Sin
dudas que es una de las grandes joyas del cine nacional, habiendo dado
grandes muestras de ello, como las frases que podrían pasar a la
historia, entre ellas aquella en que el personaje interpretado por Luís
Brandoni dice "¡Tres empanadas!", acompañándolas con un gesto con las
manos, en alusión a la pobreza que imperaba en el lugar en que había
estado. Pero aún con todos esos puntos a favor se pasa por alto e
inadvertido uno en contra, o al menos lo hace la gran mayoría de la
gente que vio, por lo menos una vez desde su estreno en mil novecientos
ochenta y cinco, esta película, y ese punto en contra es la forma en que
se tratam, en no opcos casos, a los /as ancianos /as.
Desafortunadamente,
nunca se valoró lo suficiente en Argentina a la tercera edad, y
"Esperando la carroza" es un fiel reflejo de esa angustiante realidad.
Preocuparse recién cuando se piensa o se cree que ya es demasiado tarde.
Vemos como los hijos y demás familiares de Mamá Cora, el personaje
central interpretado por Antonio Gasalla, empiezan de verdad a
preocuparse y sentirse como basura cuando se enteran que supuestamente
la anciana murió arrollada por un ferrocarril en Villa Luro, al oeste de
la ciudad de Buenos Ares. A partir de allí empieza un peregrinaje de
llanto y desconsuelo y todos /as los /as familiares y demás deudos
reconocieron que deberían haber puesto mayor atención, preocuparse más
por y dedicarle más tiempo a la anciana, en tanto van a la morgue a
identificar el cuerpo (¿reconocer a una pariente por los zapatos?) y
mientras organizan el servicio funerario en la casita de la anciana
supuestamente muerta.
Demás
está decir que una gran nube de hipocresía y falsedad rodea a esa
familia, desde que empieza la película hasta que termina, tal cual lo
refleja el personaje interpretado por al actriz Mónica Villa, en el
último diálogo. Nunca a lo largo de toda la película una frase fue más
acertada que esa.
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