jueves, 2 de agosto de 2018

39a) Bol-Kal


_El templo de la etnia Bol - habló la Cuidadora del JuSe, habiendo estado a una distancia prudencial de su destino. Los frondosos árboles con unas pocas estructuras abandonadas eran el último escondite, antes de lanzarse a la obtención de su segundo fragmento -. Cuando estés allí abajo, buscando el recipiente de acero mágico, vas a llevarte una sorpresa.
En lo estético, este paisaje tenía pocas diferencias respecto del Eri-Kal, y, a diferencia de aquellas estructuras, estas habían tenido otro evento que las dejara en ese estado. Había sido una de las pocas victorias de los ilios, cuando no la única, en los días transcurridos desde el cuarto de este año. El lugar en que estaban los Cuidadores en este momento había sido un pequeño cuartel de ballesteros del ejército del reino de Sâmqei, el cual fuera abandonado tras el fallecimiento de los quince soldados allí establecidos, en los primeros minutos del quince de Enero / Baui número quince. Las hadas guardianas no tuvieron problemas en repeler el ataque de los ilios, matando a treinta de ellos y haciendo que otros doce se batieran en retirada, heridos todos y bastante agotados, pero no tuvieron defensas ni suerte contra los dos monstruos uc-nuqt que esos sobrevivientes ilios enviaron más tarde. Los funcionarios políticos, militares y la familia real local no tardaron en advertir que una parte del plan de los ilios consistían en asegurar sus templos antiguos, sobre todo después de la intrusión de los Cuidadores en el Oi-Kal y en preparación para la dominación. Estaba claro que usarían esos lugares como puntos de partida, pues desde allí saldrían en algún momento los grandes contingentes para apoderarse de Iluria, cuando se concretara, si lo hacía, la parte que sin dudas era la más compleja y peligrosa de su plan: atacar los castillos desde los que se gobernaba los reinos, en sus ciudades capitales.
_Cuál sorpresa?., quiso saber Zümsar, comprobando sus equipos, del mismo material que el recipiente que debía recuperar.
El acero mágico era un material muy fuerte, y eso quedó puesto en evidencia con los escasos daños que recibieran dichos equipos en su batalla contra los monstruos en el Eri-Kal. Si había superado ese reto con unas pocas e insignificantes abolladuras, tranquilamente lo haría si Zümsar tenía la mala fortuna de caer en una o más de las trampas caza bobos.
_Porque si es como el Eri-Kal va a ser un calco de tu negocio de antigüedades en Las Dalias - informó Qumi -. Los objetos antiguos abundan, de todas las épocas, decenas de materiales... es lo que concluimos Eduardo, Lidia y yo cuando estuvimos en el Oi-Kal.
Los tres Cuidadores, aquella vez a la caza del manifiesto, coincidieron en que Zümsar se hubiera puesto loco de contento de haber estado con ellos en el templo.
_En serio?! - el Cuidador ya estaba emocionado -. Eso tengo que verlo. Si este templo es como el otro... el caso es que está lleno de antigüedades... y de eso conozco bastante, por no decir todo.
Qumi le describió entonces, un resumen, del contenido del Eri-Kal, y del informe que le presentaran a los reyes insulares tras su vuelta del Oi-Kal. Allí concluyeron que si alguna vez los templos antiguos quedaban en manos de las hadas tras el fin de la guerra, estas y los otros seres elementales podrían disponer de los artículos, siempre que de estos no se pudiera identificar su procedencia ni sus propietarios (organismos públicos, empresas, particulares...). Y, si se dejaba llevar por lo que había visto en los templos Oi y Eri, Qumi creería que alrededor del ochenta por ciento de los artículos podrían ser reclamados libremente por cualquiera, y la Cuidadora del Hogar de la Tierra estaba convencida que su colega de la MabDe se llevaría unos cuantos para comercializarlos en el barrio Plaza Central.
_Puedo preguntarte algo?., quiso Qumi.
_De qué se trata?., accedió Zümsar, observando el templo a través de una ventana con el vidrio roto y estrellado.
Estando tan cerca de uno de los lugares más importantes para los ilios, el ejército del reino de Sâmqei había tomado todas las precauciones necesarias, especialmente desde la vuelta de Qumi. En este caso, hadas y vigilando las veinticuatro horas todos los días desde esas ventanas que ofrecían vistas casi perfectas del Eri-Kal.

_Ahora que te convertiste en el Cuidador de la Casa de la Luz... Qué vas a hacer con el anticuario?.
Zümsar tragó saliva.
Esa era, en su caso, otra preocupación.
_La verdad es que no tengo idea - reconoció -. Va a seguir funcionando, por supuesto. Es algo que tengo que resolver cuanto antes, y no se cómo. Lo hago desde mí infancia más temprana y va a ser muy difícil acostumbrarme a que no va a ser mí prioridad en lo que a asuntos laborales se refiere.
Hoy, el anticuario en Las Dalias 17-21-11 era un comercio muy exitoso, tenía cuatro empleados y permanecía abierto los días hábiles entre las ocho y las veintiuna y los sábados entre las nueve y las dieciséis. Zümsar había siempre insistido con que sería ese su sustento hasta que tuviera que "continuar el camino". Esta nueva e inesperada perspectiva ponía un alto a ese futuro, ya que por obligación moral las hadas aceptaban sin cuestionar su porvenir cuando se las designaban al frente de los lugares grandiosos. Así habían sido las cosas en la inmensa mayoría de los casos, en los que los Cuidadores contaban ya con una obligación laboral previa.
_Tendrías que seguir el ejemplo de Eduardo., le aconsejó Qumi, convencida de la utilidad que eso tendría, y preparándose para el inminente ataque al templo de la etnia Bol.
Aunque el marido de Isabel estuvo abocado a sus tareas en el Vinhäe, nunca había dejado de mantener el contacto con el ámbito de la arqueología, sobre todo la submarina, a través de los boletines que publicaban mensualmente en el Consejo AG, Arqueología y Genealogía, y las revistas de divulgación científica. Era exactamente lo mismo que hiciera Qumi luego de ser nombrada Cuidadora por Qîma, su antecesor, en el Hogar de la Tierra.
_Voy a hacer el intento., pensó el Cuidador de la MabDe sabiendo que aún con esta nueva responsabilidad, su comercio en la calle Las Dalias seguiría funcionando y el seguiría siendo su propietario.
_Entonces, dicho eso, ese tema puede quedar para otro momento - decidió Qumi -. Ahora vamos a concentrarnos en lo urgente e importante. Ese templo que está allí - señaló con la vista al otro lado de la ventana su objetivo - y el recipiente de acero mágico.
_Me parece muy bien - coincidió Zümsar -... como ya lo ensayamos.
Hallándose en viaje desde el templo de la etnia Eri hasta este, determinaron que harían lo mismo que en aquel, solo que ahora sería el Cuidador de la Casa de la Luz quién hallaría y recuperaría el recipiente, en tanto su colega del JuSe se quedaba en la superficie para batallar contra los monstruos y cubrirlo, eventualmente, de otros enemigos que pudieran llegar. Ambos se transformarían en Selectos (las hadas más poderosas) y arremeterían con todo contra los mint-hu al llegar al Bol-Kal, y Zümsar se colaría por el acceso único.
_Como lo ensayamos., volvió a decir Qumi.

Los dieciocho defensores se pusieron en movimiento no bien advirtieron que esas dos figuras, una rosa y la otra verde oliva, traspasaron el perímetro circular de piedras,  y una lluvia de chispas cayó sobre ellos, al tiempo que la figura verde se transformaba en una esfera muy diminuta y se colaba en un hueco en el suelo. Ya nada podrían hacer por alcanzarla, mucho  menos por detenerla, pero podrían ocuparse de la otra figura, que estaba conformada por los mismos materiales que los monstruos, con un sutil tono rosa en toda la estructura. "Bien, acá voy", dijo Qumi, para darse confianza, y lanzó su primer ataque contra los mint-hu, sin causar daño a ninguno. Por supuesto, la dama no esperaba que los enemigos los tuvieran, , mucho menos que fueran destruidos, sino solo hacer que se concentran definitivamente en ella. Qumi sabía que los monstruos no podían entrar al Bol-Kal, pero sí que al menos uno de ellos podría huir para intentar advertir a sus creadores y amos, los ilios, sobre esta situación, aunque eso pudiera significar que se olvidara de su tarea irrenunciable e incuestionable de defender el templo hasta el instante mismo de su destrucción. "Dieciocho contra uno" - observó la Cuidadora, sonriendo, a la vez que se preparaba para ejecutar una de sus técnicas -, "me gusta eso". Y lanzó un rayo a los pies del monstruo que tuvo más cerca, el cual, como respuesta a la explosión, tropezó y cayó bruscamente al suelo, en tanto los otros formaban un círculo, achicando la distancia hacia la Cuidadora y empezando a lanzarle los furiosos y veloces golpes con los puños. "Tienen que esforzarse más, hacerlo mejor", se burló Qumi, dando un salto, eludiendo el círculo y atacando a su primera víctima, desprevenida esta...

..."Con que esto es un templo antiguo de los ilios?", reaccionó el Cuidador de la MabDe, llevándose como primera impresión que se trataba, en efecto, de un lugar prácticamente idéntico al comercio de la calle Las Dalias. Rápidamente, sus ojos estuvieron abiertos de par en par, imposibilitados, aunque sabía que no podía darse el lujo de perder ni siquiera un segundo, de detenerse en un punto en particular de esa recámara. "Tantos objetos...”, fueron sus primeras palabras, remitiendo brevemente su memoria a lo que dijera el líder de la Mancomunidad Elemental y la reina Salomé, de Mibiroq, quienes le pidieran, al igual que a los otros Cuidadores, que, en la medida que les fuera posible, se abstuvieran de tomar otra cosa que no fueran los recipientes de acero mágico. Al menos hasta que hubiese terminado la guerra, había agregado la reina Salomé, habiendo entonces abordado el tema del proyecto para reclamar cada uno de los artículos que robaran los ilios a lo largo de miles de años. "Hasta después de la guerra, entonces", aceptó el Cuidador ahora, igual que lo hiciera en aquella reunión, pero sin dejar de emocionarse por estar en "su mundo", rodeado por numerosas decenas de piezas antiguas, y reconociendo en esta afición por demás destacadas e igual gusto un medio ideal para hallar el recipiente de acero mágico, porque podría identificarlo fácilmente. Zümsar reconocía a la mayoría de los objetos que tenía a la vista, y por eso podría identificar (creía el) su objetivo en menos tiempo que la Cuidadora del JuSe. "Manos a la obra", dijo, y empezó a repasar con la vista, siempre detalladamente, el contenido de uno de los muebles, confirmando al cabo de pocos segundos que solo había artículos religiosos pertenecientes a la etnia Bol, originaria esta del continente polar del norte, Polus...

...Qumi apenas tuvo tiempo de alegrarse por haber destruido al primero de los monstruos - los dos contendientes fueron igual de fuertes, pero el hada prevaleció debido a que pudo alcanzar un estado "perfecto" de Selecta, el pináculo del poder de los seres feéricos -, porque los demás estuvieron sobre ella, atacándola de forma constante, con violencia y ferocidad, aún cuando la dama destruyera al monstruo. La Cuidadora del Hogar de la Tierra estaba asombrada por haber alcanzado el máximo poder al que podían aspirar las hadas, algo que pasaba generalmente cuando se encontraban expuestas a un peligro superior y gracias al cual podría concluir este combate 5sn peligroso sin quedar agotada ni tener una o más heridas, graves o no. "Eso es muy bueno", se alegró, descubriendo que sus habilidades y destrezas no habían mermado a causa de estos dos siglos que transcurrieran, sino que se mantenían en las mismas condiciones que en aquella época. En sus primeros días como la sucesora de Qîma, no quedaron dudas sobre cuán poderosa era, aún para sus veintisiete años y su carencia total de conocimientos y experiencia en un combate, y cuánto se volvería. Ahora que lo que estaba en juego era nada más y nada menos que su vida y la de todos los seres feéricos y elementales, Qumi reconoció que las hadas con las que convivió en su primer período como Cuidadora se habrían referido a esto, a su estado pleno de Selecta. Muchos de aquellos individuos aún vivían, y ella estaba cien por ciento dispuesta y comprometida a no defraudarlos...

...A medida que su examinación de la primera recámara continuaba, el Cuidador de la MabDe empezó a caer en la cuenta de lo mucho que podría extrañar dedicarle la jornada completa al anticuario, esa pasión que se remontaba a su infancia más temprana, tal como se lo sugiriera su compañera, Iris, cuando el abandonara la oficina de Musebqar. Ella apenas había insinuado ese asunto, sabiendo que podría no resultar cómodo ni alentador para su marido, quien no repararía en eso hasta varios días después - cuando su colega del JuSe y amiga le preguntara a ese respecto -. En aquel momento, por el contrario, todos y cada uno de sus pensamientos se remitieron a ese extraordinario e inesperado acontecimiento que lo tuvo como protagonista. "Solamente vine a hacer mí trabajo" - había dicho a los notables, quienes estuvieron pronto congregados a su alrededor -, "los dos vinimos", porque Iris había llegado a su lado, tan asombrada como todos los demás. Era cierto que el Cuidador no pensaba abandonar esa gran pasión, su sustento, pero estaba convencido de que no sería lo mismo, porque, pensaba, una cosa era ir al comercio de la calle Las Dalias 17-21-11 todos los días, trece horas los hábiles y siete los sábados (iba un rato los domingos a la mañana), que hacerlo básicamente para saludar a los empleados y clientes durante unos pocos minutos luego de volver a Plaza Central tras cada jornada en el lugar grandioso que no solo no se encontraba cerca, sino que estaba en el extranjero. A ese respecto, los funcionarios nimhuit e insulares le habían hecho la promesa al Cuidador de ayudarlo en todo lo que pudiera necesitar, incluido el que pudiera entrar o salir de cualquiera de los dos países sin tener que pasar antes por el control fronterizo o la aduana, si así el lo quisiera...

... De manera que la Cuidadora del Hogar de la Tierra arremetió a toda velocidad y sin perder un instante contra los monstruos, sabiendo que, aún con lo poderosa que era en este nuevo y flamante estado, una Selecta completa, representarían un reto. No importaba cuanto se esforzara, no podía concentrarse en un minhu en particular, ya que los otros dieciséis estarían allí para impedírselo, y se movían increíblemente rápido para el peso, volumen y altura que tenían. "Eso no es un problema", se dijo, para animarse, y asestó un golpe muy fuerte a uno de los monstruos. No lo destruyó, pero le causó una grieta en el pecho y tumbó al suelo, provocando un estrépito, y antes que hubiera tenido tiempo de incorporarse, recibió de lleno una descarga que incrementó sustancialmente el tamaño de la grieta, lo que fue suficiente, si, para destruirlo y convertirlo en restos de diversas formas y tamaños. "Vamos... ataquen todos juntos, se que me entienden!", exclamó Qumi, provocando la ira en los mint-hu, que se dividieron en grupos de cuatro y reanudaron los ataques, tan violentos como rápidos e intempestivos, desde direcciones diferentes, procurando encerrar a su enemiga. Pero esta, debido a su constitución y tamaño, podía evadirse de esos intentos, maniobrando entre ellos y contraatacando con sus propias descargas, buscando, como antes, mantenerlos todos juntos. Qumi sabía que esa táctica tenía el problema de no poder concentrarse en uno en particular, pero al mismo tiempo estaba convencida que, de proponérselo, podría destruir a más de un monstruo con un mismo ataque, lo que le permitirían ahorrar tiempo. "Lo voy a intentar", se propuso...

... pero el no estaba dispuesto a hacer eso - decidió hacer una retrospectiva de los hechos sobresalientes vinculados a el en los últimos días, en tanto abandonaba la primera recámara. El recipiente con otro de los fragmentos no se encontraba allí -. Era cierto que en los países de las hadas no se pedían grandes requisitos para viajar al extranjero, sin importar el motivo del viaje (negocios, turismo, intercambio cultural, ejercicios militares conjuntos...), ni tampoco el lapso de permanencia. De hecho, la gente, técnicamente, no necesitaría pasar por ningún control fronterizo, oficina ni aduana, pero, por respeto al país anfitrión, las hadas lo hacían. Tampoco necesitaban visas ni ninguna otra documentación, más allá de las cartas personales, lo cual era obligatorio solo por compromiso y formalidades. Cuando un hada viajaba al extranjero, avisaba que lo haría en el consulado del país de destino y luego se presentaba al control de frontera de aquel, donde enseñaba su carta personal a los guardias, antes de entrar al país en. Y eso era precisamente lo que pensaba hacer Zümsar hasta que le "llegara la hora". Había un control fronterizo cerca del punto donde el e Iris cruzaran persiguiendo a aquel grupo de ilios y monstruos, y esa sería su primera parada en el reino de Nimhu, antes de continuar el viaje hacia la MabDe. "Treinta minutos a la ida y otros treinta a la vuelta", había pensado, calculando cuánto le tomaría llegar desde su casa en Plaza Central (avenida 29, 17-22-5) hasta el lugar grandioso, y viceversa, gracias a las puertas espaciales...

... la Cuidadora del JuSe continuaba inmersa en una feroz batalla contra dieciséis enemigos al mismo tiempo, y sentía como sus poderes y habilidades eran llevadas al máximo, y aún siendo una Selecta completa estaba teniendo dificultades, porque cada vez que golpeaba a un minhu, lo tumbara al suelo o no, lo enviara o no a la distancia, el monstruo simplemente se sacudía y reanudaba su ataque. Qumi peleaba además con esa dificultad que significaban la preocupación y los temores por todo lo que era importante para ella, y por su recuerdo triste de lo ocurrido apenas empezara el año diez mil doscientos seis. Aunque no era culpa lo que estaba sintiendo, sabía que había cometido un error al no poder controlar sus emociones cuando, inexplicablemente, supiera donde estaba el manifiesto y que los ilios pensaban trasladarlo debido a que una aldea feérica había sido inaugurada alarmantemente cerca del primer escondite, en el reino de Mibiroq. Qumi se había exaltado tanto que involuntariamente acabó por transformarse en una estatua de vulcanita, una técnica que había usado algunas veces para eludir ciertos peligros, como los vientos fuertes e inclemencias similares que azotaran al reino de Austronesia, un país que conforme avanzaba el tiempo se iba convirtiendo en abonado a las catástrofes naturales, y sus sesiones de entrenamiento en el JuSe. Ella llegó a pensar cuan diferente pudo haber sido la realidad sino se hubiera equivocado aquel día, en qué habría pasado de haber podido alertar a Isalu y Ukeba, los reyes de Insulandia, acerca de la ubicación del manifiesto, al que se consideraba un mito creado por los más férreos anti-ilios, en un punto de su inmenso reino. "No habríamos desperdiciado estos doscientos años", concluyó Qumi, destruyendo al tercer monstruo...

... que a las opiniones del marido de Iris constituían uno de los inventos más grandes e importantes de todos los tiempos, reconociendo que la distancia no sería problema alguno. Al final, concluyó este análisis a la vez que hacía su ingreso a la segunda recámara, momento en que sus ojos se volvieron a transformar en un par de grandes círculos, porque en este lugar los artículos antiguos abundaban tanto como en el anterior, en cantidad y variedad. "Esto es increíble", se emocionó, repasando con la vista los objetos, sin olvidarse de su prioridad. Al menos, el recipiente de acero mágico no estaba a la vista, y si para los ilios era tan importante, lo mantendrían todo lo oculto que pudieran, en esta recámara o cualquiera de las otras. Mientras se esforzaba por buscarlo, vio numerosos elementos culturales y religiosos de la etnia Bol, consciente de que podrían tranquilamente ser las únicas pruebas físicas que quedaran de aquella, pues los combatientes del Movimiento Elemental Unido, el MEU, casi no dejaron otros rasgos y vestigios de esa etnia en Polus, el continente desde el que llegaran al oeste-noroeste centrálico. Zümsar se preguntó qué harían las hadas y otros seres elementales con esos artículos una vez que terminara la guerra y los ilios fueran derrotados, pues sabía de sobra que aquellos no correrían con suerte, aún si los Cuidadores no lograban obtener los fragmentos, aunque, por supuesto, en ese caso el final de la guerra sería incierto. Y, sabiendo también eso, el Cuidador de la MabDe se había propuesto, varias veces desde que se organizara esta misión, hacer todo cuanto estuviera en sus manos para que se cumpliera ese loco deseo, de que la guerra no durara más que este primer mes del año...

... sorprendiéndose incluso ella misma, Qumi lanzó una descomunal descarga de energía (un rayo brillante de color rosa) que impactó de lleno a tres de los mint-hu, como si se hubiese tratado de una cadena, destruyendo a uno y dejando bastante maltratados a los otros dos, los que, lo quisieran o no, pasaron a ser los siguientes objetivos en la lista de la Cuidadora, al no poder moverse tan rápido ni maniobrar como antes.  Aún con esas desventajas, eran letales, y además estaban los otros doce monstruos, quienes en ningún momento dejaron de moverse y atacar. "Que bueno que los siglos ni alteraron mí memoria", se alegró la Cuidadora, porque sus poderes y habilidades estaban iguales que antes de transformarse en una estatua de vulcanita. Más que eso, eran superiores, al haberse revelado ella como una Selecta completa y estar además usando un Impulsor. Motivada por esto, Qumi volvió a la carga, lanzando nuevos ataques, a la vez que seguía esquivando los de los monstruos. "Por los doscientos años que me perdí!", juró, y destruyó al par de mint-hu que quedaran maltrechos, sujetándolos al suelo con los restos y parte de las piedras que formaban el perímetro, y asestado un descomunal rayo en el pecho de cada uno. Con la fuerza enemiga reducida a las dos terceras partes, la Cuidadora del JuSe recibió un nuevo envión anímico, y rápidamente se abalanzó contra los restantes, valiéndose de su agilidad para esquina los golpes que le lanzaban con los puños y patadas. Destruyó a otro monstruo convirtiéndose ella misma en un arma, sosteniéndolo el bastón y atravesándolo desde el pecho, cayendo de pie tras el y dando un salto para dirigirse contra la oncena restante...

... la tercera recámara fue muy poco o nada diferente a las dos anteriores; muebles atestados estaban dispuestos contra los muros y en el centro, sobre una mesa rectangular, había decenas de pergaminos, páginas, ilustraciones y recortes periodísticos de diversas épocas, maltratados a causa del paso del tiempo. "Lo serán para esa escoria", concluyó el Cuidador, en referencia a los ilios, porque el no le veía utilidad alguna a esa información acerca de la antigua creencia religiosa de las hadas, salvo que eso hubiera formado parte de lo que hubieron de necesitar los ilios de la antigüedad para llevar adelante su fraude y poder así alinear y someter a su propio pueblo. Para los eternos enemigos de las hadas, la religión debía ser algo para las masas y no para los líderes, cuyo único propósito en la vida era preparar el terreno para la dominación, para lo cual necesitaba a esas masas completamente sumisas y obedientes. "Qué pasaría si pudiéramos demostrar eso a las masas ilias, y estas se convencieran?", se preguntó Zümsar, revolviendo el material sobre la mesa (muchos papeles se cayeron al suelo, y el hada del rayo no se preocupó por evitar pasarles por encima, porque lo consideró como otro ataque a los ilios, uno a su moral). En tanto buscaba el recipiente intentó visualizar esa idea, y en su mente aparecieron las imágenes de una sociedad ilia sumida en el caos más absoluto y sus individuos destruyéndose entre sí. "Tal vez lo logremos con los fragmentos", se esperanzó, desconociendo, al igual que sus colegas, lo que contendría el pergamino, de lo que únicamente sabían que sería destructivo y terriblemente perjudicial...

..."Empiezo a aburrirme", se quejó Qumi, porque, ahora que era una Selecta completa - el término correcto era Alta Selecta, para las mujeres, y Alto Selecto, para los hombres -, los monstruos no representaban algo por lo que se tuviera que preocupar. "Si no lo fueron antes, menos ahora", afirmó, al darle al fin uno de ellos un golpe en la mejilla izquierda. Los reflejos de la Cuidadora no habían fallado, sino que permitió que el minhu lo hiciera, solo para demostrarlo. Qumi sintió el golpe, pero este no tuvo secuelas, miró a los enemigos encogiéndose de hombros y los atacó. En tanto reanudaba sus veloces movimientos, recordó que ningún hada se tomaba a la ligera una batalla ni subestimaba a su oponente, sin importar cuál fuera este, pero no lo podía evitar. Bajo estas circunstancias, calculó que para encontrarse frente a un reto verdadero, uno con letras mayúsculas, tendría que pelear contra todos los monstruos que fueron puestos a defender los siete templos antiguos. "Juntos. Ciento veintisiete contra uno, eso de verdad valdría la pena", pensó, destruyendo al octavo monstruo, y un minuto después al noveno, llevando los restos a varios metros de distancia, preguntándose si Eduardo, Lidia, Kevin y Marina habrían experimentado ya la invencibilidad e invulnerabilidad prácticamente totales, consecuencia de haber alcanzado ese poder máximo. "Seguro que tampoco tuvieron problemas", supuso, sabiendo que los cuatro eran muy poderosos y abatiendo a otro minhu, el décimo, dándole un fuerte golpe con el bastón en la base del cráneo. "Ni los vamos a tener en el Aig-Kal", avisoró, comprometiéndose otra vez a seguir dando lo mejor de sí, en este lugar y en aquel...

... Estando ya en la cuarta recámara, Zümsar, advirtiendo que el panorama no difería demasiado respecto a las otras tres, no dejó de revisar a fondo cada uno de los muebles, valiéndose de su existencia en materia de objetos antiguos para facilitar la búsqueda. "Qué puede causar, o qué podría, que de concretarse sea tan terrible como para hacerlos colapsar y desaparecer?" - se preguntó, hurgando entre los cacharros de un cajón, y se sobresaltó, al visualizar -, "... Será precisamente eso?". En lo más profundo de su ser, el Cuidador se preguntó algo que ni siquiera las hadas más versadas hicieron, respecto a los mensajes e instrucciones que aparecerían al reunir los siete fragmentos. Zümsar pensó que podría ser no solo un alto a la evolución por inducción, sino también un retroceso. Así lo había formulado el a la reina Lili, cuando ésta le diera a él y a los otros un nuevo y tranquilizador reporte - "Toda la Ciudad Del Sol y los lugares importantes del reino de encuentran a salvo", les dijo -, pidiéndole que sostuviera una reunión con los líderes para debatirlo y ver cuál era su grado de factibilidad. El Cuidador se preguntó también qué podría pasar si eso por casualidad llegara a ser cierto, e imaginó que los ilios podrían perder, en todo o en parte, las habilidades y los poderes que fueran consecuencia de esa evolución por inducción, e incluso los otros, aquellos que se dieran de forma natural con la interacción de los individuos de las siete especies originales y luego, a medida que iba surgiendo, con la octava. El Cuidador salió de la recámara compensando la frustración con esa posibilidad, la de los ilios extintos por su propia mano...

... Dieciocho a siete en menos de un tercio de hora, o esos veinte minutos cuando mucho?", observó la Cuidadora, al ponerle fin a la existencia del undécimo monstruo, golpeándolo en su punto débil con el bastón, a la vez que apoyaba la mano derecha en la cara del minhu y descargaba una dosis de energía. En medio de la densa nube de humo y pequeños fragmentos, Qumi emergió dando un pronunciado salto y cayó en picado sobre el suelo,  por primera vez abandonando su condición de Alta Selecta y ejecutando su técnica de la transformación. En un parpadeo apenas, un antílope estuvo galopando a toda velocidad hacia los mint-hu restantes, los cuales no se quedaron quietos y limitándose a ver cómo este animal los embestía, de manera que lo imitaron y se abalanzaron sobre el, autodestruyéndose uno de ellos al estar justo al lado del animal, el cual cayó de lado al suelo y quedó completamente inmóvil. Los seis monstruos, contemplando la escena, ni se quedaron sin hacer algo y se acercaron para ver si de verdad el antílope estaba muerto, decidiendo "asegurarse de eso" dándole uno atras de otro varios puntapiés, y pronto lo estuvieron rodeando. En ese momento, los ojos del animal parpadearon y se le escuchó decir "Mala suerte", incorporándose con una agilidad asombrosa y embistiendo a la mitad de los agresores con extrema facilidad. Qumi no tenía heridas, ni siquiera un rasguño insignificante en el costado izquierdo del lomo, y su energía y reflejos no habían disminuido con la técnica definitiva del monstruo. "Buen intento, pero insuficiente", juzgó, aplicando ahora la forma combinada y atacando a otro de los mint-hu, al que destruyó sin dificultades...

... Habiendo estado a punto de ingresar a la quinta recámara el Cuidador de la MabDe tuvo frente a si por primera vez a una de las trampas caza bobos. Inadvertidamente había pisado una de las baldosas, en la que el símbolo religioso de los ilios se hallaba cubierto por tierra y polvo. Un ligero "clic" lo puso sobre alerta y se detuvo justo donde debía hacerlo, unos pocos pasos antes de llegar a ese punto del corredor sobre el cual cayeron unos cuantos de esos ladrillos del techo. Cuando el polvo y la tierra se disiparon, volvió a su tarea e ingresó a la recámara, de la que salió alrededor de diez minutos más tarde, desilusionado porque el recipiente tampoco estuvo allí. Todo lo que hizo fue prometerse volver cuando la guerra hubiera terminado, ya que una parte de los artículos que abundaban no tenían inscripción alguna que delatara su procedencia, lo que significaba que cualquiera los podría reclamar. En la sexta recámara, en cambio, no pudo resistirse a tomar los artículos que hallara sobre una repisa, porque le pertenecían a las hadas del rayo. Eran objetos que representaban a las hadas que tenían ese atributo, los cuales, sabía el, habían sido dados por perdidos durante la Gran Catástrofe en la Casa de la Luz, el último evento que pusiera en peligro al lugar grandioso. "Tampoco está acá", concluyó, al pasar un cuarto de hora, refiriéndose al recipiente de acero mágico, y, comprendiendo que ya no tenía nada que hacer en la recámara número seis, la dejó atrás, decidiendo que registraría nuevamente todos los recintos no bien hubiera estado en los dos que faltaban, porque estaba latente la posibilidad de que algún escondrijo hubiera sido pasado por alto...

... Qumi era ahora un monstruo bípedo de más de dos metros de altura cubierto de pelo, grandes pezuñas en los pies y prominentes y filosos cuernos a los lados de la frente. Con esa forma, la combinada, arremetió contra los enemigos que quedaban, golpeándolos tanto con los cuernos como con el bastón y sus manos, derribándolos uno por uno y causándoles heridas menores que, si bien era cierto que eran insuficientes para destruirlos, los dejó desorientados, confirmando que no era necesario que usara su poder al máximo contra esos cinco mint-hu que, cuando mucho, y los propios monstruos lo sabían, le harían perder el tiempo. "Se burlarían si lo supieran, pero no lo puedo evitar", dijo, en referencia a los organizadores de la misión, quienes a los Cuidadores les pidieron que no se confiaran y lucharan con todas sus fuerzas hasta que el último de los monstruos hubiera sido destruido. Pero Qumi había detenido demasiado a sus enemigos siendo una Alta Selecta, un antílope o usando la forma combinada. Era ahora el momento de hacerlo con la forma feérica, de modo que pronto estuvo allí una mujer atractiva y joven (y voluptuosa), cuyos poderes y habilidades prácticamente no sufrieron alteraciones ni disminuciones con el cambio. "Tu turno!", exclamó, dirigiéndose a uno de los monstruos, "Y ahora el tuyo!", dijo a otro, y ambos fueron destruidos con la insignificante diferencia de un segundo, tal vez menos. Restando nada más que tres enemigos, Qumi se preguntó si su amigo y colega ya habría tenido suerte hallando el recipiente y apoderándose de el, porque si era así, debería destruir a los mint-hu antes de que apareciera...

... pensó el Cuidador de la Casa de la Luz si sus colegas habrían encontrado panoramas idénticos al que vieran Qumi y el en los templos Eri y Bol. Ya todos sabrían que se expondría frente a sus ojos una gran cantidad de artículos antiguos, entre los propios de las etnias ilias y otros robados, después de haber estado en el Oi-Kal. "Seguro que se toparon con lo mismo", concluyó, entrando en la séptima recámara y empezando de inmediato con la exploración. Anduvo con los ojos a menos de cincuenta centímetros de los muebles, examinando minuciosamente los objetos, deteniéndose brevemente ante algunos, tocando otros y pasando a otro tanto por alto. "Lo dicho, un calco de las otras recámaras", confirmó, detectando un compartimento oculto detrás de una góndola, el cual revisó. El recipiente no estuvo allí, pero Zümsar se llevó un premio consuelo: una colección de frascos no muy grandes que contenían ese compuesto desarrollado por los ilios para borrar completamente un recuerdo en particular, no solo de alguien puntual, sino de la memoria de todos, desapareciendo todo rastro físico que apuntara a que ese recuerdo, el de una persona o cosa, una vez fuera una realidad. Zümsar sabía que no había una contramedida para eso, por los escasos conocimientos que tenían las hadas, no era posible inventar una solución para esa clase de pócimas, ni siquiera analizándolas y descubriendo la cantidad y variedad de ingredientes. "Tal vez sea mejor así", reflexionó el Cuidador, dejando caer los frascos accidentalmente (...) y procurando no inhalar ni aspirar la sustancia, quién podía saber que efectos tendría, y continuando la exploración. "Con esa pócima descubrimos que saben hacer magia", se alegró, viendo que el compuesto quedaba estancado en el suelo.

Nada cambió para la Cuidadora del Hogar de la Tierra, estando ahora ella con la forma feérica, pues continuó estando con suerte. Ya no se encontraba con sus poderes al máximo, pero aún con eso era superior, y por mucho, a los tres monstruos que quedaban, maltrechos estos, con rajaduras y grietas en varias partes del cuerpo. Tal era la diferencia que Qumi ni siquiera requirió del impulsor para ocuparse de ellos, y lo demostró emprendiendo un ataque para el que no se valió de otra cosa que de esos movimientos tan ágiles como elastizados y del bastón de mando, para canalizar sus descargas hacia los mint-hu, buscando con esa acción causarles daños graves usando cantidades más bien pequeñas de energía. "Así es como se hace" - fiji6, viendo como las estructuras corporales pronto quedaban convertidas en coladores -, "un ametrallamiento parecido al de los gángsters". Eduardo le había hablado acerca de los grupos mafiosos de principios del Siglo Veinte usaban ametralladoras y otras armas automáticas para eliminar a sus enemigos, a cualquiera que ellos consideraran como una amenaza para sus intervenciones y su existencia. "Y eso es lo que representan los mint-hu, una amenaza", definió, destruyendo a otro, el decimosexto, con otra descarga (un "disparo") directo al cuello. La cabeza se separó del cuerpo y ambas partes cayeron al suelo, produciendo un ruido seco este último, en tanto que la cabeza quedó, luego de rodar, a los pies del hada, quien la destruyó dándole un fuerte pisotón. "Muy bien, el que sigue", dijo, provocando al último par de enemigos, los que en ningún momento renunciaron a sus obligaciones, aún en ese estado tan calamitoso...

La imagen de la antigua jefa del Movimiento Elemental Unido aparecía a cada rato entre los pensamientos del Cuidador de la Casa de la Luz, al igual que la del hijo de ambos, Mizûk. Desde aquel día de su nacimiento, en que el mate experimentara su momento de felicidad por excelencia, Zümsar casi no había tenido otra prioridad que no fuera esa: su familia. Y saber que los había dejado solos era otro de los pensamientos que le impedían hallar esa ínfima parte de concentración que le faltaba. Era cierto que su hijo estaba a salvo dentro del Castillo Real, donde habían decenas de tropas y todo tipo de defensas, y que Iris era lo bastante poderosa como para enfrentar sin ayuda a varios enemigos, sin importar cuántos fueran ni sus poderes, sin sufrir daños, pero saber que no se encontraba el con ninguno de los dos, cumpliendo con sus obligaciones como padre y como marido, no era tranquilizador. Por eso estaba tan urgido de recuperar este fragmento del pergamino y el del Aig-Kal, para volver a Del Sol cuanto antes (la reina Lili le había dicho que Iris también estaba en el castillo), para estar los tres juntos nuevamente. "A la tarde voy a estar con ustedes", les prometió a la distancia - a la imagen de ambos en su mente -, abandonando ese habitáculo con resultados infructuosos. Andando por el corredor, siempre atento, tampoco dejó de pensar en el contenido del pergamino, y en cuánto tiempo demoraría el y sus congéneres en comprender sus posibles mensajes. "El fin bien vale el tiempo", consideró, sabiendo todo lo que estaba en juego, algo que sería permanente...

... los monstruos arremetieron a toda velocidad, pero todos sus esfuerzos fracasaron, un fracaso más estrepitoso que otro. Qumi no tuvo otra cosa que hacer que esquivar las patadas y puños. Por más que lo intentaron, no acertaron ni una sola vez. Su suerte había quedado sellada en el mismo instante en que la Cuidadora del JuSe se revelara como una Alta Selecta, quedando con eso demostrado que ni siquiera ellos, los mint-hu, los más fuertes y poderosos de todos los monstruos, podían hacer algo. Corrió en círculos alrededor de estos últimos enemigos, saltó sobre ellos, apoyándose en sus hombros o las cabezas, los pateó con fuerza en la espalda y fui unos cuantos golpes, tras lo cual los mint-hu empezaron a tambalearse, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo, pero sin abandonar su tarea. Sabiéndose perdidos, concluyeron que la mejor oportunidad posible, cuando no la única, era su técnica final, la autodestrucción, de modo que empezaron a arrastrarse, recurriendo a sus maltratados brazos para impulsarse hacia adelante. "Creo que llegaron tarde", les dijo la Cuidadora, con la palma derecha extendida hacia ellos, concentrando una fracción de di energía y descargándola contra uno de los monstruos, el cual estalló en cientos de fragmentos, antes que hubiera tenido tiempo de ejecutar su técnica final. El último minhu fue un daño colateral, y Qumi estuvo a punto de no usar otra descarga para rematarlo. Como fuere, todos los enemigos fueron destruidos, el hada contempló su obra (en efecto, no estaba cansada y sus condiciones físicas eran las mejores) y, al cabo de unos escasos minutos vio emerger a su colega de la MabDe, contento, pues había obtenido el recipiente de acero mágico con otro de los fragmentos.

... la derrota definitiva de los ilios, su destrucción sin la necesidad de recurrir a los métodos más enérgicos (una guerra larga), o, lo que era lo mismo, una paz permanente que se extendería hasta que el Sol de quedara sin energía. Los seres feéricos y elementales estaban plenamente conscientes de eso, incluidos los Cuidadores, quienes recibieron la compleja tarea de reunir los fragmentos del pergamino. Zümsar y Qumi ya tenían uno, el que estuvo en el templo de la etnia Oi, y ahora el flamante Cuidador de la Casa de la Magia estaba en la octava y última parte del Bol-Kal intentando apoderarse del otro, convencido de que sus colegas y amigos ya tendrían otros dos, como mínimo. "En total tres" - dijo Zümsar, y agregó, motivado -"... Ahora cuatro!". Porque por fin había encontrado el recipiente, el cual estuvo sepultado bajo una pila de articulos que había removido usando la telequinesia, en una repisa protegida por la trampa caza bobos que dejara anulada al caerle encima los objetos. "Al fin lo conseguí!", se emocionó, tomando el recipiente, cuadrangular y tan liviano como el que recuperara Qumi en el Eri-Kal, y determinado a no perder un instante más en este templo. Anduvo a paso veloz por los corredor y otras recámaras y pronto se estuvo transformando en la esfera brillante y pequeña, colándose entonces por el acceso único, y unos pocos segundos después llegó a la superficie, donde encontró a Qumi esperándolo, y los restos de los monstruos reducidos a escombros, sorprendiéndose por este éxito que tuviera la Cuidadora del JuSe en tan poco tiempo. "Increíble", dijo en silencio, a la vez que exhibía el recipiente de acero mágico.

_Por casualidad te convertirse en una Alta Selecta?., inquirió, sabiendo que tal vez fuera lo único que podría explicar fácilmente el triunfo en este tiempo tan breve.
_Si - contestó Qumi, contemplando el hallazgo. Ahora tenían dos fragmentos, y deberían reunirse con sus colegas para hallar el último -. No me di cuenta sino hasta que pude destruir a uno de los monstruos sin hacer un gran esfuerzo. Una vez que lo hice, supe que el resultado de la batalla ya estaba decidido. Y fue a mí favor.
Le describió de forma resumida como fueron los combate, y de cómo protagonizó aquellos habiendo accedido a todas sus formas (Selecta, Alta Selecta, natural, combinada...), comprendiendo que tenía la victoria asegurada, y viendo el estado en que quedaran los monstruos.
_Y no tenés ni siquiera un rasguño?... es increíble - la eligió Zümsar, guardando el recipiente en el cilindro -. Eso habla muy bien de vos, y me puedo ahorrar el preguntarte si estás en condiciones como para seguir nuestro viaje.
La Cuidadora sonrió para agradecer el elogio. Lo más grave que tenía era la ropa sucia con unas pocas rasgaduras.
_Estoy en las mejores condiciones. Es más, creo que podría quedarme a pelear yo contra los monstruos en el Aig-Kal - fijo -. Pero me parece que no. Me gustaría que lo hicieras vos. Es necesario que todos los Cuidadores podamos transformarnos en Altos Selectos, porque si los fragmentos estaban tan protegidos y ocultos, y con lo que descubrió el rey Elías...
_Probablemente exista un reto superior y más peligroso que el de los monstruos en los templos antiguos. Y si eso es cierto, vamos a tener que ser definitivamente Altos Selectos - advirtió Zümsar -. Entiendo lo que quisiste decir. Muy bien, Qumi. Los monstruos en el Aig-Kal... dejámelos a mí. Ahora vamos. Si queremos volver a la Ciudad Del Sol a la tarde, mejor no perder el tiempo.
_Vamos., coincidió la Cuidadora del JuSe.
Y ambos remontaron el vuelo, teniendo como destino una de las puertas espaciales. "Lo vamos a conseguir", dijeron al unísono", para darse confianza y animarse mutuamente.



FIN



  --- CLAUDIO ---

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