miércoles, 17 de abril de 2013

Oda al maricón



Valiente maricón

Folla con la pena del héroe torturado
Revuelca la espada de carne
En el cuerpo erecto y muerto

Te deshaces como una orquídea
Mutilada sin un abrazo nocturno
Como la luna acaricia la roca tibia
Que se estremece también erguida, también
Herida, amedrentada en la playa que ve
La niebla del sacrilegio dracónico
Amontonándose como se amontona
La tristeza vestida de tristeza y
El alba que grita porque sabe.


Valiente maricón
Folla la desesperación de tu existencia
Acércate a la madre muerta
Esnifa el pétalo de sabiduría taimada.

Dices buscar Belleza
Disfrazada de aritmética,
Ejercicios de ideas, flautines descoloridos
Son los combatientes de raza, la vid
Sólo lejos de ti rejuvenece
Porque no pueden hacer nada
Tus lágrimas de verdadero violeta
Un escudo que no cubre, ni protege, ni mata
Hombres muertos otra vez, noches
En almas que son armaduras.


Valiente maricón

Maricón maldito de raza
Pues llevas eterno contigo
la espiga ya desvastada
(sin rabia, ni lucha, ni dolor ni lágrimas
ni olor de muerte y batalla).


Callas las voces que atacan
Tu paso torcido y tus piernas abyectas
El rastro de hombre en tus labios
Furiosamente aprisionados guardan
Los dientes, las perlas del prepucio
Mitológico, ese cosmos indiscreto
Donde vuelan mariposas vespertinas
Y tus ojos no pueden sino ver
Lo que sería pero no es, la Belleza
Que no buscas porque
No existe lo repugnante
No existe lo repugnante
Si existe la vida, si todavía hay vida
Si no estáis ya todos muertos
Maricones.

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