sábado, 25 de agosto de 2018

48) Final, parte uno

_Y para mí fue un honor haber estado acá, con ustedes.

Con esa sola frase, los Cuidadores concluyeron sus palabras, en esas reuniones que mantuvieron con gran parte de los empleados de los lugares grandiosos, entre las veintidós treinta del vigésimo octavo día del mes y las dos de la mañana del vigésimo noveno. En ese espacio de tiempo de dos diez minutos, los herederos de Biqeok, Seuju, Zak'lu, Qîma y Musebqar - Eduardo, Lidia, Marina, Qumi y Zümsar - explicaron a los equipos de notables y el personal jerárquico del Templo del Agua y el del Fuego, el Santuario del Viento, el Hogar de la Tierra y la Casa de la Luz, con todos los detalles, cada cosa de la que estuvieron hablando en la oficina de los reyes que estuvo referida tanto a una como a las otras misiones. Hablaron acerca del ofrecimiento de Jule, Taknu, Dalia e Imeleuq para destruir las urnas y los remanentes de los líderes primitivos ilios, objetos que desencadenaran, al quedar expuestos a la luz solar y el aire, la tragedia inevitable; de la formación de un equipo especial de mil seres feéricos poderosos para enfrentarse y destruir a los monstruos, los últimos cincuenta mil, antes que estos pudieran llevar el caos y la muerte allí donde fueran; de la tarea asignada a Akmi, Lina y Kevin para eliminar a un monstruo que reunía sus técnicas y habilidades...

... Y de la más temible de todas las armas que desarrollaran los ilios, la cual, de entrar en funcionamiento, habría de marcar el fin del quinteto de lugares grandiosos y hacer de Eduardo, Lidia, Marina, Qumi y Zümsar los últimos Cuidadores.

A medida que los Cuidadores fueron hablando, explicando e ilustrando, sus oyentes fueron cayendo víctimas de la sorpresa, conmoción y quedando absolutamente estupefactos, pues nunca creyeron capaces a los ilios de concebir algo como eso, sobre todo sabiendo que las hadas y otros seres elementales permanecían atentos, vigilando sus movimientos, temiendo que alguna vez buscaran la venganza por las desgracias que sobrevinieran para ellos durante la Guerra de los Veintiocho, en la cual habían muerto más de ciento veintiséis millones de ilios. Los lugares grandiosos iban a perderse a causa de ese último recurso no bien entrara en plena vigencia, a las catorce horas en punto del treinta de Enero / Baui número treinta. "Cuando ese momento llegue, este lugar tiene que estar vacío", había dicho Eduardo a esas más de cuatrocientas personas congregadas en uno de los auditorios, consciente del enorme peligro que se cernía sobre las cabezas de todos, e Isabel, a su lado, complementó diciendo que era muy poco el tiempo de que disponían para esa "evacuación", por lo que debían ponerse manos a la obra inmediatamente. "Tenemos un día y medio", indicó la segunda al mando, consultando ese bonito y ornamentados reloj en una de las paredes. Habían pasado situaciones idénticas en el Templo del Fuego, donde la nena híbrida y su madre hablaron a otra multitud; en el Hogar de la Tierra, donde Qumi se había lamentado porque su vuelta hubiera sido tan breve y que fuera la última Cuidadora, en tanto Atilio, su hermano, se esforzaba tanto como todos los presentes allí en aceptar la irreversibilidad de la situación; en el Santuario del Viento, donde Marina y Taynaq veían con los peores ojos la idea de ser los últimos responsables, un sentimiento triste que se incrementaba, considerando que llevaban en esos cargos un tiempo relativamente corto; y en la Casa de la Luz, en que Zümsar habló a la multitud acompañado por Jule, lamentando ambos que las cosas tuvieran que ser así, porque, entre todas las tareas que habían diagramado para hoy, estaba el nombramiento oficial de la antigua defensora de Bagme como segunda al mando de la institución. Era un colapso social, cultural e histórico para las hadas, y aunque estas sabían perfectamente que iban a recuperar - de eso cabía la posibilidad también de que lo hicieran los propios lugares grandiosos -, eso no iba a ser posible en el corto plazo. Sería, así lo definieron muchos, desde que se descubriera el secreto de los ilios, uno de los peores golpes (emocional, por sobre todas las cosas) que recibiera el colectivo de la raza feérica desde los tiempos más lejanos, quizás, apostaron infinidad de voces, desde los albores del Período de Organización. Algunas de esas voces, a propósito de esto, habían dado los primeros pasos en lo que al futuro se refería: Qué hacer una vez que los lugares grandiosos se hubieran perdido y el guerrero hubiera sido destruido?. Y una posible solución había aparecido de la mano de uno de los pocos individuos, porque si había algo que caracterizaba a las hadas era que nunca o casi nunca improvisaban, especialmente si se trataba de casos como este, en que la víctima era el acervo cultural no solo de la especie dominante, sino de todos los seres elementales. Esa posible respuesta era la recuperación, como plantearan los Cuidadores, pero también monumentos, tanto o más esplendorosos que cualquiera de los construidos hasta ese momento en el mundo, que tuvieran la forma de los símbolos del agua, el fuego, la tierra, el aire y la luz. La idea recién se estaba empezando a desarrollar, pero los autores ya tenían bien en claro lo que querrían hacer: construcciones hechas con los materiales más fuertes, para que sobrevivieran a todo (el clima, el paso del tiempo, los desastres naturales...) de decenas de toneladas de peso y no menos de veinticinco metros de altura, con una inscripción conmemorativa en la base, y declarar a los predios donde estuvieran los lugares grandiosos como parques reales y áreas protegidas, en que la única actividad permitida fuera el turismo. Era un enorme proyecto encomendado al CSP y las primeras conversaciones hablaban ya y daban cuenta de una inversión conjunta de dos mil quinientos millones de soles y plazos de ejecución que oscilaban entre los tres y los nueve meses - si se concretaba, estaría listo antes de fin de año -, aunque eso estaba sujeto a modificaciones, puesto que recién estaban dando los primeros pasos y no estaba definido si reconstruir o no los lugares grandiosos. "Es un homenaje y un recordatorio" - había dicho la reina Salomé, que presidía temporalmente el CSP -, "pero no va a ser suficiente". Hubo consenso con esas palabras, por supuesto, porque no podían con esos monumentos, no importaba cuan grandes y magnificentes fueran, cubrir milenios de gloria, historia, logros y cultura. Pero, por ahora, la urgencia era otra, una tarea nada grata para todos los que le llevarían a cabo, evacuar los lugares grandiosos y dejar las estructuras completamente vacías. Para ello se habían formado cuadrillas con cientos de voluntarios, más de tres mil en total, que disponían de un día y medio para llevarse absolutamente todo, un esfuerzo por demás gigantesco, ya que no solo se trataba de los traslados, sino también de decidir en qué lugares alojaban, temporal o definitivamente, los materiales. Habían puesto en alerta y dado instrucciones a decenas de lugares, entre los que había museos, laboratorios, almacenes, cuarteles militares, oficinas gubernamentales e incluso los Archivos Reales. Otro de los grandes problemas surgidos de este destino irreversible era el del personal de los lugares grandiosos, que en conjunto representaban quince mil novecientas treinta y siete personas. Quedarían sin sus puestos laborales. No habría problemas con las hadas guardianas, ya que estas no dependían de los lugares donde, pero si con los empleados. Estos aseguraron a los Cuidadores que eso podía esperar, considerando las circunstancias más que graves que atravesaban, pero desde las catorce horas del trigésimo día del año el Vinhäe, el Vinhuiga, el JuSe, el Tep-Wo y la MabDe serían historia - recuerdos muy bonitos en la memoria colectiva e individual y los escritos - , y ellos, cada una de esas personas de uno y otro sexo, estarían ante una situación compleja: hallar un nuevo trabajo. En un contexto normal, no les llevaría más de dos o tres días, cuatro cuando mucho, pero ahora sería diferente. Por un lado porque ellos no eran los únicos que quedarían desocupados, habiendo cientos de instalaciones (fábricas, galpones, talleres, comercios...) destruidas o dañadas, era algo parecido a lo que pasara en Centralia en los días inmediatamente posteriores a la Gran Catástrofe. Por otro lado, el empleo no era la única prioridad, y esto representaba un trastorno. El sistema social y el de salud estaban trabajando al máximo de sus capacidades, en procura de suplir todas las demandas, y una de estas era la laboral. "Superamos momentos peores que esta" - había dicho la reina Lili, al llegar a uno de los lugares grandiosos, para infundir esperanzas y alentar a las hadas -, "vamos a poder con esto". Unos pocos minutos después dieron inicio las difíciles tareas de evacuación, cuando las cuadrillas de voluntarios se unieron a los empleados.

_Aunque lo hayan aceptado y cumplido tal cual, no le causó gracia a nadie en el Vinhäe, y por supuesto tampoco a mí., volvió a decir el Cuidador, sosteniendo el bastón, sabiendo que, en unas pocas horas, todo habría terminado para los lugares grandiosos.
Eran las siete horas con doce minutos y el, Lidia, Marina, Qumi y Zümsar habían aparecido en la zona designada, allí donde los informes de inteligencia situaran al guerrero único. Nuevos datos y descubrimientos habían reducido la zona, pero aún debían hallarlo... antes que el enemigo lo hiciera primero.
_Nadie lo hubiera hecho con entusiasmo, sabiendo que se trata del fin de un ciclo de milenios - opinó Zümsar, que había estado en la MabDe hasta las primeras horas de la madrugada -. Todas las personas con las que estuve en las últimas horas... bueno, ninguna de ellas demostró alegría ni nada parecido. No se puede culpar a nadie por estar triste y apagado.
Echando cada tanto miradas al cielo - Marina, para variar, estaba transformada en una cigüeña y exploraba desde las alturas -, no dejaba de reflexionar, sabiendo que eran altas las probabilidades, cuando no totales, de que se trataba el suyo del caso del Cuidador con menos tiempo al frente de la Casa de la Luz, sino de todos los lugares grandiosos. Había descubierto su identidad como tal cierta vez, el undécimo día del año, cuando se encontrara persiguiendo a un grupo de enemigos en Nimhu, llegando a entablar ese enfrentamiento, de este una parte, en el predio de la MabDe, lo suficientemente cerca de la dirección como para que hubiera advertido su presencia el remanente de Musebqar, la anterior Cuidadora. Zümsar apenas había durado diecinueve días a cargo y, que supiera, nadie ostentaba un período tan corto. "Razón por demás importante para detestar a los ilios hasta que me muera" - pensó -, _... ellos tienen la culpa".
_Hay que ver el lado bueno, si es que se lo puede llamar así - quiso Qumi, también sosteniendo firmemente el bastón, preguntándose en silencio si serviría de algo una vez que llegaran las catorce, en caso de que el enfrentamiento con el último enemigo se prolongara hasta esa hora -. Los cinco estamos juntos, y en tanto permanezcamos así la pérdida de esos lugares no va a quedar sin respuesta. Quiero decir que si destruimos a ese monstruo, las pérdidas no habrán sido en vano.
_Cambiar la continuidad de los lugares grandiosos por un mundo en el que no existen los ilios - tradujo Lidia, que recurría a las habilidades heredadas de su padre para contribuir a la búsqueda del enemigo -. A propósito de todo eso... Pensaron en el después?.
La nena híbrida se había referido, así lo explicó a sus colegas con unos pocos y breves gestos manuales, al tiempo posterior al fin de la última batalla. Qué cosa harían los Cuidadores una vez que hubieran derrotarlo y destruido al monstruo, porque ese sería el desenlace, y por consiguiente puesto su punto final a la guerra?. Una cosa era el trabajo, las ocupaciones laborales, que los cinco ya habían resuelto, y otra la situación en general de los cinco en la sociedad. Se les había encomendado la protección de algunos de los lugares más importantes y al quinteto le tocaba la angustiante realidad de ser los últimos de sus responsables, la peor pesadilla de generaciones de Cuidadores estaba a horas de pasar de la teoría a la práctica. Tanto la hija de Kuza y Lara como los otros Cuidadores sabían, ya lo confirmaron con ver las reacciones de las personas y escuchar sus palabras, que nadie los estaba culpando por esta situación no reprochándoselo - la culpa era de los ilios y de ningún otro ser elemental -, pero los Cuidadores sostenían lo contrario.
_Preocupémonos primero por sobrevivir a esto - prefirió Eduardo, procurando no pensar en nada más que la batalla -, porque este enemigo podría ser nuestra mayor amenaza, si no peleamos como un todo y trabajamos más que nunca como un equipo. Pero para contestar a tu planteo, Lidia, la verdad es que no se. Primero tendríamos que encontrar la manera de reconciliarnos con nosotros mismos, establecer por qué nos creemos culpables por la suerte pésima de los lugares grandiosos, cuando la realidad es otra. Nuestro futuro laboral, por otra parte, está asegurado.
A Zümsar lo aguardaba su comercio de antigüedades en el centro neurálgico de la Ciudad Del Sol, un lugar del que aún no se había terminado de despedir; Eduardo iba a volver al Museo Real de Arqueología, Qumi al Instituto Geológico de Austronesia, donde había trabajado antes de convertirse en Cuidadora, Marina retomado su gran pasión, la actuación, y Lidia...

_Y yo qué hago? - llamó la nena -, apenas tengo diez años.
_Dormir hasta tarde todos los días, salir a jugar con tus amigas, ir a las funciones de títeres... una vida acorde a alguien de tu edad - le recordó Eduardo -. Te lo dijimos varias veces. En la medida que te sea posible, no olvides de disfrutar todo cuanto puedas.

Y, en tanto seguían la búsqueda - tarde advirtieron que los reportes de inteligencia estaban errados -, con Marina nuevamente en el suelo, lamentando este resultado insatisfactorio de su exploración por aire, empezaron a hablar de ese otro aspecto para el futuro inmediato, que eran las ocupaciones, a las cuales, era muy probable darían inicio mañana o en los dos o tres días siguientes, al mismo tiempo, por supuesto, que ellos hacían su parte en la recuperación y las restauraciones, y las celebraciones que, aún con todo lo malo que había pasado a lo largo del mes, tendrían lugar 3n todo el mundo, pues lo que en unas pocas horas habría de pasar sería la derrota definitiva de los ilios y su desaparición. . De los cinco, Qumi era quien lleva más tiempo al frente de uno de los lugares grandiosos, puesto al que había accedido el diecisiete de Noviembre / Chern número dieciséis de nueve mil novecientos noventa y nueve, aunque por causa de su transformación involuntaria apenas había ejercido las funciones que le legara Qîma, su antecesor, poco más de seis años. Ni antes ni durante ese período de inexistencia e inactividad había permanecido desconectada de su gran pasión que eran las ciencias geológicas, específicamente la vulcanología, informándose y nutriéndose todos los días acerca de esa disciplina, los nuevos descubrimientos y avances en ella. Sus conocimientos estaban tan afilados como el primer día y había asumido que no existirían los problemas una vez que empezara estas nuevas obligaciones en el instituto geológico de su país. Su presencia allí todavía estaba en pañales, pues quedaban numerosos detalles por resolver. Lo único seguro eran las jornadas laborales, entre las ocho y las dieciséis de lunes a viernes, y la paga mensual, de veintitrés mil soles: veintitrés monedas de mil a cobrar el tercer día hábil de cada mes. Eduardo estaría en el Museo Real de Arqueología, con el mismo pago e idéntica jornada laboral que antes de convertirse en Cuidador, y no le costó mucho aceptar la oferta no bien se la propusieran, porque sentía, tal como sus primeros días en este mundo, que de todas las opciones era aquella para la que estaba mejor calificado y preparado. Sus conocimientos en seque submarina eran superiores a cualquiera de las otras disciplinas, de las que conformaban la arqueología, pues se había dedicado a eso tanto en los cinco años previos a su llegada a este mundo, posteriores a su gestión universitaria, como en los meses transcurridos desde la Gran Catástrofe hasta finales de la primera quincena de Diciembre de diez mil doscientos cuatro. Al igual que Qumi, el no había dejado nunca de mantenerse informado acerca de la arqueología y por eso sus conocimientos no fueron olvidados, en la submarina y las otras disciplinas, y ahora estaba listo para retomarlas, en lo que habría de ser su segundo trabajo en relación de dependencia, un ámbito conocido y familiar, puesto que aún recordaban su paso por allí. Eduardo había anteriormente desempeñado funciones en el Museo Real de Arqueología y sus reuniones y visitas allí habían sido regulares, habituales y frecuentes, y al momento de marcharse, tras convertirse en Cuidador, le habían dicho que allí tenía las puertas abiertas. De todos, Zümsar era el que menos tiempo llevaba al frente de uno de los lugares grandiosos, lo que implicaba que sus conocimientos y experiencia en el rubro comercial no habían mermado ni siquiera un poco, ni tampoco su destacada erudición respecto a la arqueología urbana. El comercio de antigüedades (compra, venta, canje, restauraciones...) era su gran pasión desde una edad muy temprana, que heredara de su familia, la cual había fundado el comercio décadas atrás. El actual (y último) Cuidador aún no decidía qué hacer a ese respecto, aunque tenía varias opciones en su mente, una de ellas ir al comercio por las tardes al dejar la MabDe, tan solo para ver cómo marchaban las cosas y mantener el contacto diario. Esos habían sido sus planes, pero al enterarse del destino irreversible asumió que tales planificaciones fueron en vano, tanto como las que hiciera respecto a la Casa de la Luz, entre estas el nombramiento de Jule como segunda al mando. Ahora, en cuanto terminara el enfrentamiento, podría dedicarle todo el esfuerzo, en lo que a trabajo se refería, al comercio en la calle Las Dalias, el único en ella que permanecía abierto las veinticuatro horas de Lunes a Sábado, una de las últimas decisiones de Zümsar, instantes antes de abandonarlo, aquel día en que se descubriera su identidad como el heredero de Musebqar. Marina se había convertido en la Cuidadora del Santuario del Viento cuando su carrera como actriz acabara de catapultarla a la fama fuera de las fronteras ucemitas, su gran pasión nacida desde una edad temprana. Para ella no había sido sencillo tener que hacer a un lado esas tareas, pues las amaba, y, al igual que sus colegas, había procurado por todos los medios a su alcance no perder el contacto, mucho menos el interés, con el teatro, de manera que a diario se nutría e informaba sobre todo lo que estuviera relacionado al ambiente artístico. A diferencia de Eduardo, Zümsar y Qumi, ella non había tenido un horario laboral regular; en su tiempo como artista, ensayaba y practicaba entre siete y doce horas cada día hábil en el trimestre previo a que se presentara una nueva obra y luego del período en que esta se desarrollaba (la permanencia en carte4l podía llegar a durar cien días) dedicaba su tiempo al Club del Teatro, una compañía privada que era en realidad un club social de carácter cooperativo donde los artistas de ambos sexos se reunían a diario para intercambiar conocimientos, experiencias y vivencias.  Ese lugar además era irresistible para los periodistas de espectáculos y los amarillistas, algo con lo que Marina y sus colegas debían convivir a diario, la Cuidadora más que los demás, al haberse descubierto su identidad como la heredera de Zak´lu. Lidia tenía apenas diez años y por lo tanto estaba libre de cualquier obligación laboral, lo estaría al menos hasta los quince o dieciséis años. Esa era la teoría, porque la hija mayor de Kuza y Lara ya estaba decidida a no esperar que la adultez la alcanzara para empezar a cumplir su sueño de convertirse en diseñadora de modas. No estuvo siendo la Cuidadora del Vinhuiga, mucho menos ahora que se vería involuntariamente libre de esa inmensa responsabilidad. Incluso cuando se encontrara en el período de reposo, tras su primera incursión al templo de la etnia Oi, había hecho su primer diseño, el cual estaba ahora en los talleres del instituto donde trabajaba Iulí. Las urgencias de la guerra habían provocado la suspensión de ese proyecto, pero Lidia ya sabía, se lo comunicaron desde ese mismo lugar, que en cuanto el conflicto quedara atrás lo retomarían, puesto que en su momento les había parecido un desarrollo magistral. Esa noticia había emocionado sobre manera a la Cuidadora, quien así pudo entender que tal vez no fuera necesario alcanzar cierta edad para empezar a llevar su sueño a la práctica, aunque para los efectos legales requiriera a sus padres. Esa esperanza, sin embargo, quedaba opacada por la suerte del Vinhuiga, que ella no podía modificar. Era lo mismo que sentían, en idéntica intensidad, sus colegas, y nada de lo que hiciera podía mitigar esos sentimientos.

_Que se pierdan los lugares grandiosos no significa que nosotros cinco no nos volvamos a ver, ¿no les parece? llamó Eduardo, ya detectando el peligro . Siendo Cuidadores o no, no vamos a desunirnos, ni dejar de mantener la amistad. Piensen, por ejemplo, en Kevin y Cristal. Desde el mismo instante en que ellos llegaron a la Casa de la Magia, no pasa una quincena sin que envíen una carta, contándonos como van las cosas allá.
Los demás también sintieron el peligro, al aparecer los símbolos de los elementos en la frente, y eso solo podía significar que el enemigo se encontraba cerca. En estos, estarían actuando los anteriores Cuidadores, de estos sus remanentes, y el quinteto, mientras parecía comprender que el tiempo para hablar se terminaba, interpretó aquello como una señal de que los ilios pudieron tal vez haber cometido el mismo error con este monstruo que con los hermanos. Habían usado en Jule, Taknu, Dalia e Imeleuq una parte del material constitutivo de las hadas, y fueron esos remanentes los que, a fin de cuentas, impidieron a ese cuarteto de entes obedecer sin cuestionar las órdenes de sus creadores. De hecho, ese error terminó costando a los ilios una derrota significativa, y en base a eso Eduardo, Lidia, Marina, Qumi y Zümsar creyeron detectar una ayuda de sus antecesores. Con esos símbolos resplandecientes, podrían saber dónde se encontraba el enemigo aunque este pudiera tener la misma capacidad.
_Eso ni se discute confió Zümsar, moviendo los dedos de ambas manos. Indudablemente, advirtieron los otros, lanzaría una descarga apenas viera algo o a alguien moviéndose . Tal vez no sea oportuno recordarlo ahora, por el contexto, pero mi cumpleaños es el mes que viene, y desde ya que los cuatro están invitados. ¿Qué mejor para una reunión de amigos que la fecha en que uno de ellos celebra otro aniversario de su llegada al mundo y?.

Hubo una explosión gigantesca a poco más de un kilómetro de allí.

El sonido fue tan ensordecedor que los cinco tuvieron que cubrirse con fuerza los oídos, terminando abruptamente la conversación, dejándola inconclusa, y transformándose inmediatamente en Altos Selectos, comprendiendo lo que significaba.

La batalla estaba por empezar.

Y lo hizo apenas cuatro o cinco segundos después de que la explosión enviara los fragmentos de piedra de diferentes tamaños y formas, la energía cinética y una densa nube de tierra y polvo en todas las direcciones. El efecto fue tan sorpresivo e intempestivo que los Cuidadores, aun sabiendo que no les causaría daños, se cubrieron generando las burbujas en torno a ellos, teniendo entonces que soportar los resultantes de la explosión durante un minuto, o eso les pareció. Habiendo ya anulado las burbujas, observaron que el cielo se había oscurecido, aun cubierto por el polvo, y al enfocar los ojos hacia adelante detectaron al guerrero único corriendo a toda velocidad hacia ellos, en una inconfundible postura de batalla, expulsando descomunales cantidades de energía, en lo que era un intento de su parte por demostrar que energía era justamente lo que tenía en abundancia, así como también para intentar amedrentar a sus oponentes (cosa que no ocurriría, sin importar las veces ni cuánto lo intentara) y asestarles sendos golpes antes de que lo tuviera frente a frente. Para cuando lo estuvo, los Cuidadores fueron incapaces de responder en forma efectiva, ya que el monstruo se valió de lo único contra lo que los cinco, en teoría, poseían pocas defensas. Usó los elementos contra los que tenían menos posibilidades eso demostró que tenía conocimientos sobre la Cuadrícula de los Elementos y todo en menos de cinco segundos. El rayo contra Eduardo, el agua contra Lidia y Qumi, la tierra contra Marina y el fuego contra Zümsar. Los cinco, aceptando la idea de que estaban frente al reto mayúsculo, se incorporaron y lanzaron sus mejores descargas, pero esa acción resultó en un completo fracaso, ya que el monstruo no tuvo más que recurrir a la burbuja para protegerse primero, y repetir su anterior técnica después, con lo que los Cuidadores se vieron obligados a elevarse, aceptando, a su pesar, que este enemigo los superaba en fuerza.  Y eso que estamos peleando con todo, fue la primera observación de Eduardo, quien comprendió que este enemigo era al menos cinco veces más poderoso que Dalia, lo más exigente que le había tocado en cuanto a batallas se refería y, por lo tanto, más poderoso que los Altos Selectos, o al menos al mismo nivel que estos. Dejemos las comparaciones para otro momento, quiso Qumi, observando atónita como las piedras que le había lanzado en sucesión rápida eran detenidas en seco y se desintegraban en un finísimo polvillo, porque el monstruo había llevado a cabo una eficaz combinación de los elementos tierra y agua. Ese enemigo podía controlar sin ninguna dificultad sus técnicas, con la misma pericia que ellos, e incluso, le pareció al quinteto (lamentarían estar en lo cierto) podía anticipar lo que estuvieran por hacer,  con el suficiente tiempo, aunque más no fueran dos o tres segundos, como para contrarrestar todos los ataques con poco esfuerzo y responder antes que las hadas hubieran pensado en otra cosa. Entonces, cuando los cinco se encontraron rodeándolo, preparados para lanzar ataques sincrónicos al mismo punto en el enemigo, su cabeza, este los atacó, manipulando una única descarga compuesta por los cinco elementos principales, enviándola contra los adversarios uno por uno, tal como las hadas más poderosas hacían, moviendo velozmente sus manos, describiendo figuras y líneas según la trayectoria en que quisiera enviar la descarga. Los Cuidadores fueron no solo golpeados, sino también tumbados al suelo con cierta violencia y, aunque se levantaron al instante, no lo hicieron carentes de dificultades. Reanudando los ataques, con todas sus fuerzas, descubrieron que la agilidad y las habilidades de su oponente eran tales que podía alcanzarlos donde quiera que los cinco se ubicaran, sin que importaran la distancia, la altura ni cuan rápidos fueran sus movimientos. Peor, se dieron cuenta que el monstruo no tenía puntos débiles, a los que infructuosamente intentaron hallar desde que lo avistaran. Tiene que haber una forma, lo se, dijo Qumi, recordando su batalla contra Taknu, de la que también participaron su hermano (Atilio), Zümsar e Iris. El problema era que ni sus colegas ni ella se podían dar el lujo de detenerse por más de una fracción de segundo a pensar la situación ni analizar al enemigo ni su comportamiento, porque con esa ínfima parte estarían dándole el tiempo suficiente para atacar. Vean su estructura corporal llamó Lidia , con eso confirmamos eso de que las apariencias engañan, ¿no les parece?. Era evidente que la híbrida estaba en lo correcto, porque el guerrero, cubierto por un denso y oscuro pelaje desde los pies hasta la cabeza, no parecía capaz de contener ninguna clase de ataque. Desafortunadamente, era otra la realidad, y, por si las cosas no fueran lo bastante complejas y graves, la Cuidadora se dio cuenta de que absorbía la energía de los ataques para mantener constante la suya. Esa escoria lo hizo bien esta vez, juzgó Marina, pensando que, con este monstruo y los encauzamientos aplicados en el, los ilios al fin habían podido crear algo sin haber cometido errores en ninguna parte del proceso de producción. Atacó lanzando una corriente de aire enfocándola al torso del enemigo, de más de mil quinientos kilómetros por hora, pero no le hizo más

A su oponente que sacudirle el pelaje. Lo intentó de nuevo, y esta vez e

L guerrero alzó las manos, contuvo con ellas la corriente y la devolvió a su fuente, y Marina, antes de que hubiera tenido tiempo de protegerse, se vio impactada y catapultada a la distancia. Eso dolió”, se quejó al levantarse, no pudiendo dar crédito a lo que había experimentado: quizás no heridos, pero los Altos Selectos podían ser golpeados. “¿Estás bien?, se preocupó Qumi, acercándose a su lado, porque la había visto detenerse en seco durante una fracción de segundo, antes de reanudar su ataque. Al oído, mientras recurrían a los rayos en sucesión rápida, la Cuidadora del Tep-Wo le dijo a su amiga y colega que había sido, a consecuencia de su propio ataque devuelto contra ella, víctima de un fenómeno extraño que le ocurría a una de cada doscientas cincuenta mil mujeres. No digas una palabra, pidió, demostrando una enorme fortaleza, guardándose para si el dolor emocional y psicológico que estaba sintiendo. Aparte de estar consciente de que lo superaría, lo único a ese respecto en su mente era que los Cuidadores del Templo del Agua y la Casa de la Luz no se enteraran sino hasta que fuera prudente (al terminar el enfrentamiento), porque de lo contrario, no lo dudaba, los hombres podrían, y lo harían, empezar a dudar acerca de cuál era la prioridad. Marina estaba segura de que mientras uno de ellos se ocupara de atacar, el otro estaría a su lado intentando tranquilizarla. “¿Y Lidia?, llamó Qumi, esquivando por poco un rayo de partículas, que bien pudo haber sido todo para ella. Es una nena de diez años que todavía cree que a los bebés los trae la cigüeña desde la Isla de los Nacimientos  - contestó Marina, dando a entender que si no quería que los hombres tomaran conocimiento de esta tragedia, mucho menos la Cuidadora del Vinhuiga , mejor que lo siga creyendo. Y concluyó anunciando a Qumi que todos los esfuerzos debían dedicarse ahora a derrotar y destruir al monstruo, el cual continuaba esquivando cada uno de los ataques que le lanzaban, o bien devolviéndolos a las fuentes, o absorbiéndolos para recuperar esa insignificante cantidad de energía que empleaba tanto para atacar como para defenderse. “¡Permanezcan juntos!, exclamó Lidia, que había dejado aflorar como nunca su costado adulto, aquel que asomara por primera vez cuando se encontrara cara a cara , por primera y única vez, con Seuju, su antecesora , “… como el equipo que somos!. Y lanzó un descomunal rayo de fuego que adquirió la forma de un torbellino al enemigo. Este absorbió el ataque, lo devolvió a la fuente y la nena se salvó tan solo porque Eduardo se interpuso y anuló la descarga, siendo un Alto Selecto de agua. Hay que pensar en otra cosa, porque nada de esto está dando resultados, sostuvo, luego de intentar el mismo ataque que Marina, una enorme cantidad de agua a impresionantes velocidad y presión. El monstruo simplemente alzó la diestra, detuvo la descarga y la desvió hacia arriba, arremetiendo acto seguido intempestivamente y lanzando golpes con los puños y los pies, demostrando conocimientos en las artes marciales. Los Cuidadores empezaron a defenderse ejecutando esos mismos movimientos, sorprendidos porque no había diferencias con respecto a la velocidad, maniobrabilidad y agilidad entre ellos y el enemigo.  En los minutos posteriores, tal vez entre veinticinco y treinta, los cinco tuvieron que dar lo mejor de si para repeler los golpes de este oponente tan fuerte, y mucho más para lograr asestarle uno, porque no dejaba nada librado al azar ni se descuidaba. Era, sencillamente, invulnerable e inexpugnable, tal cual lo describiera Zümsar, que había recurrido a todo su poder para contener con ambas palmas un fuerte golpe, ahora que habían descubierto los otros y el que los Altos Selectos podían ser alcanzados, sentir los impactos. Otro de los problemas para las hadas radicaba en que este enemigo aplicaba la fuerza de los elementos en cada uno de sus ataques, ya fueran estos con los pies o los puños, y no le demandaba más de una fracción de segundo cambiarlo según quien fuera su víctima, siempre recurriendo al o los que fueran perjudiciales para estos. De esa manera, Eduardo había recibido varias descargas eléctricas, afortunadamente sin que le quedaran secuelas de ningún tipo, Lidia tenía una serie de manchones decididamente claros  allí donde el agua entrara en contacto con su cuerpo, casi todos en los brazos y los pies, Qumi mostraba lo contrario, un ennegrecimiento en esas mismas partes, porque había sido alcanzada por el elemento agua, Zümsar había sentido los fuertes golpes, dados estos con el elemento tierra, y experimentado dolencias físicas en todo el cuerpo, sobre todo en el torso y la cara, y Marina había sentido  su estructura corporal más pesada, al haber recibido ataques con ese mismo elemento. “¿Creen que sea lo mismo que Akmi y Lina contra Jule?, llamó la Cuidadora del Santuario del Viento, frotándose la sentadera, pues el último impacto la había hecho caer sentada, y haciendo una breve referencia a la batalla que sostuvieran contra la defensora de Bagme sus colegas de las Moradas de la Flora y de la Fauna, quienes para vencerla tuvieron que anular cuatro de los cinco elementos que dominaba Jule. Puede ser, reconoció Eduardo, advirtiendo el problema mayúsculo que implicaba esa idea, que era el poder asestarle un golpe lo bastante fuerte sin que tuviera el enemigo el tiempo ni la oportunidad de defenderse ni atacar. Los dos vieron a la hija de Kuza y Lara usar su bastón para canalizar una descomunal cantidad de energía hacia un único punto en el MIR, así se llamaba el guerrero único, por las iniciales de los miembros de la Trinidad Benigna (Mor, Iel y Ral), pero ni así pudo alcanzarlo, ya que el monstruo había recurrido, a le vez, a su escudo de fuerza y la capacidad para absorber la energía de las hadas. Estoy empezando a irritarme, reconoció, sacando a la luz uno de los comportamientos que caracterizaban a los vampiros (algo heredado de su padre), el perder la paciencia cada vez que un reto particularmente complicado se extendía en el tiempo y amagaba con ser superior a sus capacidades en una u otra forma. Nos queda el recurso de alcanzar la condición de Sublimes apostó Zümsar , con eso podríamos igualarlo en fuerza y resistencia. Si lo conseguían, los cinco podrían quintuplicar la fuerza de los Altos Selectos, con lo cual, como dijera el Cuidador de la MabDe, podrían estar al mismo nivel que su enemigo. No podemos desperdiciar tiempo indicó Qumi , si se da, bien pero en tanto tenemos que seguir luchando. Los otros advirtieron que tenía razón, porque necesitaban de concentración y estar libres de estrés, y eso era justamente lo que menos tenían. Al final, asumieron que el enfrentamiento, cuyo resultado favorable implicaría tener la cuarta parte del triunfo definitivo contra los ilios, continuaría con los cinco dando lo mejor de si, combinando las artes marciales con las descargas y otras de sus habilidades, aunque ni siquiera estaban cerca de asestar siquiera un golpe leve, porque el monstruo era, no había otra manera de definirlo, poderoso, y mucho, y los Cuidadores tuvieron que aceptar que si no fuera porque estaban transformados en Altos Selectos hubieran podido quedar gravemente heridos, o, peor, cruzando al otro lado de la puerta. Mientras se reagrupaban, frustrados al no haber podido causar daños al enemigo, los Cuidadores fueron víctimas de cinco descargas simultáneas, las cuales surgieron en forma de diminutas esferas sobre la cabeza del monstruo y se dirigieron a sus blancos a tal veloz que apenas tuvieron tiempo de atacarlas con las manos, antes de enviarlas a la distancia haciendo grandes esfuerzos, sacudir las manos, pues les había dolido, y contraatacar, buscando nuevas tácticas y barajando la propuesta del Cuidador de la MabDe, sobre intentar alcanzar la condición de Sublimes. A este respecto, reanudando el combate mixto (artes marciales y descargas de energía), coincidieron en que habría, además, peligro, porque cuatro de ellos deberían proseguir la lucha, para darle al quinto el tiempo suficiente para que pudiera concentrarse. "Eso me parece muy difícil, cuando no imposible", consideró el propio Zümsar, repeliendo otro ataque, el cual le dejara dolores temporales en los brazos; el enemigo le había lanzado una descarga, recurriendo al elemento tierra, aplicando en ella decenas de toneladas de presión. "Vamos, nosotros también con los ataques combinados", propuso Lidia, recordando que eso les había dado buenos resultados en el pasado, y así surgieron las técnicas de la Vitrificación, de parte de Qumi y Zümsar, el vapor en forma de una densa nube, "cortesía" de Eduardo y Lidia, los fuertes huracanes de fuego y eléctricos, obra de los ataques combinados de Marina con sus colegas del Vinhuiga y la MabDe, respectivamente, las descargas que podrían freír lo que fuera y a quien fuera, cuando Eduardo y Zümsar mezclaron el agua con el rayo, olas gigantes llevadas por un fuerte viento huracanado, obra de los Cuidadores del Vinhäe y el Tep-Wo, decenas de piedras ardientes que conjuraron Qumi y Lidia, y otras que se volvieron el triple de pesadas, al haber entrado en contacto con el agua, obra de Qumi y Eduardo, una lluvia de piedras que buscaron aplastar al enemigo, creada conjuntamente por las Cuidadoras del Tep-Wo y el JuSe, y la mortal combinación del fuego de Lidia con el rayo de Zümsar. Se asombraron y, por supuesto, decepcionaron, al ver como el monstruo apenas tuvo que hacer un esfuerzo mínimo para contener los ataques e inmediatamente luego devolvérselos. "Cuántos más como esos vamos a necesitar para causarle algún daño significativo?", reaccionó el Cuidador del Vinhäe, esquivando por muy poco su propia descarga, que el monstruo le había devuelto, habiéndola este detenido con suma facilidad.

El enfrentamiento continuó sin dar la mínima señal siquiera de la inminencia de un desenlace. Por el contrario, la ferocidad y tuvieron aumentos constantes, a medida que los Cuidadores fueron duplicando y triplicando sus esfuerzos, recurriendo a todo su arsenal de técnicas y habilidades en intentos más bien desesperados por provocarle una herida al monstruo - "Ya no digamos destruirlo", ironizó Eduardo -. Usaron descargas continuas o en sucesión rápida, la telequinéticas, los bastones e Impulsores, una combinación extremadamente potente de los cinco elementos, incrementaron sustancialmente la presión en los golpes que dieron con los pies y las manos... todo cuanto consiguieron fue que el monstruo decidiera que también debía volverse más violento, feroz y menos permisivo, si era que hubo de tener permisividad en algún momento desde que empezara la batalla. "No tenemos opción" - se convenció Qumi -, "tenemos que transformarnos en Sublimes, y yo lo quiero intentar primero. Y los otros cuatro, en tanto la observaron apartarse unas cuantas decenas de metros, porque era necesario ese alejamiento, pues requería de concentración y liberarse del estrés todo cuanto pudiera, decidieron que la Cuidadora del Hogar de la Tierra debía tener ese honor. Había sido a consecuencia de sus descubrimientos involuntarios dos siglos atrás, y de su despertar a inicios de este año, lo que desencadenara en primer lugar esta nueva (y definitiva) guerra contra los ilios, y entendiendo que Qumi sentía cierta culpa, aunque más no fuera una insignificancia, así lo describían los demás y ella misma, creyendo que estos desastres se debían a su persona, sus colegas quisieron darle algo de calma, sabiendo que tal cosa era prácticamente imposible, cuando no completamente imposible. Eduardo, Lidia, Marina y Zümsar le dieron la oportunidad de intentarlo en primer lugar asumiendo que así la Cuidadora del JuSe podría quitarse de encima ese mínimo vestigio de culpa. Para Qumi era muy difícil poder pensar y concentrarse por todo cuanto estaba pasando, porque, por ejemplo, aún con los ojos cerrados, el enfrentamiento llegaba a ella a través de sus oídos y el tacto, pudiendo escuchar la fuerza con que los combatientes atacaban, el sonido que producían las descargas al ser disparados e impactar contra algo, los movimientos y cuanto ruido fuera consecuente. Sentía temblar el suelo, aún estando a más de medio kilómetro del punto donde se desarrollaba el combate, y cada tanto la impactaban pequeñas rocas y polvo. Qumi, pese a todo, siguió adelante, procurando también no pensar en el peligro al que estaban expuestos sus colegas, recurriendo a toda la relajación y concentración que era capaz de conseguir, sentada en el suelo con las piernas cruzadas y los brazos sobre ellas, entrelazando los dedos. Debía tener en la mente un pensamiento único y esa era otra de las cosas que intentaba desesperadamente, concentrarse en el símbolo del elemento tierra rodeado por un vacío interminable. "Espero que funcione", deseó, consciente de la situación de aquello que intentaba aplicar, de la infrecuencia de los Sublimes y lo raros y esporádicos que eran los casos de hadas que alcanzaban esa condición - ciento cuarenta y seis mujeres y trescientos cincuenta y cuatro hombres desde el Período de Organización -, ya habiendo visualizado el símbolo en su mente, una imagen de colores discretos, los que mejor se identifican con su elemento. Si lograba ese cometido, vería a sus ojos, uñas y articulaciones adquirir el mismo color que su aura (rosa), en estas últimas una consistencia definitivamente más sólida, conservando sin embargo la maniobrabilidad y movilidad, todas sus capacidades mejorarían, incluido su dominio sobre el elemento tierra, y podría transformar su aura en un arma adicional, tanto para absorber energía como para sanar heridas, si las hubiera, en pocos segundos. "Y seis alas en lugar de cuatro!", exclamó, dándose cuenta que algo había pasado, incorporándose inadvertidamente, abriendo los ojos, sintiendo como esa nueva fuerza brotaba desde dentro de su ser. Qumi lo había conseguido. Sentía como sus poderes superaron en cinco veces a los de su anterior condición de Alta Selecta y como era ahora más rápida y ágil, o que vio como muy positivo, pues sus colegas estaban teniendo grandes dificultades, al estar el monstruo llevando la delantera, y por mucho. "Perdón por la tardanza", se disculpó, y en menos de cinco segundos estuvo con ellos, demostrando un apoyo no solo en cuanto a la fuerza, sino también uno moral. Con esos nuevos poderes, la Cuidadora se convirtiera en la primera en asestar un golpe al monstruo, tan fuerte que por poco logra echarlo al suelo. Desafortunadamente, no fue suficiente para marcar una diferencia sustancial, y sus colegas entendieron que otro de ellos debería apartarse ahora para alcanzar la condición de Sublime. "Voy yo", anunció Marina, aprovechando su oportunidad cuando Qumi hizo otra demostración de sus nuevos poderes, creando una corriente de aire tan grande delante suyo con la que removió los remanentes de la batalla, fragmentos rocosos de diverso tamaño y volumen que fueron a dar uno atrás del otro al enemigo. No le causaron el menor daño, pero Qumi no solo buscaba eso (lamentó este resultado insatisfactorio), sino también darle esa chance a su colega y amiga. Reanudándose el feroz enfrentamiento, quedó en evidencia que la aparición de un hada Sublime no significaba un progreso evidente, siendo algo que hizo tan solo que el monstruo tuviera que esforzarse un poco más. "De cualquier forma, estamos mejor que antes" - indicaciones Lidia, agitando las manos para atenuar el dolor producto de haber detenido un rayo con las palmas, y mirando a la distancia a la Cuidadora del Tep-Wo -, "yo quiero intentarlo después que ella. Puedo?". Eduardo y Zümsar se miraron entre sí, porque la pregunta estuvo dirigida a ellos, y movieron la cabeza de arriba hacia abajo, en tanto Qumi la alentaba diciendo que Kuza y Lara estarían orgullosos en cuanto tomaran conocimiento de su desempeño en este enfrentamiento. Avanzados unos pocos minutos desde que entrara Qumi y saliera Marina, los combatientes tuvieron que admitir que la presencia de una Sublime entre ellos apenas representaba un leve incremento de los problemas para el monstruo, que esquivaba o absorbía las descargas y frenaba los golpes casi con la misma facilidad. Lejos de allí, Marina había adoptado una postura similar a la de su colega del JuSe y procurando desde el primer momento: vaciar su mente de todos los pensamientos que fueran a estos efectos innecesarios, consciente de cuán difícil era eso, principalmente a causa de ver al cuarteto peleando y la posibilidad de que el monstruo se alzara con el triunfo... y, por supuesto, su desgracia. "No mientras estemos juntos!", exclamó Marina, abandonando la postura e incorporándose, pues, aún con sus preocupaciones y temores, había podido alcanzar la condición de Sublime, experimentando las mismas transformaciones que Qumi e idéntico incremento en sus poderes, capacidades y sentidos. Decidida a hacer lo que fuera necesario para que la batalla no se prolongara por más tiempo, remontó el vuelo, apenas un esfuerzo mínimo, y estuvo con sus colegas, golpeando al monstruo con ambos puños, una enorme presión que lo envió violentamente al suelo. "Esto es excelente!", opinó, al haber visto de lo que era capaz con esta nueva condición. "Mi turno", anunció Lidia, dejando a las damas y los hombres hacerse cargo del enemigo, y estos pudieron comprobar cómo dos Sublimes hicieron la diferencia, ya que obligaron al monstruo a adoptar nuevas tácticas tanto para atacar como para defenderse. Continuaban siendo cinco adversarios, pero ahora dos de ellos habían quintuplicado sus poderes y era probable que otro más lo lograra. "Tenemos que darle tiempo", llamó Zümsar, quien había visto mejorada la técnica de la Vitrificación, gracias a la nueva fuerza de su colega del JuSe, y no bien concluyó esa frase los cuatro se abalanzaron al unísono, atacando con todo lo que tenían. La Cuidadora del Vinhuiga, en tanto, sentada en el suelo con las piernas extendidas y las manos a los lados del cuerpo, estaba dando lo mejor de si para igualar a las mujeres adultas, sabiendo que no sería sencillo. Su caso, estaba consciente, era más complejo, porque debía borrar de su mente también el hecho de que era menor de edad, al creer que eso podría suponer una traba. La mente de Lidia había sufrido grandes transformaciones con el correr de los últimos trece meses y no había tenido oportunidad hasta ahora de demostrar cuanto había madurado en ese aspecto, al tener que asumir la enormísima responsabilidad de acceder a la condición de Sublime, sabiendo que de eso dependía la supervivencia de, por lo pronto, sus colegas. Lidia, al fin lo reconocido, llevaba mucho encima suyo para tener solo diez años, y en este momento lo estaba demostrando como nunca, sin dejar de tener presente que, en cuanto derrotaran los otros cuatro y ella al monstruo, podría quitarse de encima esa carga tan pesada y llevar nuevamente una vida acorde a su edad. Era eso en lo que los más cercanos a ella venían insistiendo desde que se convirtiera en la heredera de Seuju, y si había podido hacerlo siendo tal, no tendría problemas en retomar esa vida estando libre de la enorme responsabilidad. "Resistan un poco más sin mí", pidió en silencio, conscientes de que algo había pasado, pues interpretó ese leve temblor como la señal de que había alcanzado ya la condición de Sublime. Y así fue, de hecho. Apenas hubo de sentir esas mejoras, se dirigió sin pérdida de tiempo al lugar donde estaban sus colegas y el monstruo, quien antes de haberse dado cuenta se vio golpeado en la boca del estómago y acto seguido envuelto en un remolino de fuego, a la vez que la híbrida giraba velozmente en torno a él para mantener constantes esas llamas, dando tiempo a Zümsar para retirarse, porque este sería el siguiente en intentar alcanzar la condición de Sublime, y a las mujeres adultas y Eduardo para atacar al enemigo con todo, aprovechando que este estaba temporalmente incapacitado. "Me parece que ahora sí se nota el cambio", apreció el Cuidador del Vinhäe, al cesar Lidia con sus técnicas y dejar paso a Qumi y Marina, quienes de nuevo combinaron lo mejor de su arsenal, una potente mezcla de los elementos tierra y aire que, aunque lejos estuvo de causar heridas al monstruo, significativas o no, logró que aquel perdiera los estribos y que dejara, por primera vez desde la llegada de las hadas, de lado su tarea de cumplimos obligatorio e irrestricto y se concentrara en quitarse de encima esos obstáculos que representaban los ataques combinados de ambas mujeres adultas, además de las descargas con que Eduardo y la nena híbrida buscaban mantenerlo a raya. "Al final es cierto eso de que podemos lograrlo", se alegró la Cuidadora del Vinhuiga, recurriendo a los latigazos, visiblemente animada por haberse transformado en Sublime, para enlazar al monstruo, ejerciendo una enorme presión, dando tiempo a su trío de colegas para agruparse y ejecutar la espectacular combinación de los tres elementos, con la que las hadas consiguieron el primer avance significativo. Y no fueron los únicos, porque en el mismo instante en que lo impactaron, una masiva descarga eléctrica cayó violentamente desde las alturas y cortó todos los movimientos del monstruo, produciendo un extraño sonido que fue bastante parecido a una exclamación, como si cientos de voces hubieran advertido que su momento de cruzar al otro lado de la puerta había llegado. "Ilios?", llamó Zümsar, demostrando hasta qué punto habían mejorado sus capacidades, ahora que era un Sublime, con las mismas características que Qumi, Marina y Lidia. "Eso parece", concluyó Eduardo, antes de dejar al cuarteto. Al parecer, advirtieron las hadas, con golpes tan fuertes, como ese, podían reducir una fracción de la energía del enemigo, o, lo que era lo mismo, segar la existencia de una parte de los individuos que conformaban a este guerrero único. "Cuántas creen que hayan sido?", inquirió la nena, viendo al monstruo recuperarse de la conmoción e incorporarse, sin, aparentemente, secuelas físicas del ataque. Pudo perder una parte de su energía, pero seguía siendo poderoso en grado extremo y, por lo que veían las hadas, no pareció que la pérdida de una parte de sus "componentes" lo afectara, física ni emocionalmente. "Que importa, nos evita tener que eliminar uno por uno a los ilios", contestó Zümsar, lanzando otra de esas fulminantes descargas. Esta vez el monstruo estuvo preparado y la contuvo, haciendo un esfuerzo superior a los anteriores, absorbiendo la energía, pero sin los mismos resultados, ya que si bien pudo recuperarse de las heridas, no tuvo suerte al intentar reponer las fuerzas que perdiera con el ataque combinado, lo que llevó a los Cuidadores a asumir que habían por fin logrado un avance.

Aunque hubiera perdido una parte de la fuerza, el guerrero único seguía siendo el enemigo más poderoso al  que se enfrentan alguna vez los Cuidadores, y tan solo con la llegada de Eduardo alrededor de tres minutos más tarde, transformado ya en un Sublime, pudo equiparar las fuerzas. Los cinco seres feéricos juntos, luchando con sus poderes y capacidades al máximo, estaban al mismo nivel que el monstruo, lo que trajo como consecuencia que el combate alcanzara nuevas escalas en su ferocidad y peligrosidad. Eran las mismas tácticas y ataques que antes, incluidas las artes marciales, pero con un encono que las hadas probablemente nunca más volverían a experimentar. "Todos juntos!", llamó Eduardo, y los cinco lanzaron las descargas más grandes desde que empezara la batalla, desde posiciones distintas, mezclando energías con sus propios elementos. El enemigo estuvo preparado, y se defendió creando la esfera, y cuando esta hubo de absorber los ataques, la disolvió, enviando la energía acumulada a las fuentes. "Protéjanse", exclamó Qumi, y los cinco llevaron sus manos hacia adelante, creando sólidas barreras con sus auras, del mismo color que estas, adquiriendo formas que asemejaron a los símbolos representativos del agua, el fuego, el aire, la tierra y el rayo. El monstruo empezó a lanzar descargas en sucesión rápida, intentando asestar al menos uno a cada uno de esos objetivos que se movían velozmente y sin detenerse en torno a él. Los Cuidadores estaban en movimiento alrededor del monstruo, lanzando descargas, otra vez buscando puntos débiles, aunque fuera uno solo, animados por esta nueva condición, sabiendo que cabían las posibilidades de que fueran intentos infructuosos, pues la invulnerabilidad continuando estando en lo más alto. "Volvamos a concentrar nuestros ataques", pidió Eduardo, en tanto los otros y el usaban la telequinesia para levantar enormes cantidades de piedras - el suelo se resquebrajó en un radio de trescientos metros - y usarlas como armas, ocupándose Qumi del resto, y uno atrás de otro se oyeron cien impactos violentos, al dar los fragmentos contra el escudo de fuerza del enemigo. "Hagámoslo", coincidieron los demás, situándose juntos, enfocando las palmas hacia adelante y lanzando los rayos que confluyeron en uno solo, ante lo cual el monstruo tuvo que usar una cantidad igual de su energía para repelerlo, e inmediatamente luego abalanzarse con todo contra las hadas, porque estas de ninguna manera iban a quedarse quietas para analizar los resultados del ataque combinado. El monstruo los golpeó con fuerza y los Cuidadores cayeron al suelo bruscamente, levantándose sin secuelas, reconociendo la firme posibilidad de los graves daños que hubieran sufrido de haber sido Altos Selectos, y con eso confirmaron una vez más que este recurso tal vez fuera lo único con lo que contaban para derrotar al monstruo (no reparaban todavía en el "encauzamiento"), aunque, sabían, no lo lograrían de un momento a otro. Los Cuidadores calcularon que ya habían pasado entre tres horas y media y tres y dos tercios desde que empezara la batalla, y no tuvieron otro logro significativo más que aquel que implicara el golpe conjunto que segó la existencia de varias centenas de ilios que conformaban al enemigo. Este continuaba siendo poderoso y, por más que se esforzaban, sus oponentes no podían traspasar esa inexpugnable barrera que lo estaba protegiendo. "Ese es nuestro principal obstáculo", juzgó Zümsar, sabiendo que si lograban traspasarla, aunque fuera solo con una abertura insignificante, la derrota del monstruo estaría mucho más cerca, porque quedaría expuesto a las descargas, y con eso, además, podrían restringir eventualmente la capacidad regenerativa del enemigo. Dicho eso, el quinteto enfocó su atención y energías en destruir el escudo de fuerza, pero para mala fortuna de ellos, el monstruo advirtió la estrategia y en cuestión de segundos pudo pensar en una forma para repelerla, ante lo cual los Cuidadores se vieron forzados a admitir que el enfrentamiento iba a continuar por más tiempo que el que ellos quisieran. El escudo seguía siendo su prioridad, por supuesto, porque no era solamente algo que el enemigo usaba para protegerse de los ataques y otros daños consecuentes de la lucha, sino también de un medio con el que podía absorber la energía, una cualidad que las hadas descubrieron no fue anulada del todo, tanto de las descargas como incluso del contrato físico con el quinteto. "Alguna sugerencia?", preguntó Marina, apenas sintiendo los efectos de un rayo que le lanzara el monstruo, comprobando cuan resistente era la condición de Sublime. "Hagamos lo contrario a destruir ese escudo", sugirió Lidia, y dijo que dispararan tantas veces como fuera necesario para crear una sobrecarga y lograr con eso que el escudo reventara, al no ser capaz de contener el volumen de energía. "Funcionará?", inquirió Qumi, pensando en cuántas descargas se requeriría para eso. "Creo que solo hay una manera para comprobarlo" - contestar Zümsar, que exclamó -, "... a lanzar las descargas!". Y los cinco enfocaron las palmas hacia adelante, dando inicio al instante una seguidilla de rayos verde oliva, rosa, blanco, negro y celeste- azul jacinto (Zümsar, Qumi, Marina, Lidia y Eduardo), tan intensas como las otras, que fueron constantes en alrededor de un tercio de hora, habiendo los Cuidadores permanecido todo el tiempo desplazándose velozmente sobre la superficie y en el aire en torno al monstruo, porque este, aún recibiendo todos esos impactos, sin preocuparse por contenerlos y desviarlos - las hadas dedujeron que estaba completamente convencido de la infalibilidad de su escudo, creyendo que nada podría atravesarlo -, no dejó de atacar, lanzando sus propios rayos, alternándolos con las piedras que levantaba con sus manos o con la habilidad telequinética y también con golpes con los puños. Los rayos de los Cuidadores producían enormes estruendos al impactar, además de notables espectáculos de luces, pero lo que menos pasaba era lo que esperaban los combatientes. Estos habían descubierto una nueva técnica que les permitía conocer el nivel de fuerza del enemigo, y por lo que pidieron advertir, todavía estaban lejos de poder asestarle un golpe significativo al monstruo, que era anular ese escudo, y mucho más de destruirlo. "Por qué logramos entonces segar la vida de miles de ilios?", preguntó con desconcierto Lidia, obteniendo la respuesta casi de inmediato, cuando Eduardo supuso que ese tremendo golpe lo habían logrado no solo por los poderes adquiridos con su nueva condición, sino también por el estado emocional, alegre y de satisfacción, por haberse transformado. "Entonces, tenemos que recuperar ese estado", dijo el Cuidador de la MabDe, lanzando cinco descargas al mismo tiempo, esferas verde oliva que aparecieron flotando sobre su cabeza que produjeron el mismo espectáculo de ruido y luces, ante lo cual el enemigo estuvo a punto de tropezar. "Hacer que la fuerza y los ánimos sean igual de enormes y se conviertan en uno" - agregó Marina -, "vamos a intentarlo". Y enfocó una parte de sus pensamientos en recordar cada cosa que había sentido en el instante en que alcanzara la condición de Sublime, sin dejar de acribillar al monstruo. Sus colegas hicieron lo mismo, y muy pronto lograron ver nuevamente esos sentimientos y emociones tal cual los experimentaran, y les dio lo que necesitaban para anular el escudo. Reunieron tal cantidad de energía en un solo disparo que, sencillamente, aquella barrera no fue capaz de resistirla, y se produjo una explosión tan grande que, en tanto el monstruo era catapultado a varias decenas de metros de distancia, las hadas oyeron como un mayor número de exclamaciones indicaba que la cantidad de "componentes" había sido, al menos, diez veces superior a la primera. "Lo conseguimos!", celebraron los cinco al unísono, dándose el lujo de  dedicar unos pocos segundos a estudiar las condiciones en que había quedado el monstruo. Pero en cuanto empezaron, pasó algo que causó alarma en los cinco, al tiempo que tomaban una distancia prudencial y se miraban entre sí, intentando comprender el evento del que fueron protagonistas. "Perdimos nuestra fuerza" - dijo Lidia con un tono de altura, teniendo nuevamente la forma feérica (una nena de baja estatura que no podría resistir en combate contra un enemigo, en teoría, en ese estado. Viéndose así, deseó -, "en este momento quisiera ser adulta, tendría mejores oportunidades". Aprovechando el estado actual del monstruo, temporalmente desorientado a causa del último ataque de las hadas como Sublimes, advirtieron que había pasado el tiempo en que podían permanecer con esa condición, el cual siempre era temporal y no existía una forma para saber cuánto podrían conservarlo. Eduardo consideró que no estuvieron mal los casi treinta minutos, para ser la primera vez del quinteto, aunque haber logrado mantenerla por esa franja implicara que los Cuidadores quedaran agotados. "Es por la exposición prolongada", dijo Zümsar, al tanto de que todos los Sublimes tenían la posibilidad de poder conservar por lapsos más amplios esa condición y no terminar así al abandonarla, con experiencia y la suficiente práctica. "Lástima que no lo podamos hacer de nuevo", se decepción Qumi, viendo un único aspecto positivo en el hecho de que tanto los otros como ella estuvieran ilesos. El que se recuperó, y antes que cualquiera de los cinco hubiera podido hacer algo más que pensar los tuvo encima, dando golpes con los puños y los pies. Los hombres fueron quiénes corrieron con los mayores riesgos, ya que como tales no estuvieron dispuestos a permitir que Qumi, Marina y Lidia corrieran semejante riesgo que podía significar, entre otras cosas, los huesos rotos allí donde los impactara el enemigo. "Eso dolió!", se quejó el marido de Isabel, moviendo repetidamente y de un lado a otro el brazo derecho, porque lo había interpuesto entre su colega del Tep-Wo y uno de los ataques del monstruo; acto seguido hizo aparecer de la nada una enorme cantidad de agua y la lanzó con gran presión e igual velocidad hacia el enemigo. Para su sorpresa, fue un impacto de lleno en la boca del estómago, aunque no más que eso, porque el guerrero único apenas trastabilló y no dudó en seguir sus feroces embestidas, ejecutando una serie de movimientos y saltos para confundir a las hadas primero y golpearlas después, sin que ninguna hubiese podido hacer algo para contener o evitar los ataques. Aún sin su escudo protector, y habiendo perdido una parte de su energía (ínfima, de no más de diez puntos porcentuales), seguía siendo muy poderoso, y ahora que los Cuidadores estaban nuevamente con su forma feérica esa diferencia era extremadamente superior, algo que para el quinteto quedó demostrado con la rapidez con que fueron golpeados. El monstruo, entonces, hizo uso de una técnica nueva, parecida a las anteriores, pero definitivamente más fuerte y, por supuesto, mortífera. Alzó las manos hacia arriba, ubicando los brazos en una posición completamente erguida, e hizo aparecer una gigantesca esfera de energía que, advirtieron los Cuidadores, contenía esos fragmentos arrebatados a cada uno de sus antecesores, desde que los ilios empezaran el desarrollo de su arma más letal. Cuando esa esfera hubo de condensarse y adquirir el tamaño de una pelota de tenis, el monstruo simplemente la lanzó hacia las hadas.

Las cosas se pusieron entonces verdadera y fenomenalmente difíciles para Zümsar, Qumi, Marina, Lidia y Eduardo, quienes, tras el impacto, perdieron el conocimiento y al recuperarlo se encontraron atrapados en una ilusión. La descarga fue tan rápida que no tuvieron tiempo para otra cosa que maldecir su suerte tan espantosa.
_Alguna idea de en dónde estamos?., llamó la Cuidadora del JuSe, levantándose con dificultad, frotándose la parte donde terminaba la espalda para atenuar los efectos del golpe.
No recordaba haber caído sentada. Lo último que había visto, antes de perder el conocimiento, fue la descarga del monstruo impactarla en el bajo vientre, y luego un sutil rayo rosa emergiendo de ella misma, lo cual, se aterró por advertirlo, podía significar una sola cosa y nada más.
"Ay, no!", pensó.
 _La verdad es que no, pero tenemos que volver cuanto antes y terminar con nuestra misión - contestó Eduardo, habiendo visto lo mismo que los demás, esos haces luminosos ascendentes... y no era bueno. Confiaba en que no hubieran sido más que unos de los componentes de este artificio -. Lo único cierto es que todos estemos atrapados en... Una recámara rectangular, con techo a dos aguas?.
 Eso era, en efecto.
Pero era inmensa, de varias centenas de metros de frente, fondo y altura. Un recinto absolutamente vacío sin muebles, en que la única fuente de iluminación eran sus auras y esas tres líneas de un tono brillante de gris que corrían a lo largo del techo. En este y las paredes se combinaban discretamente los tonos de negro, y las baldosas, también rectangulares, tenían una tonalidad opaca de gris. Tampoco habían tales o cuales inscripciones que orientaran acerca de las funciones de la construcción.
_No vamos a resolver nada quedándonos acá - asentó Zümsar, resignado a tener que permanecer con la forma feérica. Había usado tal cantidad de energía al acceder a la condición de Sublime que ahora no siquiera se podía transformar en el cocodrilo rey -. Deberíamos movernos siguiendo esas líneas en el techo, en cualquiera de las dos direcciones.
_Y permanecer todos juntos - agregó Marina -
 Algo me dice que este lugar no es amistoso, al menos no del todo.
Para tratar de convencerse, lanzó cuatro descargas, en direcciones diferentes. No obtuvo respuestas, no hubo explosiones ni otras reacciones, aunque eso, observó, no significaba que el peligro no anduviera por allí.
_Déjenme probar suerte a mí., pidió la nena híbrida.
Echando la cabeza hacia atrás, lanzó media decena de potentes bocanadas de aire, una hacia arriba y las otras hacia los puntos cardinales principales (los híbridos nacidos en parte de los vampiros tenían una reserva adicionales de energía levemente mayor a la de cualquiera de los otros seres elementales), buscándolo respuestas, pero tampoco las obtuvo. Lidia no pudo ni quiso ocultar su decepción, porque había puesto sus esperanzas en la eco localización.
_Larguémonos ya., quiso el Cuidador del Vinhäe, tan decidido como los demás a no desperdiciar un instante.
Aún con eso, se vieron forzados a caminar despacio y enfocando los ojos en todas las direcciones, además de tener el sentido de la audición en máxima alerta. Estaban convencidos de que esta construcción tan grande como misteriosa encerraba peligros, y eso lo sabían tanto por sus experiencias previas, en los templos antiguos de los ilios, como por la obviedad implícita en las condiciones de esta estructura. El tiempo estaba más en su contra que nunca, porque no solo debían hallar la manera de romper esta ilusión (deseaban con todas sus fuerzas que se tratara de eso) y volver a la realidad, sino también terminar el enfrentamiento con el MIR, el guerrero único que constituía la última esperanza de los ilios, y destruirlo. A este respecto no veían una alternativa viable, porque estaban exhaustos, sin la posibilidad de transformarse a su forma natural (mucho menos a la combinada, Selectos, Altos Selectos no Sublimes), y con toda seguridad aquel estaría en mejores condiciones físicas y de fuerza. Decidiera que ya se ocuparían de eso no bien hubieran vuelto a la realidad, así que concentraron todas sus fuerzas, las que les quedaban, en buscar algún indicio que señalara la salida, o, en el otro caso, la ubicación del o los peligros en este recinto. La única arma con que contaban era la seguridad que podían proporcionarse ellos mismos como grupo, así que la usarían de ahora en más, confiando en que, al volver a la realidad, pudieran recuperar aunque fuera una parte de sus energías. "Siempre quedan los nuestros" - dijo Eduardo, pensando, con un tono lúgubre en sus palabras, en sus colegas -, "si no lo logramos...". Y los otros comprendieron que hizo referencia a los Cuidadores de las Moradas de la Flora y de la Fauna y de la Casa de la Magia; si este quinteto fallaba, el destino de cada uno de los seres elementales quedaría en manos de Lina, Akmi y Kevin. Aún con ese oscuro panorama, no se desanimaron y siguieron avanzando y explorando la recámara rectangular, hasta que vieron algo que captó su total atención.
_Debe ser la salida!., se esperanzó Eduardo.
No sabía por cuánto tiempo habían estado caminando, ni la distancia que cubrieron, pero no había dudas sobre lo que tenían frente a ellos, tal vez a otros mil metros. A su lado izquierdo detectaron una oficina no muy grande, tal vez de tres por tres
 Aunque no fueron capaces de detectar ninguna presencial, decidieron que se acercarían cautelosamente, listos para pelear usando las técnicas marciales si fuera necesario.
_Si fue una ilusión, no estuvo creada para otra cosa que hacernos perder el tiempo., opinó su colega del JuSe.
El piso y las paredes estaban en condiciones inmaculadas. Eso le fue de ayuda para comprobar que, en efecto, las trampas caza bobos eran inexistentes allí.
_A propósito de eso... Si quisieran arriesgar una cifra - llamó Marina -. Cuánto tiempo creen que llevamos atrapados en este lugar?.
No fueron los otros ni ella capaces de dar una cifra acertada, ni tampoco una aproximada, porque sabían que cualquiera estaría equivocada.
_Esperemos que no haya sido mucho, porque es lo que menos tenemos - deseó Zümsar, dándose cuenta que tampoco estaban funcionando su bastón ni el impulsor en este recinto rectangular -. Ni bien hayamos abierto esa puerta vamos a estar en nuestro mundo, en la realidad, y eso significa que el monstruo va a ser lo primero que veamos y encontremos. Si tuvimos muy pocas oportunidades de causarle daños antes, menos vamos a tenerlas ahora, estando los cinco tan agotados. A lo que voy es a que tenemos que extremar todas las precauciones desde el mismo instante en que uno de nosotros haga girar el pomo de la cerradura.
_El momento en que vamos a recuperar el conocimiento - tradujo Lidia, despertando el orgullo de los adultos, pues era la híbrida el único componente del grupo que no estaba dispuesto a huirle a cualquier reto que pudiera haber en esta ilusión, y de todos, era la que mayor valentía y menos temores y preocupaciones demostraba. No era por inconsciencia o ignorancia, sino otra de las cualidades que heredara de su padre. Los vampiros no le escapaban ni temían a ningún reto -. Debemos estar tendidos en el suelo, y el monstruo atento al intentar en que los cinco vamos a recuperar la movilidad y abrir los ojos. Eso nos va a dejar no más de un segundo para reaccionar.
Ese fue el tema que los mantuvo ocupados hasta que se situaron frente a la puerta, concluyendo que habrían de rodar por el suelo para evitar que el guerrero único los golpeara o pisara; si podían remontar el vuelo o no no importaba, e inmediatamente luego lo atacarían como pudieran, con sus poderes o con las artes marciales. Estando ya frente a la puerta, la apreciaron con detalles, no habiendo podido registrar la pequeña estructura de tres por tres, pues estaba cerrada y sus dos ventanas tapadas con cortinas negras. "Parece apta para los nagas", observó Lidia, porque la puerta por la que intentarían pasar tenía más de diez metros de alto. Eran dos piezas de tres metros de ancho que se abrían hacia el interior de esta estructura rectangular, de una clase de madera muy bien trabajada y, por supuesto, lujosa, pintada también con colores discretos. "Cedro" - advirtió Qumi, creyendo haber acertado -, "y miren esto, este otro lujo", agregó, hablando por la magnífica cerradura de oro. "Y qué me dicen de eso?", llamó Marina, señalando con la vista lo que parecía ser escritura cuneiforme en el marco, tallada en este, en tanto los hombres apoyaban las manos en la puerta, para asegurarse que no hubiera trampas caza bobos. "No las hay", dijo Zümsar, tras dos minutos, y Eduardo concluyó diciendo "Después podemos comentar acerca de este lujo y todo sobre esta recámara. Ahora vamos". Y tomó el pomo, decidido a abrir la puerta y romper la ilusión en que estaban atrapados.

_No vayan a abrir esa puerta!.

Las hadas adoptaron inmediata e instintivamente una posición de alerta, enfocando los ojos en todas las direcciones y agudizando el oído, pero no pudieron saber desde qué o cuál lugar provino esa advertencia. Había sido una voz masculina grave, de un hombre que podría estar a mitad del segundo grupo etario - una franja de treinta y seis años comprendida entre los diecinueve y los cincuenta y cinco años -, pero no lo pudieron ver sino hasta varios segundos después, cuando hizo acto de aparición desde lo más alto de la constructora. Una nube de vapor y gas un tanto espesa que descendió formando espirales hasta situarse justo delante del quinteto, donde se materializó y adquirió una consistencia sólida que, en efecto, era la de un hombre del segundo grupo etario. Estaba usando una sotana negra, zapatos y un sombrero del mismo color, y sus únicos complementos eran el estuche que llevaba en la cintura, en el lado derecho, en el que guardaba una daga, un báculo de madera con una esfera de oro en el extremo y un extraño símbolo en el pecho, un medallón de color celeste. Los Cuidadores comprobaron que se trataba de un ser feérico, porque tenía un aura, del más oscuro tono de negro que el quinteto hubiera visto alguna vez, y un juego de seis alas, que estaba agitando levemente. Este individuo hizo un veloz movimiento con la zurda y abrió el acceso a la estructura, e indicó a las hadas que entraran, algo que estas hicieron conservando las dudas y, obvio, las precauciones y la impaciencia. Esto podía ser una trampa y no había tiempo que perder. Ya sentados en esas cómodas sillas que aparecieron de la nada, y observando lo simple que era el interior, Eduardo fue el primero en hablar, y lo hizo con una pregunta al anfitrión, que había ocupado el lugar al otro lado del escritorio.
_Por qué no podemos abrirla?.
Lo que más destacaba en ese lugar era un archivero encima de una de las paredes, a la cual cubría en su total, y una serie de cilindros dispuestos sobre una estantería, numerados, y cada uno contenía mil unidades de algo. "Ya vamos a averiguar qué... o no", pensó el Cuidador del Vinhäe.
_Porque en cuanto lo hagan no van a tener vuelta atrás - contestó el hombre, conservando el tono serio, moviendo mediante la telequinesia un bibliorato de esos cientos que estaban en el archivero -. Supongo que ustedes cinco habrán escuchado la expresión "pasar al otro lado de la puerta" y entendido lo que significa... No es así?.
Los Cuidadores quedaron boquiabiertos.
De todas las opciones que pensaron, esta era la que menos probabilidades tuvo al momento de intentar explicar qué era y qué funciones cumplía esa gigantesca construcción rectangular. En un tiempo se lo hubo de considerar como un mito, dada la inexistencia de pruebas y fundamentos que demostraran que era un lugar real, especialmente desde que el Edicto Once fuera desarrollado, en seis mil pesos sesenta.
_Así que después de todo es cierto reaccionó Eduardo, dándose toda la cuenta de lo que los otros y el estaban viviendo y de la posibilidad de que la existencia de los cinco se estuviera terminando. Al respecto, sus emociones y sentimientos estaban en medio de una enorme confusión, como era el caso de sus colegas todo cuanto se sostuvo hasta el ocaso religioso.
Aldem estaba frente a los cinco.
La personificación de la oscuridad y de la muerte.
_Si contestó, decidiendo no abrir el bibliorato. De momento, no escribiría en alguna de sus páginas los nombres de estos nuevos huéspedes permanentes . Pero las cosas no son como ustedes las conocen e imaginan, sino lo contrario. Y eso se los puedo explicar ahora. Pero antes  - vio y detectó el temor en la cara de las hadas, y quiso aclarar No están muertos todavía, así que pueden respirar tranquilos.
Eduardo, Lidia, marina, Qumi y Zümsar lo hicieron, por supuesto, sin hacer a un lado el desconcierto y la confusión.
Uno de los principios de todas las religiones era que los dioses, sin importar su cantidad y género, eran quienes creaban a todas y cada una de las formas de vida Igual que en la Tierra, había aportado Eduardo , y así lo sostuvieron las hadas en tanto hubo de existir su creencia, en cuyo tope estuvieron Vica y Aldem, quienes, respectivamente, representaban a la vida y la luz y a la muerte y la oscuridad. Hasta el mismo instante en que se produjera el ocaso definitivo de esa religión, los seres feéricos, todos estos, sostuvieron que aquellas dos figuras habían sido las creadoras, cuando, según lo que ahora estaba explicando Aldem, la realidad era la opuesta. Según la personificación de la muerte y la oscuridad, habían sido las hadas las responsables de crearlos a el y a su contraparte del sexo femenino, porque, explicó como mejor lo supo hacer, creyeron y desearon con tal fuerza poder encontrar una respuesta para todo lo que desconocían, o cuya comprensión era parcial, que terminaron  concluyendo que había en alguna parte un ente infinitamente más sabio y poderoso con la asombrosa capacidad para crear todas esa cosas y explicarlas. A Vica, Aldem y la religión en general se hubo de acudir para buscar esas respuestas a todos los planteos y misterios, incluido el principal de estos, el origen de la vida. Conforme la ciencia iba haciéndose su lugar, a base de sacrificios y esfuerzos, esas interrogantes tuvieron respuestas que eran más fáciles de corroborar, pero los adeptos a la fe nunca renunciaron a las suyas. Mejor que eso no cambie, aunque la religión haya desparecido, prefirió Aldem, quien acto seguido contó a los Cuidadores que fueron las hadas quienes hubieron de dar vida y existencia a el y a todo cuanto representaba esta fe ya extinta. Las dos figuras máximas tomaron conciencia de su existencia en un momento en que cada uno de los individuos de la raza feérica coincidieron en tiempo en ese único pensamiento, y no les demandó más que una fracción de segundo comprender cuál era la realidad y el papel que desempeñarían en la sociedad desde ese instante. Su lugar de residencia y trabajo, así lo quiso definir este ser divino, pasó a ser esta gigantesca barraca de dos mil metros de largo por trescientos de ancho por doscientos de alto, en cuyos extremos se encontraban las moradas de ambas divinidades: en una de ellas, Vica daba la bienvenida a cada nuevo ser feérico que llegaba al mundo; y en el otro, Aldem escoltaba a los individuos a su lugar de residencia eterna, del que ya no podrían volver. Esas moradas representaban los momentos del parto y de la muerte de las personas, y el espacio entre ambas era la vida misma. En ningún momento había intervención divina y las hadas recién tomaban conocimiento de la existencia de este lugar cuando les llegaba la hora, instante en que Aldem les explicaba cuál era la realidad, a la vez que hacían el repaso integral de la obra de este nuevo y permanente huésped. Aldem finalizó esas palabras diciendo al quinteto de Cuidadores que ellos en ningún momento y bajo ninguna circunstancia intervinieron ni intervenían en el origen y el final de la vida, pues estos eran hechos meramente biológicos, ni tampoco durante  su curso, y que todo cuanto ocurría era por la libre voluntad y albedrío de los propios seres feéricos.

_Entonces, si todo lo que pasó no es obra de ninguno de los dos, ¿qué representa todo esto?., quiso saber Zümsar.
Quedaron, advirtió, varias lagunas en esa explicación. O no, dijo en silencio, pensando que también pudo darse el caso de que Aldem no hubiera sabido  definirse, que los Cuidadores no hubieran puesto atención.
_Aunque desde el inicio Vica y yo no hayamos sido otra cosa que figuras decorativas, por definirlo de alguna manera; decidimos asumir las funciones para las cuales fuimos creados contestó Aldem . Esta es la mía. Escoltar a las hadas al otro lado de esa puerta. Esos cilindros que ven allí señaló con la vista esas piezas , contienen la información detallada de cada una de las personas feéricas que murieron en un período de mil años, desde mi nacimiento, no desde el inicio de cada milenio. Y los biblioratos, incluido este, las muertes ocurridas en todo el mundo en los últimos seis siglos, un poco más un poco menos. Es lo único que hice y hago y voy a hacer hasta que ya no quede vida en este planeta.
_Y las hadas desconocen que todo esto fuera una creación de ellas, y no al revés repitió Qumi . Es muy confuso. Creo que necesitaría escuchar esa explicación dos o tres veces más para comprenderlo todo.
_Tal cual confirmó Aldem . Desde la vida para abajo, todo pasa por obra y gracia de ustedes. Este, como les dije, es nuestro hogar.
El y su compañera permanecerían para siempre en esa inmensa barraca, sin posibilidad de hacerse presentes en el mundo de los vivos. Aldem, por su parte, tenía la chance de entrar al de los muertos, cada vez que a un hada se le terminaban los problemas.
_El origen de la vida es uno de los grandes misterios y ni la religión ni la ciencia pueden dar una respuesta. Personalmente, espero que nunca aparezca opinó Eduardo . Hablo de la vida en el sentido amplio, claro. Ya sabemos que todos nosotros nacemos porque
_Cuidado con las palabras que hay una nena presente., advirtió  Qumi, desconociendo como pudo incorporar unja risa a esa advertencia, considerando lo que estaba viviendo, experimentando y sintiendo en este momento.
Lidia rió, no entendiendo lo que quisieron decir sus colegas del Templo del Agua y el Hogar de la Tierra, pues su mente estaba moviéndose velozmente, trabajando al máximo de sus capacidades, intentando procesar todo lo que había dicho el anfitrión, entre esas palabras aquellas que dijera al principio, sobre que no estaban muertos.
_Eso es lo que no entiendo. Si no fallecimos, ¿qué hacemos los cinco en este lugar?, ¿cómo terminamos acá?.
_¿Y por qué vimos emerger de nosotros mismos esas luces?., agregó Qumi.
_Dos cosas contestó (arriesgó) Aldem . Por un lado, creo que todos sus antecesores los protegieron al momento de ese último ataque del monstruo haciendo que ustedes quedaran a salvo o casi. Quiero decir que esos remanentes de los Cuidadores crearon alrededor de ustedes una clase de escudo, al mismo tiempo que los atacaban. Ellos no pueden abandonar al monstruo, así que llevaron a la práctica o único que no les estaba limitado, defenderlos a la vez que atacarlos. Creo que su enemigo no se dio cuenta de eso, por lo compenetrado que estuvo con su misión de destruirlos
Hizo un alto para ver como los Cuidadores parecían haber comprendido esta nueva explicación.
_... la otra cosa, y esto es un pensamiento mío bueno, creo que ustedes cinco, involuntaria e inadvertidamente, llevaron a la práctica algo que a la fecha sigue siendo uno de los más grandes misterio de todos los tiempos.  Viéndose en un peligro del que no creyeron que podrían salir airosos, separaron sus almas de sus cuerpos y las primeras llegaron a este lugar, mientras que sus formas físicas quedaron ¿tendidas en el suelo?. Con eso, el monstruo puede destruirlos y reducirlos a polvo, pero en cuanto sus almas hayan vuelto van a regenerarse y ustedes resurgir como nuevos, con sus poderes y habilidades en lo más alto.
Eduardo, Lidia, Marina, Qumi y Zümsar habían hecho lo mismo que Iris y otros seres feéricos a lo largo de la historia: separar el alma del cuerpo al verse expuestos a un peligro cuya magnitud ameritaba la aplicación de esa técnica. Se emocionaron con la idea de ser los primeros individuos en el mundo que podrían completarla de manera exitosa.
_Y nuestras almas adquirieron esta forma corpórea temporal advirtió el Cuidador del Templo del Agua . Lo que no entiendo es cómo llegamos acá, ni cómo vamos a volver.
Sus colegas se estaban formulando en silencio esos mismos planteos. Eran tantas las dudas en la mente y tal la confusión que no veían como podían regresar y terminar su tarea, mucho menos si consideraban que desconocieron lo que habían hecho.
_Ni tampoco cómo vamos a convivir de ahora en adelante con esto, con lo que descubrimos agregó Zümsar . ¿Eso nos va a afectar o no, a nuestras emociones y nuestra psicología?.

_Ustedes van a volver por el mismo camino por el que llegaron, que es el otro extremo contestó Aldem, que quiso llevarles tranquilidad . Les quiero pedir que estén calmos, porque no tienen de que preocuparse. No hablo de este enfrentamiento con el monstruo, porque el triunfo es de ustedes, aunque les cueste creerlo, si reparan en las dificultades que tuvieron antes de separar sus almas. Hablo de sus vidas, en el sentido amplio de la palabra. Los cinco van a vivir por décadas, llegando a cada uno de los grupos etarios, y ver crecer a varias generaciones. Quiero decir que van a nadar en un océano de tranquilidad sin que se tengan que preocupar, al menos no por algo significativo. Sus familias, sus empleos nada de eso va a correr peligro. Este bibliorato señaló el pesado volumen sobre el escritorio , lo tomé solamente para ilustrar lo que hago yo en este lugar, además de para complementar las explicaciones que di, hayan servido del todo o no. Y hay otra cosa. Ninguno va a tener memoria de este lugar, de lo que vivieron y experimentaron acá, de mi ni de Vica, a quien van a ver cuando se marchen. Se que eso les va a pasar, y no es porque yo piense que eso los puede afectar en una u otra forma. Es lo mismo que pasa con todos los que cruzan por allí señaló el exterior de la oficina . Todos los que mueren y pasan al otro lado saben quién soy y nada más. No recuerdan nada de lo que pudiera haberse hablado acá, incluido el quien creó a quien. Incluso olvidan que antes de cruzar hicimos un repaso completo de su obra cuando estuvo vivo.
_¿Tiene que ser así? inquirió Eduardo . Quiero decir, nosotros estamos ahora confundidos, es lógico, pero nuestras facultades mentales están en orden. No creo que esto las vaya a desordenar.
El sabía tanto como los otros que serían los únicos individuos en vivir para contar esa experiencia y, aunque no querían conservar el recuerdo para compartirlo, no deseaban perderlo quedarían como mentirosos, ante la imposibilidad de demostrarlo. Los demás asumirían que se trataba de una alucinación, producto del estrés y la tensión por ese enfrentamiento a muerte, y además no querrían que se pensara que sus facultades podrían estar comprometidas . Era algo atípico que, a causa justamente de eso, valía la pena mantenerlo en la memoria.
_Si contestó Aldem , no se por qué, pero pasa. Y la razón de que sus almas hayan venido a este lugar se debe a la necesidad de que los cinco recuperen todos sus poderes.
Les dijo que su contraparte del sexo femenino se ocuparía de eso. Vica, como la personificación de la luz y la vida, podría restituirles la totalidad de las energías que usaran en la batalla contra el guerrero único, y volver como nuevos para terminar el trabajo.
_Eso no va a demandar más de un minuto, con cada uno de ustedes complementó Aldem, devolviendo el bibliorato con los otros, y poniéndose de pie , cinco en total. Antes que se hayan cumplido las trece horas, va a reanudarse el enfrentamiento, y confío en que no vaya a prolongarse demasiado. En cuanto estén allí, van a poder acceder otra vez a la condición de Sublimes, y mi consejo es que además de eso recurran al encauzamiento. Con esas dos cosas, el monstruo no va a permanecer de pie por más de un cuarto de hora un tercio cuando mucho quiso agregar, antes de dejar los otros y el esa oficina . Lamento lo de los lugares grandiosos, la suerte que corrieron y van a correr, me gustaban mucho. Vi pasar por acá a todos sus responsables y los segundos. No hacerlo más va a ser raro, aunque no fuera cosa de todos los días.

Y el dios de la oscuridad y la muerte (eso era Aldem, no solo la personificación de la Luna) se puso de pie, secundado por Eduardo, Lidia, marina, Qumi y Zümsar, quienes, al haberse convencido de las funciones que cumplía esa gigantesca barraca, podrían caminar sin tantas precauciones y temores. Era simplemente una caminata libre de peligros hasta el otro extremo, donde encontrarían a Vica,, esta les restituiría sus energías y volverían al mundo real a continuar la lucha. Al final cumplimos, lo logramos, dijo el cuidador del Vinhäe, en referencia a eso de concluir la guerra y derrotar definitivamente a los ilios antes que se terminara este primer mes, en uno u otro calendario. Queda la parte difícil, emocionalmente hablando, lamentó su colega del Hogar de la Tierra. Había hablado acerca de todas las tareas posteriores a cualquier guerra, entre estas las peores, sin dudas, la atención para con los caídos, su identificación  y posterior funeral, y la reconstrucción de toda la infraestructura perdida. Lo van a superar, necesitan fuerza de voluntad les dijo Aldem, encabezando la marcha eso está en la naturaleza de todas las hadas. Recuperarse de las adversidades, por más difíciles que sean. ¿No es así?. Los Cuidadores sabían que eso era cierto, pero, al mismo tiempo, no podían evitar pensar que una cosa, a ese respecto, era la teoría y otra la práctica. Concéntrense en lo que es prioritario y urgente pidió el anfitrión , destruyan por completo a ese monstruo y con el a los ilios, y al hacerlo van a tener el justo y suficiente para guardar el luto por los caídos. Y continuó el viaje, dando consejos y palabras de aliento, detectando en ello cierta inutilidad, porque sabía que los Cuidadores lo olvidarían en cuanto hubieran vuelto, cuando sus almas hubieran regresado otra vez a sus cuerpos.


FIN


--- CLAUDIO ---


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