jueves, 9 de agosto de 2012

Refugios para caballeros 2

Todo está sujeto a cambios en la vida sin importar el motivo por el que lo haga. Puede ser por una imposición de la moda, por costumbre nueva que trata de asentarse, por una maniobra política o la razón que fuere, pero el cambio ocurre, validando de esa manera la frase “Nada se pierde, todo se transforma”, del químico francés Antonine Lavoissier.

O casi todo…

Una de las cosas que desde tiempos tan antiguos que se remontan a las primeras civilizaciones humanas (Asiria, Babilonia, Fenicia, Sumeria…) son los establecimientos que albergan a las mujeres que practican el oficio más viejo del mundo, que no es la alfarería, y a sus clientes. Cambiaron, si, las comodidades, innovaciones tecnológicas, servicios y sus demás aplicaciones. Pero su función sigue siendo la de siempre, y eso, me alegra saberlo, es algo que no va a cambiar nunca. Son una buena alternativa con respecto a los lugares para mantener relaciones sexuales, buscados tanto por comodidad como por conveniencia o las buenas tarifas en los servicios que presta. Se los suele encontrar en cada ciudad grande o mediana en cuando a la cantidad de habitantes y su densidad de población, a veces en consecuencia con ambos datos, a la vera de las principales rutas y avenidas y suelen usar como medios de publicidad las tarjetas entregadas en mano en la vía pública, avisos en los medios de comunicación, grandes carteles luminosos y/o de neón, tal o cual decoración en la fachada e incluso las chicas que “hacen la cuadra” paradas en el acceso a dichos lugares, lo que por supuesto s un lujo a los ojos masculinos.

Lo que si cambia es la manera para referirse a esos lugares. Un nombre llega, vive su crecimiento y apogeo, entra en el declive y desaparece del imaginario colectivo, al ser reemplazado por otro nombre que casi siempre se corre en base a los clientes que frecuentan esos lugares by las prostitutas. En la república Argentina, por ejemplo, esos establecimientos tuvieron varios motes, que cumplieron su ciclo sin desaparecer del todo, ya que siempre es posible hallar a algún hombre o alguna mujer que sienta que no deben hacerlo, que los antiguos nombres no deben dejar de existir, y los sigue empleando para referirse a esos lugares.

En tanto desde los inicios del Siglo veintiuno empezó a sonar fuerte el mote de “telo”, que subsiste hasta la actualidad, los nombres más usados en el siglo pasado fueron:
En los años 10- Burdel.
En los años 20- Quilombo.
En los años 30- Cotorro.
En los años 40- Bulín.
En los años 50- Amueblada.
En los años 60- Hotel alojamiento.
En los años 70- Albergue transitorio.
En los años 80- Sauna.
En los años 90- Casa de masajes.

COLABOREN QUIENES LEAN ESTE ARTÍCULO. NO DEJEN QUE ESOS NOMBRES CAIGAN AÚN MÁS EN EL OLVIDO  Y LUCHEN PORQUE VUELVAN A UTILIZARSE




--- CLAUDIO ---

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