Se
trata de la gestación comprendida entre el primer y segundo año
posteriores a la primera menstruación en la vida de una mujer, que suele
ocurrir entre los diez y los trece años, o cuando la mujer logra
finalizar con la dependencia socioeconómica de su grupo familiar,
especialmente la de su padre y su madre. Para los adolescentes
constituye una situación para la que no se hallan emocional, psicológica
ni socialmente preparados, porque se trata de papeles propios de la
vida adulta de las personas, y por consiguiente implica la que los
futuros padres asuman responsabilidades impropias para la edad. Muy
pocas veces se trata de casualidad y mucho menos de un embarazo deseado,
y sus causas obedecen en el grueso de los casos, por no decir en todos,
al entorno sociocultural y causas vinculadas a la psicología, con un
esquema remitente entre las poblaciones a las que “afecta” este
fenómeno.
Unas
más u otras menos, las causas que llevan al embarazo en la adolescencia
varían en cantidad y cada una tiene sus puntos a favor y en contra. Una
de ellas puede ser la inexistencia de armonía dentro del grupo familiar
al que perteneciera la mujer adolescente embarazada, ante situaciones
como la violencia doméstica, el alcoholismo, el consumo de drogar, la
posibilidad latente de abusos sexuales intrafamiliares, lo que conlleva
la huida de la menor de su casa y, por consiguiente, la exposición a
riesgos y peligros todavía mayores. Otras causas, igual de posibles,
pueden referirse a la inestabilidad de la familia de la mujer
adolescente, el deseo de demostrar la fertilidad naciente, el
desinterés religioso, la práctica de relaciones sexuales sin haber
tomado medidas anticonceptivas (pastillas, el uso de condones u otras),
las relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas, la ignorancia
(falta de información y educación) sobre el adecuado comportamiento
sexual y las consecuencias de dicho intercambio
El
embarazo adolescente es algo que en muchos casos es condenado, no
digamos rechazado, por el común de la sociedad, que a la hora de hacer
el juicio tiene primero como premisa la falta de prevención que el
respeto a la nueva vida que comienza a gestarse y lo que ello puede
conllevar. Y, por supuesto, no se trata de una noticia que sea recibida
con el debido agrado y felicidad (*1) en el ámbito escolar ni en
laboral, si este existiere, e incluso por quienes más deberían alegrarse
con la noticia: el padre del bebé por nacer y el grupo familiar al que
pertenece de la futura madre. Y no se dispone de mucha información que
haga referencia al recibimiento con buena cara y de buen agrado en las
sociedades actuales, ni siquiera en aquellas más “liberales” a este
respecto y mejor preparadas para enfrentarlo, en el buen sentido de la
palabra (*2).
De
esa manera surgen las cuatro alternativas viables que la futura madre
tiene de decidir seguir adelante con el embarazo y, por lógica, no
recurrir al aborto. Sea cual fuere la opción que escoja, representa una
gran carga tanto para la madre como para el padre, aunque es menor en
este último la frecuencia. A saber, las opciones son:
1-
La crianza del bebé (hijo o hija no es, de ningún modo, relevante ni
debe serlo en el futuro) con los abuelos paternos de este, algo que
generalmente ocurre en las castas o clases sociales de menores recursos,
es decir aquellas con carencia de los recursos necesarios para vivir
(pobres). Esta alternativa implica la confusión en los roles, como por
ejemplo, y es uno de los más notorios al respecto, el de la abuela del
niño o la niña: con el contacto por tiempos tan extensos puede llegar a
pensar que no es la abuela, sino la madre. Sin embargo, constituye un
entorno afectivo para el niño o la niña.
2-
La convivencia del padre con la madre, ya fuere que se trate del
casamiento de hecho o una simple unión. Esto implica como punto negativo
la poca o nula independencia de la pareja en materia de recursos
(económicos, principalmente) para su sostenimiento y el de su hijo o
hija, lo que explica la ausencia de madurez afectiva y, también, el
índice elevado en el fracaso de este tipo de uniones.
3-
Aún con el riesgo de un precio elevado emocional y psicológicamente,
otra opción con que cuenta la madre es la de dar a su hijo o hija en
adopción. Es una opción que en los componentes del grupo social genera
reacciones con sentimientos encontrados, y lo que los futuros padre
adolescentes puedan opinar es, casi siempre, lo que menos se tiene en
cuenta (*3).
4-
Otra de las alternativas fue ayer y es hoy algo inherente a las clases
sociales mas bajas de una sociedad, algo elaborado exclusivamente para
esta clase, y se trata de maternidades temporales. La “moda”, por llamar
al fenómeno de alguna manera no compleja, sugiere la de usar la futura
madre hogares, como un grupo familiar, sin que le sea necesario o
imperativo acudir a otro tipo de instituciones dedicadas a esto. Esta
suerte de “hogares” podría representar una solución a la problemática
existente y la venidera de la madre adolescente, que de acudir lo haría
sin compañía, y tanto ella como su hijo o hija tendrían numerosos
beneficios.
Y a todo esto, ¿el padre?
La tendencia marca que los hombres (*4) disponen de menor información que las mujeres adolescentes sobre el tema (el desarrollo desde la concepción hasta el nacimiento del bebé), aunque ello no implica que los padres adolescentes no sientan la noticia como algo positivo. Es allí que asumen una tarea que en esa parte de su vida siempre se pone bajo discusión: la adolescencia. Unos pocos lo ponen en práctica, aunque los factores en contra implican que muy pocos de esos hombres puedan asumir, no ya concretar, semejante responsabilidad. Entre esos factores que le juegan en contra al padre adolescente pueden encontrarse la complejidad de las dificultades a la hora de hallar un empleo o conservarlo, si lo tuviere, los problemas económicos, el rechazo de la sociedad a la que pertenece, la propia desatención por parte de grupo familiar, en particular el de sus familiares más directos, y l existencia de diferencias a ser tenidas en cuenta con la madre. Son factores que indefectiblemente conducen al abandono, por lo cual en este tipo de situaciones, aunque no de la misma manera que la madre, el padre adolescente es una persona que requiere también de atención, fundamentalmente psicológica y emocional.
Implicancias
A-
De acuerdo a una investigación hecha en el año mil novecientos ochenta y
seis, la deserción escolar ante el embarazo adolescente es una de las
desventajas que implica el embarazo a la corta edad. Sus principales, no
digamos únicos, motivos suelen ser atribuidos a la vergüenza propia en
el padre y la madre adolescentes o una alteración de tiempo: muchas
veces (¿todas?) se cruzan en un mismo lapso el tener que cursar los
estudios con la crianza del hijo o la hija, y los padres priorizan la
segunda de las opciones.
B-
La inexperiencia en la vida conduce a los adolescentes a puestos de
trabajo precarios, una situación que a su vez implica la inexistencia de
contratos formales y la desproporción entre la paga y la carga horaria.
Ello significa dificultades en el ámbito laboral, en el cual el despido
de una mujer adolescente suele ser algo cotidiano, como una rutina, al
tomar estado público la noticia de su embarazo. Demás está decir que
esto no deja de ser un impedimento a la hora de (tratar de) encontrar un
nuevo puesto de trabajo, lo mismo que ocurriría si la mujer adolescente
ya hubiera dado a luz a su hijo o hija.
C-
Las situaciones de riesgo peri natal para la madre y su hijo o hija. Se
trata de algo con falencias que lleva indefectiblemente al fracaso con
respecto a la crianza y otras tareas a este respecto.
D-
El maltrato psicológico y el físico para con el niño o niña. Así los
trataron a ellos, y así es como ellos tratan a su descendencia. Eso y
que culpan a aquella por su situación actual.
E-
Debido a ser “madre soltera” muchas mujeres tienen también dificultades
a la hora de encontrar, o tratar de hacerlo, un nuevo compañero.
F-
El fin de la etapa adolescente y la “inocencia interrumpida” como
suelen decir los expertos a la hora de referirse a este tipo de
problemática social. Ello significa que tanto el padre como la madre
deben de asumir los roles y responsabilidades que conlleva la tarea de
ser padres.
G-
Problemas para hallar la independencia económica, al estar más
expuestos así a la latente posibilidad de la explotación, lo que implica
a su vez la dependencia con sus, total o parcial, del grupo familiar al
que pertenecen, junto con todo lo que ello significa para el padre y la
madre.
¡¡¡Auxilio!!!
Los
tres tipos de atenciones que recibe una adolescente se refieren al
tiempo previo a quedar embarazadas, al tiempo durante y al posterior, en
cuyo caso también se tiene en cuenta no solo el estado de la madre,
sino también el del padre y, por supuesto, el del hijo o hija que
hubiere llegado al mundo.
La
prevención primaria implica disposiciones en pos de evitar el embarazo
en la adolescencia; el suministro de información acerca de fisiología y
biología específicas (reproductiva) en cada ámbito que frecuenten las
mujeres adolescentes, incluidos el familiar y el escolar; el uso de los
medios para dicha prevención; charlas en grupos de adolescentes y de
estos con los adultos responsables de su cuidado acerca de los problemas
y complejidades relacionadas con esa etapa de la vida; la capacitación
del personal de la institución educativa a la que concurran los hombres y
mujeres adolescentes, para la atención e instrucción de estos, sobre
todo aquellos que se encuentres en una no más situaciones de riesgo; y
(*5) la contención de aquellos /as adolescentes sin empleo y que no
cursan los estudios, en procura de su reestablecimiento social y
educacional.
La
prevención secundaria consiste principalmente en la ayuda tanto al
padre como a la madre para estimular su participación y brindarles
socorro para la asunción de sus roles y nuevas responsabilidades; la
asistencia (constante) durante el embarazo y el parto y al /la recién
nacido /a con programas destinados a los padres adolescentes, siempre
con profesionales capacitados /as y entendidos /as en este tipo de
problemática; y el apoyo emocional y psicológico, además de los informes
y la asesoría, a aquellos padre adolescentes que optaran por dar a su
hijo o hija en adopción. Se trata en este caso de medidas que tiene que
ser puestas en práctica y supervisadas en el marco de los programas de
asistencia destinados a los adolescentes, siempre, también, con la
participación en grupo de médicos, psicólogos y otros profesionales
capacitados para tal tarea.
La
tercera etapa preventiva refiere al seguimiento de los vínculos
existentes entre el padre y la madre adolescentes con su hijo o hija, en
procura de prestar la debida atención a las muestras de alarma que
puedan aparecer, como así también el favorecer la reincorporación de
ambos padres al ámbito del trabajo, si ambos hubieran tenido uno
anteriormente; la atención médica completa del padre adolescente sin
importar (¿ni tener en cuenta?) en que estado hubiere de haber quedado
con respecto a su hijo o hija y la madre de este /a, el suministro o
flujo de consejos a los dos con el propósito de evitar la persistencia,
compulsiva o no, de nuevos embarazos a corto plazo; y el establecimiento
de casas u hogares maternales para aquellas mujeres adolescentes que
carecieran del debido apoyo familiar para este tipo de situaciones, que
implique el techo seguro para ellas y les de la ayuda requerida tanto
para enfrentar este problema que implica ser “madre soltera” como para
el freno a posibles nuevos embarazos no deseados
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(*1) El nacimiento de un hijo o una hija es, según mi forma de ver las cosas, una alegría para el hogar.
(*2) Suponen estas sociedades, por lo pronto, una buena cobertura de salud para la madre y un programa social al mismo respecto.
(*3)
Debería tener la misma validez la opinión de los futuros padres, al
tratarse de los “autores”, sino es que la más importante.
(*4)
Me gustaría aclarar que son hombres, no niños o jóvenes, y esto es una
opinión mía que no tiene nada que ver con el hecho de que vaya a
convertirse en padre en nueve meses
(*5) A mi juicio esto debería ser prioritario.
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