_El
templo de la etnia Bol - habló la Cuidadora del JuSe, habiendo estado a una
distancia prudencial de su destino. Los frondosos árboles con unas pocas
estructuras abandonadas eran el último escondite, antes de lanzarse a la
obtención de su segundo fragmento -. Cuando estés allí abajo, buscando el
recipiente de acero mágico, vas a llevarte una sorpresa.
En
lo estético, este paisaje tenía pocas diferencias respecto del Eri-Kal, y, a
diferencia de aquellas estructuras, estas habían tenido otro evento que las
dejara en ese estado. Había sido una de las pocas victorias de los ilios,
cuando no la única, en los días transcurridos desde el cuarto de este año. El
lugar en que estaban los Cuidadores en este momento había sido un pequeño
cuartel de ballesteros del ejército del reino de Sâmqei, el cual fuera
abandonado tras el fallecimiento de los quince soldados allí establecidos, en
los primeros minutos del quince de Enero / Baui número quince. Las hadas
guardianas no tuvieron problemas en repeler el ataque de los ilios, matando a
treinta de ellos y haciendo que otros doce se batieran en retirada, heridos
todos y bastante agotados, pero no tuvieron defensas ni suerte contra los dos
monstruos uc-nuqt que esos sobrevivientes ilios enviaron más tarde. Los funcionarios
políticos, militares y la familia real local no tardaron en advertir que una
parte del plan de los ilios consistían en asegurar sus templos antiguos, sobre
todo después de la intrusión de los Cuidadores en el Oi-Kal y en preparación
para la dominación. Estaba claro que usarían esos lugares como puntos de
partida, pues desde allí saldrían en algún momento los grandes contingentes
para apoderarse de Iluria, cuando se concretara, si lo hacía, la parte que sin
dudas era la más compleja y peligrosa de su plan: atacar los castillos desde
los que se gobernaba los reinos, en sus ciudades capitales.
_Cuál
sorpresa?., quiso saber Zümsar, comprobando sus equipos, del mismo material que
el recipiente que debía recuperar.
El
acero mágico era un material muy fuerte, y eso quedó puesto en evidencia con
los escasos daños que recibieran dichos equipos en su batalla contra los
monstruos en el Eri-Kal. Si había superado ese reto con unas pocas e
insignificantes abolladuras, tranquilamente lo haría si Zümsar tenía la mala fortuna
de caer en una o más de las trampas caza bobos.
_Porque
si es como el Eri-Kal va a ser un calco de tu negocio de antigüedades en Las
Dalias - informó Qumi -. Los objetos antiguos abundan, de todas las épocas,
decenas de materiales... es lo que concluimos Eduardo, Lidia y yo cuando
estuvimos en el Oi-Kal.
Los
tres Cuidadores, aquella vez a la caza del manifiesto, coincidieron en que
Zümsar se hubiera puesto loco de contento de haber estado con ellos en el
templo.
_En
serio?! - el Cuidador ya estaba emocionado -. Eso tengo que verlo. Si este
templo es como el otro... el caso es que está lleno de antigüedades... y de eso
conozco bastante, por no decir todo.
Qumi
le describió entonces, un resumen, del contenido del Eri-Kal, y del informe que
le presentaran a los reyes insulares tras su vuelta del Oi-Kal. Allí
concluyeron que si alguna vez los templos antiguos quedaban en manos de las
hadas tras el fin de la guerra, estas y los otros seres elementales podrían
disponer de los artículos, siempre que de estos no se pudiera identificar su
procedencia ni sus propietarios (organismos públicos, empresas,
particulares...). Y, si se dejaba llevar por lo que había visto en los templos
Oi y Eri, Qumi creería que alrededor del ochenta por ciento de los artículos
podrían ser reclamados libremente por cualquiera, y la Cuidadora del Hogar de
la Tierra estaba convencida que su colega de la MabDe se llevaría unos cuantos
para comercializarlos en el barrio Plaza Central.
_Puedo
preguntarte algo?., quiso Qumi.
_De
qué se trata?., accedió Zümsar, observando el templo a través de una ventana
con el vidrio roto y estrellado.
Estando
tan cerca de uno de los lugares más importantes para los ilios, el ejército del
reino de Sâmqei había tomado todas las precauciones necesarias, especialmente
desde la vuelta de Qumi. En este caso, hadas y vigilando las veinticuatro horas
todos los días desde esas ventanas que ofrecían vistas casi perfectas del
Eri-Kal.
_Ahora
que te convertiste en el Cuidador de la Casa de la Luz... Qué vas a hacer con el
anticuario?.
Zümsar
tragó saliva.
Esa
era, en su caso, otra preocupación.
_La
verdad es que no tengo idea - reconoció -. Va a seguir funcionando, por
supuesto. Es algo que tengo que resolver cuanto antes, y no se cómo. Lo hago
desde mí infancia más temprana y va a ser muy difícil acostumbrarme a que no va
a ser mí prioridad en lo que a asuntos laborales se refiere.
Hoy,
el anticuario en Las Dalias 17-21-11 era un comercio muy exitoso, tenía cuatro
empleados y permanecía abierto los días hábiles entre las ocho y las veintiuna
y los sábados entre las nueve y las dieciséis. Zümsar había siempre insistido
con que sería ese su sustento hasta que tuviera que "continuar el
camino". Esta nueva e inesperada perspectiva ponía un alto a ese futuro,
ya que por obligación moral las hadas aceptaban sin cuestionar su porvenir
cuando se las designaban al frente de los lugares grandiosos. Así habían sido
las cosas en la inmensa mayoría de los casos, en los que los Cuidadores
contaban ya con una obligación laboral previa.
_Tendrías
que seguir el ejemplo de Eduardo., le aconsejó Qumi, convencida de la utilidad
que eso tendría, y preparándose para el inminente ataque al templo de la etnia
Bol.
Aunque
el marido de Isabel estuvo abocado a sus tareas en el Vinhäe, nunca había dejado
de mantener el contacto con el ámbito de la arqueología, sobre todo la
submarina, a través de los boletines que publicaban mensualmente en el Consejo
AG, Arqueología y Genealogía, y las revistas de divulgación científica. Era
exactamente lo mismo que hiciera Qumi luego de ser nombrada Cuidadora por Qîma,
su antecesor, en el Hogar de la Tierra.
_Voy
a hacer el intento., pensó el Cuidador de la MabDe sabiendo que aún con esta
nueva responsabilidad, su comercio en la calle Las Dalias seguiría funcionando
y el seguiría siendo su propietario.
_Entonces,
dicho eso, ese tema puede quedar para otro momento - decidió Qumi -. Ahora
vamos a concentrarnos en lo urgente e importante. Ese templo que está allí -
señaló con la vista al otro lado de la ventana su objetivo - y el recipiente de
acero mágico.
_Me
parece muy bien - coincidió Zümsar -... como ya lo ensayamos.
Hallándose
en viaje desde el templo de la etnia Eri hasta este, determinaron que harían lo
mismo que en aquel, solo que ahora sería el Cuidador de la Casa de la Luz quién
hallaría y recuperaría el recipiente, en tanto su colega del JuSe se quedaba en
la superficie para batallar contra los monstruos y cubrirlo, eventualmente, de
otros enemigos que pudieran llegar. Ambos se transformarían en Selectos (las hadas
más poderosas) y arremeterían con todo contra los mint-hu al llegar al Bol-Kal,
y Zümsar se colaría por el acceso único.
_Como
lo ensayamos., volvió a decir Qumi.
Los
dieciocho defensores se pusieron en movimiento no bien advirtieron que esas dos
figuras, una rosa y la otra verde oliva, traspasaron el perímetro circular de
piedras, y una lluvia de chispas cayó
sobre ellos, al tiempo que la figura verde se transformaba en una esfera muy
diminuta y se colaba en un hueco en el suelo. Ya nada podrían hacer por
alcanzarla, mucho menos por detenerla, pero
podrían ocuparse de la otra figura, que estaba conformada por los mismos
materiales que los monstruos, con un sutil tono rosa en toda la estructura.
"Bien, acá voy", dijo Qumi, para darse confianza, y lanzó su primer
ataque contra los mint-hu, sin causar daño a ninguno. Por supuesto, la dama no
esperaba que los enemigos los tuvieran, , mucho menos que fueran destruidos,
sino solo hacer que se concentran definitivamente en ella. Qumi sabía que los
monstruos no podían entrar al Bol-Kal, pero sí que al menos uno de ellos podría
huir para intentar advertir a sus creadores y amos, los ilios, sobre esta
situación, aunque eso pudiera significar que se olvidara de su tarea
irrenunciable e incuestionable de defender el templo hasta el instante mismo de
su destrucción. "Dieciocho contra uno" - observó la Cuidadora,
sonriendo, a la vez que se preparaba para ejecutar una de sus técnicas -,
"me gusta eso". Y lanzó un rayo a los pies del monstruo que tuvo más
cerca, el cual, como respuesta a la explosión, tropezó y cayó bruscamente al
suelo, en tanto los otros formaban un círculo, achicando la distancia hacia la
Cuidadora y empezando a lanzarle los furiosos y veloces golpes con los puños.
"Tienen que esforzarse más, hacerlo mejor", se burló Qumi, dando un
salto, eludiendo el círculo y atacando a su primera víctima, desprevenida
esta...
..."Con
que esto es un templo antiguo de los ilios?", reaccionó el Cuidador de la
MabDe, llevándose como primera impresión que se trataba, en efecto, de un lugar
prácticamente idéntico al comercio de la calle Las Dalias. Rápidamente, sus
ojos estuvieron abiertos de par en par, imposibilitados, aunque sabía que no
podía darse el lujo de perder ni siquiera un segundo, de detenerse en un punto
en particular de esa recámara. "Tantos objetos...”, fueron sus primeras
palabras, remitiendo brevemente su memoria a lo que dijera el líder de la
Mancomunidad Elemental y la reina Salomé, de Mibiroq, quienes le pidieran, al
igual que a los otros Cuidadores, que, en la medida que les fuera posible, se
abstuvieran de tomar otra cosa que no fueran los recipientes de acero mágico.
Al menos hasta que hubiese terminado la guerra, había agregado la reina Salomé,
habiendo entonces abordado el tema del proyecto para reclamar cada uno de los
artículos que robaran los ilios a lo largo de miles de años. "Hasta
después de la guerra, entonces", aceptó el Cuidador ahora, igual que lo
hiciera en aquella reunión, pero sin dejar de emocionarse por estar en "su
mundo", rodeado por numerosas decenas de piezas antiguas, y reconociendo
en esta afición por demás destacadas e igual gusto un medio ideal para hallar
el recipiente de acero mágico, porque podría identificarlo fácilmente. Zümsar
reconocía a la mayoría de los objetos que tenía a la vista, y por eso podría
identificar (creía el) su objetivo en menos tiempo que la Cuidadora del JuSe.
"Manos a la obra", dijo, y empezó a repasar con la vista, siempre
detalladamente, el contenido de uno de los muebles, confirmando al cabo de
pocos segundos que solo había artículos religiosos pertenecientes a la etnia
Bol, originaria esta del continente polar del norte, Polus...
...Qumi
apenas tuvo tiempo de alegrarse por haber destruido al primero de los monstruos
- los dos contendientes fueron igual de fuertes, pero el hada prevaleció debido
a que pudo alcanzar un estado "perfecto" de Selecta, el pináculo del
poder de los seres feéricos -, porque los demás estuvieron sobre ella,
atacándola de forma constante, con violencia y ferocidad, aún cuando la dama
destruyera al monstruo. La Cuidadora del Hogar de la Tierra estaba asombrada
por haber alcanzado el máximo poder al que podían aspirar las hadas, algo que
pasaba generalmente cuando se encontraban expuestas a un peligro superior y
gracias al cual podría concluir este combate 5sn peligroso sin quedar agotada
ni tener una o más heridas, graves o no. "Eso es muy bueno", se
alegró, descubriendo que sus habilidades y destrezas no habían mermado a causa
de estos dos siglos que transcurrieran, sino que se mantenían en las mismas
condiciones que en aquella época. En sus primeros días como la sucesora de
Qîma, no quedaron dudas sobre cuán poderosa era, aún para sus veintisiete años
y su carencia total de conocimientos y experiencia en un combate, y cuánto se
volvería. Ahora que lo que estaba en juego era nada más y nada menos que su
vida y la de todos los seres feéricos y elementales, Qumi reconoció que las
hadas con las que convivió en su primer período como Cuidadora se habrían
referido a esto, a su estado pleno de Selecta. Muchos de aquellos individuos
aún vivían, y ella estaba cien por ciento dispuesta y comprometida a no
defraudarlos...
...A
medida que su examinación de la primera recámara continuaba, el Cuidador de la
MabDe empezó a caer en la cuenta de lo mucho que podría extrañar dedicarle la
jornada completa al anticuario, esa pasión que se remontaba a su infancia más
temprana, tal como se lo sugiriera su compañera, Iris, cuando el abandonara la
oficina de Musebqar. Ella apenas había insinuado ese asunto, sabiendo que
podría no resultar cómodo ni alentador para su marido, quien no repararía en
eso hasta varios días después - cuando su colega del JuSe y amiga le preguntara
a ese respecto -. En aquel momento, por el contrario, todos y cada uno de sus
pensamientos se remitieron a ese extraordinario e inesperado acontecimiento que
lo tuvo como protagonista. "Solamente vine a hacer mí trabajo" -
había dicho a los notables, quienes estuvieron pronto congregados a su
alrededor -, "los dos vinimos", porque Iris había llegado a su lado,
tan asombrada como todos los demás. Era cierto que el Cuidador no pensaba
abandonar esa gran pasión, su sustento, pero estaba convencido de que no sería
lo mismo, porque, pensaba, una cosa era ir al comercio de la calle Las Dalias
17-21-11 todos los días, trece horas los hábiles y siete los sábados (iba un
rato los domingos a la mañana), que hacerlo básicamente para saludar a los
empleados y clientes durante unos pocos minutos luego de volver a Plaza Central
tras cada jornada en el lugar grandioso que no solo no se encontraba cerca,
sino que estaba en el extranjero. A ese respecto, los funcionarios nimhuit e
insulares le habían hecho la promesa al Cuidador de ayudarlo en todo lo que
pudiera necesitar, incluido el que pudiera entrar o salir de cualquiera de los
dos países sin tener que pasar antes por el control fronterizo o la aduana, si
así el lo quisiera...
...
De manera que la Cuidadora del Hogar de la Tierra arremetió a toda velocidad y
sin perder un instante contra los monstruos, sabiendo que, aún con lo poderosa
que era en este nuevo y flamante estado, una Selecta completa, representarían
un reto. No importaba cuanto se esforzara, no podía concentrarse en un minhu en
particular, ya que los otros dieciséis estarían allí para impedírselo, y se
movían increíblemente rápido para el peso, volumen y altura que tenían.
"Eso no es un problema", se dijo, para animarse, y asestó un golpe
muy fuerte a uno de los monstruos. No lo destruyó, pero le causó una grieta en
el pecho y tumbó al suelo, provocando un estrépito, y antes que hubiera tenido
tiempo de incorporarse, recibió de lleno una descarga que incrementó
sustancialmente el tamaño de la grieta, lo que fue suficiente, si, para
destruirlo y convertirlo en restos de diversas formas y tamaños. "Vamos...
ataquen todos juntos, se que me entienden!", exclamó Qumi, provocando la
ira en los mint-hu, que se dividieron en grupos de cuatro y reanudaron los
ataques, tan violentos como rápidos e intempestivos, desde direcciones
diferentes, procurando encerrar a su enemiga. Pero esta, debido a su
constitución y tamaño, podía evadirse de esos intentos, maniobrando entre ellos
y contraatacando con sus propias descargas, buscando, como antes, mantenerlos
todos juntos. Qumi sabía que esa táctica tenía el problema de no poder
concentrarse en uno en particular, pero al mismo tiempo estaba convencida que,
de proponérselo, podría destruir a más de un monstruo con un mismo ataque, lo
que le permitirían ahorrar tiempo. "Lo voy a intentar", se propuso...
...
pero el no estaba dispuesto a hacer eso - decidió hacer una retrospectiva de
los hechos sobresalientes vinculados a el en los últimos días, en tanto
abandonaba la primera recámara. El recipiente con otro de los fragmentos no se
encontraba allí -. Era cierto que en los países de las hadas no se pedían
grandes requisitos para viajar al extranjero, sin importar el motivo del viaje
(negocios, turismo, intercambio cultural, ejercicios militares conjuntos...),
ni tampoco el lapso de permanencia. De hecho, la gente, técnicamente, no
necesitaría pasar por ningún control fronterizo, oficina ni aduana, pero, por
respeto al país anfitrión, las hadas lo hacían. Tampoco necesitaban visas ni
ninguna otra documentación, más allá de las cartas personales, lo cual era
obligatorio solo por compromiso y formalidades. Cuando un hada viajaba al
extranjero, avisaba que lo haría en el consulado del país de destino y luego se
presentaba al control de frontera de aquel, donde enseñaba su carta personal a
los guardias, antes de entrar al país en. Y eso era precisamente lo que pensaba
hacer Zümsar hasta que le "llegara la hora". Había un control
fronterizo cerca del punto donde el e Iris cruzaran persiguiendo a aquel grupo
de ilios y monstruos, y esa sería su primera parada en el reino de Nimhu, antes
de continuar el viaje hacia la MabDe. "Treinta minutos a la ida y otros
treinta a la vuelta", había pensado, calculando cuánto le tomaría llegar
desde su casa en Plaza Central (avenida 29, 17-22-5) hasta el lugar grandioso,
y viceversa, gracias a las puertas espaciales...
...
la Cuidadora del JuSe continuaba inmersa en una feroz batalla contra dieciséis
enemigos al mismo tiempo, y sentía como sus poderes y habilidades eran llevadas
al máximo, y aún siendo una Selecta completa estaba teniendo dificultades,
porque cada vez que golpeaba a un minhu, lo tumbara al suelo o no, lo enviara o
no a la distancia, el monstruo simplemente se sacudía y reanudaba su ataque.
Qumi peleaba además con esa dificultad que significaban la preocupación y los
temores por todo lo que era importante para ella, y por su recuerdo triste de
lo ocurrido apenas empezara el año diez mil doscientos seis. Aunque no era
culpa lo que estaba sintiendo, sabía que había cometido un error al no poder
controlar sus emociones cuando, inexplicablemente, supiera donde estaba el
manifiesto y que los ilios pensaban trasladarlo debido a que una aldea feérica
había sido inaugurada alarmantemente cerca del primer escondite, en el reino de
Mibiroq. Qumi se había exaltado tanto que involuntariamente acabó por
transformarse en una estatua de vulcanita, una técnica que había usado algunas
veces para eludir ciertos peligros, como los vientos fuertes e inclemencias
similares que azotaran al reino de Austronesia, un país que conforme avanzaba
el tiempo se iba convirtiendo en abonado a las catástrofes naturales, y sus
sesiones de entrenamiento en el JuSe. Ella llegó a pensar cuan diferente pudo
haber sido la realidad sino se hubiera equivocado aquel día, en qué habría
pasado de haber podido alertar a Isalu y Ukeba, los reyes de Insulandia, acerca
de la ubicación del manifiesto, al que se consideraba un mito creado por los
más férreos anti-ilios, en un punto de su inmenso reino. "No habríamos
desperdiciado estos doscientos años", concluyó Qumi, destruyendo al tercer
monstruo...
...
que a las opiniones del marido de Iris constituían uno de los inventos más
grandes e importantes de todos los tiempos, reconociendo que la distancia no
sería problema alguno. Al final, concluyó este análisis a la vez que hacía su
ingreso a la segunda recámara, momento en que sus ojos se volvieron a
transformar en un par de grandes círculos, porque en este lugar los artículos
antiguos abundaban tanto como en el anterior, en cantidad y variedad.
"Esto es increíble", se emocionó, repasando con la vista los objetos,
sin olvidarse de su prioridad. Al menos, el recipiente de acero mágico no
estaba a la vista, y si para los ilios era tan importante, lo mantendrían todo
lo oculto que pudieran, en esta recámara o cualquiera de las otras. Mientras se
esforzaba por buscarlo, vio numerosos elementos culturales y religiosos de la
etnia Bol, consciente de que podrían tranquilamente ser las únicas pruebas
físicas que quedaran de aquella, pues los combatientes del Movimiento Elemental
Unido, el MEU, casi no dejaron otros rasgos y vestigios de esa etnia en Polus,
el continente desde el que llegaran al oeste-noroeste centrálico. Zümsar se
preguntó qué harían las hadas y otros seres elementales con esos artículos una
vez que terminara la guerra y los ilios fueran derrotados, pues sabía de sobra
que aquellos no correrían con suerte, aún si los Cuidadores no lograban obtener
los fragmentos, aunque, por supuesto, en ese caso el final de la guerra sería
incierto. Y, sabiendo también eso, el Cuidador de la MabDe se había propuesto,
varias veces desde que se organizara esta misión, hacer todo cuanto estuviera
en sus manos para que se cumpliera ese loco deseo, de que la guerra no durara
más que este primer mes del año...
...
sorprendiéndose incluso ella misma, Qumi lanzó una descomunal descarga de
energía (un rayo brillante de color rosa) que impactó de lleno a tres de los
mint-hu, como si se hubiese tratado de una cadena, destruyendo a uno y dejando
bastante maltratados a los otros dos, los que, lo quisieran o no, pasaron a ser
los siguientes objetivos en la lista de la Cuidadora, al no poder moverse tan
rápido ni maniobrar como antes. Aún con
esas desventajas, eran letales, y además estaban los otros doce monstruos,
quienes en ningún momento dejaron de moverse y atacar. "Que bueno que los
siglos ni alteraron mí memoria", se alegró la Cuidadora, porque sus
poderes y habilidades estaban iguales que antes de transformarse en una estatua
de vulcanita. Más que eso, eran superiores, al haberse revelado ella como una
Selecta completa y estar además usando un Impulsor. Motivada por esto, Qumi
volvió a la carga, lanzando nuevos ataques, a la vez que seguía esquivando los
de los monstruos. "Por los doscientos años que me perdí!", juró, y
destruyó al par de mint-hu que quedaran maltrechos, sujetándolos al suelo con
los restos y parte de las piedras que formaban el perímetro, y asestado un
descomunal rayo en el pecho de cada uno. Con la fuerza enemiga reducida a las
dos terceras partes, la Cuidadora del JuSe recibió un nuevo envión anímico, y
rápidamente se abalanzó contra los restantes, valiéndose de su agilidad para
esquina los golpes que le lanzaban con los puños y patadas. Destruyó a otro
monstruo convirtiéndose ella misma en un arma, sosteniéndolo el bastón y
atravesándolo desde el pecho, cayendo de pie tras el y dando un salto para
dirigirse contra la oncena restante...
...
la tercera recámara fue muy poco o nada diferente a las dos anteriores; muebles
atestados estaban dispuestos contra los muros y en el centro, sobre una mesa
rectangular, había decenas de pergaminos, páginas, ilustraciones y recortes
periodísticos de diversas épocas, maltratados a causa del paso del tiempo.
"Lo serán para esa escoria", concluyó el Cuidador, en referencia a
los ilios, porque el no le veía utilidad alguna a esa información acerca de la
antigua creencia religiosa de las hadas, salvo que eso hubiera formado parte de
lo que hubieron de necesitar los ilios de la antigüedad para llevar adelante su
fraude y poder así alinear y someter a su propio pueblo. Para los eternos
enemigos de las hadas, la religión debía ser algo para las masas y no para los
líderes, cuyo único propósito en la vida era preparar el terreno para la
dominación, para lo cual necesitaba a esas masas completamente sumisas y obedientes.
"Qué pasaría si pudiéramos demostrar eso a las masas ilias, y estas se
convencieran?", se preguntó Zümsar, revolviendo el material sobre la mesa
(muchos papeles se cayeron al suelo, y el hada del rayo no se preocupó por
evitar pasarles por encima, porque lo consideró como otro ataque a los ilios,
uno a su moral). En tanto buscaba el recipiente intentó visualizar esa idea, y
en su mente aparecieron las imágenes de una sociedad ilia sumida en el caos más
absoluto y sus individuos destruyéndose entre sí. "Tal vez lo logremos con
los fragmentos", se esperanzó, desconociendo, al igual que sus colegas, lo
que contendría el pergamino, de lo que únicamente sabían que sería destructivo
y terriblemente perjudicial...
..."Empiezo
a aburrirme", se quejó Qumi, porque, ahora que era una Selecta completa -
el término correcto era Alta Selecta, para las mujeres, y Alto Selecto, para
los hombres -, los monstruos no representaban algo por lo que se tuviera que
preocupar. "Si no lo fueron antes, menos ahora", afirmó, al darle al
fin uno de ellos un golpe en la mejilla izquierda. Los reflejos de la Cuidadora
no habían fallado, sino que permitió que el minhu lo hiciera, solo para
demostrarlo. Qumi sintió el golpe, pero este no tuvo secuelas, miró a los
enemigos encogiéndose de hombros y los atacó. En tanto reanudaba sus veloces
movimientos, recordó que ningún hada se tomaba a la ligera una batalla ni
subestimaba a su oponente, sin importar cuál fuera este, pero no lo podía
evitar. Bajo estas circunstancias, calculó que para encontrarse frente a un
reto verdadero, uno con letras mayúsculas, tendría que pelear contra todos los
monstruos que fueron puestos a defender los siete templos antiguos.
"Juntos. Ciento veintisiete contra uno, eso de verdad valdría la
pena", pensó, destruyendo al octavo monstruo, y un minuto después al
noveno, llevando los restos a varios metros de distancia, preguntándose si
Eduardo, Lidia, Kevin y Marina habrían experimentado ya la invencibilidad e
invulnerabilidad prácticamente totales, consecuencia de haber alcanzado ese
poder máximo. "Seguro que tampoco tuvieron problemas", supuso,
sabiendo que los cuatro eran muy poderosos y abatiendo a otro minhu, el décimo,
dándole un fuerte golpe con el bastón en la base del cráneo. "Ni los vamos
a tener en el Aig-Kal", avisoró, comprometiéndose otra vez a seguir dando
lo mejor de sí, en este lugar y en aquel...
...
Estando ya en la cuarta recámara, Zümsar, advirtiendo que el panorama no
difería demasiado respecto a las otras tres, no dejó de revisar a fondo cada
uno de los muebles, valiéndose de su existencia en materia de objetos antiguos
para facilitar la búsqueda. "Qué puede causar, o qué podría, que de
concretarse sea tan terrible como para hacerlos colapsar y desaparecer?" -
se preguntó, hurgando entre los cacharros de un cajón, y se sobresaltó, al
visualizar -, "... Será precisamente eso?". En lo más profundo de su
ser, el Cuidador se preguntó algo que ni siquiera las hadas más versadas
hicieron, respecto a los mensajes e instrucciones que aparecerían al reunir los
siete fragmentos. Zümsar pensó que podría ser no solo un alto a la evolución
por inducción, sino también un retroceso. Así lo había formulado el a la reina
Lili, cuando ésta le diera a él y a los otros un nuevo y tranquilizador reporte
- "Toda la Ciudad Del Sol y los lugares importantes del reino de
encuentran a salvo", les dijo -, pidiéndole que sostuviera una reunión con
los líderes para debatirlo y ver cuál era su grado de factibilidad. El Cuidador
se preguntó también qué podría pasar si eso por casualidad llegara a ser
cierto, e imaginó que los ilios podrían perder, en todo o en parte, las
habilidades y los poderes que fueran consecuencia de esa evolución por
inducción, e incluso los otros, aquellos que se dieran de forma natural con la
interacción de los individuos de las siete especies originales y luego, a
medida que iba surgiendo, con la octava. El Cuidador salió de la recámara
compensando la frustración con esa posibilidad, la de los ilios extintos por su
propia mano...
...
Dieciocho a siete en menos de un tercio de hora, o esos veinte minutos cuando
mucho?", observó la Cuidadora, al ponerle fin a la existencia del undécimo
monstruo, golpeándolo en su punto débil con el bastón, a la vez que apoyaba la
mano derecha en la cara del minhu y descargaba una dosis de energía. En medio
de la densa nube de humo y pequeños fragmentos, Qumi emergió dando un
pronunciado salto y cayó en picado sobre el suelo, por primera vez abandonando su condición de
Alta Selecta y ejecutando su técnica de la transformación. En un parpadeo
apenas, un antílope estuvo galopando a toda velocidad hacia los mint-hu
restantes, los cuales no se quedaron quietos y limitándose a ver cómo este
animal los embestía, de manera que lo imitaron y se abalanzaron sobre el,
autodestruyéndose uno de ellos al estar justo al lado del animal, el cual cayó
de lado al suelo y quedó completamente inmóvil. Los seis monstruos,
contemplando la escena, ni se quedaron sin hacer algo y se acercaron para ver
si de verdad el antílope estaba muerto, decidiendo "asegurarse de
eso" dándole uno atras de otro varios puntapiés, y pronto lo estuvieron
rodeando. En ese momento, los ojos del animal parpadearon y se le escuchó decir
"Mala suerte", incorporándose con una agilidad asombrosa y embistiendo
a la mitad de los agresores con extrema facilidad. Qumi no tenía heridas, ni
siquiera un rasguño insignificante en el costado izquierdo del lomo, y su
energía y reflejos no habían disminuido con la técnica definitiva del monstruo.
"Buen intento, pero insuficiente", juzgó, aplicando ahora la forma
combinada y atacando a otro de los mint-hu, al que destruyó sin dificultades...
...
Habiendo estado a punto de ingresar a la quinta recámara el Cuidador de la
MabDe tuvo frente a si por primera vez a una de las trampas caza bobos.
Inadvertidamente había pisado una de las baldosas, en la que el símbolo
religioso de los ilios se hallaba cubierto por tierra y polvo. Un ligero
"clic" lo puso sobre alerta y se detuvo justo donde debía hacerlo,
unos pocos pasos antes de llegar a ese punto del corredor sobre el cual cayeron
unos cuantos de esos ladrillos del techo. Cuando el polvo y la tierra se
disiparon, volvió a su tarea e ingresó a la recámara, de la que salió alrededor
de diez minutos más tarde, desilusionado porque el recipiente tampoco estuvo
allí. Todo lo que hizo fue prometerse volver cuando la guerra hubiera
terminado, ya que una parte de los artículos que abundaban no tenían
inscripción alguna que delatara su procedencia, lo que significaba que
cualquiera los podría reclamar. En la sexta recámara, en cambio, no pudo
resistirse a tomar los artículos que hallara sobre una repisa, porque le
pertenecían a las hadas del rayo. Eran objetos que representaban a las hadas
que tenían ese atributo, los cuales, sabía el, habían sido dados por perdidos
durante la Gran Catástrofe en la Casa de la Luz, el último evento que pusiera
en peligro al lugar grandioso. "Tampoco está acá", concluyó, al pasar
un cuarto de hora, refiriéndose al recipiente de acero mágico, y, comprendiendo
que ya no tenía nada que hacer en la recámara número seis, la dejó atrás,
decidiendo que registraría nuevamente todos los recintos no bien hubiera estado
en los dos que faltaban, porque estaba latente la posibilidad de que algún
escondrijo hubiera sido pasado por alto...
...
Qumi era ahora un monstruo bípedo de más de dos metros de altura cubierto de
pelo, grandes pezuñas en los pies y prominentes y filosos cuernos a los lados
de la frente. Con esa forma, la combinada, arremetió contra los enemigos que
quedaban, golpeándolos tanto con los cuernos como con el bastón y sus manos,
derribándolos uno por uno y causándoles heridas menores que, si bien era cierto
que eran insuficientes para destruirlos, los dejó desorientados, confirmando
que no era necesario que usara su poder al máximo contra esos cinco mint-hu
que, cuando mucho, y los propios monstruos lo sabían, le harían perder el
tiempo. "Se burlarían si lo supieran, pero no lo puedo evitar", dijo,
en referencia a los organizadores de la misión, quienes a los Cuidadores les pidieron
que no se confiaran y lucharan con todas sus fuerzas hasta que el último de los
monstruos hubiera sido destruido. Pero Qumi había detenido demasiado a sus
enemigos siendo una Alta Selecta, un antílope o usando la forma combinada. Era
ahora el momento de hacerlo con la forma feérica, de modo que pronto estuvo
allí una mujer atractiva y joven (y voluptuosa), cuyos poderes y habilidades
prácticamente no sufrieron alteraciones ni disminuciones con el cambio.
"Tu turno!", exclamó, dirigiéndose a uno de los monstruos, "Y
ahora el tuyo!", dijo a otro, y ambos fueron destruidos con la
insignificante diferencia de un segundo, tal vez menos. Restando nada más que
tres enemigos, Qumi se preguntó si su amigo y colega ya habría tenido suerte
hallando el recipiente y apoderándose de el, porque si era así, debería
destruir a los mint-hu antes de que apareciera...
...
pensó el Cuidador de la Casa de la Luz si sus colegas habrían encontrado
panoramas idénticos al que vieran Qumi y el en los templos Eri y Bol. Ya todos
sabrían que se expondría frente a sus ojos una gran cantidad de artículos
antiguos, entre los propios de las etnias ilias y otros robados, después de
haber estado en el Oi-Kal. "Seguro que se toparon con lo mismo",
concluyó, entrando en la séptima recámara y empezando de inmediato con la
exploración. Anduvo con los ojos a menos de cincuenta centímetros de los
muebles, examinando minuciosamente los objetos, deteniéndose brevemente ante
algunos, tocando otros y pasando a otro tanto por alto. "Lo dicho, un calco
de las otras recámaras", confirmó, detectando un compartimento oculto
detrás de una góndola, el cual revisó. El recipiente no estuvo allí, pero
Zümsar se llevó un premio consuelo: una colección de frascos no muy grandes que
contenían ese compuesto desarrollado por los ilios para borrar completamente un
recuerdo en particular, no solo de alguien puntual, sino de la memoria de
todos, desapareciendo todo rastro físico que apuntara a que ese recuerdo, el de
una persona o cosa, una vez fuera una realidad. Zümsar sabía que no había una
contramedida para eso, por los escasos conocimientos que tenían las hadas, no
era posible inventar una solución para esa clase de pócimas, ni siquiera
analizándolas y descubriendo la cantidad y variedad de ingredientes. "Tal
vez sea mejor así", reflexionó el Cuidador, dejando caer los frascos
accidentalmente (...) y procurando no inhalar ni aspirar la sustancia, quién
podía saber que efectos tendría, y continuando la exploración. "Con esa
pócima descubrimos que saben hacer magia", se alegró, viendo que el
compuesto quedaba estancado en el suelo.
Nada
cambió para la Cuidadora del Hogar de la Tierra, estando ahora ella con la
forma feérica, pues continuó estando con suerte. Ya no se encontraba con sus
poderes al máximo, pero aún con eso era superior, y por mucho, a los tres
monstruos que quedaban, maltrechos estos, con rajaduras y grietas en varias
partes del cuerpo. Tal era la diferencia que Qumi ni siquiera requirió del
impulsor para ocuparse de ellos, y lo demostró emprendiendo un ataque para el
que no se valió de otra cosa que de esos movimientos tan ágiles como
elastizados y del bastón de mando, para canalizar sus descargas hacia los
mint-hu, buscando con esa acción causarles daños graves usando cantidades más
bien pequeñas de energía. "Así es como se hace" - fiji6, viendo como
las estructuras corporales pronto quedaban convertidas en coladores -, "un
ametrallamiento parecido al de los gángsters". Eduardo le había hablado
acerca de los grupos mafiosos de principios del Siglo Veinte usaban
ametralladoras y otras armas automáticas para eliminar a sus enemigos, a
cualquiera que ellos consideraran como una amenaza para sus intervenciones y su
existencia. "Y eso es lo que representan los mint-hu, una amenaza",
definió, destruyendo a otro, el decimosexto, con otra descarga (un
"disparo") directo al cuello. La cabeza se separó del cuerpo y ambas
partes cayeron al suelo, produciendo un ruido seco este último, en tanto que la
cabeza quedó, luego de rodar, a los pies del hada, quien la destruyó dándole un
fuerte pisotón. "Muy bien, el que sigue", dijo, provocando al último
par de enemigos, los que en ningún momento renunciaron a sus obligaciones, aún
en ese estado tan calamitoso...
La
imagen de la antigua jefa del Movimiento Elemental Unido aparecía a cada rato
entre los pensamientos del Cuidador de la Casa de la Luz, al igual que la del
hijo de ambos, Mizûk. Desde aquel día de su nacimiento, en que el mate
experimentara su momento de felicidad por excelencia, Zümsar casi no había
tenido otra prioridad que no fuera esa: su familia. Y saber que los había
dejado solos era otro de los pensamientos que le impedían hallar esa ínfima
parte de concentración que le faltaba. Era cierto que su hijo estaba a salvo
dentro del Castillo Real, donde habían decenas de tropas y todo tipo de
defensas, y que Iris era lo bastante poderosa como para enfrentar sin ayuda a
varios enemigos, sin importar cuántos fueran ni sus poderes, sin sufrir daños,
pero saber que no se encontraba el con ninguno de los dos, cumpliendo con sus
obligaciones como padre y como marido, no era tranquilizador. Por eso estaba
tan urgido de recuperar este fragmento del pergamino y el del Aig-Kal, para
volver a Del Sol cuanto antes (la reina Lili le había dicho que Iris también
estaba en el castillo), para estar los tres juntos nuevamente. "A la tarde
voy a estar con ustedes", les prometió a la distancia - a la imagen de
ambos en su mente -, abandonando ese habitáculo con resultados infructuosos.
Andando por el corredor, siempre atento, tampoco dejó de pensar en el contenido
del pergamino, y en cuánto tiempo demoraría el y sus congéneres en comprender
sus posibles mensajes. "El fin bien vale el tiempo", consideró,
sabiendo todo lo que estaba en juego, algo que sería permanente...
...
los monstruos arremetieron a toda velocidad, pero todos sus esfuerzos
fracasaron, un fracaso más estrepitoso que otro. Qumi no tuvo otra cosa que
hacer que esquivar las patadas y puños. Por más que lo intentaron, no acertaron
ni una sola vez. Su suerte había quedado sellada en el mismo instante en que la
Cuidadora del JuSe se revelara como una Alta Selecta, quedando con eso
demostrado que ni siquiera ellos, los mint-hu, los más fuertes y poderosos de
todos los monstruos, podían hacer algo. Corrió en círculos alrededor de estos
últimos enemigos, saltó sobre ellos, apoyándose en sus hombros o las cabezas,
los pateó con fuerza en la espalda y fui unos cuantos golpes, tras lo cual los
mint-hu empezaron a tambalearse, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo,
pero sin abandonar su tarea. Sabiéndose perdidos, concluyeron que la mejor
oportunidad posible, cuando no la única, era su técnica final, la
autodestrucción, de modo que empezaron a arrastrarse, recurriendo a sus
maltratados brazos para impulsarse hacia adelante. "Creo que llegaron
tarde", les dijo la Cuidadora, con la palma derecha extendida hacia ellos,
concentrando una fracción de di energía y descargándola contra uno de los
monstruos, el cual estalló en cientos de fragmentos, antes que hubiera tenido
tiempo de ejecutar su técnica final. El último minhu fue un daño colateral, y
Qumi estuvo a punto de no usar otra descarga para rematarlo. Como fuere, todos
los enemigos fueron destruidos, el hada contempló su obra (en efecto, no estaba
cansada y sus condiciones físicas eran las mejores) y, al cabo de unos escasos
minutos vio emerger a su colega de la MabDe, contento, pues había obtenido el
recipiente de acero mágico con otro de los fragmentos.
...
la derrota definitiva de los ilios, su destrucción sin la necesidad de recurrir
a los métodos más enérgicos (una guerra larga), o, lo que era lo mismo, una paz
permanente que se extendería hasta que el Sol de quedara sin energía. Los seres
feéricos y elementales estaban plenamente conscientes de eso, incluidos los
Cuidadores, quienes recibieron la compleja tarea de reunir los fragmentos del
pergamino. Zümsar y Qumi ya tenían uno, el que estuvo en el templo de la etnia
Oi, y ahora el flamante Cuidador de la Casa de la Magia estaba en la octava y
última parte del Bol-Kal intentando apoderarse del otro, convencido de que sus
colegas y amigos ya tendrían otros dos, como mínimo. "En total tres"
- dijo Zümsar, y agregó, motivado -"... Ahora cuatro!". Porque por
fin había encontrado el recipiente, el cual estuvo sepultado bajo una pila de
articulos que había removido usando la telequinesia, en una repisa protegida
por la trampa caza bobos que dejara anulada al caerle encima los objetos.
"Al fin lo conseguí!", se emocionó, tomando el recipiente,
cuadrangular y tan liviano como el que recuperara Qumi en el Eri-Kal, y
determinado a no perder un instante más en este templo. Anduvo a paso veloz por
los corredor y otras recámaras y pronto se estuvo transformando en la esfera
brillante y pequeña, colándose entonces por el acceso único, y unos pocos
segundos después llegó a la superficie, donde encontró a Qumi esperándolo, y
los restos de los monstruos reducidos a escombros, sorprendiéndose por este
éxito que tuviera la Cuidadora del JuSe en tan poco tiempo.
"Increíble", dijo en silencio, a la vez que exhibía el recipiente de
acero mágico.
_Por
casualidad te convertirse en una Alta Selecta?., inquirió, sabiendo que tal vez
fuera lo único que podría explicar fácilmente el triunfo en este tiempo tan
breve.
_Si
- contestó Qumi, contemplando el hallazgo. Ahora tenían dos fragmentos, y
deberían reunirse con sus colegas para hallar el último -. No me di cuenta sino
hasta que pude destruir a uno de los monstruos sin hacer un gran esfuerzo. Una
vez que lo hice, supe que el resultado de la batalla ya estaba decidido. Y fue
a mí favor.
Le
describió de forma resumida como fueron los combate, y de cómo protagonizó
aquellos habiendo accedido a todas sus formas (Selecta, Alta Selecta, natural,
combinada...), comprendiendo que tenía la victoria asegurada, y viendo el
estado en que quedaran los monstruos.
_Y
no tenés ni siquiera un rasguño?... es increíble - la eligió Zümsar, guardando
el recipiente en el cilindro -. Eso habla muy bien de vos, y me puedo ahorrar
el preguntarte si estás en condiciones como para seguir nuestro viaje.
La
Cuidadora sonrió para agradecer el elogio. Lo más grave que tenía era la ropa
sucia con unas pocas rasgaduras.
_Estoy
en las mejores condiciones. Es más, creo que podría quedarme a pelear yo contra
los monstruos en el Aig-Kal - fijo -. Pero me parece que no. Me gustaría que lo
hicieras vos. Es necesario que todos los Cuidadores podamos transformarnos en
Altos Selectos, porque si los fragmentos estaban tan protegidos y ocultos, y
con lo que descubrió el rey Elías...
_Probablemente
exista un reto superior y más peligroso que el de los monstruos en los templos
antiguos. Y si eso es cierto, vamos a tener que ser definitivamente Altos
Selectos - advirtió Zümsar -. Entiendo lo que quisiste decir. Muy bien, Qumi.
Los monstruos en el Aig-Kal... dejámelos a mí. Ahora vamos. Si queremos volver
a la Ciudad Del Sol a la tarde, mejor no perder el tiempo.
_Vamos.,
coincidió la Cuidadora del JuSe.
Y
ambos remontaron el vuelo, teniendo como destino una de las puertas espaciales.
"Lo vamos a conseguir", dijeron al unísono", para darse
confianza y animarse mutuamente.
FIN
--- CLAUDIO ---
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