lunes, 30 de julio de 2018

38b) Yau-Kal


_Por fin llegamos, el templo de la etnia Yau en Nimhu - se alegró el Cuidador de la Casa de la Magia, asomando apenas la cabeza por encima de una formación rocosa. Al otro lado de esta se encontraba su segundo objetivo -. El panorama es el mismo que vimos en el Oi-Kal.
_Entonces no va a ser tan complicado., apostó su colega del Tep-Wo.
El Yau-Kal, y el predio sobre este delimitado por piedras de diversas formas y tamaños, estaba en medio de un área nueve veces mayor - ocho mil cien metros de diámetro - delimitada por una formación rocosa erosionada con el paso de milenios, un cráter formado por un impacto durante el período del bombardeo planetario que después de este fuera usurpada por la etnia ilia proveniente del continente polar del sur.
_Uno de los mayores cráteres formados por aquel cataclismo - dijo Kevin, que sus razones tuvo para planear sobre la formación, en lugar de atravesarla, lo mismo que Marina -. Creo que esta vez no vamos a poder acercarnos sin ser detectados.
_Estoy de acuerdo con eso., coincidió la dama.
El terreno que rodeaba al predio, que se extendía por un radio de tres mil seiscientos metros, tenía unos pocos árboles dispersos no muy frondosos sin ninguna disposición particular y el césped era la forma dominante vegetal. Con eso, los Cuidadores no tendrían como cubrirse entre la formación rocosa y el límite del predio. Por eso mismo es que prefirieron no cruzar por ninguno de los nueve caminos que llevaban al cráter y lo atravesaban, porque de hacerlo por ellos entrarían sabiendo que no estarían cubiertos, y los mint-hu que aguardaban en silencio e inmóviles los detectarían.
_Pero si sabemos que el esquema va a ser el mismo que en el Oi-Kal. Aparecemos atacando con nuestros poderes al máximo, uno de los dos se queda para cubrir al otro, luchando contra los monstruos, y ese otro, o sea yo, se transforma para entrar - resumió Kevin, comprobando que los equipos estuvieran fijos. La causa de ambos justificaba ese peso adicional -. Estás lista para esto?.
_Si, lo estoy., contestó Marina.
_Segura?, ese tono no me convence.
_Te aseguro que lo estoy, pero también nerviosa.
Y le explicó que era su primer enfrentamiento no contra uno, sino contra dieciocho monstruos perfectos, una situación que nadie que conociera previo a esta misión había vivido. Era verdad que ya había debutado en combate, cuando ayudara a Eduardo, Kevin y Lidia a repeler el ataque, a principios del mes pasado, el mismo día en que Zak'lu la nombrara como su sucesora en el Santuario del Viento, pero aquella vez los monstruos fueron cuatro y ninguno estuvo en verdaderas condiciones para pelear, al no haber sido desarrollados de manera perfecta.
_Y no estuve sola. Hubo ese día decenas de hadas, sin contarlos a vos y a Lidia y Eduardo., concluyó Marina.
_Lo vas a lograr, tengo confianza en que si - la alentó su colega y amigo -. Para empezar, y tomá como ejemplo mí caso en el Oi-Kal, ni siquiera todos los monstruos en conjunto representaron una amenaza por la que de verdad me hubiera tenido que preocupar. De hecho, esa fractura fue lo más grave con que salí después de la batalla. Por otra parte, y esto es una ventaja muy importante... creo que la conocés...
_La técnica del vuelo.
Podía surcar el cielo a grandes altitudes y velocidades con la forma feérica, la natural (una cigüeña) y la combinada, un monstruo alado con todo su cuerpo cubierto por un magnífico plumaje blanco, e incluso con su condición de Selecta. Con eso, serían pocas las probabilidades de que uno o más de los mint-hu asestaran un golpe, y ella los podría atacar desde el aire sin preocuparse por sufrir heridas.
_Eso mismo - convalidó Kevin, transformando su bastón en un arma, el canal para sus poderes -, es algo que yo solo puedo hacer con esta forma. Pero siento, Marina, que eso no es lo que de verdad te preocupa, al menos no lo único... Ni lo más importante?.
_Acertaste con las dos cosas, no es lo único ni lo más importante. Eso es esto - señaló con el índice diestro su vientre -. Y si llegaran a haber complicaciones a causa del estrés y las tensiones?. Ninguno de los dos nos perdonaríamos si a nuestro hijo o hija le pasara algo. Lo hablamos antes de salir.
_Lo se, yo estuve allí. En el Castillo Real, cuando estábamos preparando la misión - puntualizó Kevin, adoptando un tono más serio -. Pero seguro que eso no fue todo lo que dijo Taynaq...
_No, no lo fue.
_Exacto - descubrió Kevin -. Qué te dijo después que Zümsar, Qumi, Lidia, Eduardo y nosotros dos hubiéramos hecho el convenio de sangre?.
_" Siempre hay riesgos en una guerra".
El príncipe ucemita lo había comprendido más rápido que su prometida, y sabía tanto como ella que una guerra era lo más peligroso a lo que las hadas podían enfrentarse. El mismo, como segundo al mando del Santuario del Viento, lo había visto de cerca, porque desde la incursión de los Cuidadores, el lugar grandioso se había visto envuelto en cinco ataques. Era cierto que ninguno de los atacantes, dos mil doscientos ilios y ciento noventa monstruos, había tenido la suerte de vivir para ver otro día, pero los triunfos no fueron perfectos, porque treinta y ocho hadas habían dejado sus vidas y otras ciento sesenta finalizaron los enfrentamientos con heridas de diversa consideración. Además, habían fallecido otros treinta seres elementales, entre los que se contabilizaron cien heridos, y el Tep-Wo tuvo numerosos daños.
_El propio príncipe resultó herido y me consta que vos y ese bebé que engendraron juntos fueron sus principales preocupaciones - dijo Kevin -. La posibilidad de cruzar al otro lado de la puerta... nunca la abandonó. Pero tuvo que aprender a convivir con ese enorme temor, que es lo que vos tenés que hacer. Si ninguno de los Cuidadores nos arriesgamos, no vamos a tener un segundo de paz. Quiero decir que estos riesgos tan grandes que estamos corriendo son absolutamente necesarios. Yo también tengo esas preocupaciones, esos temores, y no dejo que afloren, porque si lo hacen van a dominarme, y si eso pasa no voy a poder dar lo mejor de mí, todo lo que tengo, para continuar y completar esta misión.
Pensó - sin concentrarse - en Akmolu, su hijo nacido en Octubre pasado, en Cristal, el amor de toda su vida, y la nueva vida que engendraran juntos. Los ataques a la Casa de la Magia le hicieron temer como nunca por la seguridad e integridad de los tres, y comprendió que esos sentimientos negativos serían una constante durante la guerra, por lo que, si sus intenciones eran hacer correctamente su parte, debería dar lo mejor de sí, hacer todo cuanto estuviera dentro de sus posibilidades y más allá para evitar que esos sentimientos le impidieran accionar y reaccionar con entereza.
_O sea que, durante esta misión al menos, lo que tengo que hacer es olvidarme de esos pensamientos, por más que sea complicado - tradujo Marina, convenciéndose de lo necesario de esa postura. Pensó por unos breves instantes y dijo -. Lo voy a hacer, Kevin. Pero no puedo prometer resultados inmediatos. Creo que mí enfrentamiento contra los mint-hu en el Yau-Kal va a ser... no se, una preparación. Creo que los resultados finales van a verse cuando estemos en el Aig-Kal, o al menos cuando los monstruos se hayan reducido a las dos terceras partes.
_Porque vas a hacerte una idea, con haber destruido a seis mint-hu - interpretó el Cuidador de la Casa de la Magia, echando otra vez un vistazo. De un momento a otro, ambos se lanzarían con todo para recuperar otro de los fragmentos -. Eso es lo que hice yo en el Oi-Kal, y funcionó. Como dije, aprendí a convivir con esos temores y mantenerlos a raya todo el tiempo que sea necesario, que si tenemos suerte y se cumplen esos pronósticos iniciales, por llamarlos de alguna manera, no se van a extender por más de este mes.
_Entonces, lo voy a hacer - decidió y se comprometió Marina, que quiso preguntar, motivada por la esperanza que surgiera de ese pronóstico -. Creés que para el Entoh número uno, o treinta y uno de Enero, recuperemos la tranquilidad y la paz en el mundo, Kevin?.
_No solo lo creo, estoy convencida.
_En ese caso no esperemos más y vayamos al Yau-Kal - decidió Marina, que había asumido la teoría de su colega y amigo. Intentaría no concentrarse en los sentimientos negativos -. No tenemos mucho tiempo, eso lo se. Si de verdad queremos que la guerra concluya al mismo tiempo que este mes o antes, no desperdiciemos un solo momento.
_Están bien esos equipos y tú bastón?.
Con otro vistazo confirmó que los monstruos continuaban inmóviles y en silencio, pero atentos. No bien los dos traspasaran la formación rocosa los verían, ya no sería necesario que llegaran al perímetro circular, y eso daría a los mint-hu el tiempo necesario para organizarse y pensar en algo que fuera efectivo.
_Preparados y listos., confirmó la Cuidadora.
_Siendo así, vamos. No tenemos nada más que hacer en este lugar - decidió Kevin -. Vamos a transformarnos en Selectos, recuperemos el fragmento y acabemos con esto, y después vayamos al Aig-Kal.

Y lo hicieron.

Dándose la mano, para desearse suerte, descendieron por la formación rocosa y se abalanzaron a toda velocidad, sabiendo que los monstruos ya los habían visto. Unas cuantas descargas de color blanco salieron disparadas desde las palmas de la Cuidadora del Tep-Wo e impactaron en los mint-hu más próximos, con la intención de distraerlos y darle de esa manera el tiempo suficiente al Cuidador de la Casa de la Magia para colarse por el único acceso al templo. Y tuvieron éxito, porque los monstruos no vieron como amenazadora para su existencia a una pequeña esfera brillante rojo sangre que estuvo moviéndose rápida y discretamente. En cambio, si lo hicieron con aquella figura formada por aire, la cual en ningún momento había dejado de atacarlos.
Marina siguió con su idea de los ataques aéreos, para mantenerse a salvo de los monstruos. Multiplicación descargas de energía en sucesiones rápida lanzadas desde alturas que podían oscilar entre los doscientos y trescientos metros impactaban de lleno a los mint-hu, pero no les causaban daños, y la Cuidadora empezó a entender que no podría permanecer en esa seguridad que le proporcionaba el hallarse a esa altura por mucho más tiempo. Comprendió que si quería destruir a todos estos enemigos debería estar en la superficie y mantener el contacto físico, porque apoyar sus manos o el bastón en los monstruos implicaría causarles un daño definitivamente mayor y eventualmente mortal, debido a las grandes cantidades de energía no descargadas desde la distancia. Marina se posó en el suelo y lanzó otra vez la ráfaga de descargas contra uno de los monstruos, al tiempo que se iba acercando a este y los otros trataban de atacarla a ella, al que dio un fuerte golpe con el bastón en la cabeza. "No lo creo, funcionó!", exclamó, observando al desafortunado minhu cesar todo movimiento y partirse en varios fragmentos. Evidentemente, fue la conclusión de la Cuidadora del Tep-Wo, su primera víctima había quedado dañada a consecuencia de la acción conjunta de las casi tres centenas de descargas que recibiera, de más de mil quinientas que lanzara Marina, quien ya desde el principio había decidido que sería más sencillo y duraría menos la batalla si en lugar de atacar a todos los monstruos al mismo tiempo se concentraba en ellos de a uno por vez, y al empezar su descenso en la formación decidió que el primero en su lista fuera este, que en ese instante había sido el más cercano al acceso al templo subterráneo. "El fin justifica los medios", dijo en su mente, recordando que una de las advertencias, o consejos, que le dieran los organizadores de la misión, puntualmente la reina de Insulandia y su par de Mibiroq, esta última como dirigente del CSP, acerca de las implicancias de usar grandes cantidades de energía en una franja de tiempo corta a muy poco de haber alcanzado la condición de Selecta. "Necesitás de mucha práctica para acostumbrarte y no sentir el agotamiento ni el cansancio", fue una de las frases que más oyera, lo mismo que los otros Cuidadores, durante los preparativos. Pero, ahora que estaba al fin en una batalla, en que lo que estaba en juego era nada más y nada menos que su vida (y la de su hijo o hija) y el futuro de todos los seres elementales, incluidas las hadas, comprendió que le sería difícil, cual no imposible, seguir ese consejo. Los monstruos se movían muy rápido, por lo que la dama prácticamente no tenía tiempo para pensar ni concentrarse en una estrategia en particular, lo que la hizo asumir que gran parte de lo que ocurriera en esta batalla, o todo, sería instintivo y dependería ella de sus reflejos y habilidades, tal como lo hiciera con la primera de sus víctimas. "Y también con la segunda", apostó, enfocándose en otro minhu. En este, en tanto descargaba los rayos con la mano derecha para mantenerlo a raya, usaba la telequinéticas con la izquierda, para aprisionarlo con los restos del monstruo destruido, y cuando lo tuvo inmovilizado, le asestó un tremendo golpe con el bastón en la base del cráneo, y eso fue todo para otro de los defensores del templo. "Habré establecido una marca, por casualidad?", se preguntó Marina, consciente de que únicamente habían pasado tres minutos. En apenas ciento ochenta segundos, había logrado lo que a las hadas más experimentadas y poderosas les tomara semanas y decenas de vidas, en los últimos sesenta y nueve días de la Guerra de los Veintiocho; eliminar a dos monstruos que eran prácticamente invulnerables. Este hecho fue además una importante ayuda anímica para la Cuidadora, quien volvió a la carga decidida a obtener el triunfo, pensando en todo lo que la aquejaba y preocupaba, no en lo negativo, sino en que aquello, incluidos sus seres queridos (familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo...), en que pudieran tener un mañana sin la necesidad de pasar uno atrás de otro los días teniendo sobre los hombros la idea de ser atacados por los ilios en cualquier momento. Hurgó la Cuidadora en su mente, en tanto destruía al tercer monstruo, y advirtió que esa había sido precisamente una de las preocupaciones principales de las hadas y otros seres elementales desde el dieciséis de Abril de cinco mil ciento siete, por aquellos días Llol número dieciocho, al no haberse inventado el neo calendario, cuando llegara a su fin la Guerra de los Veintiocho (el período más oscuro de todos los tiempos); que los ilios buscaran contraatacar, vengarse de cada una de las especies elementales que los dejaran en esa situaciones tan caótica y provocaran una catastrófica reducción numérica de ciento noventa y seis millones a sesenta y tres y cuarto de individuos. Ese momento finalmente había llegado, aunque no como los mortales y eternos enemigos de las hadas lo quisieron - el manifiesto en las manos de los Cuidadores hizo que tuvieran que adelantar sus planes - y el temor se habían convertido en realidad, por lo que todos los seres elementales estaban en vilo, con el convencimiento de que debían preocuparse por todo y por todos como nunca antes lo hubieran hecho, y no serían pocas las voces en pensar en la cercanía del instante en que tuvieran que cruzar al otro lado de la puerta. Todos sabían que nada ni nadie que estuviera delante de los ilios y sus monstruos estaba ni estaría a salvo, porque que cada uno de los seres elementales, sin importar su especiación (sexo, edad, color de piel, país de nacimiento...) se unieron como nunca lo habían hecho con este fin, el bélico, y decidieron responder a cualquiera de las agresiones ilias, cada uno haciendo lo suyo e interactuando para obtener los mejores resultados. "Y eso es lo que estoy haciendo", reafirmó Marina, lanzando una descarga tan poderosa y fulminante que destruyó al cuarto minhu sin mayores dificultades que los tres anteriores. La Cuidadora del Tep-Wo sabía que sus responsabilidades, como así también las de sus colegas, eran superiores a las de los demás, incluso a las intensivas labores que llevaban a cabo los funcionarios políticos y militares de todos los rangos y las hadas guardianas y guerreros de otras especies que estaban luchando. De ella y los Cuidadores dependía apoderarse de los fragmentos, porque en ellos estaba la clave para la derrota total de los ilios. "Y ponerle fin a un enfrentamiento que se remonta al período del bombardeo planetario", sentenció Marina, recurriendo por primera vez al Impulsor para destruir al quinto enemigo, al que atravesó lanzándole el bastón directo al cuello. El hada estaba exultante a causa del resultado que iba obteniendo, media decena de mint-hu reducidos a escombros en poco más de diez minutos, y ni siquiera estaba cansada o herida, justamente lo contrario a lo que milenios antes le pasara a todos cuantos se enfrentaran a estos monstruos; y estar absolutamente concentrada en eso había logrado que no le dedicara un segundo a sus preocupaciones y temores. Decidido a no hacerlo, volvió a la carga intentando concentrarse en un monstruo en particular, pero esto seguía siendo, sino imposible, muy difícil. Los trece enemigos que quedaban peleaban constantemente al máximo de sus capacidades, lanzando un golpe atrás de otro y haciendo espectaculares demostraciones de sus habilidades, lo que eventos complicando el desempeño de Marina, que se veía obligada a atacar y defenderse de o esquivar los ataques al mismo tiempo, algo que la estaba llevando al límite de sus poderes. "Probablemente los supere", empezó a convencerse, viendo como uno de sus rayos impactaba en el hombro izquierdo a un minhu y le seccionaba ese brazo, generando algo que llegó pocos segundos más tarde, su destrucción. Otra vez el bastón había sido usado como lanza, esta vez para atravesarlo desde esa parte del cuerpo hasta el lado opuesto de la cintura; la estructura corporal quedó muy comprometida y el desafortunado monstruo agrandó la cantidad de escombros esparcidos en el césped. "La tercera parte de los mint-hu destruidos en... Un quinto de hora?", pensó. Aunque no le importaba el tiempo transcurrido ni llevaba la cuenta exacta, aún sabiendo que era urgente que concluyera su tarea cuanto antes, reconoció que esa marca sería un refuerzo anímico y moral para ella. En tanto se concentraba en otro de los monstruos, reuniendo grandes cantidades de energía alrededor de aquel, pensó en que su familia se sentiría orgullosa, en cuanto les hubiera contado con todos los detalles este enfrentamiento a muerte en el Yau-Kal.

Kevin, bastón en mano y habiendo reasumido la condición de Selecto, tuvo que andar con sumo cuidado y extremar todas las precauciones desde el mismo que en que llegara a la primera recámara, porque en el momento en que sus pies tocaron una de esas viejas y descoloridas baldosas, no tuvo más que una fracción de segundo para advertir que se había parado sobre una de las trampas caza bobos diseminadas por el Yau-Kal, en este caso un compartimento oculto disimulado por esa baldosa, en el cual los ilios instalaran metales oxidados, que fácilmente habrían traspasado los zapatos del Cuidador y provocado en este una infección potencialmente fatal. "Como si no tuviera ya algo grave en los pies", comentó para sí, aliviado y contento porque sus reflejos no le hubiesen fallado. Pero las aventuras de Kevin recién empezaban.
 Debía registrar minuciosamente más de un kilómetro de oscuros, antiguos y lúgubres túneles y las ocho recámaras, esos numerosos muebles atestado con los objetos de todas las procedencias y épocas, recuperar el recipiente de acero mágico y volver a la superficie junto a Marina para ir juntos al séptimo y último templo. Kevin se convenciones, en tanto empezaban a registrar una de las estanterías, que sus colegas y amigos ya habrían obtenido dos de los fragmentos, Qumi y Zümsar en el Eri-Kal y Eduardo y Lidia en el Mel-Kal, y que ambos dúos de Cuidadores debían estar ahora viajando a sus siguientes objetivos, los templos Bol, en Sâmqei, u Nem, en Mubge. Los seis habían prometido reunirse alrededor del mediodía. "Quién baja y quién se queda en la superficie?", se preguntó nuevamente, recorriendo con la vista otro mueble, moviendo con las manos y sus habilidades telequinéticas parte de los objetos, porque no habían hecho planes al respecto. Lo más cerca que estuvieron de resolverlo fue una teoría de la Cuidadora del Templo del Fuego, que propusiera la división en grupos de tres, y que se quedaran para enfrentar a los monstruos los que estuvieran en las mejores condiciones físicas, algo con lo que los demás pareciera mostrarse cierta concordia, y además, los hombres, escepticismo. "No lo podemos consentir, cierto?", se preguntó el Cuidador de la Casa de la Magia, continúan de la inspección de la recámara. El sabía tanto como sus colegas de la MabDe y el Vinhäe que no permitiría que las mujeres corrieran ese peligro, si podían evitarlo, y había razones, no solo ese gesto de caballeros, para oponerse, las cuales el artesano-escultor estuvo reviviendo en su mente en tanto continuaban el recorrido y la inspiración por la primera recámara y luego en la segunda. Qumi había pasado doscientos años transformada involuntariamente en una estatua de vulcanita, a consecuencia de un error motivado por haber comprobado la existencia del manifiesto de los ilios y su ubicación; y no sería justo que hubiera conseguido recuperase solo para dejar su vida en esta guerra. "Merece vivir hasta alcanzar la expectación de vida y superarla", deseó Kevin, abandonando la primera recámara. Por su parte, Marina, con quién el marido de Cristal estaba formando un dúo, estaba comprometida y a la espera de un hijo o hija que nacería en algún momento de la primera quincena de Octubre. Con ese porvenir, sería una catástrofe moral descomunal y un golpe devastador para la comunidad feérica a escala planetaria si ella cruzara al otro lado de la puerta. Sería lo mismo en el caso de la Cuidadora del Vinhuiga. Una nena de diez años falleciendo implicaría otro golpe de iguales dimensión, en especial para sus padres y los híbridos (entre estos, sobre todo, los nacidos de un hada y un vampiro)quienes nunca habían llegado a una posición de tanto prestigio. "Y por eso tenemos que evitar que a ellas les llegue el momento. No es bueno ni por error y todos lo vamos a lamentar", insistió Kevin, ya en la segunda recámara. Al mismo tiempo, pensaba en que sus colegas del sexo masculino y el mismo estaban expuestos a los mismos peligros potencialmente mortales que las mujeres y quizás más, considerándola quiénes y lo que eran. Zümsar fue uno de los primeros sujetos de prueba para esa pócima de control mental que desarrollaran los ilios, y ahora el Cuidador estaba unido en mate con Iris, la peor pesadilla que alguna vez hubieran tenido los eternos enemigos de las hadas, además de haber sido ellos los que capturaran algunos de los integrantes de la cadena de mando ilia y eliminado a defender, cuando no centenas, de individuos en pocos días. Por ello, el Cuidador de la MabDe era uno de los blancos prioritarios, lo sería en tanto continuara la guerra. Eduardo había sido señalado, el mismo insistía con que había una equis dibujada en su espalda, como enemigo por los ilios desde el mismo que de su llegada a este planeta, a mediados de Enero de diez mil doscientos cinco, y su origen explicaba esa marca, porque si los ilios sentían una profunda y total aversión por cualquiera ajenos a su raza, ese sentimiento sería definitivamente más notorio y profundo con una persona que no solo no era (no había sido) de su especie, sino tampoco del planeta. "Y quedo yo, el Cuidador de la Casa de la Magia y descendiente de Ukeho", concluyó Kevin el repaso. Los dirigentes ilios le habían hecho creer a las masas que las artes mágicas eran invenciones de la Trinidad Maligna y por tanto debían repudiarse y rechazarse. Con esto, el artesano-escultor, identificado como uno de los invasores del Oi-Kal hacía pocos días, era otro de los blancos prioritarios. Ya desde el mismo momento en que Qumi despertara se había advertido que si uno o más de los Cuidadores caían en batalla sería un golpe moral para todos los seres elementales, quienes a conseguir de eso podrían colapsar y entrar en pánico a largo plazo, al enterarse que los ilios y sus monstruos pudieron derrotar a las hadas más poderosas. "O desde antes", arriesgó Kevin, concluyendo la revisión de la segunda recámara y yendo a la tercera, remitiendo su memoria al día en que el, Eduardo y Lidia se convirtieran en los herederos de Rorha, Biqeok y Seuju. En esa jornada, el cinco de Enero / Baui número cinco de hacía poco más de un año, algo que las hadas supieron con los interruptores recientes, los ilios descubrieron que los tres habrían de representar con total seguridad un contratiempo y una amenaza a sus planes para la dominación mundial, no importaba cuando empezaran esas tareas, una situación que para ellos hubo de agravarse a finales del año, empezado Diciembre, con la aparición de Marina, la sucesora de Zak'lu, en el Tep-Wo, y decididamente empeorar con la recuperación de Qumi, la única persona que podría de verdad entorpecer esos planes antes que empezaran a ejecutarlos, al alertar a sus pares sobre la existencia y ubicación del objeto que los podía delatar: el manifiesto. En ese texto antiguo - repasaba el Cuidador, de camino a la siguiente recámara - alertaba sobre las invenciones de los ilios para la guerra; los potenciadores de cualidades, bastones, guantes y las píldoras, sus nuevas y más efectivas armas, los monstruos aún más poderosos que los mï-nuqt, uc-nuqt y mint-hu y la absorción de la energía de los ilios que murieran por parte de los sobreviví, además del desarrollo de un alfabeto y el sistema de escritura complejo; el fraude que era la religión, ideada por los dirigidos para someter a las masas; el sistema de gobierno mucho más complejo de lo que se creía; el hecho de dejar que el Movimiento Elemental Unido atacara primero, pues eso, aunque tuvieran que morir millones, les sería funcional (a la larga lo vieron como un error, porque no fueron capaces de advertir semejante reducción numérica), los robos de elementos que ellos consideraran de valor para sus ambiciones y planes, el dominio de las artes mágicas por parte de los dirigentes, los problemas de infertilidad en los dos sexos que afectaran a numerosas especies elementales y la especiación acelerada en los dones o atributos de las hadas antes y después del Primer Encuentro. Con el manifiesto en poder de los seres feéricos y tres de los suyos capturados, los ilios comprendieron que había que adelantar los planes y lanzaron decenas de ataques simultáneos en todo el mundo. La guerra empezó y todos los seres elementales se vieron comprometidos. "Se habrán enterado que sabemos lo de los fragmentos?",  se preguntó Kevin, recorriendo los muebles de la atestada recámara. De ser así, no podrían hacer nada para evitarlo, porque ni siquiera estos mint-hu perfectos habían sido capaces de detener a la amenaza máxima para la sociedad ilia y sus planes: los seis en trabajando juntos. "Definitivamente no tienen oportunidades contra nosotros", sentenció Kevin, absolutamente convencido.

En la superficie, la Cuidadora del Tep-Wo seguís con la suerte de su lado, pues había destruido a otros dos monstruos y mí estos no los otros le habían podido poner un dedo encima. Marina hizo todo el tiempo demostraciones de sus destrezas y habilidades, contra la que los mint-hu no tuvieron oportunidades.  Aún con lo suyo, eran lentos en comparación con el hada, quien tenía en su peso y altura las principales ventajas a la hora de moverse y maniobra. "Y estos eran los monstruos prácticamente invencibles?", dijo con un tono de burla, planeando s una distancia prudente y mirando hacia abajo, a los enemigos que se sabían impotentes al no poder hacer más que saltar intentando alcanzarla, provocando temblores al volver a impactar en la superficie
 Al mismo tiempo, la Cuidadora sabía que sus ataques desde esa distancia, por más fuertes y precisos que fueran, no tendrían otros efectos MSC que esas posibles quemadura y ennegrecimientos en el cuerpo de los monstruos, y para el momento en que lograra, si lo conseguía, pasarían horas, y tiempo era lo único que de verdad Marina no tenía. "Abajo, entonces", decidió, descendiendo abrupta y velozmente en picado, usando su propio cuerpo como arma, atravesando a uno de los monstruos, que en ese mismo instante había vuelto a saltar, en el vientre. El minhu fue destruido en el aire, a cincuenta metros de la superficie, enviando fragmentos de roca de diversos tamaños en todas las direcciones. En otra impresionante demostración, Marina evitó dar contra el césped después de atravesar al enemigo, remontando otra vez el vuelo en un ángulo muy poco pronunciado que no debió superar los veintiún grado. Acto seguido, usó la misma técnica, la de lanzarse a esa velocidad de vértigo, pero está vez en horizontal, a un metro del suelo, y usando el bastón y el Impulsor para suplir la fuerza que faltaría, y destruyó sin esfuerzos ni complicaciones al décimo minhu, ante los gestos de desconcierto y estupefacción de los otros, quienes en poco más de un quinto de hora vieron reducida su fila a menos de la mitad sin poder hacer nada por evitarlo ni cumplir su objetivo. Aún así, con su número reducido de dieciocho s cinco, estaban dispuestos a pelear hasta el final y obedecer su orden imperativa: sin importar a qué raza pertenecieran, todos cuantos intentaran entrar al Bol-Kal debían ser eliminados, y eso harían. Uno de ellos estuvo a punto de asestaran un golpe a la Cuidadora, aprovechando esos dos segundos en que ella se posara en la superficie para ejecute una de sus técnicas, acumular grandes que de aire para lanzarlo en una descarga, y ese fue un grave desacierto que al monstruo le costó la vida, porque Marina encauzó el aire a través del bastón y lo lanzó hacia el desafortunado oponente, a quien tuvo a menos de un metro de distancia. "Otra vez éxito y reflejos", dijo, con un suspiro, al haber destruido a este enemigos y cubrirse usando su propia energía de los fragmentos. "Te agradezco tus palabras, Kevin", volvió a decir en su mente, porque su amigo y colega le había dicho que todos y cada uno de sus pensamientos debían estar absolutamente concentrados en la batalla, y eso había hecho desde el principio - eso le había servido ademán para no pensar en lo triste y negativo -. Pronto, la cantidad de monstruos que quedaba en pie de redujo a seis, e inmediatamente luego a cinco, o que la indujo a pensar que había alcanzado al fin el estado completo de Selecta, porque, esto era algo conocido por la totalidad de las hadas y otros seres elementales (otra gran pesadilla para los ilios) no se trataba solo de transformar el cuerpo en uno de los elementos de la naturaleza, sino de usar todo su poder al máximo desde el inicio sin agotarse, como si fueran expertos en el dominio de esa condición. Eso, pensaba la Cuidadora, tendrían que aprender, y pronto, sus cinco colegas si deseaban dar varios pasos más para ganar la guerra contra los ilios y vencerlos definitivamente.

Kevin concluyó la revisión de la quinta recámara y se marchó de ella con las manos vacías y una expresión amarga en la cara, pues no había visto allí ni en los espacios anteriores más que los artículos propios de los ilios y otros robados por estos. “Espero que el fragmento esté en este lugar”, deseó otra vez, caminando por uno de los oscuros corredores, alerta por la posible presencia de las trampas caza bobos. Al llegar a la sexta recámara, un nuevo pensamiento apareció en su mente, ajeno o propio a esta misión como una parte del todo y la guerra como el todo mismo según se lo mirara. “¿Qué pasaría si aparecieran los Cuidadores para los otros lugares grandiosos?”, se preguntó, observando que, entre las decenas de artículos que atestaban una repisa había ilustraciones de las hadas de los animales y de las plantas (cada uno de estos atributos tenía sus propias especiaciones) cumpliendo sus actividades laborales. “Creo que haríamos una diferencia aun mayor”, apostó, con el convencimiento absoluto de que así sería. Aún quedaban ocho lugares grandiosos, en diferentes puntos del globo, los cuales llevaban entre trescientos cincuenta y seiscientos años sin sus máximas figuras de autoridad, que esperaban, tanto como el personal que trabajaba en cada uno, tanto como la totalidad de la población, ansiosos por recuperar esa parte de su esplendor que les faltaba.  El sabía tanto como cualquiera que muy rara vez los Cuidadores estuvieron todos juntos, menos de siete, desde que se construyera e inaugurara el más nuevo de estos lugares, en los tiempos en que la religión biteísta de las hadas aun no llegaba a su período de esplendor máximo. Durante la presencia de esas figuras de autoridad (el Cuidador y su segundo al mando), los lugares grandiosos estaban durante su período de esplendor, así había sido desde el inicio, cuando la figura máxima era el sacerdote o la sacerdotisa, los intermediarios entre la población y las figuras máximas de la religión: Vica, la diosa de la vida y la luz y personificación del Sol, y Aldem, el dios de la muerte y la oscuridad, la personificación de la Luna. Además, estar catorce hadas siempre fueron, en grupo, un pilar fundamental de la sociedad y la cultura no de los seres feéricos solamente, sino de todas las especies elementales, con la única excepción, por supuesto, de los ilios, quienes desde antes de su llegada a Centralia, en donde estaban siete de los lugares grandiosos, de los cuales cuatro estaban dedicados a los elementos principales de la naturaleza. Ese era otro de los factores que había retrasado por milenios los planes de conquista, todos estos, de los ilios, una sospecha mantenida por miles de años que quedara confirmada con los interrogatorios que un puñado de hadas, lideradas por Elías, rey de Insulandia y príncipe de Ártica, llevaran a cabo en la primera quincena de este mes. “Habría que hacer con ellos lo mismo que con la MabDe”, propuso el Cuidador de la Casa de la Magia en su mente, pensando que, ante la perspectiva de la guerra, se había propuesto la posibilidad de convencer a cada una de las hadas cuyo don se relacionara con el elemento luz para que se presentara en la MabDe, algo inmediatamente cancelado por la aparición de Zümsar, quien hasta allí había llegado, con Iris, a consecuencia de una batalla. Habiendo entrado a la séptima y anteúltima recámara, se convenció que los lugares grandiosos con los puestos máximos vacantes estarían tan expuestos al ataque de los ilios y sus monstruos como los otros, por lo que decidió pedir a los dirigentes del Consejo Supremo Planetario y la Mancomunidad Elemental que destacaran en ellos tantas hadas guardianas y defensas como fuera posible en cuanto estuviera de vuelta en la Ciudad Del Sol. “Esos lugares tienen que quedar intactos, no importa lo que demande”, dijo, examinando los artículos, tan variados como numerosos.

Marina continuó teniendo suerte en su violenta batalla contra los mint-hu. En apenas cuatro minutos había destruido a otros tres, nuevamente haciendo esas espectaculares demostraciones de sus poderes y habilidades, algo contra lo que este trío de víctimas, tanto como las trece anteriores, no tuvieron defensas, pese a lo poderosos y resistentes al daño que eran. Movimientos que no tendrían absolutamente nada que envidiar a los de los mejores gimnastas y atletas, y ataques dignos de una auténtica hada Selecta (lo que era de verdad la Cuidadora del Santuario del Viento). Su decimocuarta víctima terminó envuelta en una fuerte ventisca que lo envió varias decenas de metros hacia arriba y, en el momento en que empezaba a caer, Marina usó su bastón a modo de lanza y lo atravesó, estallando entonces el minhu y comprobando la dama que, en efecto, su condición de auténtica Selecta no quedaba limitada a ella, sino que también se extendía  a este atributo de mando. El decimoquinto monstruo tuvo como última visión del mundo a la Cuidadora trepándose sobre el antes de darle el fuerte golpe en la base del cráneo, y, acto seguido, la decapitación del monstruo, con el muy filoso borde exterior del símbolo del viento en uno de los extremos del bastón, y el decimosexto aplicó su técnica extrema, aunque no tuvo los resultados esperados. Aunque sabía que una explosión así ni siquiera le causaría heridas menores, máxime estando transformada en una Selecta, Marina se protegió creando una burbuja con su energía que no solo neutralizó los efectos de la explosión, sino que los absorbió, y la energía cinética terminó por devolverle a la dama las escasas fuerzas que perdiera desde que empezara la batalla. Estando intacta y en sus mejores condiciones, la Cuidadora del Tep-Wo se concentró entonces en los restantes enemigos, los que estando dañados y sabiendo que sus oportunidades eran remotísimas, sino inexistentes, continuaron con su orden imperativa. “Vamos”, los alentó Marina, con una sonrisa y cruzando los brazos. Los monstruos se abalanzaron contra ella, pero antes de que cualquiera hubiera estado siquiera a la distancia necesaria como para asestar un golpe, cayeron víctimas de su propio descuido e imprudencia, porque la Cuidadora, sabiendo que no valía la pena esforzarse ni moverse, se limitó a usar la telequinesia para elevar los fragmentos de mayor tamaño y golpearlos con ellos. LA superficie corporal de ambos mint-hu se resquebrajó y quedaron hechos añicos delante de Marina, que habiendo visto el fin del peligro alzó los brazos en señal de triunfo y recuperó la forma feérica. “¿Así que esto es ser una Selecta?”, se preguntó, todavía impresionada por esos descomunales poderes que había alcanzado, sentándose en el suelo con las piernas extendidas y los brazos a los lados. Había decidido quedarse a esperar a Kevin, cubriéndolo de posibles nuevos ataques de los ilios y sus monstruos, tal como el Cuidador hiciera en el Oi-Kal. Siguió su consejo constantemente, sobre no dedicarle sus pensamientos a lo triste y lo negativo y tuvo en ello una de las claves que hicieron posible su triunfo; concentrarse únicamente en obtenerlo hizo que no se distrajera con esas cosas que eran, sin embargo, en extremo importantes. No estaba exhausta a consecuencia de los esfuerzos y tampoco tenía heridas. “De hecho, estoy intacta y en excelentes condiciones”, se dijo, haciendo otra demostración de sus habilidades, atacando los remanentes de los monstruos con pequeñas descargas para reducir su tamaño, y estaba por pulverizar una cuando vio emerger a Kevin, exultante y con el recipiente de acero mágico en la diestra.

“¡Me aburro!”, protestó el marido de Cristal, derrumbando varias decenas de objetos con una sola mano, para aliviar una parte de la frustración que sentía al no haber podido localizar el precioso objeto en las siete recámaras anteriores ni en esta, la octava y última, a la que llegara hacía tan solo cinco minutos. Lo urgía completar su parte e ir nuevamente a la superficie, pues, aunque mínimas, sus dudas tenía al haber consentido con que su colega y amiga se hubiese quedado sola expuesta al peligro que representaban esos dieciocho monstruos construidos sin errores. Tenía el consuelo, quizás el único, o el más importante al menos, en las comunicaciones mentales que la reina Lili estuvo manteniendo con el (y los otros Cuidadores también), algo previamente acordado, cuando organizaban la misión, para decirles que ni los ilios ni los monstruos creados por ellos habían conseguido traspasar los límites de la Ciudad Del Sol ni ninguna otra capital. Más que eso, ninguno de los lugares grandiosos, tuvieran o no a sus figuras de autoridad, había colapsado, aunque si hubo ataques sobre ellos que fueron repelidos por las hadas guardianas y sus líderes interinos – Lara, Cristal, Isabel, el príncipe Taynaq, el hermano de Qumi y, en el caso de la MabDe, su equipo de notables – y que costaron el triste precio d una centena de seres feéricos y elementales entre quienes estuvieron allí para defenderlos. “Esas son buenas noticias”, se había estado alegrando Kevin, a medida que la soberana insular actualizaba la información.  Con el último de los mensajes tuvo algo de calma, porque Lili le había hecho saber que Cristal estuvo nuevamente en la Casa de la Magia sin haber tenido contratiempos en el viaje hasta allí desde Plaza Central. El Cuidador usó eso como atenuante de la impaciencia y retomó la búsqueda del recipiente en esa recámara, el último lugar que quedaba por registrar. Si sus cálculos (y deseos) eran correctos, los Cuidadores ya estaban en posesión de tres fragmentos y en estos momentos debían estar en los templos de las etnias Bol y Aig buscando otros dos. Y fue una suerte que hubiera recibido uno ese envión anímico, porque estuvo a punto de usar sus poderes para destruir uno por uno los muebles y elementos que abundaban  en ellos, hasta que el único objeto que quedara allí fuera el recipiente de acero mágico. “¡Por fin!”, se emocionó, al cabo de unos minutos, al verlo, sepultado entre parte de la variedad que echara al suelo, en donde había pasado inadvertido a consecuencia de sus colores, a tono estos con el resto de los objetos. “¡Ahora tenemos cuatro!”, se alegró, recuperando el recipiente, caminando entre los artículos esparcidos y determinado a abandonar el Yau-Kal. Transformado otra vez en un Selecto, para quedar invulnerable a las trampas que pudieran quedar activas en los corredores y otras recámaras, ilusionándose con que la derrota de los ilios de verdad podía darse antes de fin de mes, halló el acceso y empezó el lento ascenso, siempre con la precaución delante suyo, y unos pocos segundos después vio la superficie, en que abundaban los restos de todas las formas y tamaños, lo que quedaba de los dieciocho mint-hu, y al a la Cuidadora del Santuario del Viento, mientras asumía su forma feérica y con las dos manos sostenía, cargado de orgullo y satisfacción, el recipiente. “¡Ahora ya tenemos cuatro!”, exclamó, dándose cuenta que la dama había tenido mejores resultados que el en la batalla, porque no le vio una sola herida ni signos de agotamiento, por lo que le preguntó, mientras caminaba hacia ella y pasaba a sostener el recipiente solo con la diestra, cómo había obtenido el triunfo sin esforzarse y en tan poco tiempo.

_Alcancé un estado perfecto mientras estuve con la condición de Selecta- explicó marina, incorporándose  poniendo este segundo recipiente con el otro, en el cilindro mágico –, y tengo que decir que eso fue posible gracias a vos.
_Por las cosas que te dije antes de que traspasáramos la formación rocosa, sobre hacer a un lado esos pensamientos negativos., advirtió Kevin.
Marina sonrió.
_Si, por eso mismo – ratificó, mientras empezaban a alejarse del templo. Su siguiente e inmediato destino era la puerta espacial, la cual los dejaría a menos de un quinto de hora del Aig-Kal –. Tuviste razón cio eso y vistos los resultado, voy a hacer exactamente lo mismo si en el último templo me toca quedarme en la superficie a pelear.
_Al menos lo vas, o lo vamos, a hacer sin tantas preocupaciones. Y eso es muy bueno.
Dijeron unas pocas palabras acerca de los reportes tranquilizadores de la reina de Insulandia. El Tep-Wo y la Casa de la Magia, como así también los otros lugares grandiosos, contaron con las suficientes defensas que les permitieron repeler todos los ataques, y tanto el príncipe Taynaq como Cristal habían actuado con arrojo y heroísmo en los combates.
_Eso nos va a ayudar mucho – apostó marina, trepando con extrema facilidad la formación rocosa. Podría haberla cruzado volando, pero consideró que no había “hecho el suficiente ejercicio” en el templo – Eso y nuestro número. Si uno solo de nosotros pudo destruir a dieciocho de los monstruos más poderosos en un tiempo muy corto, no hay dudas de que tres vamos a lograr otra marca. Tres contra dieciocho, seis mint-hu por cada uno. Tenemos asegurado el triunfo en el Aig-Kal.
_Eso ni se discute., coincidió Kevin.
Y ambos Cuidadores salieron de allí con la misma facilidad con la que llegaron, decididos a hacer todo cuanto estuviera en sus manos para obtener el último fragmento y volver a Del Sol en el tiempo estipulado.


FIN


--- CLAUDIO ---

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