Han
salvado millones de vidas y siguen formando parte de nuestra vida, tanto en la
infancia como cuando tenemos que prepararnos para algún viaje. Desvelamos 10
mitos comunes sobre las vacunas: ya sabes que la jeringa pincha,
pero muchas de las otras cosas que te han contado son mentira.
Nadie
pone en duda que las vacunas son uno de los grandes hallazgos científicos de la
humanidad. Desde la primera contra la viruela, en 1796, hasta las más recientes
para el papiloma y las nuevas formas de gripe, han contribuido a salvar
millones de vidas y los índices de mortalidad han descendido en todo el mundo.
Administrar al organismo sustancias que provocan la formación de
anticuerpos ha sido la manera de combatir a un amplio catálogo de virus, desde
los más frecuentes en la infancia hasta los habituales en viajes a regiones
exóticas.
Como
cualquier medicamento, las vacunas tienen efectos adversos, pero abundan los
rumores que generan alarma entre la población. Te queremos informado:
desvelamos 10 mitos sobre las vacunas.
Mito Nº1: Las vacunas son malas
Existe
una corriente antivacunas impulsada desde ciertas premisas naturistas y/o
religiosas. Además, algunos padres tienen miedo a los efectos secundarios y
deciden no vacunar a sus hijos. Conviene recordar que las vacunas son la mejor
herramienta para prevenir enfermedades. Aunque tienen efectos adversos,
suelen ser leves: es muy raro que provoquen reacciones graves y es mucho mayor
el riesgo de contraer una enfermedad por no habernos vacunado.
Además,
no podemos pensar solo en nosotros sino en el bienestar de nuestra sociedad:
con la vacunación se construye una barrera de personas inmunes que impide la
circulación de la enfermedad y preserva la salud general. Muchos de los padres
que se oponen a vacunar a sus hijos no son conscientes de que se están aprovechando
de esta protección. Vivir en un medio en que la mayoría de la población está
vacunada, disminuye la probabilidad de que sus hijos se vean afectados por
enfermedades. Sin embargo, su postura pone en peligro la inmunidad del grupo.
Mito Nº2: Es obligatorio vacunarse
Las
vacunaciones son recomendaciones de las autoridades sanitarias para preservar
la salud individual y colectiva. La población es libre de seguir o no esas
recomendaciones. Solo en casos excepcionales en los que exista un peligro real
para la salud pública, la ley permite a las autoridades obligar a vacunarse.
Una situación así nunca se ha dado en nuestro país.
Mito Nº3: Papiloma y prevención
La
vacuna para el virus del papiloma ha suscitado polémica. En España, está
aprobada para niñas de entre 11 y 16 años.
Por
un lado, protege frente a la infección de varios tipos de papiloma, un
virus que puede provocar cáncer de cuello uterino. Este cáncer es grave, aunque
poco frecuente en nuestro entorno.
Por
otro lado, aún no se sabe cuánto tiempo dura su efecto ni si es necesaria una
dosis de recuerdo. En 2008 algunas mujeres tuvieron convulsiones tras
vacunarse, pero una investigación oficial no pudo demostrar que esta reacción
estuviese relacionada con la vacuna. Entre sus efectos adversos sí que se
encuentra la posibilidad de sufrir un síncope, pero el balance riesgo/beneficio
es lo suficientemente favorable como para que permanezca en el
mercado. Son excepcionales las complicaciones neurológicas (neuritis,
síndrome de Guillain-Barré…).
Es
muy importante saber que vacunarse no significa que haya que dejar de acudir
periódicamente al ginecólogo para revisiones y someterse a citologías como
medidas esenciales para prevenir el cáncer de cuello uterino.
Mito Nº4: Las vacunas son tóxicas
Se
ha dicho que las vacunas son tóxicas debido al tiomersal, un compuesto orgánico
que contiene mercurio y que se utiliza como conservante en las vacunas
multidosis. Se usa para evitar la proliferación bacteriana una vez
abierto el envase y también durante la fabricación de las vacunas. En algunos
casos puede haber tiomersal en las vacunas, pero será siempre a concentraciones
muy bajas.
Además,
ninguno de los comités científicos de los organismos reguladores (la Agencia Europea
del Medicamento, la
Organización Mundial de la Salud, la
FDA estadounidense) ha encontrado evidencias suficientes
sobre la toxicidad del tiomersal. Aun así, hace una década que la Agencia Europea
del Medicamento y otros organismos recomiendan una sustitución progresiva de
las vacunas con tiomersal por otras que no tengan este compuesto. La OCU considera razonable esta
medida debido a la inquietud que se ha generado.
Mito Nº5: No puedes vacunarte si estás
enfermo
Este
mito es parcialmente verdadero. Si estamos aquejados por infecciones como
un catarro o una gastroenteritis leve, podemos vacunarnos sin
problemas. Ahora bien, durante las infecciones agudas moderadas y graves,
las vacunas están contraindicadas porque suponen un esfuerzo complementario
para el organismo.
En
cualquier caso, hay que comunicar nuestros síntomas y estado de salud al
profesional que vaya a vacunarnos.
Mito Nº6: Vacunarse de muchas cosas es
arriesgado
Uno
de los argumentos utilizados contra la utilización de las vacunas, y sobre todo
contra la aplicación simultánea de varias, es que sobrecargan al sistema inmune
y producen efectos adversos.
La
realidad es que, de forma natural, los niños están expuestos a una elevadísima
cantidad de los mismos componentes presentes en las vacunas, y de hecho esta
exposición es en parte responsable de que su sistema inmune funcione
correctamente.
Mito Nº7: La triple vírica provoca
autismo
Hace
12 años, en la revista científica The Lancet se publicó un estudio que asociaba
la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) con el autismo. Prendió
la mecha de la polémica y muchos padres decidieron no vacunar a sus hijos.
Recientemente, la propia The Lancet decidió retirar el artículo tras comprobar
que se trataba de un fraude científico construido con datos erróneos.
En
la actualidad no existe ninguna evidencia que relacione la triple vírica con el
autismo.
Mito Nº8: Algunas Comunidades saben
más que otras
En
España existen diferencias de criterio entre las Comunidades Autónomas respecto
a la incorporación de nuevas vacunas, sobre todo cuando su relación
coste-beneficio o su eficacia han suscitado debate. Como consecuencia, hay
vacunas que están financiadas en algunas Comunidades y no en otras.
Estas
diferencias provocan desigualdades entre ciudadanos a la hora de tener acceso a
una medida sanitaria preventiva. Además, a nivel nacional la cobertura de la
vacuna baja: si solo algunas comunidades la aplican, no será posible construir
una barrera colectiva de protección ante el virus.
La OCU considera que la política de vacunaciones debería
ser nacional (incluso europea) y que su aplicación debería basarse en criterios
estrictamente científicos. El calendario vacunal no debe ser utilizado como
arma política, sino como herramienta de salud pública.
Mito Nº9: No hay vacuna contra el
Rotavirus
Durante
2010 algunas alertas hicieron que la vacuna del Rotavirus dejase de
utilizarse. En la actualidad existe una vacuna en el mercado, RotaTeq,
con un balance riesgo/ beneficio favorable y que se puede usar con
normalidad.
La
vacuna contra el Rotavirus no está incluida en el calendario español ni es
financiada por el Sistema Nacional de Salud, aunque muchos pediatras la
recomiendan para prevenir la gastroenteritis en niños (a partir de 6 semanas de
edad).
En
España no se ha demostrado científicamente la necesidad de vacunar a todos los
niños. Diferente es el caso de países en vías de desarrollo, donde la diarrea
causa una elevada mortalidad infantil. En estos países, la vacunación
generalizada es recomendable, pero lamentablemente apenas tienen acceso a esta
vacuna. En un medio como el nuestro, la mayoría de las gastroenteritis se resuelven
sin necesidad de tratamiento específico, y en general solo requieren medidas
como la rehidratación oral.
Desde
la OCU recordamos
que la gran mayoría de los agentes causantes de gastroenteritis y diarreas se
trasmiten por la vía fecal-oral: de ahí la importancia de la higiene y del
lavado de manos como medidas de prevención.
Mito Nº10: Los alérgicos al huevo no
pueden vacunarse
Los
virus utilizados para fabricar algunas vacunas, como la triple vírica o la
antigripal, se cultivan en huevos de gallina. Por eso estas vacunas no se
recomiendan en personas alérgicas al huevo, ya que podrían contener trazas de
proteína de huevo.
Pero
la triple vírica y otras vacunas cultivadas en huevo pueden administrarse sin
problema alguno también a los alérgicos. Es necesario seguir un protocolo
hospitalario y garantizar que no se hayan producido reacciones de anafilaxia en
el pasado.
FUENTE:
Organización de Consumidores y Usuarios (ocu.org.ar)
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