_Pero Isabel… con un deseo como ese no hace
ninguna falta convocar a la veladora de Centralia, porque acá está un hombre
súper, ultra y archi viril dispuesto cien por ciento a cumplir con su parte del
trabajo todas las veces que hagan falta – exhaló aire a sus nudillos izquierdos
y se los secó en el otro lado del pecho. Él era el último de los componentes
con vida de un grupo familiar que se remontaba a décadas, aunque sabía que para
quienes lo conocían, dicho grupo había desaparecido completamente, dejando al
apellido Rhys en el recuerdo –. Podemos empezar a trabajar en tu deseo cuando
quieras, sin que haya la necesidad de pasar treinta días acampando en la orilla
del lago Uno.
Como no pudo resultar de otra manera, a su
compañera sentimental vergüenza le dio tratar (insinuar) ese tema allí, en un
lugar público, aunque únicamente la estuvieran escuchando su hermana, su
compañero sentimental – futuro marido, a corto
plazo – y uno de sus mejores amigos. Y tratar o insinuar el tema en ese
momento. Pero debía de tratarse de algo que realmente ella anhelara, porque
continuó expresándose ahora que al fin se había animado a hacerlo, aun con las
mejillas enrojecidas y una sonrisa tímida, a la que no podía ni quería ocultar.
_No se trata exactamente de eso – aclaró,
antes de profundizar en el asunto en cuestión. Le era de mucha ayuda que sus
únicos oyentes fueran su hermana, su novio y su amigo. No tendría problemas
para expresarse –. Me refiero a los problemas de fertilidad en mi especie, que
afecta mayoritariamente a las mujeres. Mis progenitores los tuvieron, y por
tanto temo que yo los haya heredado. Por consiguiente, y no quiero sonar mala
onda ni pesimista, no se si Cristal también los posea. Espero que no, porque “tía
Isabel” suena muy bonito – esta vez fue la compañera sentimental del
artesano-escultor quien se hubo de sonrojar, y amagó a cubrirse la cara con las
manos – Pero en caso de entrar yo en la dulce espera, cuando mi aura expulse su
resplandor especial… me gustaría pedirle a la veladora de Centralia el deseo de
poder continuar con el embarazo y dar a luz sin ninguna complicación. Me asusta
mucho la idea de perder un potencial embarazo, y no poder tener una o más
descendencias. Fue lo mismo que pensaron nuestros padres.
Había dirigido su vista a su hermana.
Y tanto Kevin como Cristal, observándose
mutuamente, coincidieron con que perder o no la cabeza, un potencial ataque
colectivo de nervios y no dar uno o más pasos en falso constituían algo de
menor importancia, comparativamente hablando, para los individuos feéricos – no
para uno o varios grupos en particular –, con el deseo que Isabel anhelaba
pedirle a Vica. El hada de la belleza miró al decorado techo (un fresco
representativo del Primer Encuentro), al tiempo que se hubo de reducir a
sesenta segundos al lapso de tiempo que restaba hasta la llegada de Elvia y
Lili. Se incorporó y caminó unos pocos pasos, sin mirar nada en particular,
buscando las palabras que fueran más adecuadas para continuar hablando de su
deseo, de aquello que quería. Al final, lo hizo y, algo más relajada, continuó:
_Estoy plenamente consciente de que se trata
de algo muy complicado y naturalmente imposible, porque el origen natural no
puede ser alterado, pero se trata de lo que más quiero cuando llegue el momento…
lo que deseo – aseguró, con un tono serio –. La primera vez que pensé en eso
fue cuando Lía me contó que había quedado embarazada, en el anteúltimo día de
Junio del año pasado. Más tarde, nueve meses (o casi) después, cuando dio a luz
y cuando sostuve en mis brazos a su hijo – de repente desvió la mirada y,
esbozando una sonrisa de alegría, agregó algo reciente –. Por último, y esto es
algo que supe recién en la tarde-noche de ayer, al final de la jornada laboral,
la sospecha de otro embarazo que en ese momento, desde ese hasta este, pensé
que… ¿por qué te estás levantando?.
Porque Kevin, entre silbidos, se estaba
poniendo de pie.
_¡No huyas!., le dijo Eduardo a su amigo.
Y entonces habló la flamante médica.
_No creo que se trate de eso, porque ya me pasó
otras veces, sobre todo en esta última semana., y hay precedentes de eso, otras
mujeres de la raza feérica. La alegría termina por transformarse en desilusión.
Fisiológica y biológicamente hablando, el sexo femenino actúa desde la
aparición de la nueva vida de la misma manera entre las hadas y los humanos. La
diferencia única, en este caso puntual, es el nombre – miró a Eduardo y le
explicó – para los humanos, la palabra es “atraso”, y las hadas nos referimos a
eso como “falsa alarma”. Cuando me pasó eso, hace tres días, fui al Hospital
Materno-Infantil. Simplemente fue una visita para confirmar que no tuviera
ningún problema de salud ni físico. Las médicas que se ocuparon de mi caso
concluyeron que fue a causa del estado de nervios por empezar a ejercer la
profesión y por el exceso de trabajo como consecuencia de la Gran Catástrofe. Y
por lo que ya se hubo veintinueve casos iguales al mío. Pero que ninguno piense
lo equivocado, por favor – a nadie en particular se dirigió, sino a los tres –.
A mi también me gustaría… bueno, tener descendencia.
_Y a mi, eso no lo dudes – confió el jefe del
MC-A, rodeándola con el brazo derecho –. Y hablando de deseos, ahora quiero
saber qué es lo que piensa mi amigo y compañero de copas aquí presente – y le
hizo el la pregunta que los otros ya habían respondido –. Eduardo, si
convocaras Vica, ¿qué le pedirías?:
El espaleño, tal era el gentilicio de los
nacidos en el reino de Espal, no engañaba a ninguna persona, ni siquiera con
ese fugaz movimiento corporal o con el silbido, aunque no lo estuviera
expresando mediante gestos ni con palabras – con las manos y la cabeza, para
ser preciso –, no cabía en si de la emoción resultante de las palabras de su
compañera sentimental. Pero, por más que Cristal hubiera confirmado que se
trató de una falsa alarma, el jefe del Mercado Central de las Artesanías
deseaba que fuera verdad. “Tal vez los médicos se equivocaron”, fue su
pensamiento inmediato. LA realidad, sin embargo, era que la hija menor de Iulí
y Wilson todavía no se encontraba en la dulce espera, porque de lo contrario su
aura lila habría experimentado ese brillo anormal y extraño. O tal vez si lo
tuvo, y la flamante médica no había comentado el acontecimiento con nadie. Como
fuere, Kevin quiso creer que si, y trató de pensar en el par de almas
solitarias, en cual podría ser su reacción si, en efecto, su hija menor quedara
embarazada.
_Sé que únicamente es una cosa lo que le
puedo pedir al hada de los deseos , pero la verdad es que no se trata de una
sola cosa – empezó a hablar el oriundo de Las Heras, haciendo visualizaciones
en su mente –, sino dos, y por consiguiente, para uno de esos, recurriendo solo
a la protectora de este continente, voy a tener un tiempo de espera de dos
décadas y media, si es que al cabo de ese tiempo insisto con el segundo, algo
con probabilidades cambiantes.
Había terminado el tiempo de espera y todavía
no llegaban la reina Lili ni la princesa heredera Elvia, aunque la ausencia de
las dos quedaba justificada.
_Y uno de esos deseos consiste en poder
recuperar tu trabajo investigativo sobre las hadas., puntualizó Kevin.
_Si, por supuesto, ese es uno de los deseos,
no menos o más importante que el otro. Si ustedes tres, todos los demás
individuos de su especie e incluso los demás seres elementales que viven aquí
lo vieran, mejor dicho lo leyeran… no se, si de reacciones se trata puedo
solamente hacer especulaciones. Pero de lo que si estoy totalmente convencido
es de que va a ser algo provechoso para que la raza feérica conserve en alto
sus aspectos sociales y los culturales. Y si el hada Vica es capaz de trasladar
mi trabajo desde la Tierra, desde donde quiera que se encuentre, hasta la
orilla del lago Uno en este reino, no va a ser necesario que lo reescriba.
_ ¿Volver a redactarlo? – reaccionó su novia –.
¿Te acordás de todo lo que escribiste?.
_De casi todo – aseguró Eduardo. No recordaba
si los tres cuadernos tenían algún detalle u otro escrito en las tapas, además
del título (“Las hadas, volúmenes 1, 2 y 3), y eso podría hacer más complicada
la recuperación –. No palabra por palabras, pero si. Me acuerdo. Lo imposible
de recuperar va a ser los gráficos e imágenes. Si la protectora del continente
centrálico puede traer ese trío de cuadernos no va a quedar otra cosa por hacer
que producir tantas copias sean necesarias, o como hagan falta. Además sería un
éxito de ventas y podría generar una buena suma para el MC-EG. Por eso si
llegara yo a tener la oportunidad de pedirle un deseo a Vica tras la
convocatoria, no lo voy a desperdiciar.
_No lo desperdicies, entonces – le aconsejó
el artesano-escultor –. En caso de que de verdad encares la compleja tarea de
convocar al hada de los deseos, no dejes pasar la oportunidad. Claro que, al
mismo tiempo, si tu memoria tiene un nivel tan elevado de desarrollo, tanto que
te permite escribir una vez más ese trabajo, pedile otra cosa. Solo tené en
mente los condicionamientos impuestos por la propia Vica. Eso lo digo porque te
queda la posibilidad de hablar con la reina Lili para ver si ella puede
recuperar tu trabajo.
_Pues en ese caso, eso es lo que voy a hacer,
o al menos lo voy a pensar – decidió Eduardo con firmeza. Las alternativas más
viables eran la reescritura o el auxilio de la monarca insular –. Voy a
escribir otra vez mi trabajo, o pedirle ayuda a Lili, y pedir a Vica el otro
deseo.
_Eso me gusta más – celebró su compañera
sentimental, animándolo con el característico tono alentador – Por un lado,
convocar a Vica es un trabajo que dista de ser sencillo. El error más
insignificante puede conducir al fracaso total. Tanto trabajo y tanto esfuerzo
para nada. Por otro lado, si existe otra posibilidad de que puedas recuperar
esos cuadernos, no vuelques tus esperanzas solo a Vica. Esto podría tener, además,
un efecto desmoralizante si la falla se produjera en el último paso.
_Hecho. Eso voy a hacer., decidió el
arqueólogo del grupo.
_¿Y el otro deseo?., inquirió Cristal.
_Los álbumes fotográficos de mi familia –
contestó el oriundo de Las Heras –. Los últimos sesenta años, más o menos, de
mis antepasados se hallan registrados en varias centenas de fotografías, unas
más importantes que otras, en dos docenas y cuarto de álbumes.
No quiso ahondar mucho en el tema, para no
albergar (tampoco) falsas esperanzas.
Las palabras de Isabel, sobre que el mínimo
error puede conducir a la máxima falla, serían una chance latente. Se limitó a
hablar sobre lo básico e indispensable. Cinco mil novecientas veinticuatro
fotografías en blanco y negro y a color que mostraban a la inmensa mayoría de
ese grupo familiar en sus últimas cuatro generaciones. Unas pocas estaban un
tanto estropeadas por el paso del tiempo – una de todas, la más antigua, databa
de la década del cincuenta del Siglo Diecinueve y mostraba a los inmigrantes
Rhys llegados desde el continente europeo –, pero casi la totalidad se
encontraba en buenas condiciones. Siendo Eduardo un defensor a ultranza de la
institución familiar, consideraba que lo mínimo que podía hacer era conservar
en buenas y excelentes condiciones el testimonio por excelencia de sus
antepasados.
_Yo me inclino por las fotografías. No es
solo por la posibilidad de recuperar tu trabajo – opinó el novio de Cristal –.
Veo que la familia es tan importante para vos como lo es para nosotros. Tal vez
también esos veintisiete álbumes nos sean de ayuda. No estoy diciendo que
nuestra creencia en el grupo familiar se encuentre en peligro. De hecho, no lo estuvo
ni lo está, pero en todo momento cabe la posibilidad de reforzarla.
_Secundo con eso – coincidió la flamante médica
–. Por esas mismas razones, y porque me gustaría conocer como eras en el pasado.
No, no es desconfianza ni mucho menos – aclaró –. sino curiosidad. Cuando
recurrimos al espectador únicamente descubrimos cocas como tu carácter y tu personalidad,
al “escuchar” a los seres humanos con quienes tuviste mayor trato. Unos pocos
de ellos. No pudimos saber, por ejemplo, como fue tu infancia, que aspecto
tuviste o conocer lo que sentías estando en tal o cual lugar.
_Y tenemos que organizarnos primero, como es
lógico, porque el hecho de convocar al hada de los deseos equivale a pasar como
mínimo un mes fuera de casa – indicó Isabel –. El tiempo es un factor clave. Y
es algo que no nos está sobrando. Cada uno con lo suyo, los cuatro vamos a
estar ocupados e imposibilitados para cualquier otra cosa. Si, Eduardo; yo voy
a acompañarte y ellos vienen con nosotros – Cristal y Kevin estaban también
dispuestos a colaborar con el experto en arqueología submarina –. Pero el
grueso del trabajo te va a tocas a vos, porque sos el interesado en convocar al
hada de los deseos. Claro, siempre y cuando lo quieras hacer. Mi hermana, Kevin
y yo nos tenemos que limitar a consejos y asesoría, ayuda solo en caso de ser necesaria
y eso. Dudo que fuera de esas cosas y del tiempo vayamos a tener otras
complicaciones.
_¿Serían ustedes tres capaces de darle la
prioridad a mi deseo en lugar de sus respectivas obligaciones?.
_Si. ¿Para qué están los amigos? – le llamó
la atención su novia –. Además, yo puedo darme el lujo de ese lapso de
vacaciones en el MRA, y vos vas a necesitar de ayuda. No conocés a forma de
llegar al lago Uno, y al bosque en cuestión, por ejemplo, y Kevin, Cristal y yo
si. Con las puertas espaciales podríamos tardar alrededor de un tercio de hora
en llegar al bosque, de allí al lago son otros diez minutos a pie por un camino
de tierra y…
En ese momento hizo su ingreso la misma hada
que alrededor de treinta minutos antes les había pedido que aguardaran en la
lujosa sala. Lucía de mejor semblante ahora y se notaba que su humor también
estaba mejorando.
_La reina Lili y la princesa Elvia están ya
listas para ustedes – comunicó a las dos parejas – La reunión va a tener lugar en
el piso más alto de la Torre del Consejo Real. Están esperándolos en la planta
baja de esa torre.
Continúa…
--- CLAUDIO ---
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