Un reproductor de VHSs |
Maravilloso y glorioso desarrollo tecnológico fue este en los tiempos de ayer, y lo sigue siendo en los de hoy, al menos para mi, tanto como para cualquiera que comparta mi punto de vista y opiniones acerca de que el ayer fue mejor en lo que se refiere a aspectos como este. "Las cosas de ayer se hacían para durar" es un dicho difundido y conocido que va a tono con la tecnología, en esta incluido, por supuesto, los reproductores de cintas de video.
Yo tuve por primera vez uno de estos aparatos en algún momento del año mil novecientos noventa y siete. No recuerdo exactamente desde cuando, porque ya pasaron veinte años, de manera que el día y mes en concreto se perdieron en mi memoria. Solo se que fue un día hábil por la mañana que costó cuatrocientos ochenta y nueve pesos (¡precios de antes!, ¡ precios de antes!). Fue un regalo e parte de mi abuelo, había sido idea suya e hizo que lo acompañara a un negocio de artículos electrónicos en San Antonio de Padua (de este también se perdió su ubicación exacta), donde estuvimos mirando un rato antes de elegir uno de los aparatos que tenían allí para la venta. Pero no es de esto en particular, como y cuando tuve el reproductor, sino de lo mucho que disfruté de este por muchos años y como me divertí con el, a lo que se refiere este artículo.
Aquel día del noventa y siete estuvo un técnico especializado explicándonos como funcionaba el reproductor e instalándolo, y desde ese mismo momento arrancó una época que fue haciéndose idílica gradualmente y hubo de prolongarse durante más de diez años. Hubo allí de todo en lo que a material se refiere, entre las cintas de video que tuve, que en su momento pico, si la memoria no me falla, fueron alrededor de setenta. ¡Casi no me quedaba espacio disponible en la mesita del televisor!. Películas que fui comprando en tal o cual negocio y programación que fui grabando de alguno de los cinco canales (en mi casa se instaló la televisión por cable después de haberme desprendido del reproductor de cintas de video) que incluyó series, documentales dibujos animados y otro poco de películas, entre otros géneros.
Como dije, reí, me divertí, sufrí y experimenté toda una gama de sentimientos y emociones que fueron desde la alegría a la tristeza y viceversa al mirar ese material, una parte de este a veces más que otras. Fue un período que no estuvo carente de berreos y rabietas, cuando se estropeaba el cable y había que reemplazar la ficha, desarmar el reproductor para limpiarlo o llevarlo al servicio de mantenimiento cada vez que el desperfecto iba más allá de mis conocimientos, o cuando el que estaba estropeado era el control remoto... toda una gama de sentimientos y emociones, como dije.
Parte de ese material, diría que al menos la mitad del total, fueron animés con voces españolas (1), otro tanto las películas que vi una y otra y otra vez más, hasta saber en algunos casos los argumentos casi de memoria (Terminator 2 es uno de los mejores ejemplos de esto), otro poco programas que grababa, o películas... como sea, y como dije, fue una época maravillosa que empezó en el noventa y siete y se terminó gradualmente una década después, cuando se hizo evidente la inutilidad de seguir llevando el aparato a mantenimiento, pues se estuvo yendo una buena cantidad en esos arreglos que cada vez duraban menos. Además, para cuando llegó el año dos mil siete, ya casi no quedaban cintas de video en mi poder y cada vez se hacía más complicado comprar otras o conseguir cintas vírgenes para grabarles algo encima. Eso y que además fueron cerrando los videoclubes que frecuentaba con mayor o menor rigurosidad. No me acuerdo cuando fue con exactitud, pero me deshice de las cintas de video restantes y vendí el reproductor en algún momento a finales del dos mil siete a principios de dos mil ocho, y con eso se cerró la época tan maravillosa, de la cual conservo amplios e idílicos recuerdos. No se cual de estos es más antiguo o menos, pues pasaron los años, pero ese combo de recuerdos es otro recurso al cual puedo yo apelar a veces, cuando necesito tranquilizarme y reír, y no encuentro nada en el presente que sirva para tal fin. Esa nostalgia que tanto me caracterizó, y que me caracteriza, y que por supuesto me va a caracterizar.
Es verdad que, tecnológicamente hablando, hay aparatos y dispositivos definitivamente más sofisticados que el reproductor de cintas de video, pero para mi siempre va a haber un lugar para el. Como me pasa con tantas otras cosas, hoy extraño esos años, y confío en que alguna vez pueda recuperar esta parte de mi pasado: volver a tener el reproductor y las cintas cuya cantidad siempre se podría ampliar. Y el otro gran consuelo que tengo, tanto a este como a otros respectos, es saber que no soy un caso único, que hay otras personas que piensan como yo, que siempre va a haber un hueco para lo "retro". Confío en y voy a hacer lo posible para que estos recuerdos puedan convertirse en algo físico alguna vez.
(1), leer el artículo "Gracias, España", en las etiquetas "España" y "Agradecimientos"
(1), leer el artículo "Gracias, España", en las etiquetas "España" y "Agradecimientos"
--- CLAUDIO ---
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