martes, 22 de abril de 2014

Cuando saludar era algo normal y habitual



¿Se acuerdan de esa época, no?. Desafortunadamente, a causa de los (malos) cambios culturales fue decreciendo una grata costumbre que enaltecía a las personas y hacía de ellas justamente eso: personas. Y el saludo no era algo hecho así nomás ni tampoco a las apuradas; era algo bien hecho, con gestos manuales y/o faciales elaborados  y acompañados por palabras que tampoco eran sueltas y simples, como un "Hola, ¿qué tal?", o monosilábicos, sino algo amplio, estructurado. Era más bien una forma de ser, y al aplicarla uno demostraba educación, cordialidad y respeto por el otro. Y no era que los saludos tuvieran como destinatarios únicamente a amigos, vecinos y compañeros de trabajo o de estudios. Se acostumbraba saludar incluso a aquellas personas a las que conocíamos solo de vista, o que rara vez nos cruzábamos con ellas, como por ejemplo un comerciante al que vimos únicamente dos o tres veces, cuatro cuando mucho, a alguien con quien comptartíamos con mayor o menos frecuencia un viaje (quizás para eso sirva el transporte público, para socializar con los otros), conocidos a los que veíamos esporádicamente... que se yo, incluso saludábamos a un completo desconocido con quien nos tocaba cruzar, así fuera, lo dicho, para generar en esa otra persona una buena impresión: vería que somos gente educada al dirigir gestos y palabras de salutación a alguien que recién acabamos de conocer.

Hoy eso no es así, e incluso el don de la palabra se está perdiendo.

Los malos hábitos y malos cambios culturales, el haber reemplazado la palabra por mensajes de texto y esas cosas ( las nuevas tecnologías lo hicieron de nuevo), la desconfianza que generan problemas tales como la inseguridad, la pérdida de los valores más eesenciales los malos ejemplos que abundan, el pésimo sistema educativo y la pésima idea de esperar a que el otro sea el primero en saludar (¡si, esto también!) hicieron que el hecho de dirigir un saludo, aunque más no sea para demostrar educación , se transformara en una rareza, en algo reservado para esas personas con las que mantenemos un contacto más bien fluido: un familiar muy cercano, un vecino directo, un compañero de trabajo con el que compartimos la oficina.
Y a veces, en algunos lugares, ni siquiera eso. No son pocos los casos en que ocurre justamente lo contrario. Ya vieron lo que pasó a inicios de Abril en el partido de Lomas de Zamora, donde un hombre mató a su vecino de un escopetazo porque le molestaban los ruidos que el otro hacía en una construcción en su casa, o la tríada Süller (Guido y Silvia, principalmente) que pese a ser familia, de tanto en tanto arman un escándalo, o un grupo de artistas (bah, artistas...) que van a representar alguna obra de teatro,, los cuales no dudan en pelearse entre ellos, insultarse y decirse de todo si con eso logran que su trabajo sea algo de interés en los medios. Y desde estos, desafortunadamente, no son pocas las personas que alientan esa clase de comportamientos incorrectos.

En este sentido, es necesario "retroceder" todo el tiempo que haga falta, si lo que buscamos es hacer de esta una sociedad mejor. No basta con reservar los saludos únicamente para las personas que nos son íntimas, sino extenderlos a todos cuantos sea posible.



--- CLAUDIO ---

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