"Bombacha
clásica o sofisticada, lisa o estampada; cualquiera sirve. Lo
importante es que sea rosada", decían las abuelas en la víspera de
Navidad. En sus versiones culote, vedetina o cola-less, el rosa es el
color que se impone. La forma, el calce o la textura no tienen
importancia, al menos no demasiada. Valen tanto la puntilla sensual como
el algodón más simple; si tapan todo lo que tienen que tapar, tapan
poco o directamente nada.
¿Qué
mujer no encontró alguna, alguna vez, al pie del pinito? Como el pan
dulce, los turrones y las nueces, regalar una bombacha rosa trasciende
al paso irrefrenable de los años y es por tanto una clásica tradición
navideña que, según la cultura popular, es sinónimo de buena suerte.
Pero, ¿alguna vez las personas, sobre todo las mujeres, se preguntaron
cuál es el origen de esta costumbre y su verdadero significado?
Es
un ritual con sus propias características que para algunos tiene un
origen pagano ligado a la procreación y la fertilidad. Para otros, en
cambio, guarda relación con la práctica de los creyentes acerca de que
en el tercer domingo de Adviento encendían una vela rosa como símbolo de
la alegría que les generaba la llegada de JC (Jesucristo) al mundo. En
este último caso, no hay que olvidarse de que fue precisamente el
Cristianismo el que durante años insistió en criticar la compulsión
femenina por la estética y la moda (un gran contrasentido religioso),
calificándola como una actitud degradante y revalorizando la pureza
interior: cuanto menos por afuera, mejor por adentro. ¿Habrá venido de
ello la elección de la bombacha?
Los
escépticos de aquella hipótesis sobre las bombachas rosas aportan su
propia teoría: algunos ligan el hecho a las tradiciones de la moda en la
época victoriana o a las fiestas excéntricas de la Belle Epoque (Época
Bella), en donde la consigna era verse de manera navideña completamente
de rosa, y eso, por supuesto, incluía la ropa interior.
De
una generación a la siguiente, el rito de la bombacha rosa pasó por
todas las mujeres en la familia. En cuanto a las fechas, lo que queda
claro es que hay que regalarla el día veinticuatro de diciembre. ¿Y
cuándo hay que estrenarla? Respecto a esto existen dos posibilidades:
algunas versiones se inclinan por el día veinticinco, y le asignan un
sentido de fertilidad, mientras que otras por el último día del año, y
afirman que vestir algo nuevo para comenzar el año es adelanto de
prosperidad y buena suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario