Un mediático farandulero, de esos que abundan en los
programas de la tarde haciendo un escándalo atrás de otro, compra el diario
Clarín en la mañana del domingo y lee los clasificados en la sección de
empleos. Marca un aviso y decide que el lunes por la mañana va a ir a ese lugar
para intentar obtener el puesto.
Llegan las 11 en punto del lunes y el jefe de personal, ya
frente al mediático farandulero, empieza con las preguntas rutinarias que les
hace a todos los postulantes:
- ¿Sabe hablar inglés, francés, alemán y italiano?
- No
- ¿Sabe hablar portugués, japonés, hebreo y árabe?
- No
- ¿Sabe hablar ruso, coreano, catalán y vasco?
- No
- ¿Sabe el lenguaje de señas?
- No
- ¿Tiene el secundario completo?
- No
- ¿Y el primario?
- Tampoco
- ¿Y el jardín de infantes, por lo menos?
- Tampoco
- ¿Tiene entre 18 y 25 años?
- No
- ¿Vive en la zona?
- No
- ¿Tiene conocimientos o experiencia previa?
- No
- ¿Tiene referencias?
- No
- ¿Sabe informática?
- No
- ¿Sabe de números?
- No
- ¿Trabajó en otra empresa o compañía de este rubro?
- No
- ¿Conoce a alguien de la empresa?
- No
- Trabajó antes en esta empresa?
- No
Así como 40 preguntas más, hasta que el empleador, cansado
ya de escuchar la misma respuesta, pregunta ofendido y sin ganas al mediático
farandulero:
- ¿Y entonces para qué carajo vino acá?
A lo que el postulante contesta:
- Porque en el aviso decía “Inútil presentarse sin
requisitos, conocimiento ni experiencia”.
--- CLAUDIO ---
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