que lo convierte en anticuado. Cientos vinieron, estuvieron y se fueron,
de todos el cien por ciento de autoría feérica (no hubo transculturación ni
nada parecido en este puntual caso), quedando tan solo unos pocos, no más de
dos o tres en proporción, que sobreviven a causa de su gran aceptación popular,
utilidad y arraigo. Se aplican a todos y cada uno de los ámbitos y aspectos de
la sociedad feérica (social, comunitario, laboral, familiar…), a veces uno a
varios de esos ámbitos, y, como pasa en la Tierra, algunos son de carácter
netamente irónico.
118.
Peinados en el sexo femenino.
Las mujeres menores de edad, específicamente
aquellas entre los tres o cuatro años y los once o doce, tal vez incluso hasta
los trece, sujetándose el cabello a los lados de la cabeza en forma de colitas
con cintas cuyos colores están a tono con el de sus auras. Es una de las
tradiciones más antiguas de las hadas, que incluso se remonta a la época en
que, de acuerdo al registro histórico, está el límite entre la prehistoria y la
historia. El aseo y el cuidado en la persona, particularmente el del cabello,
es uno de los aspectos surgidos en este límite.
119.
Prostitutas.
O, como las llaman en tono de broma, “alfareras”
(el oficio más viejo del mundo). Hay unas dieciséis a diecisiete mil en
Insulandia, o eso se supone (1), que al momento de “ejercer el oficio” se
mueven a la vera de los entronques de caminos, en el acceso a unos pocos de hoteles
alojamiento, la periferia de los lugares más poblados los enormes playones de
transferencia de cargas y las rutas con mayor movimiento. Esos lugares fueron
ayer y son hoy los característicos para el ejercicio, y tanto ellos como la
prostitución en si forman ancestrales partes de la cultura feérica. Al mismo
tiempo que ejercen su profesión, estas mujeres también cumplen una función
social, en tanto se prolonga su “jornada
laboral”, actuando, por ejemplo, como socorristas en caso de accidentes, hasta
que llegue la ayuda profesional e incluso después, u orientando a cualquiera
que se encuentre perdido, porque no son pocas las que acostumbran ofrecer sus
servicios en lugares alejados una vez que un hombre llega con ellas.
(1). No existe un registro, en pos de
resguardar la intimidad y el anonimato.
120.
Mensajes en el aire.
Son publicidades y salutaciones en las
alturas, por reglamento a no menos de dos mil quinientos metros, hechos en este
caso no por máquinas voladoras, sino por la estela luminosa que los eres
feéricos dejan al volar, mensajes más nítidos o menos de acuerdo a que tan alto
y tan rápido se desplacen. Dichos mensajes pueden permanecer en el cielo por
lapsos de entre diez y treinta segundos, antes que la estela se termine por
evaporar. Es un servicio pago con tarifa variable (1), que va desde los cien
hasta los tres mil soles.
(1). Quienes lo brindan son auténticos
profesionales.
Continúa…
--- CLAUDIO ---
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