No
bien estuvieron en el antiguo cementerio de Bagme, en lo que fue un viaje de
poco menos de treinta minutos Lina y Akmi, los más que flamantes Cuidadores de
la SeNu y la PeNu, respectivamente, sin desanimarse porque en este tiempo no
hubieran podido hallar a las personas indicadas para el segundo puesto
jerárquico en esos lugares grandiosos, confirmaron que sería como registrar uno
de los templos antiguos de nuevo. Y fueron ellos los que habían pedido hacer el
cambio y venir en lugar de dos de sus colegas, pensando que podría ayudarlos a
superar sus recientes pérdidas. Ahora, sin embargo, estaban poniendo en duda
aquella ocurrencia. "Habías visto
un lugar más deprimente, triste y lúgubre?", le preguntó Lina, traspasa el
deteriorado umbral y detectando los múltiples signos de deterioro a donde
quiera que mirara, sin dejar de permanecer con todos sus sentidos en alerta,
pues de un momento a otro su colega y ella se toparían con las defensas
locales. "La verdad es que no", contestó Akmi, que preventivamente
había aplicado su forma combinada, y era ahora el monstruo de alrededor de dos
metros de altura con ese musculoso cuerpo cubierto por el denso pelaje. En su
diestra sostenía el bastón de mando, listo para usarlo en cuanto se presentara
la oportunidad. Era cierto que los cementerios no despertaban precisamente
sentimientos agradables en las hadas, pero esto superaba cualquier cosa que los
Cuidadores hubieran imaginado, especialmente con la delicada situación que
estaban atravesando, y eso, reconocieron, sería un factor adicional para ver
este lugar con ojos y aspectos negativos. Se notaba que nadie había puesto los
pies en el cementerio en mucho tiempo, y eso, sumado al paso de los años, bien
podría explicar sus lamentables y deplorables condiciones. El césped y unas
pocas hierbas invasivas de a poco iban recuperando el terreno perdido,
creciendo sobre los caminos y las sepulturas, consistentes todas estas de
espacios de un metro por uno en el suelo, delimitados por piedras de canto
rodado y marcadas por lápidas que, en lugar de un nombre, indicaban la fecha de
nacimiento y la del deceso del ilio y la aldea en que residiera. Esos mismos
signos de deterioro también se extendían a otras áreas del cementerio, incluido
el templo en el centro geográfico, donde confluían los ocho caminos
principales, los cuales marcaban los puntos cardinales centrales (oeste,
suroeste sur, sureste, este, noreste, norte y noroeste), en esos mismos
caminos, en las estructuras dispuestas en cada una de las esquinas, que los
Cuidadores supusieron que en otros tiempos habrían sido almacenes. "Otro
aspecto en el que son el polo opuesto a nosotros", observó Akmi, porque,
sintiendo las hadas una profunda y gigantesca veneración por sus antepasados,
se esmeraban porque los centros fueran siempre lugar pulcros y majestuosos.
"Estoy de acuerdo", coincidió Lina, pensando en su familia, este
mismo cementerio y la supuesta terapia para superar ese trágico momento, a la
vez que desplazaba sus ojos de un punto a otro, sin detenerse en ninguno, buscando
tanto las trampas caza bobos y otras defensas como indicaciones de la ubicación
de la urna con los huesos. "Ninguna pista, eh?", advirtió su colega,
moviendo algunos objetos con sus habilidades telequinéticas, creyendo que con
eso podrían activar y burlar algunas de las trampas, a lo que Lina volvió a
afirmar que sería lo mismo que registrar e inspeccionar los templos antiguos.
Con eso, Akmi sugirió que se separaran, para de esa forma poder cubrir una
mayor superficie del cementerio ilio en menos tiempo, y la Cuidadora de la SeNu
estuvo de acuerdo, así que, habiendo avanzado en línea recta unos trescientos
metros por uno de los caminos, se separaron, coincidiendo, risas incluidas, en
que la urna oculta en la estructura central era algo muy obvio. Los dos no
dejaron de tener en máxima alerta a todos sus sentidos, previendo que de un
momento a otro empezarían a actuar las defensas, ahora más que nunca, por todo
lo que estaba en juego - todo, literalmente, desde su misma existencia para
abajo -, de modo que, buscando poder moverse con una dosis mayor de
tranquilidad, lanzaron ínfimas cantidades de energía, y con eso obtuvieron la
respuesta. Espinas y púas muy filosas que salieron disparadas a toda velocidad
en las adyacencias de los puntos de impacto, piedras que se movieron
violentamente y emanaciones subterráneas (los Cuidadores asumieron que se
trataba de un agente paralizante, o, peor, venenosos) constituyeron las trampas
que se activaron con las acciones de Lina y Akmi, quienes ante el
descubrimiento volvieron a reunirse, decididos a actuar juntos de ahora en
adelante - además volvieron a ver en el grupo la forma para superar una parte
de la tristeza y el dolor por sus recientes pérdidas -. "Seguro que ya
saben que estamos acá", apostó el Cuidador de la PeNu, observando un punto
en la distancia, más allá de los límites del centro, como si estuviera
esperando que de pronto aparecieran los ilios y sus monstruos para defender el
lugar y, por supuesto, su preciosa reliquia. "Igual, sigue estando
tranquilo", dijo Akmi, demostrando preocupación. Lina y el habían esperado
hallar al menos el doble de mint-hu, los monstruos más fuertes, defendiendo el
cementerio, pero no había ninguno, ni tampoco de las otras clases de monstruos,
incluidos esos nuevos que hicieran reír a las hadas a consecuencia de su baja
resistencia al daño - los seres feéricos y elementales dedujeron que la única
razón por la que los ilios los creaban era por lo sencilla que era su
producción -. Al menos, no estaban visibles. "Demasiado tranquilo",
coincidió Lina, y decidió tomar una medida a ese respecto, aplicando su técnica
de las esporas tóxicas en el perímetro del cementerio, fuera de este, sabiendo
que eso, si bien no detendría por mucho tiempo a sus enemigos, los retrasaría,
eventualmente, el tiempo suficiente como para que los Cuidadores completaran su
tarea y se marcharan raudos. "Creés que podamos volver a Plaza Central
antes que empiece a ocultarse el Sol?", planteó la dama, mientras recurría
a otra de sus técnicas, la de los látigos. Sus dedos se transformaron en lianas
y estas crecieron hasta alcanzar la extraordinaria longitud de veinte metros,
empezando a serpentear por el suelo delante de la pareja, algo útil para
detectar trampas caza bobos. "Si, si de verdad nos lo proponemos",
contestó Akmi, con convencimiento, y cayendo en la cuenta de que habría algo
potencialmente útil para detectar la ubicación de la urna, aunque no fuera un
método infalible. Abandonando su postura defensiva, empezó a pisar con fuerza a
medida que caminaba, y Lina advirtió que se trataba de una de las habilidades
más características de los seres feéricos como el. Pisar así era una de las
formas de detectar las vibraciones y sonidos. Si llegara a detectar alguna
anormalidad en el suelo, un cambio en esas vibraciones, eso significaba que
había un receptáculo subterráneo, y era posible que en este se encontrara la
urna. "Brillante", opinó la Cuidadora de la SeNu, marchando a su
lado. "Te agradezco el elogio" - retribuyó su colega -, "y ahora
necesito concentración". Y durante el siguiente quinto a cuarto de hora no
hizo más que dedicarle su fuerza y sus pensamientos a la técnica, hasta que al
fin creyó (creyeron) detectar algo, aproximadamente a unos quinientos metros
delante de ellos. "Lo tenemos!", exclamaron al unísono, y se
abalanzaron rápida pero precavidamente hacia ese punto, en el que una lápida
indicaba el lugar de descanso final de un ilio fallecido hacía más de dos mil
años. "Lo tenemos", repitieron.
"Y
yo los tengo a ustedes".
Ante
ellos hizo su aparición, materializándose de la nada sobre la antigua y
deteriorada sepultura, un ser al que, aún resultándoles en apariencia no muy
prometedor para sostener una batalla, no dudaron en definirlo como el mayor de
los peligros a todos cuantos se podrían enfrentar los Cuidadores en el
cementerio. A simple vista, su altura no superaba los dos metros y su
contextura era la normal para un ser de esa estatura. Apenas se hubo de
completar la materialización, advirtieron que se trataba de un ente creado con
piedras, seguramente las más sólidas y fuertes del mundo, aunque a la vista
parecía de carne y hueso. Tenía piel blanca, ojos completamente circulares con
pupilas en vertical, un cuerpo carente de cicatrices y otras imperfecciones y
los caracteres de un individuo del sexo femenino. Lo más sorprendente, como
advirtieron Lina y Akmi, era que poseía un aura, que combinaba más de un color,
teniendo al menos siete, y en su espalda nacían cuatro alas que en este momento
formaban una cruz, la clásica postura que adoptaban los seres feéricos cuando
se preparaban para remontar el vuelo. Pero este individuo, sabía de sobra el
par de Cuidadores, no se encontraba allí para hacer alarde de sus habilidades,
de las que pudiera tener, sino para pelear. Lo primero que hizo esta guerrera, aunque
sin intenciones de renunciar al inminente enfrentamiento, fue advertir a ambos
oponentes que no se trataba de ninguno de los monstruos contra los que pudieron
haber peleado en algún momento ellos ni ninguno de sus congéneres.
"Básicamente" - empezó a hablar -, "soy la más grande obra de
los ilios, creada específicamente para luchar contra enemigos excepcionalmente
poderosos". Y les hizo una demostración de la magnitud de sus capacidades
y su energía, como uno de los pasos previos para empezar el combate. Cinco
esferas aparecieron flotando sobre su cabeza, girando sin pausas en el sentido
de las agujas del reloj, hasta que en un momento dado cesaron ese veloz
movimiento y adquirieron la forma y consistencia de algo que ya era conocido
por los Cuidadores. "Son los elementos principales", reconoció Lina,
observando al agua, al aire, al fuego, a la luz y a la tierra relampaguear y
fundirse nuevamente en el aura de esta guerrera. Esas eran sus habilidades,
pero ignoraba el par cómo hubo de conseguirlas, y el hecho de tener que pelear
contra un enemigo así hizo ver a los Cuidadores que estaban frente al reto de
sus vidas. "También soy un hada, si quieren verlo así" - dijo, y su
aura aumentó en intensidad -, "mejor dicho cinco". Y les contó su
origen, en algo que inicialmente surgiera al final de la Guerra de los
Veintiocho, cuando unos pocos de los dirigentes ilios concluyeran que, si un
conflicto de esas proporciones surgía nuevamente, debían estar preparados. De
esa manera desarrollaron un ambicioso proyecto para combinar en un solo ente
los poderes, habilidades y capacidades de las que, sabían los ilios, eran las
hadas más poderosas, aquellas que por atributo o don tenían a uno de los
elementos principales de la naturaleza, sabiendo que, con esa combinación lo
más probable sería la invencibilidad de su creación. Perfeccionaron su diseño
en los años subsiguientes no tuvieron necesidad alguna de ponerlo en vigencia
sino hasta inicios de este año, cuando advirtieran el peligro que podría
avecinarse con la recuperación de la Cuidadora del Hogar de la Tierra.
"Cómo lo consiguieron?", quiso saber Akmi, empuñando su bastón y
preparándose. "Selectos capturados", contestó el hada, y habló a sus
enemigos acerca del rapto de cinco seres feéricos, una década después de la guerra,
a quienes se le hubo de extraer muestras de cabello, sangre, piel y salivales -
Lina y Akmi eran los primeros en enterarse que los ilios poseían conocimientos,
ya averiguarían hasta qué punto, sobre fisiología, y quizás también en
genética, de las hadas - para usarlas en estas "creaciones
innovadoras": monstruos que fueran lo bastante poderosos y resistentes
como para hacerle frente a cualquier enemigo y vivir para contarlo.
"Además nos dieron conciencia y mente", aportó la guerrera, hablando
sobre su capacidad para pensar, razonar y sentir por si misma, algo que quedara
de manifiesto desde el instante mismo de su creador, en horas de la tarde de
aquel día en que los Cuidadores se lanzaran a la captura de los fragmentos del
pergamino. "Y no soy la única" - completó -, "hay otros tres
entes como yo". "Iluria, Lome y Yoine", advirtieron Lina y Akmi,
a lo que su oponente movió la cabeza de arriba hacia abajo e indicando a la
pareja que tendrían que vencerla antes de dar un paso más y, por supuesto,
apoderarse de la urna. Más que eso, deberían eliminarla. Y la guerrera, que se
identificó con el nombre de Jule, les dijo que si de verdad querían tener una
oportunidad deberían luchar con todas sus fuerzas al máximo desde el principio
hasta el fin, ya que no iban a pelear contra un único individuo, sino contra
cinco, todos concentrados en uno. "Es por los Selectos capturados?",
preguntó Akmi, sin amilanarse. "Si", contestó Jule, demostrándoselo,
y a Lina. El látigo de fuego, una burbuja formada por agua, una corriente de
aire elevada del suelo girando increíbles rápido, un rayo que impactó a una
lápida cercana y una roca aparecida de la nada. "No me interesa lo que le
pase a una piedra vieja que indica la sepultura de un ilio muerto hace quién
sabe cuánto" - dijo, observancia fugazmente la pieza rota, vitrificada a
causa del impacto del rayo -, "yo solo quiero cumplir mi tarea, y esa es
no defender este lugar, sino la urna". Concluyó diciendo que dejaría su
vida si fuera necesario, y, sin pronunciar otra palabra, lanzó su primer
ataque, un rayo que carbonizó el escudo que había creado Lina para protegerse
tanto ella misma como a Akmi, con enredaderas que brotaron súbitamente del
suelo, y los Cuidadores apenas tuvieron tiempo de esquivar, remontando raudos
el vuelo, el segundo ataque, una descomunal llamarada que incendió el suelo.
Observaron a Jule desde las alturas, inmóvil, en el mismo lugar en el que
hiciera acto de presencia, al parecer nada dispuesta a abandonarlo, lo que les
hizo pensar que tal vez la urna con los huesos pudiera encontrarse allí abajo.
"Estar en el aire no va a salvarlos!", exclamó, y recurrió al
elemento aire, enviando un violento tornado que envolvió a ambos oponentes, los
cuales cayeron bruscamente piso. "Eso dolió", se quejó Lina, con un
gruñido, y con un veloz movimiento de ambas manos dirigió las esporas venenosas
contra Jule, quién se protegió combinando el fuego con el rayo, lo cual borró
todo rastro de ese ataque. "Buen intento, pero no lo
suficientemente", juzgó Jule, añadiendo una sonrisa, rompiéndose
finalmente la inmovilidad y dando unos pocos pasos en línea recta en el suelo,
antes de batir sus alas y elevarse, situándose a la misma altura que sus
oponentes, a quienes atacó moviendo, telequinesia mediante, las rocas en el
suelo. Estas se elevaron también y empezaron a girar alrededor de la guerrera,
quién al cabo de unos segundos las lanzó una atrás de otra hacia los
Cuidadores. "Así es como se pelea!", exclamó, haciendo a un lado su
dominio sobre los elementos que, decidiendo que pondría a prueba su fuerza,
luchando, básicamente, con puños y patadas.
"Tienen
que eliminar a cinco hadas Selectas".
Akmi
y Lina entendieron entonces que su oponente tenía la esencia de media decena de
seres feéricos, tal cual la concibieran originalmente los ilios. Si eso era
cierto, las palabras de la propia Jule sobre las cinco hadas implicaban un gran
desafío para los Cuidadores, y no solo físico, sino también psicológico y
ético, a consecuencia justamente de esa naturaleza, porque ninguno estaba preparado
para pelear contra un hada, mucho menos para eliminarla. Y eso era una
desventaja por donde se lo mirara. "Si no hacemos algo...", avizoró
el Cuidador de la PeNu, esquivando por poco el látigo de fuego, volando
rápidamente de un lugar a otro, buscando puntos débiles en Jule. Una tarea muy
compleja, porque ella tampoco se quedaba quieta. "Combinemos nuestra
fuerza", sugirió Lina, y dos potentes rayos, uno verde azulado y otro de
un tono claro de marrón, se combinaron en el aire, a alrededor de un kilómetro
de altura, convirtiéndose en una gran y dantesca masa de energía pura que se
dirigió a Jule, quien, lejos de retroceder, se quedó donde estaba y detuvo el
ataque con sus manos, aplicando una enorme cantidad de su poder. Al impactar en
sus palmas, el rayo se partió en decenas de fragmentos, los cuales pulverizaron
aquellos lugares dentro y fuera del cementerio en los que impactaron.
"Nada mal" - opinó la guerrera, agitando ambas manos, en las que
tenía quemaduras -, "pero les falta". Entonces, se reanudó la pelea
con patadas y puñetazos, combinando varios estilos. Aunque eran dos contra uno,
Jule era lo bastante poderosa como para bloquear cualquiera de los intentos por
golpearla que trataban sus oponentes. Era, sencilla y literalmente, un combate
de manos llevado a su máxima expresión, y ni los Cuidadores por un lado ni hule
por otro parecían ni remotamente cerca de tomar la delantera. Patadas, golpes
con las rodillas los codos, golpes con los puños, zancadillas e incluso
cabezazos iban y venían la víctima simplemente se sacudía de los impactos y
volvía a contraatacar. "Es nuestro momento!", advirtió Lina a Akmi,
recurriendo a una de sus técnicas y atrapando a su oponente con las extensas
lianas de veinte metros, quedando las manos y parte de la cabeza visibles; todo
lo demás estuvo cubierto. "Entendido", contestó el Cuidador de la
PeNu, quién, entrelazando los dedos pudo asestar un golpe con todas sus fuerzas
a Jule en la base del cráneo, en el mismo instante en que el hada recurría a la
combinación de los elementos fuego y rayo, para destruir las lianas. Cómo
resultado de esa acción, Jule, Akmi y Lina, respectivamente, terminaron con un
fuerte dolor en el cuello, las manos entumecidas, efecto del rayo, y los dedos
con quemaduras y alguna que otra herida cortante. "Están mejorando",
elogió Jule, y ambos Cuidadores advirtieron, en base a ese tono, algo que los
ilios no hubieron de tener en consideración al momento de crearla, y que no
bien lo descubrieran entrarían en un pánico, endurecimiento e ira, al darse
cuenta de dicho error: al darle a este ente conciencia y mente propias, le
habían también conferido la capacidad de decidir y analizar. Y lo que Jule
había hecho, mientras veía a Lina y Akmi ayudarse mutuamente y preocuparse uno
por el estado del otro, era ver a dos individuos aplicando algo que los ilios
no, al menos que ella supiera. Las atenciones mutuas de sus oponentes, el orden
con que estos peleaban, su trabajo en equipo para lograr un buen común
(apoderarse de la urna) y su decisión de no menospreciar en ningún momento al
enemigo, sus poderes ni capacidades, cosa que si hicieron los ilios,
refiriéndose constantemente a los demás de forma despectiva y negativa. Sin
embargo, Jule era la enemiga a derrotar, y los Cuidadores, de momento,
volvieron a poner en práctica el ataque combinado, y el descomunal rayo impactó
al hada, quién lo detuvo como si nada y envío al cielo, donde terminó por
fragmentarse y formar innumerables chispas. "Les dije que tienen que
pelear con todas sus fuerzas!" - recordó a ambos -, "olvídense de lo
que soy, si es que quieren tener una oportunidad". Acto seguido, los
envolvió con el viento huracanado y golpeó sucesivamente con las rocas que iban
quedando como saldo de la batalla. "Creo que no tenemos otra alternativa",
empezó a aceptar Lina liberándose del tornado y repeliendo una enorme piedra
con su técnica de los látigos. Ya tenía las primeras marcas de la lucha,
específicamente cortes y raspones, y eso fue lo que la hizo aceptar la idea de
que tendría que hacer caso a las palabras de su oponente, pelear con todo y
olvidarse de que, a fin de cuentas, era un hada. "Estoy de acuerdo",
coincidió Akmi, y los dos se dedicaron a pelear en serio, intentando evadirse
de la ética. Grandes cantidades de las esporas venenosas protegieron al
Cuidador de la Morada de la Fauna (PeNu) hasta que esté estuvo delante de Jule,
y fue entonces que tanto esas esporas como las filosas garras de Akmi atacaron
a su enemiga provocando en esta, respectivamente, escoriaciones en la piel y
una decena de heridas punzantes. "Así es como se hace", observó Jule,
en cuya aura había desaparecido uno de los colores, lo que indicó a los
Cuidadores que pudieron destruir uno de los componentes de la guerrero; habían
conseguido extirpar uno de los elementos. "El agua", les hizo saber,
mientras se sacudía para recuperarse, no demorando un instante en reanudar los
ataques, esta vez recurriendo a la telequinesia para tumbar al suelo, con
brusquedad, a ambos Cuidadores e intentar azotarlos con los látigos de fuego y
golpearlos con las piedras. Desde el aire, Jule parecía tener la situación
controlada, aunque había perdido un veinte por ciento de su poder no daba
señales de agotamiento y estaba dispuesta, hizo la mención una vez más, a
llegar hasta las últimas consecuencias con tal de cumplir su objetivo.
"Qué otra cosa podría hacer?", planteó a Akmi y Lina por igual,
cuando estos, mediante gestos, parecieron preguntarse uno a otro por qué razón
su rival estaba haciendo esto. Fue el Cuidador de la PeNu quién tomó la palabra,
y expuso como argumento que el y su compañera de equipo estaban peleando por
algo mucho más grande que el defender tan solo a unos pocos individuos de una
sola especie - los dirigentes ilios le habían dicho a Jule que no prestara
atención a las masas como a sus líderes, porque estos insistieron siempre con
que principalmente de ellos dependía la supervivencia de toda la especie -, y
Akmi y Lina fueron lo bastante inteligentes como para no desperdiciar la
oportunidad que se les hubo de presentar, la de tejer confundida a su enemiga,
a consecuencia de las palabras del Cuidador de la Morada de la Fauna, para
asestarle otro fuerte golpe, esta vez con una poderosa embestida del Cuidador,
transformado este en un león, mientras la dama sujetaba más y más fuerte a cada
segundo que pasaba con las lianas a Jule, a la vez que buscaba marearla con una
dosis reducida de las esporas. "Por fin lo entendieron" - habló Jule
-, "ahora me quitaron el elemento tierra".
"Y
yo también voy a pelear en serio".
Jule
de un lado. Akmi y Lina del otro. Los tres contendientes estaban dando lo mejor
de si, recurriendo unas veces a sus habilidades distintivas, otras a las
técnicas que eran comunes a todos los seres feéricos, como la telequinesia y
otras más a los golpes con tal o cual parte del cuerpo. Era cierto que la
defensora había perdido el dominio sobre dos de sus elementos componentes, pero
continuaba siendo igual de poderosa, tal lo demostrara con palabras y hechos.
Lanzó a ambos oponentes una seguidilla de rayos para cubrir su llegada, y
cuando estuvo enfrente de los dos los golpeó con todas sus fuerzas en la boca
del estómago primero y la barbilla después, cayendo entonces los Cuidadores al
suelo, tan bruscamente que con los impactos hicieron temblar a todos los
objetos que se encontraron cerca de ellos. Lina y Akmi se incorporaron
rápidamente, aunque lo hicieron con algunas dificultades, y observaron a Jule
contraatacar mueven, esta vez combinando
los tres elementos que le quedaban, la electricidad y el fuego entrelazados y
girando a velocidades de vértigo impulsados por un viento huracanado, en viaje
hacia los Cuidadores, que por primera vez recurrieron a sus bastones, para
canalizar las descargas y convertirlas en energía que pudieran usar para
recuperar una parte de las que emplearan en la batalla. "Supongo que eso
va a serles útil", apostó Jule, moviéndose velozmente y en zig zag para
esquivar las descargas de los Cuidadores, acercarse a estos y embestirlos,
teniendo sus brazos extendidos hacia los lados. "Suponés bien,
entonces", contestaron sus contrincantes al mismo tiempo, deteniéndose en
seco y dando sendos bastonazos a Jule en las caderas primero, en los hombros
después y en la cabeza por último, conscientes de que con eso no lograrían
causarle otro daño más allá de esas dolencias insignificantes y un leve
ennegrecimiento en la piel. Fue todo lo que necesitaron para tomar una
distancia prudencial, acumular grandes cantidades de energía y proyectarlas
hacia su rival usando los bastones, para canalizarlas a un único punto. Pero
Jule tenía unos reflejos y habilidades increíbles, y pudo lanzar su propio
ataque para neutralizar los dos que se le vinieron encima, provocando una
explosión gigantesca y ensordecedora que hizo que los tres se tuvieran que
cubrir los oídos y cerrar los ojos. Todos, sin embargo, salieron airosos, sin
secuelas físicas, y contemplaron el cráter que había quedado en el suelo, de
más de cincuenta metros de diámetro, y el humo y los escombros esparciéndose en
todas las direcciones, y ninguno quería ser el que diera el primer paso, o el
siguiente, porque se consideraba como una bajeza atacar a un enemigo en esas
condiciones. Así había sido la costumbre para las hadas, desde que estas, miles
de años antes del Primer Encuentro, fueran a la guerra, y al parecer los Cuidadores
estaban esperando que se hubiera completado el restablecimiento de Jule, y
viceversa. Esta dijo, al cabo de los que pudieron ser treinta segundos,
"Por mi ya estuvo bien de esperar", y se abalanzó sobre sus enemigos,
lanzando uno tras otro varios golpes con los puños, asestando unos pocos, en
tanto que otros eran frenados por las palmas por Akmi y Lina, quienes con eso
demostraban que todavía les quedaban las suficientes fuerzas como para sostener
la batalla. "A ver qué opinan de esto!", exclamó Jule, y, con la
telequinesia, hizo que los Cuidadores quedaran enfrentados y se estrellaran con
fuerza, rodeándose con los brazos. "Ay, no!" advirtió Lina, porque su
colega y ella ya estaban acumulando energía en las palmas. "Podemos resistirlo,
lo sabemos" - intentó tranquilizarla el Cuidador de la PeNu, que agregó
-... "Me gustaría esto en una situación menos acuciante y
comprometedora". "Qué cosa?", quiso saber Lina, ya no pudiendo
contener esa energía. "Abrazando a una mujer linda... cualquier hombre lo
querría". Y en el momento en que la Cuidadora iba a elogiarlo, los dos
soltaron las descargas, cayendo al suelo con profundas quemaduras en la espalda
y un fuerte dolor en los puntos de impacto. Ninguno dúo señales de movimiento
durante unos cuantos segundos. No lo hicieron sino hasta que Jule estuvo
delante de ellos, con gestos faciales y corporales de preocupación. "Se me
fue la mano", dijo, con tono de lamento, hincándose para examinar más de
cerca a los Cuidadores. "Oh, yo no estaría tan seguro de eso!",
discrepó Akmi, y lanzó contra Jule el descomunal rayo, otra vez usando el
bastón como canal, tan potente que la envió a varios metros de distancia, en
medio de un estruendoso estallido. La defensora cayó estrépita y bruscamente al
suelo, habiendo atravesado varios objetos sólidos en su camino, y un súbito
aullido dio cuenta de que algo se había roto en su brazo derecho. "Estás
bien?", se preocupó el Cuidador de la PeNu por su colega. "Me duele
la espalda" - se quejó Lina, con justa razón -... "Qué pasó, Akmi?".
"Me parece que se fracturó un hueso", contestó el hombre, advirtiendo
además que había desaparecido otro de los colores que formaban el aura de su
oponente, lo cual, superada la desorientación producto del ataque, aún con ese
grave daño y la pérdida de otros veinte puntos porcentuales de su poder,
desistió de retroceder y rendirse, reanudando la ofensiva combinando una
embestida y las descargas con los elementos que le quedaban ("El fuego y
el rayo", dijo, sin dar señales de agotamiento), que catapultaron a los
Cuidadores a la distancia. Akmi y Lina de incorporaron, apoyándose uno en el
otro, con los primeros indicios de daños que debían ser considerados. "Así
que esto es pelear en serio?", fue la primera reacción del Cuidador de la
Morada de la Fauna, tosiendo reiteradamente, en un intento por recuperarse del
violento impacto, a lo que su colegio respondió diciendo algo alarmante.
"Tenemos que terminar esto o ninguno va a volver a su casa, esta tarde o
cuando sea". Estando uno al lado del otro, volvieron a elevar sus energías
al máximo y se lanzaron ellos mismos contra Jule, a la que golpearon
fuertemente, , y los tres cayeron al suelo. "Mi nuca", dijo la
defensora, levantándose lentamente (lo mismo que su par de oponentes),
frotándose con ambas manos esa parte del cuerpo, y viendo la sangre ente sus
dedos. Más que la conmoción causada por el impacto, sintió que aquellos
individuos contra los que había estado combatiendo durante los últimos treinta
a treinta y cinco minutos tal vez hubieran tenido razón al decir que no estaba
necesaria y exclusivamente obligada a dar la vida por ni defender a unos seres
que no harían eso si fuera la existencia de Jule la que estuviera pendiendo de
un hilo. Y ese no era el único pensamiento que había empezado a dar una y otra
vuelta en su mente.
Empezó
Jule a considerar la posibilidad de que fuera derrotada.
Era
evidente que la defensora prefería las artes marciales, golpes con los puños
que incluso podrían envidiar los mejores boxeadores y otros peleadores que las
descargas u otros usos de su energía, quizás por encontrarlo más convencional y
clásico (y honorable también?) por tratarse de hadas quienes estaban
sosteniendo esa batalla. Y no era mala, sino todo lo contrario. Podía leer y
estudiar a la perfección cada uno de los movimientos de su par de oponentes en
cuestión de dos o tres segundos, y en base a eso decidir, debido a la fuerza de
los golpes, si los debía frenar con una o ambas manos o esquivarlos. Era
exactamente lo mismo en el caso de Lina y Akmi, quienes se consideraban y
confesaban aficionados a los deportes de fuerza y contacto desde edades
tempranas. "Estuve entre esto o el periodismo" - dijo el Cuidador a
su colega -, "y me decidí, ya conocés por qué, un cinco de Febrero / Entoh
número seis, cuando cumplí dieciocho", y frenó un golpe de Jule, que
estaba disfrutando de tener rivales a los que les gustara tanto sostener esta
clase de combates. "Diez años escribiendo artículos acerca de política,
entonces", tradujo Lina, para quien estos combates y deportes fueron, de
todos, el principal de sus pasatiempos. "Bien, por lo menos les
sirvió", observó Jule, permitiéndose un instante para ese par de aplausos,
y reanudó la lucha, con una seguidilla de patadas con las que intentó golpear
en el vientre a ambos oponentes. Estos, sin embargo, fueron más rápidos; Akmi
sujetó las piernas del hada y Lina aprovechó la oportunidad, tomándola por los
hombros y echándola con fuerza al suelo, desde donde continuó luchando,
atajando los golpes a la vez que lanzaba los propios. Varias veces fueron
golpeados, cayendo o no al suelo con mayor o menor brusquedad, y se levantaron,
a veces recurriendo a descargas de bajo poder para evitar los golpes. A todo
esto, áreas cada vez mayores del cementerio iban quedando destruidas, uno de los
efectos colaterales de la batalla, lo que indicó a los Cuidadores, e hizo que
lo confirmaran, que el objetivo a proteger de Jule podía o no ser el lugar,
dependiendo de si incluía o no a la urna. "Creo que ya se dónde
está", dijo Akmi al oído de Lina, señalando una sepultura en particular,
la cual había quedado totalmente a salvo, quizás el único lugar cien por ciento
a salvo, y esa condición se daba porque la defensora había puesto todo de su
parte para que se mantuviera así, procurando al mismo tiempo que sus
contrincantes no se dieran cuenta de ello. Pero, para su mala fortuna, si se
dieron cuenta. "Si, ya lo vi", contestó Lina. Y, al parecer, Jule
advirtió lo que advirtieran sus oponentes, por lo que les dijo que, si bien era
cierto que se encontraba en esa ubicación, no les sería sencillo tomarla,
porque había trampas allí. "Y no se olviden que yo sigo acá, y tienen que
derrotarme", concluyó, otra vez combinando el fuego y el rayo, los
elementos sobre los cuales aún tenía el control. Los Cuidadores pudieron
anticipar el movimiento y estuvieron preparados, encauzando las descargas con
sus bastones y devolviéndolas a su fuente, que ante esa demostración reaccionó
tan rápido como pudo, creando una barrera delante suyo con ambos elementos
delante suyo. La fuerza de la defensora, no se cansaban de afirmar los
Cuidadores, era admirable, pues a excepción de esa fractura en uno de los
brazos, no tenía otro daño que fuera grave. Lo demás era lo mismo que sus
rivales, como raspones, la ropa sucia y rota, unas pocas e insignificantes
heridas cortantes y esguinces leves. "Seguimos estando parejos" -
avisó Jule -, y no se ustedes, pero yo tengo energía para rato". "En
serio?", replicó el Cuidador de la Morada de la Fauna, hundiéndole las
garras de ambas manos en los hombros, filosas y dolorosas, y apartándose al
instante, pues éste era el momento para su compañera de equipo de llevarse el
triunfo. A toda velocidad, Lina arremetió contra Jule, envolviéndola con las
lianas, aplicando una gran presión, y soltando una reducida cantidad de esporas
directamente a la cara del hada, quien de inmediato cerró con fuerza la boca,
los ojos y la nariz. Jule la golpeó con el puño izquierdo en la mejilla
derecha, y acto seguido se sacudió violenta y velozmente, para quitarse las
esporas tóxicas, pero ya era tarde. Aunque había salido ilesa de ese ataque,
que le costara la vida a cientos de ilios en el Aig-Kal y el edificio del
Consejo Supremo Planetario, se dio cuenta que los oponentes, y en particular
Lina, tuvieron suerte, porque otro de los elementos, el fuego, había
desaparecido, y su aura era ahora de un solo color, el azul eléctrico.
"Admito que me superaron" - los elogió -, "pero no me vencieron
todavía. Es uno contra dos... acepto el reto". "Me parece que el
resultado ya está decidido", planteó Akmi, no refiriéndose a esa ventaja,
sino al semblante de Jule. Esta, aunque no lo hubo de ocultar, no pudo evitar
pensar en lo que dijeran los Cuidadores acerca de su papel, sobre defender una
urna y a unos pocos seres, los dirigentes de los ilios, algunos de los cuales
ya habían sido tomados como prisioneros por los seres feéricos y elementales,
que no se preocupaban por otros que no fueran ellos mismos, máxime sabiendo que
si fuera la situación a la inversa, si Jule estuviera al borde de la derrota
definitiva, esos mismos seres no harían esfuerzo alguno por ayudarla. "Qué
otra cosa puedo hacer?" - preguntó a ambos, sin poder disimular un cierto
tono de desesperación, y bajando la guardia -, "fui creada para pelear
contra enemigos fuertes. Si no es para eso, no tengo otro motivo para existir.
"Siempre lo hay" - discrepó Lina, y pronunció una única palabra, un
nombre -... " Zümsar". Jule ya conocía ese nombre, porque era uno de
los objetivos de uno de los suyos - cuatro invenciones ilias particularmente
poderosas que entre sí se consideraba como hermanos y hermanas; eran dos
hombres y dos mujeres -, por tratarse de la defensa de uno de los Cuidadores.
La defensora de Bagme se tomó unos segundos para repasar la historia de Zümsar
y luego preguntó a Lina el motivo por el que pronunciara ese nombre, a lo que
esta y Akmi le explicaron que su colega de la Casa de la Luz se estaba
enfrentando a un reto inesperado (el mismo que ellos) al no poder encontrar a
la persona indicada para que ejerciera el segundo puesto jerárquico.
"Yo... trabajar en un lugar grandioso?... Y eventualmente tener el mando
de el?", reaccionó Jule, comprendiendo la insinuación de los oponentes, a
los que estaba dejando de ver como tales. "Viste que hay otras posibilidades?",
continuó Lina, dedicándole unos pocos segundos a hablar acerca de eso, en tanto
Akmi enfatizaba el hecho de que no tenía sentido continuar la batalla, porque
esta ya había finalizado y no era precisamente Jule quien había obtenido el
triunfo. "No soy del todo un hada", dijo Jule, pues era la verdad.
"Tampoco Lidia" - dijo Lina -, "y ella es la Cuidadora de uno de
los lugares grandiosos".
"Está
bien. Me rindo, ustedes ganaron".
_Explíquenme
por qué razón no quieren, o no quisieron, continuar la lucha - les pidió Jule,
sentada sobre el suelo, mientras se aplicaba alcohol sobre una herida cortante.
Akmi había traído consigo unos pocos suministros médicos básicos en un cilindro
mágico -. Si peleasen los dos juntos con su poder al máximo, podrían
destruirme.
El
alcohol dejó paso a las vendas.
_Una
cosa es eliminar a los ilios, y otra muy distinta a un hada. Para eso no
estamos preparando - contestó Lina al planteo, viendo a Akmi recorrer el
cementerio, evaluando los daños consecuentes de la batalla, y desactivando las
trampas caza bobos que quedaban -. Si peleamos con nuestro poder al máximo,
pero nos enfrentamos a la posibilidad de tener que aplicar la solución extrema.
Simplemente, no lo pudimos hacer.
La
Cuidadora estaba convencida de que Qumi, Zümsar, Lidia, Eduardo, Marina y Kevin
podrían enfrentarse a dilemas similares, sino era que ya lo estaban haciendo,
si los "hermanos" de Jule tenían su misma personalidad, carácter e
idénticos pensamientos.
Su
misma visión de la realidad.
_Entiendo,
tienen códigos - comprendió el hada, revisando ahora su brazo, tomando algunas
tablas que habían quedado en el suelo para entablillárselo -. No son ustedes
como los describieron los ilios
De hecho, son exactamente lo contrario.
Escuchándolos hablar, me fui dando cuenta de que lado tenía que estar, quienes
eran los equivocados y quienes no - y preguntó -. Cómo irán a reaccionar en
Plaza Central?.
Ató
las tablas con restos de lo que fuera la manga derecha de su camisa.
_Como
a una de los nuestros, sin dudas - contestó Lina, ayudándola a incorporarse, en
tanto Akmi se reunía nuevamente con ellas -, lo mismo que a esos tres
individuos que son como vos, si en Iluria, Lome y Yoine se dieron las mismas
situaciones que acá.
_Y
no hace falta que te preocupes por tu condición - la tranquilizó Akmi -. Eso
tiene solución. La tuvo antes, y la va a tener ahora.
Le
contó la historia de su colega del Vinhäe, Eduardo, llegado al mundo de los
seres feéricos y elementales hacía poco más de dos años. Este había sido por
unos pocos días un ser humano como cualquiera otro, apenas habiendo destacado
por esa marca de sobrevida. Habiendo demostrado su compromiso con la sociedad
de las hadas, arrojo y valentía, durante la Gran Catástrofe, poniendo su vida
en juego, la reina de Insulandia y los líderes del CSP y la ME le otorgaron
como premio los poderes y habilidades que ahora poseía, incluido su dominio
sobre el agua, uno de los elementos principales.
_Dicen
que yo también podría insertarme en su sociedad y llevar una vida tranquila?.,
interpretó Jule, ejecutando unos pocos movimientos para descontracturarse.
_Si
- contestó Lina, con un tono que evidenciaba total convencimiento -. Todos
tienen su lugar y oportunidades en la sociedad de las hadas. Y con esos valores
y códigos que demostrarte menos problemas vas a tener.
Jule
se sintió aliviada y respiró tranquila por eso.
_Tampoco
te preocupes por tu condición en relación a los ilios, ni por esos seres -
agregó Akmi -. Cometerían otro error catastrófico si decidieran atacarte para
borrarte del mapa porque decidiste unírtenos en lugar de matarnos y cumplir tu
tarea específica. Y lo más probable es que hayan sido derrotados y destruidos
en cuestión de días.
_Me
gustaría poder contribuir con eso, y me consta que mis hermanos también, porque
ellos habrán estado en la misma situación que yo, teniendo que decidir que es
lo mejor, y cuál es el verdadero enemigo - indicó el hada -. Pero no sabemos que cosa hacer con las urnas
ni con su contenido. Nos dijeron cual era la ubicación exacta de cada una y
nada más. Nuestra tarea prioritaria ni siquiera consistía en matar a los
Cuidadores o cualquiera que se nos enfrentara, sino impedir que se apoderaran
de las urnas.
_No
tienen los ilios alguna manera de detenerte, ni a tus hermanos? - quiso saber
Akmi -. Quiero decir... si ustedes se llegaran a revelar y volverse contra
ellos... Tendrían alguna forma de frenarlos?.
_Fue
un riesgo que decidieron correr - informó Jule -. No bien se enteren de lo que
pasó acá, por ejemplo, en Bagme, van a confiar en que todos sus enemigos
decidan destruirlos, o que todos caigamos en la batalla. Si mis hermanos y yo
terminamos por unirnos a ustedes, eso va a ser todo para los ilios.
_Ellos
tres qué opinaron?., quiso saber Akmi, incorporándose los tres, de camino ya a
la locación de la urna.
_Lo
mismo que yo - contestó Jule -. Dudaban acerca de los propósitos pero aceptaron
esta tarea, porque para ella fueron creados, y, como yo, piensan que podrían no
servir para otra cosa.
Los
"hermanos" de Jule, una mujer y dos hombres, ya debían de haberse
encontrado con los otros Cuidadores en Iluria, Lome y Yoine, y de seguro Qumi,
Zümsar (con estos dos hicieron el cambio Akmi y Lina), Lidia, Eduardo, Marina y
Kevin les habrían explicado exactamente lo mismo: que había otro camino, más
agradable, grato y placentero que el de obedecer a unos pocos ilios, porque
estos estarían muy poco o nada afligidos y consternados si sus creaciones
fueran destruidas.
_A
ellos lo único que les importó e importa es que esas urnas permanezcan ocultas
y alejadas de nuestras manos - insistió Lina, sabiendo que estaba en lo
correcto -. Siempre fueron así, sin desde mucho antes de su llegada a
Centralia, y van a continuar siéndolo hasta sus últimos instantes en este
mundo.
_Y
todo eso sin contar las cosas que ignoramos las hadas y demás seres elementales
- complementó Akmi -. Seguro que cuando la guerra termine y tengamos a nuestra
disposición todo lo que dejen atrás vamos a descubrir de todo sobre todo.
_Para
eso no falta mucho, lo puedo vislumbrar - garantizó Jule, que señaló -. Muy
bien, acá estamos.
"Esa
tarea les corresponde a ustedes", indicó.
Los
Cuidadores accedieron nuevamente a la forma combinada y, empuñando sus
bastones, golpearon el suelo, lanzaron descargas de baja intensidad, una atrás
de otra en sucesión rápida, y al cabo de un minuto o dos habían excavado a la
profundidad suficiente, alrededor de cincuenta metros, hasta dar con una
superficie dura y muy resistente. "Acero mágico", corroboró Akmi,
recuperando el recipiente y llevándolo a la superficie, donde cedió el honor de
abrirlo a su colega. "Amable", accedió esta, apoyando ambas manos,
aplicando tanta presión y temperatura que el material se rompió unos pocos
segundos después. Allí estaba la urna, un receptáculo rectangular de uno por
dos por tres metros - alto por ancho por largo -, fabricado íntegramente con
piedra caliza muy bien trabajada y pulida, de colores opacos.
"Adelante", indicaron, prácticamente al unísono, los Cuidadores, a
Jule, quien interpretó y entendió que le estaban dando la responsabilidad de
llevarla. "Que confíen en mí... se los agradezco", quiso remarcar,
con los ojos ligeramente humedecidos, a lo que tanto Akmi como Lina
reaccionaron diciéndole que esa manifestación de que Jule era, en efecto, un
ser feérico. "Los ilios quisieron crear un monstruo, y no pudieron haberse
equivocado más" - aplaudió Akmi -, "dieron vida a un hada".
"Un monstruo no siente emociones así ni tampoco derrama lágrimas",
agregó Lina, sonriendo. El hada del rayo (eso era Jule) quiso dejar la urna en el suelo solo para
permitirse abrazar y sonreír a ambos individuos, en una forma de corresponder
todo lo que estos habían hecho por y despertado en ella, quien había dicho que
hicieron que abriera los ojos. "No van a desilusionarse a causa de mis
actos" - se comprometió -, "y tampoco con mis hermanos". Y
volvió a tomar la urna, tras lo que los tres emprendieron la salida del
cementerio, no sin antes el hada lanzar tres descargas contra los almacenes,
pensando que, a fin de cuentas, los ilios se lo merecían. "Eso por intentar
que fuera por la senda incorrecta", dijo, y se perdieron en la inmensidad,
rumbo a la puerta espacial más próxima al cementerio ilio, ahora concentrados
en el motivo que había traído a los Cuidadores a este lugar. "Se que nos
va a servir como terapia de superación", dijo Lina, hablando también por
Akmi.
FIN
--- CLAUDIO ---
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