lunes, 26 de junio de 2017

2.10) Planificación para mañana



-La recorrida resultó ser mucho mejor de lo que había supuesto e imaginado al principio, antes que hubiéramos salido de tu casa por la mañana – resumió el oriundo de Las Heras, aunque su mente y sus pensamientos en este momento no estaban centrados en el paseo en si, sino en parte de aquel. Eduardo estaba pensando, con escaso detenimiento (no hacía falta mucho), en la numerosa cantidad de árboles, frutales y no frutales, que rodeaban a este y los otros caminos, principales y secundarios, por los que habían transitado, que tenían las tonalidades más diversas del color verde y estaban rebosantes de vida, los más grandes y frondosos con un ecosistema propio de aves, insectos y pequeños reptiles. Una serie de escenarios poco o nada típicos en los hábitats de las hadas, de los que tenía conocimiento, que eran acompañados por el chillido de decenas (¡centenas!) de esas aves sobre y entre las copas y en el suelo. Algunas ramas muy largas o quebradas y lianas oficiaban como puentes que conectaban entre si a muchos de esos árboles, especialmente los más altos. ¡Y eso que era la Ciudad Del Sol, el lugar más poblado en todo el reino de Insulandia, y no el interior de la isla u otras partes del archipiélago! –. ¿Vamos a continuar mañana con esta recorrida por el poblado, Isabel? – su nueva amiga, como era de esperarse, contestó que si, efectuando el conocido gesto de afirmación con la cabeza. Una llama lila ardió nuevamente en su pulgar izquierdo. Otro cigarrillo que se encendía y la primera bocanada que se elevaba, y un atado vacío terminó engrosando el contenido de un cesto cercano –. ¿Qué queda para conocer en la ciudad capital y en sus alrededores?. Ya se que todo puede valer la pena, pero, ¡por cuál lugar se te ocurre que podríamos arrancar mañana, si lo hacemos, con el nuevo recorrido?.
Su amiga le dio otro cigarrillo, ya encendido.
“Son más suaves que los que conozco”, opinó Eduardo en silencio.
_Por donde se te ocurra, porque según tus palabras, y esto es cierto, todo vale la pena. Yo continúo siendo tu guía… tu hada madrina – contestó Isabel, acompañando sus palabras con un gesto con las manos –. Podemos ir a cualquier parte, a la que queramos. Tenemos las puertas espaciales y las bicicletas para acortar el tiempo. En el interior de esta isla, por ejemplo, hay noventa y cinco invernaderos. Setenta y cinco de ellos tiene especies autóctonas de los otros países del mundo, unas cien especies en promedio, que no crecen en ninguna otra parte de este reino, más allá de esos invernaderos. Son predios de veintidós hectáreas que están letrados, para que se los pueda usar como puntos de referencia en un mapa, primero va la letra inicial del continente y después la… matrícula del país. El más cercano a Del Sol está en dirección al este-noreste, treinta y nueve kilómetros y quinto. Llegar allí podría demandarnos alrededor de una hora y tercio, si vamos con la bicicleta, porque estamos hablando de un camino accidentado – un ave corredora pasó a los pies de y entre ambos, apenas más grande que un kiwi, y sus tres crías detrás de ella. Y el depredador tras el cuarteto, abriéndose camino a los tumbos. Compensaba su falta de velocidad con el tamaño –. También podríamos visitar, aunque en tu caso el verbo correcto sería “conocer”, el almacén de los tesoros, que es una de las formas en que conocemos y llamamos a l Banco real de Insulandia, un setenta y cinco por ciento de todos los recursos de los individuos y la totalidad de las arcas públicas se encuentran en el. Decenas de miles, sino es que centenas de miles, de minerales, joyas, piedras preciosas y cualquier otro objeto de valor, además de documentos, papeles importantes y una suma de dinero que a finales del mes pasado había trepado a ochocientos noventa y un mil millones de soles en monedas de todas las denominaciones, más otros ciento setenta y ocho mil doscientos millones en bonos. Mi hermana lo mencionó ayer en la tarde, ¿te acordás?. Es una estructura piramidal con varias recámaras, oficinas y kilómetros de corredores, bajo la superficie y sobre ella. Centenares de arcones, cajones, cántaros y vasijas contienen, como dije, las siete décimas partes de los ahorros de individuos y la totalidad de las arcas del Estado insular. Es el lugar donde viven los “espectros”, a quince punto cuarenta y dos kilómetros al suroeste de Del Sol – aunque mínimo, también lo sentía ella. El cansancio. El estado fisiológico también era inherente a los seres feéricos. Ahora estaban cruzando un puente sobre un río poco caudaloso, en su camino al parque La Bonita, más allá de la ciudad capital. A su regreso usarían las puertas espaciales; a lo que Eduardo había accedido (cedido) tras una nueva insistencia del hada de aura lila. El hombre todavía no lo entendía. Sus conocimientos en ciencias físicas eran más bien bajos –. La fábrica de pociones y otros insumos mágicos por un lado y la de fuegos artificiales por otro, de las que mantiene y administra el Estado insular, también son buenas opciones. Pero se requiere de un permiso especial para conocerlas, de modo que hay que ir primero a buscar ese permiso a las oficinas de las autoridades de contralor y aplicación. Como se trata de lugares potencialmente peligrosos están emplazados en lugares aislados y sus medidas de seguridad e higiene son de las más estrictas en todo el reino – cada uno ya había separado algunas monedas. El precio por usar una puerta espacial era inexistente, pero aun así pensaron en echar a la vasija unos cincuenta soles. Calcularon que al decidir abandonar el parque La Bonita estarían sumamente exhaustos – Los puertos de ultramar son otras buenas opciones. También los puentes que saltan sobre los principales cursos de agua, porque muchos, pienso yo, son artesanías antes que obras de ingeniería; son en extremo resistentes y muy ornamentados. No podemos tampoco descartar el coliseo real. Cien soles la entrada. Siempre hay que reservar con antelación, porque aunque quepan quinientos mil espectadores es difícil encontrar un lugar. Mañana, por ejemplo, que hay un espectáculo, una representación teatral; ya fueron vendidas todas las entradas. Los parques reales en que se convirtieron los lugares fundacionales son opciones tan buenas como las demás. Y por qué no las aldeas autónomas en las que viven los seres elementales – el reptil que había estado persiguiendo a las aves corredoras venía de regreso, con el “premio” entre sus dientes –. En realidad, hay muchos lugares… podemos elegir cualquiera y ni vos ni yo nos vamos a arrepentir.
Cruzaron otro puente, de quince metros de largo, y Eduardo dijo:
_Empecemos por el Banco Real. Es algo que siempre vale la pena. Y Además queda cerca de tu casa. Me parece que el tema de la distancia va a ser clave en estar recorridas, estas visitas, sobre todo porque necesito ir conociendo no solo los lugares en si, sino sus alrededores. Y por eso mejor empezar con algo que esté cerca.
_Eso mismo hubiera contestado yo – coincidió Isabel –. Pero aún falta para mañana. Ahora, nuestro destino más inmediato es el parque La Bonita.
_Eso es verdad. ¿Cómo vamos a llegar hasta allá?, ¿caminando?.
No le importaría hacer a pie esos veintidós kilómetros, aun con el estado de sus extremidades.
_Volando, supongo – propuso el hada de la belleza, y al instante aparecieron sus alas –. Ya se que vos no lo podés hacer pero yo si… es suficiente con que vayas firmemente aferrado a mis manos.. Serían unos pocos minutos de viaje, creo que no más de diez. Nunca más de eso. Espero que no te resulte incómodo. Mi hermana y yo te llevamos así, o casi, a mi casa cuando te encontramos. O sino en bicicleta. Podríamos ir a la vivienda de aquella hada y pedirle que nos la devuelta. Se donde es, también en Barraca Sola.
_O en una carreta., aventuró Eduardo.
_Si, esa es otra posibilidad… ¡que bien, un transporte!., exclamó con alegría, haciendo señas con ambas manos en lo alto.

Nada de volar y nada de caminar.


Continúa...


--- CLAUDIO ---

No hay comentarios:

Publicar un comentario