Es
uno de los grandes males, aunque no lo parezca, que tienen las
sociedades de hoy. Cada día es peor el “trato” que reciben las fachadas y
los jardines en las casas, los postes instalados en la vereda
(alumbrado público, semáforos, letreros y señales…), vehículos, espacios
públicos tales como plazas y parques, vidrieras en los comercios,
monumentos… y se da principalmente por la falta de respeto y la
irresponsabilidad que existen con respecto a este tema. No hay controles
para prevenir ese vandalismo ni penas que sirvan de escarmiento, los
infractores se salen con la suya sabiendo que ninguna persona va a
decirles ni hacerles nada, y la gente o instituciones que hayan
resultado víctimas ven con impotencia como se pierde dinero y horas de
trabajo a causa de esos actos vandálicos. Los más conocidos y
practicados de estos son las pintadas complejas, grafitis y leyendas con
aerosoles o marcadores, los escupitajos, la puesta de afiches y
pancartas con motivos varios (propaganda política, eventos sociales,
anuncios comerciales…), manchones hechos con la suela del calzado y la
creencia de que la propiedad privada o la pública son orinales abiertos a
que todo el mundo los use. Y ese vandalismo es perjudicial para
cualquiera que lo sufra: al privado y al público les cuesta mantenerlo
en excelentes condiciones y no va a hacerles gracia alguna ver como su
esfuerzo se va al tacho. El caso del público es todavía más grave, ya
que es de todos, incluso de los vándalos que dañaron ese objeto o esa
propiedad.
Son
pocos los que de verdad hacen algo, y un caso es el de esta persona
que, en serio o en broma, instaló este letrero en su propiedad
advirtiendo del peligro al que se expone quien vaya a orinar en su
propiedad
--- CLAUDIO ---

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