_De manera que cierto, todo… cada cosa –
lamentó la reina insular, leyendo los resultados de la investigación. Aunque
sabía que los datos eran correctos, más que nunca le hubiera gustado que algo
que estuviera referido a los ilios fuera una invención de sus detractores,
dentro y fuera de la sociedad feérica. Pero al final resultó ser verdad:
aquellos seres no eran menos que malignos, desagradables, perversos y
repulsivos –. Al final, tenemos que reconocer que los catastrofistas no
estuvieron jamás equivocados. Elvia, Oliverio – llamó a su hija y a su yerno,
los futuros reyes – Saben lo que espero de ustedes. ¿Pueden ocuparse?.
Los aludidos abandonaron la oficina. Eran los
encargados de coordinar varias reuniones, entre ellas las cuatro más
importantes: con los enviados de la prensa, para dar a conocer todo cuanto se
descubriera con la expedición al Oi-Kal y con las investigaciones posteriores;
otra reunión con la plana mayor de la Armada y el Ejército, que incluía a los
máximos jefes de dichas fuerzas y Olaf, pues estaban en guerra y había que
determinar y estudia a fondo cada uno de los pasos a seguir; una tercera
reunión con los componentes del Consejo Real de Insulandia, porque esta
situación ameritaba el encuentro extraordinario; y la cuarta y última con los
representantes diplomáticos de los reinos centrálicos. Todo el continente se
vería implicado en los primeros días en esta nueva guerra y era absolutamente
imprescindible tomar todas las precauciones y estar preparados para todo, para
lo peor. Los herederos también estaban consternados por todo lo que había
pasado desde la recuperación de la Cuidadora del JuSe, y sobre exigidos a causa
de eso.
Con solo leer el manifiesto e interpretarlo -
descubrir los mensajes ocultos en el -, las hadas reunidas en la oficina
principal del castillo descubrieron una conspiración que se remontaba a tiempos
tan ancestrales que eran incluso anteriores al período de bombardeo planetario,
el cual hubo de marcar para siempre cada aspecto de la vida, la sociedad y la
historia no solo de esa especie, sino de todas cuantas conformaban el reino
elemental, el menos numeroso de los reinos de la naturaleza en cuanto a la
cantidad de especies y el mayor en cuanto a la cantidad de individuos. Tan
antiguo era el plan que las siete especies ilias aún vivían sin saber que en el
futuro emprenderían un viaje motivados por un evento al que describieron e
interpretaron como una señal religiosa. A medida que fueron estudiando y
analizando el contenido, se dieron cuenta, insistiendo con que más que nunca
les hubiera gustado estar en un error, de cada cosa que los ilios de la
antigüedad, los que conformaron las siete especies originales, habían diseñado
y orquestado para alcanzar aquel que era su máximo e inclaudicable objetivo -
los advenimientos del Primer Encuentro, el más importante de todos los
acontecimientos históricos, y la Guerra de los Veintiocho, el más catastrófico
y extenso enfrentamiento bélico de todos los tiempos, eventualmente,
pospondrían esos planes de conquista -: la dominación total y absoluta del
planeta, empezando por una región de más de quinientos mil kilómetros cuadrados
en uno de los continentes q la que los ajenos a esas razas, a los que con el
tiempo empezarían a llamar "infieles", habían bautizado con el nombre
de Iluria, lo cual era por demás conveniente para sus siniestros planes e
intereses, a causa, justamente, de ese nombre. Y, para retener definitivamente
ese dominio, la supresión total y sin excepciones, de las otras especies
elementales, principalmente los seres feéricos (los más numerosos y poderosos),
y la destrucción de cualquier cosa que probara que alguna vez existieron y
convivieron con los ilios. El golpe final para ese gigantesco plan sería la
invención de una herramienta, algún tipo de magia, que posibilitara remover un
recuerdo en particular, con lo cual las hadas y otros seres elementales
desaparecerían incluso de la memoria de los ilios, que a esas alturas serían
los soberanos absolutos del mundo y los únicos habitantes inteligentes de este,
pudiendo entonces moldearlo de acuerdo a sus antojos, gustos y preferencias.
El Primer Encuentro impuso una de las
postergaciones, ya que, estando los seres elementales tan consternados a causa
de la llegada de este contingente de hadas desde un planeta hasta entonces
desconocido, mantendrían un particular estado de alerta por algo que al final
resultó ser infundado y que nunca ocurrió: estas hadas no eran malignas ni
perversas, sino todo lo contrario. La segunda postergación llegó con la Guerra
de los Veintiocho, que se desarrollara entre el dieciséis de Abril / Llol
número dieciocho del año cinco mil setenta y nueve y la misma fecha de cinco
mil ciento siete, que redujo catastrófica y significativamente la población
mundial ilia, de ciento noventa a sesenta y tres millones doscientos cincuenta
mil. Ese fue el único momento en que las "Sesenta y cuatro verdades
máximas", tal era el nombre correcto del manifiesto, tuvo una corrección,
al incorporarse un nuevo párrafo, que estipulaba una nueva fecha para iniciar
la conquista.
Fue recién al mediodía, apenas unos pocos
segundos antes de que los relojes anunciaran las doce horas en punto, del
noveno día del año diez mil doscientos seis, que los individuos de uno y otro
sexo congregados desde hacía casi dos días en una amplia sala en uno de los
subsuelos (requirieron de hermetismo, secretismo y tranquilidad para llevar a
cabo esta tarea), concluyeron la lectura detallada, la comprensión y un
análisis más que exhaustivo del manifiesto ilio, una tarea por demás ardua y compleja
que los tuvo despiertos y sin descanso por más de cuarenta y ocho horas, en la
cual, por pedido expreso de los reyes, participó un equipo conformado por los
mejores expertos y notables de Insulandia en disciplinas tales como el análisis
de documentación antigua, arqueología, lingüística, etnografía, genealogía,
historia y, por supuesto, la criptografía. Con haber leído la primera vez el
texto, advirtieron que el párrafo introductorio y las sesenta y cuatro
oraciones (verdades máximas) estaban lejos, y mucho, de promover alguna clase
de intriga de los ilios y nada hacía referencia a supuestas conspiraciones más
elaboradas o menos de su parte. Eran, de hecho, tal fuera la observación de los
miembros del equipo, frases sencillas y no muy extensas que hacían pensar en
cualquier cosa, excepto uno y otro acto maligno, incluido el complot para la
dominación planetaria, y muchos de los postulados, o "verdades",
apenas se conectaban y tenían relación entre si. "Eso solo puede
significar una cosa" - indicó la reina Lili al equipo, al tomar
conocimiento de los primeros avances, más bien débiles y superficiales -,
"imagino que ya lo saben...", a lo que los hombres y mujeres movieron
la cabeza de arriba hacia abajo en un evidente gesto de afirmación. "Nos
gustaría poder decirles que disponen de todo el tiempo que necesiten, pero
desafortunadamente eso no va a poder ser, no es el caso ahora", agregó el
rey, lamentándolo, y sin alejar la diestra de la empuñaduras de su espada, aún
sabiendo que fuera del recinto estaba la decena de agentes Qar'u, con la orden
imperativa de proteger a los expertos a toda costa. Los mientras del equipo
comprendieron desde el inicio, cuando les pidieran su presencia, cuan urgentes
eran esas tareas de descubrir los mensajes que pudieran encontrarse ocultos en
esas oraciones y el párrafo introductorio, de manera que sin perder un segundo
de su tiempo tomaron esas decenas de páginas en blanco, los elementos de
escritura y empezaron a hacerlo, sabiendo acerca de la tensión que reinaba y la
posibilidad de que los ilios atacaran el Castillo Real en cualquier momento. A
medida que fueron efectuando esos descubrimientos se horrorizaron, los de la
media catorcena de especies originales, habían hecho y desarrollado a lo largo
de su existencia, desde antes del bombardeo planetario y continuado la especie
que descendiera de aquellas. No dudaron, como tampoco lo hicieron otros dentro
y fuera de la raza feérica, en reafirmar, tanto como todas las veces en
conjunto anteriores e incluso más, que los ilios representaban y eran la
personificación de la más absoluta de las maldades y cada una de las cosas que
más reprobaban las hadas (lo advirtieron al descubrir los mensajes), como la
avaricia, el odio, el desprecio por los demás, la deslealtad y la traición, la cobardía,
el resentimiento y la indiferencia. “Lo que descubrimos no le va a hacer
ninguna gracia a nadie”, dijo uno de los integrantes del grupo, mientras
pasaban a limpio los borradores. Los secretos mejor guardados del pueblo ilio
salieron a la luz en el instante que este equipo especial fue cambiando una
determinada letra por otra, o una palabra por otra que fuera su antónimo,
salteando una letra o una palabra por la anterior o la posterior, a veces más
de una en cada sentido, leyendo la primera y última palabra de cada párrafo,
contabilizado la cantidad de letras, palabras y oraciones. Al final, así lo
hicieron saber a los funcionarios y los reyes, descubrieron los secretos que
más trataban de ocultar y defender los ilios, al punto que estuvieron, y continuaban
estando, dispuestos a cualquier cosa con tal de que no se difundieran, incluso
el asesinato. “El caso de Qumi lo demuestra a la perfección”, dijo Elías, al
leer una de las páginas, en tanto Lili afirmaba el hecho de que darían a
conocer los resultados tal cual, sin omitir ningún detalle. Sabía que había
riesgos, pero al mismo tiempo estaba cien por ciento convencida de que el
pueblo, las hadas como un todo y los seres elementales como el todo mismo,
tenía que estar al tanto de los secretos de los ilios.
_Queremos hacer un repaso de esto – indicó la
reina, hablando también por el rey, con quien se tomara de la mano. Ese era un
gesto también antiguo, el de los monarcas juntos dirigiendo a sus tropas en un
enfrentamiento bélico –, para conocer a fondo con que nos vamos a encontrar.
El primero de los secretos en ser revelados
por el equipo de expertos hacía referencia al alfabeto ilio, lo que implicaba a
su vez un sistema de escritura complejo. Por fin las hadas pudieron saber, por
fin después de tantos milenios, que lo que siempre creyeron como inexistente,
era cierto. Los pictogramas, aquellos que al Cuidador del Templo del Agua le
recordaron bastante a los egipcios antiguos (oportunamente, Eduardo había
mencionado algunos aspectos de las civilizaciones de la antigüedad de la
Tierra) eran en realidad letras bien definidas, un total de ciento veinte, que,
de acuerdo a la manera en que se las empleara, podían representar solo eso,
letras, y también sílabas e incluso ideas complejas. Tuvieron un ejemplo de eso
con el símbolo (la letra), uno de los pocos del que conocían su significado,
que traducido al idioma de las hadas podía leerse como “Kal”, y esta palabra se
refería a un lugar de adoración o de culto, templo, lugar sagrado, casa
religiosa o santuario. Eran sinónimos, y como tales se podían escribir con un
mismo pictograma, o, ahora se sabía, con una misma letra. Así era como los
ilios hubieron de desarrollar y redactar sus textos religiosos, que era lo
único en que aplicaban ese alfabeto, en parte porque los individuos de esa
especie, particularmente sus líderes tribales, consideraban que la fe era lo
único con la suficiente importancia como para que contara con un registro
escrito detallado, con el que se pudiera difundir y transmitir la religión – el
único culto, de todos los que poseían los seres elementales, que promovía la
desconfianza y el odio hacia los demás, mencionando la “infidelidad” por no
adherir a esa fe – a las generaciones futuras. En su análisis e investigación,
los expertos no pudieron determinar la fecha de creación de este alfabeto, pero
basándose en ese y los otros mensajes encriptados fueron capaces de establecer
un período de entre uno y un siglo y medio antes del bombardeo planetario tan
catastrófico que sufriera el continente centrálico. La otra razón (en parte
también) por la que los ilios nunca volvieron a hacer uso de su alfabeto se
debía a su temor, infundado o no para ellos, de que las hadas u otros seres
elementales quisieran o pudieran apoderarse de sus conocimientos y cualquier
cosa que formara parte de su acervo cultural. Ese alfabeto y el sistema de
escritura tampoco eran algo que se encontrara a simple vista en las aldeas
ilias, donde lo más usual era ver dos o tres inscripciones que refirieran a
mensajes religiosos, con los que se mantuviera alineada y en alerta a la
población. La infinidad de palabras e ideas que permitían esos ciento veinte
símbolos, o letras, hacía imposible a las hadas llevar un registro con las
traducciones, existiendo en la actualidad no más de un siete o un ocho por
ciento del total, que en otros tiempos, antes que Iris decidiera destruir los
archivos que refirieran a los ilios, fuera tres veces superior.
_Alfabeto y sistema de escritura complejo –
repitió Lili, leyendo el párrafo pasado a limpio que expresaba el por qué del
único uso. Sabía que los ilios eran recelosos y desconfiados, pero nunca hasta
este punto. Atribuyó a eso una de las razones por las que, en comparación con
las demás especies del reino elemental, los ilios estaban tan atrasados en
todos los aspectos de su sociedad –. Por fin lo pudimos saber, y espero que
contribuya a revelarlos tal como son.
Pocas veces había estado tan consternada.
_Y yo que algún día podamos descifrar la
totalidad de las palabras e ideas, eso sería sin dudas un avance gigantesco –
agregó el rey, observando como el escribano real firmaba y sellaba la página,
lo cual le confería toda la legalidad – Eso nos daría la posibilidad de causar
un golpe fatal a los ilios, sin que tengamos que derramar una sola gota de nuestra
sangre.
Pasaron entonces a la segunda página, al
segundo secreto.
El segundo secreto en ser revelado por los
expertos espantó definitivamente más que el anterior, y posiblemente que todos.
"Creo que lo importante con esto es
el supuesto tiempo de su surgimiento y la postura de los líderes",
había concluido la reina Lili al leer el reporte final. No atañía directamente al complot a todos los
plazos contra el común de los seres elementales, sino a una herramienta,
terribilísima si se tomaban en cuenta aquellos dos factores, en que los
dirigentes ilios, a quienes hacía referente otro de los secretos, repararan
para llevar a cabo ese fin: la propia creencia religiosa. Toda la fe había sido
el medio para mantener unida a la población ilia - ese era, de hecho, el
propósito de las religiones - y férreamente alineada, dirigiendo y digitando
cada uno de los aspectos y acciones de los individuos de esa raza como tales y
como grupo. Eso sostenían los ilios desde tiempos inmemoriales y creían que
desviarse siquiera un milímetro era poner en duda todo en lo que creían y una
ofensa particularmente grave que podía abrir la puerta a la desestabilización
de la sociedad y eventualmente conducirla a un colapso generalizado. Pero la
verdad, como advirtieron los seres feéricos, lo que los condujo a espantarse de
esa manera, no por miedo sino por sorpresa, era que las masas ilias, una forma
de dirigirse a los gobernados (en ese aspecto, las hadas eran súbditas de un
rey o una reina en particular), estaba viviendo una ilusión, un engaño
monumental que en su momento fuera creado para alinear y dirigir con puño de
hierro a las masas, los futuros creyentes. Estos podían adherir a esa fe que
tenía como figuras centrales a dos trinidades, una benigna y otra maligna, de
acuerdo, pero no así sus líderes, la "clase dirigente". Lo cierto era que esos mandamases ilios
fueron los primeros en pensar en que la dominación absoluta del planeta bien
podría convertirse en una realidad, pero para eso requerían de la sumisión
total y la adhesión irrestricta de sus congéneres. El problema era que no
disponían de un instrumento que fuera efectivo y duradero, que no se
convirtiera en algo menor y desapareciera. Se dieron cuenta, entonces, que
necesitaban un "arma", y su inspiración provino de otra de las razas
elementales, por la cual en ese momento no sentían tanta aversión, desprecio y
odio: las hadas. Estas contaban con algo
que las mantenía unidas y las hacía progresar, que las volvía fuertes y mejores
como individuos y como grupos, algo que dio origen y posibilitó los primeros
pasos en el llamado "Período de Organización", aquel en que se
establecieran las pruebas poblaciones feéricas grupales. Ese "algo"
era la religión, inexistente para los ilios, quienes por aquellos días no
sintieron interés alguno en dar una explicación a todas las cosas, incluido,
sin dudas lo principal, el origen mismo de la vida. Los líderes ilios que
fueron contemporáneos de ese período no demoraron mucho en crear su propia fe,
tomando aspectos y componente de las que ya existían y adaptándolas a su entera
conveniencia, absolutamente consciente de que nada de eso era cierto, no al
menos para ellos. "La religión, o la fe, es para el pueblo, para las
masas, no para nosotros", había traducido una de las hadas que descifraran
el mensaje, en relación a este plan siniestro ideado para el sometimiento de la
población ilia por sus líderes. Estos se aseguraron, por todos los medios de
que dispusieron en ese momento, que quienes los fueran a reemplazar en el
futuro continuasen al pie de la letra con esa "agenda",, lo que, por
supuesto, no dejaba de incluir el asesinato de cualquier individuo que
descubriera parte de ese fraude o todo, sin importar a cuál de las razas
perteneciera. Esa era una de las trampas (fraudes) que descubriera el equipo de
trabajo, la de los líderes ilios de ayer y hoy haciéndoles creer, sin hacerlo
ellos mismos, a sus dirigidos que todos y cada uno de los aspectos de su vida
eran obra de una de las dos trinidades - ese sexteto de figuras reunía muchas
de las características de la personalidad de Vica y Aldem, los protagonistas
excluyentes de la creencia religiosa de las hadas -. La otra parte implicaba el
fortalecimiento y la superioridad de la fe mediante la redacción de los textos,
escribiéndolos de manera tal que se hiciera ver y se presentara su surgimiento
como algo sublime, y que hubiera ocurrido milenios antes de cuando
verdaderamente lo hizo, y mostrar esas palabras y mensajes, más tarde
registrados "por escrito", como un obsequio de Iel, Mod y Ral, los
entes que formaban la Trinidad Benigna. Sabían las hadas sobre esas
probabilidades tan bajas de demostrar, porque no era suficiente con ese
mensaje, esa diferencia intencional entre la cronología y el ateísmo de los
líderes, pero lo intentarían.
_Tenemos que demostrarlo, dedicar todos los
recursos que sean necesarios. Lo veo complicado, pero aún así... - el rey Elías
había concluido la lectura de otras dos páginas, aún desconcertado a
consecuencia de ese fraude, tan antiguo como monumental -. Estamos en guerra, y
seguro que los ilios lo van a tomar como otro de nuestros ataques. Uno sin
armas y dirigido a su moral, su cultura y su sociedad como un todo. Ellos lo
van a tomar como un insulto, con lo arraigada que tienen su fe. Pero si por
alguna de esas casualidades llegara a funcionar...
_Podríamos destruirlos sin necesidad de un
ataque o varios - lo interrumpió la reina Lili (su compañera), no queriendo
entusiasmarse pensando en esa posibilidad, justamente por su complejidad -.
Hacerle ver a las masas ilias que tanto sus líderes de ayer como los de hoy,
que se supone son los más sabios, justos, versados y ejemplos a seguir en
cuanto a la honestidad y la decencia, no creyeron ni creen en la religión, que
para ellos siempre se trató de un arma, no de una cuestión de credo. Si
consiguiéramos eso, toda la civilización ilia entraría en un colapso y se
desmoronaría de un momento a otro.
Leyeron entonces las páginas cuatro y cinco.
Lo que hicieron los seres feéricos en ese
salón subterráneo al conocer este secreto, el tercero, porque de verdad no lo
esperaban, fue sonreír. Supieron y descubrieron que otro aspecto en la vida de
los ilios, al que se creía inmóvil desde los tiempos de su surgimiento, estaba
siendo derrumbado, y lo sería todavía más cuando lo dieran a conocer al público
en general. En este caso se trataba de un aspecto vinculado a la política y el
sistema de gobierno, y al conocerlo, las hadas supieron una de las causas por
las que los ilios pudieron sobrevivir como civilización durante milenios, tantos,
y recuperarse una vez finalizadas las enormes desgracias y catástrofes que les
tocara sufrir, siendo la peor de estas la Guerra de los Veintiocho. Al final se
habían dado cuenta de que tenían y disponían de una herramienta para compensar,
en todo o en parte, el atraso generalizado en que vivían desde su llegada a
Iluria - las hadas dieron este nombre a esa región pensando en una figura de su
historia - e incluso desde antes, debido a su convencimiento de que interactuar
con otras especies supondría un robo de sus conocimientos, cualesquiera fueran
estos y su cantidad, contaminarían y degenerarían su acervo cultural e
histórico y eventualmente llevarían a su desaparición (este pensamiento
coincidió en el tiempo con el surgimiento de la idea de la dominación mundial
absoluta). El tercer secreto en ser revelado hacía referencia a un avance hasta
entonces desconocido por las hadas y otras especies elementales, y este era el
sistema de gobierno. Siempre se tuvo la creencia, además del convencimiento, de
que los ilios, en ese aspecto, lo más avanzado que tenían eran los consejos
tribales, integrados por los individuos del sexo masculino de mayor edad en
cada aldea (la partida de las hembras quedaba reservada para las tareas
domésticas, no teniendo voz ni voto en ninguno de los asuntos políticos), y
apenas se reunían con sus semejantes de otras poblaciones solo si era
extremadamente necesario, participando de esas verdaderamente esporádicas
reuniones el representante más anciano de cada aldea, en reuniones ultra secretas
que podían ser reales, continentales, hemisféricas e incluso mundiales. Las
hadas sabían ahora que existía entre sus históricos enemigos un sistema de
gobierno establecido en esos cuatro niveles, con liderazgos vitalicios que eran
transferidos por herencia. Las reuniones entre ellos también tenían una
frecuencia regular, siendo una casa semestre en los reinos, una anual en los
continentes, cada dos años en ambos hemisferios (sur y norte) y cada cuatro a
nivel mundial. El problema era la coordinación, como informar el horario, día,
mes y lugar de los encuentros, en los que podían hablar acerca de cualquier
cosa que estuviera vinculada directa e indirectamente a su sociedad y su
civilización. Esas reuniones entre dos o más de los líderes se establecieron de
manera definitiva poco después de la llegada de los primeros contingentes ilios
de las siete especies originales al oeste-noroeste centrálico, habiendo
existido hasta ese momento lo que los seres feéricos y elementales creyeron que
jamás hubo de alterarse: los consejos que se formaban cada vez que era muy
necesario, y advirtieron con releer el resultado del análisis del manifiesto,
que este liderazgo complejo había demostrado ser un excelente complemento de la
religión cuando esta hubo de surgir, y viceversa. La alineación de las masas
ilias (los gobernados) había sido desde ese momento total y absoluta, de manera
que los dirigentes pudieron disponer de un enorme grupo, el cien por ciento de
la población ilia, a la que podían usar y manipular como les diera la gana. Con
ello, además, vieron como se volvía realidad una de las dos cosas que más
necesitaban para cumplir su suprema ambición de dominar el mundo: un ejército
numeroso.
_Todavía siguen creyendo que los ilios son
buena gente? - dijo Elías, empleando un tono de burla, con ese par de páginas
ya firmadas y selladas, lo que les dio legalidad -. Por qué no habrán dicho
esto en el mismo momento en que lo concibieron?. Ningún hada u otro ser
elemental se hubiera opuesto a un gobierno establecer, aún con su llegada a
Iluria; ni siquiera con su intento por apoderarse de estas tierras.
_Hay que tener en cuenta su forma de ser - le
recordó Lili -. Nosotros no los obligamos a ser así, ellos lo eligieron por
voluntad propia, y pudimos ver a dónde los condujo eso. Y a qué lugar, hasta
qué punto, llegamos nosotros siendo como fuimos y somos. De un desarrollo
impresionante a un atraso generalizado, casi total... toda la diferencia.
Ninguno fue capaz, sin embargo, de imaginar
cómo hubiera sido la situación de los ilios si estos hubieran hecho público su
sistema de gobierno complejo desde el mismo instante de su creación, y
concluyeron que habría sido igual o apenas mejor, sabiendo que no bastaba solo
con eso para desarrollarse y prosperar.
El cuarto secreto estaba referido a la Guerra
de los Veintiocho.
Las hadas tuvieron que leer tres veces la
página para poder convencerse de que lo que descubrieron era cierto, y no un
producto de su imaginación pensado para destruir moralmente a los ilios, ni de
la animosidad que existía contra ellos desde su llegada a Centralia, después
del bombardeo. No podían creer que fueran capaces de cometer un acto tan
salvaje en contra de su propio pueblo, pero a la vez comprendieron hasta dónde
estaban dispuestos a llegar con tal de hacer realidad su suprema ambición de
dominar el mundo. Básicamente, los líderes tribales y los que los representaban
en cada reino decidieron que eso tenía que pasar y que no importaba a cuantos
se tuviera que asesinar, si con eso se aseguraban un lugar en la historia como
víctimas de la peor desgracia no natural alguna vez ocurrida: la Guerra de los
Veintiocho, que hacia su término, en el inicio del segundo cuatrimestre del año
cinco mil ciento siete, demandara la vida de alrededor de ciento veintiséis
millones setecientos cincuenta mil individuos ilios, más del sesenta y seis por
ciento del total planetario. Quizás por haber poseído dotes adivinatorios (de
ser así, aún los tendrían), o por haber tenido espías cerca de los seres
feéricos con ciertas responsabilidades en el poder político o por lo que fuere,
pero el caso es que los dirigentes ilios supieron el momento exacto en que se
produciría el primer ataque mortal contra ellos y su masa de gobernados,
advirtiendo que era una respuesta a todo cuanto fueron e hicieron ellos desde
su llegada a Iluria, pero en particular, como descubrieron después, al
asesinato de dos guardias, uno de Nimhu y otro de Insulandia, el Sefht número
siete (veinte de Agosto) de cinco mil sesenta y cuatro - los autores de ambos
asesinatos serían ejecutados por órdenes de sus líderes, pues estos lo
consideraron como un error que les podría significar un atraso en sus planes...
y no se equivocaron -. Como fuere, supieron el momento exacto: las diez horas
con quince minutos de esa otoñal mañana - el registro histórico de la guerra
también mencionaba el clima y las condiciones atmosféricas el día de su inicio
y el del final - del Llol número dieciocho, o dieciséis de Abril (más tarde se
lo tradujo así, al surgir el neo calendario), del año cinco mil setenta y
nueve. En ese primer ataque, Iris y un puñado de los más poderosos combatientes
del MEU, el Movimiento Elemental Unido, atacaron una caravana ilia, en una
arremetida tan abrumadora como efectiva que duró apenas siete minutos.
Veinticinco ilios fueron eliminados entre las diez y quince y las diez y
veintidós, y los atacantes incluso destruyeron las nueve carretas en las que
transportaban materiales de origen vegetal producto de una tala ilegal. A los
ilios esa decisión de conocer el momento y mantenerlo en secreto pronto se les fue
de las manos, porque no creyeron que morirían más de ciento veintiséis millones
de los suyos, que la guerra se extendería por tanto tiempo ni que cada uno de
los aspectos de su vida cotidiana, sociedad y cultura se verían perjudicados de
semejante manera. Aún con eso, los dirigentes se salieron con la suya, porque
el extenso y destructivo enfrentamiento les fue funcional a sus intereses, y
rotular a las demás especies, incluidas aquellas que se extinguieron en algún
momento de la guerra, como una banda de infieles e impíos cuyo propósito había
sido y sería la destrucción total de los ilios.
Durante los años de la posguerra, los que fueron inmediatamente
posteriores a esta, los ilios se dedicaron a reconstruir su sociedad y
civilización, eso fue lo que pudieron ver y conocer los seres elementales, pero
también a saborear el éxito, aquel que provino de sus dos máximos golpes en
esos veintiocho años, de los que todavía quedaban vestigios - otros dos de los
secretos, que por su naturaleza pidieron los expertos dejar para el final -, y
con lo que los ilios creyeron compensar las gravísimas pérdidas que sufrieran
en ese período.
_Por si quedaba alguna duda de hasta qué
punto son capaces de llegar los ilios con tal de alcanzar sus objetivos -
apuntó el rey, poniendo la sexta página con las otras cinco, ya selladas y
firmadas -. Ahora sabemos que estuvieron al tanto del primer ataque de Iris y
su grupo. Si los líderes están, o dicen estar, tan preocupados porque sus
dirigidos y ellos mismos se conviertan alguna vez en los amos y señores de este
planeta, tuvieron que hacer público ese conocimiento.
_Hubiera hecho una diferencia. No se su
importancia, pero allí estaría - agregó la reina Lili, quien de a ratos
empleaba su técnica de la comunicación mental para saber lo que estaba pasando
en el exterior. Ya estaban ocurriendo los primeros enfrentamientos en el
noroeste insular entre la Guardia Real y los ilios -. Aunque de haber pasado
quizás hoy la historia sería otra. Ahora, respecto a ese secreto, seguro que
los nuestros, con esos sentimientos para con los ilios, lo van a tomar como
algo positivo. Quiero decir, son muchas las hadas que estuvieron de acuerdo con
el objetivo principal del Movimiento Elemental Unido, y lo siguen estando.
La séptima página hizo referencia a algo ya
conocido.
No era para nada un secreto, pero ninguna de
las especies que conformaban el reino elemental, especialmente las hadas, que
los ilios eran amigos de lo ajeno, bastante según las opiniones de los
individuos más desconfiados, pero no la variedad, cantidad y calidad de
artículos que robaban. Desde hacía milenios, estos seres venían apoderándose de
cualquier objeto que consideraran útil para sus planes de dominación, y eso
incluía principalmente armas, reliquias, textos históricos, mapas y cartas
geográficas y, por supuesto, recursos valiosos tales como el oro y otras
piedras preciosas (tuvieron una prueba con los artículos que recuperaran los
Cuidadores en el templo Oi). Era una práctica que las hadas desaprobaban
completamente, y saber que para los ilios era un aspecto prácticamente habitual
y cotidiano no les hacía tener una mejor impresión de ellos. La dificultad para
estos seres radicaba en que debían moverse constantemente con la máxima
cautela, precaución y sigilo, para evitar que fueran descubiertos y surgiera un
incidente como consecuencia de eso. Aún con esas dificultades, se las pudieron
ingeniar para acumular todo tipo de artículos robados desde su misma llegada a
Centralia, haciendo un "trabajo de hormiga", en su media catorcena de
templos antiguos y esos túneles que corrían por debajo de varias de sus aldeas.
"Esto es nuevo", observó la reina Lili, desconociendo esa
información. No había grandes datos acerca de esas estructuras subterráneas,
tan solo que su único acceso estaba justo debajo del altar, cubierto por este,
de cada templo, en el que el líder tribal, también religioso, oficiaba las
ceremonias ("Allí volvemos al fraude del segundo secreto", comentó el
rey, pensando en cómo podrían ser esos túneles) y que formaban líneas rectas
que no se extendían más allá de los límites de las aldeas. Los reyes y los
expertos concluyeron que los artículos robados a las hadas y otros seres
elementales bien podrían representar al menos la cuarta parte del contenido,
basándose en el reporte que los Cuidadores dieran sobre sus descubrimientos en
el Oi-Kal, y asumieron que deberían recuperarlos - ya pensarían cómo y cuándo -
a todos... o a todos los que pudieran. Releyendo el informe, las hadas
concluyeron, además, que poco ayudaría, cuando lo hicieran público, a mostrar a
los ilios tal cual eran, en este caso saqueadores y asaltantes, porque tanto
los seres feéricos como los demás elementales ya tenían esa información.
Aquellos individuos que llegaran a Centralia motivados por un evento que interpretaron
como una señal divina, así lo describían los textos hola, los que fueron
destruidos por el MEU y los que no, no mostraban ni sentían respeto alguno por
la propiedad privada ni tampoco la pública de las demás especies del reino
elemental, algo que demostraban a diario mediante diversos actos vandálicos y
robos, pero estos últimos eran extremadamente difíciles de demostrar, cuando no
imposible; todas las hadas sabían que robaron ayer y robaban hoy, solo que no
disponían de pruebas. "Hasta ahora", dijo uno de los expertos,
refiriéndose al descubrimiento de este secreto tanto como a los hallazgos que
hicieran los Cuidadores. "Sospecho que los vampiros ya se habrán
movido", agregó otro de los miembros del grupo, a lo que sus compañeros y
los reyes soltaron una risa forzada, porque de sobra sabían que esos seres
toleraban incluso menos que las hadas los robos, y si estaban en lo cierto al
suponer que ya habían llevado a alguna de las oficinas de la CoVaCen (Comunidad
Vampírica de Centralia) las fotografías que recuperara Lidia, que mostraban lo
rica que era la cultura de los vampiros, el padre de la híbrida y sus
congéneres ya habrían respondido. "Es la única prueba que necesitan",
dijo la reina, con lo que dieron por finalizada la breve conversación que, aunque
no revestía la misma importancia que las otras, servía para demostrar cómo eran
los ilios en realidad y exponerlos públicamente.
Con la siguiente página, la octava,
confirmaron una sospecha.
Si bien no eran diestros en ellas ni nada que
se le pareciera, los ilios poseían el dominio sobre las artes mágicas. No
disponían de otras guías más que su memoria para conservar dicho talento, el
cual estaba remitido a la realización de unos pocos hechizos, así lo indicaba
el secreto revelado, diseñados para borrar cualquier evidencia de las tropelías
que cometieran, como los robos, la elaboración de pociones medicinales y formas
particularmente crueles de castigos para todos los individuos que se desviaran
de su modo de vida, de esa visión del mundo y la realidad que poseían, y que
mostraran alguna clase de cuestionamiento a sus dirigentes. Con los eventos de
Diciembre y los de este mes, las hadas descubrieron que también recurrían a la
magia para crear a los monstruos, por lo pronto aquellos que atacaron el Templo
del Agua, el Vinhäe, el día en que Eduardo se hallara fuera de el y de
Insulandia, asistiendo a la ceremonia de bienvenida de Marina, una de sus
colegas, los que más tarde atacaron en las cercanías del balneario de Qumi, y
que fueran destruidos por Isabel y los Cuidadores del Vinhäe y el JuSe y los
"refuerzos" que llevaran los ilios para intentar recuperar el control
del Oi-Kal. El otro uso que hacían de las artes mágicas, un desarrollo que
quizás nunca fuera llevado a la práctica, había sido el de un hechizo al que
bautizaran (algo descubierto con el secreto revelado y la declaración de la
Cuidadora del Hogar de la Tierra) como de "desfragmentación", con el
cual podían, o podrían, borrar un determinado recuerdo de la memoria colectiva
e individual e incluso borrar cualquier rastro físico de aquel. Los expertos
los reyes concluyeron que este hechizo en particular constituía una amenaza a
tener en cuenta, aun sabiendo que había pocas probabilidades de caer víctima de
el, por la forma en que se administraba, debiendo entrar al organismo, de
tratarse de una persona, a través de los ojos las fosas nasales.
"Hipocresía", definió, con esa única palabra, el rey Elías lo que
descubrieran los expertos. Los ilios dominaban y practicaban las artes mágicas,
algo que siempre dijeron despreciar, por considerar que se trataba de una
creación de la Trinidad Maligna, lo que llevó a las hadas a pensar que solo los
dirigentes hacían uso de ellas, con lo que se magnificaba el fraude religioso.
"Lo bueno es que los nuestros van a confirmar con esto lo que tanto
estuvieron buscando", agregó Lili, con una expresión de triunfo en la
cara.
Conocer el séptimo secreto les dejó los pelos
de punta y heló la sangre. Descubrieron un ataque formidable contra los seres
feéricos, a través de otra aplicación de las artes mágicas que tuvo ese día su
único uso, pues los ilios, viendo su éxito, no tuvieron la necesidad de
aplicarla otra vez.
En un momento de la segunda mitad de la
Guerra de los Veintiocho ocurrió un evento tan catastrófico que hoy, a más de
cinco milenios de finalizado el máximo enfrentamiento bélico de todos los
tiempos, continuaba teniendo efectos sobre la población feérica, algo que
siempre se había atribuido al MEU, pese a la insuficiencia de pruebas, a lo
débiles que eran estas, que la mayoría iban cayendo y que Iris, con toda la
sinceridad, hubiera insistido con que ni sus combatientes ni ella hicieron algo
así, semejante daño a todos los plazos contra las hadas, explicando ella, la
única sobreviviente de ese grupo, que los ilios eran los principales
sospechosos, cuando no los únicos, de cometer esa atrocidad, porque en la
práctica representaría una inmensa ventaja en el futuro, con vistas a su plan
de dominar el mundo. Ese daño duradero eran los graves problemas de fertilidad,
que afectaban tanto a mujeres como a hombres. Las hadas ni se dieron cuenta de
lo que les estuvo pasando, de esos trastornos, sino hasta varios años después
del fin de la guerra, cuando salieran a la luz los resultados de un censo
planetario de población feérica, el cual por aquellos días se hacía una vez
cada cinco décadas - el CSP usaba esos datos para coordinar sus políticas,
tareas y obras -. Los analistas compararon esa información con la de un período
idéntico, inmediatamente previo a la guerra, y descubrieron que la cifra de
nacimientos había sido significativamente menor, de más del quince por ciento,
siendo el descenso mayor en el continente centrálico, lo que los condujo a
pensar que podía vincularse a los efectos secundarios, duraderos, en las hadas
que sobrevivieron a la guerra. Esa
teoría dejó de ser tal cosa para transformarse en una certeza con los censos
posteriores (reales, continentales y mundiales) que ocurrieron en los años
siguientes, en los que el descenso en la tasa de natalidad hubo de
profundizarse. Se había reducido a menos de las dos terceras partes respecto de
ese medio siglo previo a la guerra. Desesperados, los seres feéricos intentaron
averiguar cómo pudo pasar algo tan dañino, y para cuando se dieron cuenta que
se había tratado de una desconocida y poderosa magia, se habían cumplido los
primeros cinco siglos desde que se advirtiera aquel descenso de quince puntos
porcentuales. Se aterraron al descubrirlo, y más al saber que no disponían de
ninguna contramedida que detuviera esos graves problemas por medios
artificiales, o, por lo menos, que los contuviera, y, mientras se continuaban
resignando a las consecuencias negativas que ya causaban estragos, aceptaron
que era este el único daño que no se podía subsanar. Se aferraron a la ilusión
de que los efectos no durarían para siempre, basándose en que algunas hadas
habían salido más "airosas" que otras iniciado el décimo milenio: una
luz de esperanza apareció en el horizonte, porque los datos de un nuevo censo
planetario arrojaron la cifra de seis por ciento de incremento en la tasa de
natalidad, la primera desde el fin de la Guerra de los Veintiocho. Para el
momento en que se advirtiera esa débil e incipiente mejoría, la tasa había
descendido alarmantemente hasta poco más de la cuarta parte respecto de ese
período previo de cincuenta años, la población feérica era de alrededor de
cuatro mil millones, y los eruditos que estudiaban a fondo este gravísimo
problema concluyeron que si no fuera por ese hechizo, cuya autoría y composición
continuaban siendo completamente desconocidos, esa cifra sería cuando menos
cuatro veces superior. Conforme pasaron los años, la tasa de natalidad continuó
aumentando, aunque los porcentajes fueron bajos, no más de nueve o diez según
la región, una cifra que recién tuvo su primer aumento empezado el undécimo
milenio, cuando fue del once por ciento. La composición del hechizo que causara
está infertilidad, sin embargo, continuó siendo absolutamente desconocida.
_No así sus autores., observó la reina Lili,
haciendo los denodados esfuerzos por contener esa inmensa ira que había
empezado a sentir a consecuencia de esta revelación.
Las débiles e insuficientes pruebas habían
apuntado siempre a los hombres y mujeres de ciencia más extremistas del MEU,
aquellos que pudieron llegar a considerar alguna clase de castigo para las
hadas y otros seres elementales que le dieron la espalda al movimiento anti
ilio. Pero esa posibilidad pronto cayó en el olvido. Por un lado porque los
documentos capturados en las oficinas y otras instalaciones del Movimiento
Elemental Unido no apuntaron a eso ni por error, y por otro porque más y más
individuos cada vez se iban convenciendo de la veracidad de las palabras de
Iris a este respecto. No fueron pocas las voces, desde el inicio de los
problemas de fertilidad, que apostaron a que los ilios pudieron estar detrás,
buscando una manera de emprender la venganza contra las hadas, intentando
causarles un daño de las mismas proporciones, pero esa posibilidad iba quedando
sepultada a consecuencia de la animosidad que había contra los ilios, eran
millones los seres feéricos y elementales que los detestaban, eso sin contar
que había en todo el mundo cientos de miles de individuos que estuvieron de
acuerdo y simpatizaron con el principal objetivo del Movimiento Elemental Unido
e Iris. Así, tuvieron que pasar casi cincuenta y un siglos para que las hadas
dispusieran de las pruebas de la relación directa de los ilios con el hechizo
de infertilidad. Con el hallazgo del manifiesto en el Oi-Kal, descubrieron la
relación, y que las sospechas eran correctas: los ilios habían ideado,
desarrollado y aplicado una magia tan poderosa que marcó por miles de años a
las hadas, causando trastornos biológicos y reproductivos tanto en un sexo como
en el otro. Releyendo las páginas nueve, diez y once, los reyes insulares,
todavía haciendo grandes esfuerzos por contenerse (les hubiera gustado irse y
devolverle con creces el golpe a sus acérrimos e históricos enemigos),
descubrieron un complot a largo plazo, que, sumado a los otros secretos
revelados - el sistema de escritura, el fraude religioso, el sistema de
gobierno complejo, conocer el momento exacto del primer ataque del MEU, los
robos y el dominio de las artes mágicas -, sumaba para la causa suprema ilia,
pero que los problemas de fertilidad, por si solos, les dieron una ventaja
numérica al detener el crecimiento poblacional de la especie dominante, y
moral, al ver como la desesperación se extendía entre los seres feéricos, al no
poder descubrir cómo revertir ni contener esos problemas.
_Se aclararon esas pocas dudas que pudieran
quedar acerca de quiénes y cómo son los ilios en realidad., dijo, totalmente
convencido, el rey Elías, sabiendo de sobra que todas las hadas estallarían de
rabia e ira no bien este secreto tomara estado público.
El y los demás lamentaron que en ninguna
parte de los documentos capturados se hiciera mención alguna de la composición
del hechizo, ni de los pasos que siguieran para desarrollarlo, y asumieron que,
debido a la naturaleza tan maligna de ese tipo de magia, los ilios no quisieron
dejar ningún rastro, en este caso el registro escrito, que eventualmente
delatara a los autores de semejante daño, sabiendo que millones de hadas,
cuando no todas, se les echarían encima buscando venganza, algo que
desaprobaban, pero que, consideradas las circunstancias, esta vez harían la
excepción.
El octavo secreto, cuyo análisis y detalles
comprendían las páginas doce, trece y catorce, también dejó boquiabiertos a los
reyes insulares, pues estos vieron que se trataba, literalmente, de un ataque
de los ilios prácticamente contemporáneos al máximo evento histórico, el Primer
Encuentro.
Ese evento había incidido no solo en la
historia de las hadas como un todo o como una parte de ese todo (la raza
feérica y los seres elementales), sino también a su biología y fisiología,
favoreciéndolas o desfavoreciéndolas según se lo mirara, lo que daba lugar a
interpretaciones entre los autores intelectuales y los materiales de aquel
ataque, en el que también estuvieron presentes las artes mágicas. Si lo que
buscaron fue contrarrestar las ventajas que pudieran obtener las hadas de uno u
otro origen, de la Tierra y de este planeta, solo el tiempo lo diría, pues
pasaría mucho hasta que pudieran lanzarse a la aventura de la dominio mundial
total. Al mismo tiempo pudieron haberse equivocado, porque esa especiación y
diversidad, a la larga, terminó por favorecer a las hadas. El blanco de ese
ataque habían sido los atributos o dones con que nacían los seres feéricos, los
cuales se acentuaron particularmente durante los años que siguieron al Primer
Encuentro, con la interacción entre las hadas locales y las
"inmigrantes". Los primeros ajenos a tal o cual elemento de la
naturaleza habían sido reportados, y registrados en el archivo histórico, en un
plazo de tiempo que oscilaba entre dos mil setecientos cincuenta y dos mil
ochocientos años antes del trascendental evento, un registro que podía estar
equivocado o incompleto, ya que eran muchas las voces que pensaban que esa
especiación se había iniciado en el mismo instante del surgimiento de la raza
feérica, o cuando los miembros de esta empezaron a tomar conciencia de las
cosas que podían hacer. Como fuere, ya había hadas cuyos dones o atributos no
eran los elementos componentes de la naturaleza antes del Primer Encuentro, y
este simplemente fue el instrumento para potenciarlos. "O uno de los
instrumentos", protestó Lili, enterándose de lo que hicieran los ilios en
aquella época, pensando, porque la situación lo ameritaba, en los trescientos
cincuenta tipos de hadas, y alrededor de las dos quintas partes de ellas tenían
esos atributos o dones, como la belleza, las bellas artes y la música. Lo que
los ilios hicieron fue aumentar ese ritmo (la especiación) artificialmente,
recurriendo a las artes mágicas, siendo estas el otro instrumento, creyendo que
con eso, eventualmente y de manera gradual se iría reduciendo la cantidad de
seres feéricos cuyo atributo o don fuera uno de los elementos de la naturaleza,
lo que les habría de simplificar, en teoría, su camino a la dominación
planetaria. "No dice cómo detenerla", comentó el rey, leyendo otra
vez las páginas, en referencia a cualquier contramedida que pusiera fin a esa
aceleración. "Tal vez no sea necesario", le dijo uno de los expertos,
y de paso a la reina, recordándoles los problemas de fertilidad en las hadas,
que desde principios del décimo milenio estaban atravesando un lento retroceso,
y a un informe presentado por los expertos en salud reproductiva de la Unión
Centrálica a mediados del año pasado, el cual sugería que durante los últimos
tres y medio a cinco y tres cuartos de siglo había tenido un leve retroceso la
cifra de hadas ajenas a los elementos componentes de la naturaleza, y que el
número de estas, por el contrario, tuvo un incremento proporcional. Nadie había
pensado alguna vez que los ilios pudieron encontrarse detrás de la especiación
acelerada artificialmente, ni tampoco que esta pudiera existir, hasta que los
expertos descifraron este otro mensaje oculto en el manifiesto. Sin embargo,
los seres feéricos tuvieron con la diversificación y especiación, antes y
después del ataque de los ilios, una enorme ventaja con la que reforzaron su
posición como la especie dominante del planeta, y, como bien sabían, un hada
ajena a los elementos había sido, sola o acompañada, la responsable de la
eliminación de más del sesenta y seis por ciento de los ilios en el plazo de
veintiocho años.
_De todas las cosas que sospechamos, creímos
y especulamos sobre los ilios, las cosas de las que eventualmente serían
capaces, aún desde antes de su llegada a Centralia... nunca nadie, ni siquiera
los más alarmistas, pensaron en esto - dijo la reina, mientras releía las
páginas, consternada por el descubrimiento y con los pensamientos divididos a
causa de eso. Tal cual lo dijeran los expertos, algo que en su momento habrán
reconocido los ilios, esta aceleración podía implicar ventajas y desventajas
según como se lo mirara -. Afortunadamente, no constituye algo por lo que
nosotros o cualquiera de los nuestros se tenga que preocupar.
_Porque nos terminó favoreciendo - agregó el
rey -. Yo me inclino más por eso que por lo otro. Seguro que los ilios se
siguen arrepintiendo de haber iniciado esa diversificación artificial de
nuestros atributos o dones. Buscaron causarnos un daño y terminó pasando lo
contrario.
Por supuesto - reconocieron -, aunque
tuvieran a su alcance tal medio o cual para ponerle un alto a la especiación,
cuando no hacerla retroceder, no lo aplicarían. Consideraron que si se daba ese
cambio, debía ser meramente por causas naturales, tal como fuera antes que los
ilios hicieran uso de las artes mágicas. Los reyes estaban ya al tanto de esa
información a la que se refiriera el experto, sobre el retroceso de ciertos
tipos de hadas y el avance de otros, y, comparando el par de secretos que
revelaran, terminaron aceptando que con este se estaba dando el mismo caso que
con la infertilidad: ambos ataques, después de milenios, retrocedían, perdían
su efecto. Uno de ellos totalmente adverso, al reducir la tasa de natalidad
sustancialmente, aplicado al poco tiempo de producirse el fin de la Guerra de
los Veintiocho, el enfrentamiento bélico más catastrófico de todos los tiempos.
El otro, el polo opuesto, porque había posibilitado a las hadas avances
significativos en numerosos campos y disciplinas.
_En estos momentos se debe estar
desarrollando una reunión extraordinaria de los líderes continentales ilios -
apostó Lili, poniendo esas tres hojas con las otras once. La conversación sobre
el octavo secreto estaba terminando -. No veo cómo puedan, considerando que
estamos en guerra, pero habrán encontrado la forma.
_Tiempo tuvieron, aunque poco; desde que Qumi
volvió a la normalidad., dijo uno de los expertos.
Solo con esas palabras, a los presentes allí
se les ocurrió pensar que aquel individuo ilio en las sombras, aparecido en la
memoria de la Cuidadora del JuSe, cuando esta accediera a que el rey de
Insulandia le leyera la mente para buscar pistas, podía ser el líder de esos
seres en el territorio insular. Volvieron a leer, superficialmente, las páginas
cuatro y cinco, y lo confirmaron. Allí se mencionaba que la identidad de todos
esos líderes (reales, continentes, hemisféricos y mundiales) debía mantenerse ajena
a los "infieles", entendiendo además que debía conservarse el mismo
secretismo que con el propio sistema político, especialmente en esos casos
acuciantes y potencialmente graves.
_Eso confirma que lo que hicieron desde la
vuelta de Qumi fue totalmente intencional, que en efecto buscaron causar un
daño moral a la sociedad, sobre todo a este continente, y uno físico, a la
Cuidadora - complementó uno de sus colegas, mientras preparaba las páginas
quince y dieciséis, que comprendían el noveno y último secreto -. Al final
tenemos otro ejemplo de lo útil que resultó la diversificación en nuestros
dones o atributos. Iris es un hada de los sentidos, y si ella no hubiese
detectado a los intrusos, probablemente hubiera habido una desgracia en la
plaza central.
Los reyes fueron los que en convalidar esas
palabras.
Desconocido, pero no inesperado. Eso era el
último de los secretos.
Desde los doscientos a cuatrocientos años
antes del advenimiento de la Guerra de los Veintiocho, los ilios dedicaban una
parte de su tiempo a la innovación en materia de armamento y sistemas de
defensa, algo que luego del enfrentamiento, Pero sobre todo desde la
transformación de Iris en un alma solitaria, se volvió prioritario. Siempre
actuando con su secretismo y sigilo tan característicos, se las ingeniaron para
producir las suficientes armas (lanzas, puñales, espadas, arcos... incluso
catapultas) como para hacerle frente a un nuevo conflicto bélico y, algún día,
decidir que había llegado el momento de lanzarse a la conquista planetaria. Eso
no fue lo que alarmó al equipo de expertos primero y a los reyes después,
porque podrían, eventualmente, hacerle frente a ese armamento con riesgos
mínimos o inexistentes. "Lo alarmante es esto", coincidieron las
hadas, al descubrir seis de los proyectos en que estuvieron trabajando a este
respecto los ilios durante los últimos casi cincuenta y cinco siglos, algo con
lo que, creían, podrían rivalizar con los enormes y variados poderes de las
hadas, por si no fuera suficiente con la infertilidad y la aceleración de la
diversidad en los dones o atributos. "Como sea, buenos recursos",
lamentaron los expertos. Primero, los ilios lograron construir dispositivos
hechos con pura energía, combinando para eso los cinco principales elementos de
la naturaleza (agua, aire, fuego, luz y tierra), encauzándola en pequeñísimas
esferas, de ni más de cinco milímetros, las cuales para usarse correctamente
debían ingerirse, y al entrar en contacto con ese "organismo
receptor", los poderes de los ilios y todas sus habilidades se duplicaban
o triplicaban. Para diseñar estas armas se habían inspirado en los Impulsores,
aquellos dispositivos que construyeran los científicos del MEU, pero, a
diferencia de ellos, pensaron en un método que fuera más efectivo y que les
otorgara constantemente esa fuerza superior, sabiendo además que el evitarían
los robos y extravíos. Los ilios construyeron únicamente mil de estos
dispositivos, porque ese número era simbólico para ellos: fueron mil los
individuos que llegaron a Iluria después del bombardeo planetario. La segunda
arma eran monstruos, pero no los mï-nuq, uc-nuqt ni tampoco los mint-hu; estos
eran de otra clase, potencialmente más temibles, poderosos y letales. No se
mencionaba cuál era el procedimiento para construirlos en el manifiesto, ni tan
las cantidades específicas, pero si que esta nueva clase de monstruos, que aún
no hiciera su debut en batalla, podía transformar una parte de sus cuerpos,
concretamente los pies y las manos, en remos o en alas, lo que les daba la
capacidad de moverse en el agua, el aire y, eventualmente, pelear en esos dos
ámbitos, lo que, en teoría, podría dejar atrás a los otros tipos de monstruos y
representar un reto mayor para las hadas y otros seres elementales. Respecto de
los materiales constitutivos, solo se mencionaba cuáles eran: una muestra de
una especie acuática y otra voladora, hierro o acero (se mencionaba un armazón
interno, para dotarlo de una resistencia superior) y tres de las rocas más
fuertes del mundo; la caliza, el sílex y el ónix. Los expertos asumieron que
los ilios podrían construir cuantos quisieran.
La tercera arma eran también encauzadores y fueron diseñados para
enfrentarse no solo a las hadas, sino también a los otros seres elementales.
Básicamente se trataba de guantes que, al entrar en contacto con un enemigo
(hadas, vampiros, híbridos...) daba al portador los poderes y habilidades de
aquel, aunque por un plazo limitado que, de acuerdo al mensaje decodificado,
oscilaba entre uno y cinco minutos. Estos guantes, de los que tampoco se mencionaba
su información de relevancia respecto al diseño (cantidad y calidad de los
materiales, proporciones, el número de unidades producidas hasta hoy...),
tranquilamente podrían representar un reto mayúsculo para la total de los seres
elementales, quienes eventualmente se enfrentarían, por ejemplo, a las letales
descargas de un hada del rayo, la presión más bien grande de los golpes de un
naga, la velocidad de un fauno y la fuerza que un vampiro podía aplicar al
morder. Los expertos y los reyes lamentaron no conocer aquella información. La
cuarta arma era la versión ilia de los bastones que usaban los Cuidadores, pero
únicamente con una función, la de disparar pequeñas descargas de energía una
por una o en sucesión rápida desde uno de los extremos o por los dos. A
regañadientes, los expertos admitieron que podía rivalizar con las mejores
creaciones de la CIIM (Compañía Insular de Industrias Militares), porque lo que
leyeron en el mensaje decodificado dio algunas pistas sobre como eran esas
armas. Se trataba de bastones de un metro de largo por dos centímetros de
circunferencia, hechos con madera, cuya función única permitía descargas que
podían ser letales o no, dependiendo de en donde impactaran al oponente. No se
mencionaba cuántas de estas armas existían ya, cómo ni dónde las construían,
cuál era la capacidad de producción, los datos técnicos ni tampoco qué clase de
energía era la que hacía de estos bastones armas potencialmente peligrosas,
pero basándose en esos que usaban los Cuidadores podrían estimar y conocer a
que habrían de enfrentarse. La quinta arma no era un objeto físico, sino otro
tipo de magia de invención cien por ciento ilia, que consistía en la absorción
por parte de los individuos de esa especie de sus congéneres que fallecieran de
forma natural o no, y habiendo muerto más de ciento veintiséis millones en la
Guerra de los Veintiocho, advirtieron los reyes insulares y los expertos,
habrían los individuos sobrevivientes duplicado o triplicado sus poderes,
habilidades y la resistencia. Los ilios, descubrieron las hadas, se las
ingeniaron para encauzar en ellos mismos el remanente de energía que, tras su
fallecimiento, era absorbido por todas las formas de vida que se encontraran
cerca, lo mismo que ocurría con las hadas y otras especies del reino elemental,
y en ello tal vez radicaba otra de las razones por las que pudieron recuperarse
y sobrevivir desde el fin de la guerra, aislados por voluntad propia de los
demás. Absorber la energía de los suyos que morían sería, eventualmente, una
posible herramienta para usar cuando se lanzaran a la conquista. La sexta y
última arma era otra aceleración artificial de la evolución, algo presentado a
las masas ilias por sus líderes como un regalo de Iel, Mod y Ral, los
componentes de la Trinidad Benigna, por su fidelidad y alineamiento. Era en
realidad otro tipo de magia para potenciar el desarrollo de las cualidades y
habilidades de los individuos de esa raza, como la resistencia al daño, la
memoria fotográfica, un eximio sentido de la audición y los plazos que podían
pasar sin descansar, dormir, alimentarse ni ingerir líquidos, además de su
capacidad para ver en la oscuridad, siendo lo único que no lograron atenuar ese
espantoso olor con que Iris y los guerreros del MEU contrarrestan su
extraordinaria capacidad de camuflaje, y pasar desapercibidos. Los expertos
concluyeron que, de las seis "armas", tal vez fuera esta por la que
menores alarma y preocupaciones tuvieran que mostrar cuando se presentaran las
batallas, porque, unos días atrás, vieron que esos centenares de extremistas
ilios armados hasta los dientes fueron incapaces de derrotar a solo cinco
hadas.
_Con que todos estos milenios se estuvieron
preparando, innovando y desarrollando armas y otras medidas de defensa -
concluyó Lili, dando por terminada esta reunión en el subsuelo -.o bueno es que
nosotros también. No vamos a ser vencidos por los ilios.
_En cuanto hayamos dado a conocer estos
descubrimientos, incluidas edad armas, todos los nuestros y otros seres
elementales van a saber cómo son los ilios, conocer a qué clase de individuos
se van a enfrentar., aportó Elías, ya preparándose para salir de ese recinto.
Había una reunión previa antes de la rueda de
prensa, de la que participaron no solo los reyes y el equipo de expertos, sino
también Olaf y los líderes de la Armada y el Ejército, Oliverio y Elvia, en
calidad de observadores y ejerciendo además sus roles como herederos, los
representantes diplomáticos centrálicos y los de la Unión Centrálica, el
Consejo Supremo Planetario y la Mancomunidad Elemental, Iris, porque en estas
circunstancias sus conocimientos y opiniones eran imprescindibles, Eduardo y
Qumi, los únicos entre los Cuidadores que andaban por allí - Lidia todavía se
estaba recuperando, Kevin había insistido con volver a la Casa de la Magia,
entendiendo que ese era su hogar, y Marina ya estaba ejerciendo sus
responsabilidades, pues una parte de los ilios de esa aldea a poco menos de
cien kilómetros del Tep-Wo intentaron entrar ilegalmente a dicho lugar
grandioso -, los presidentes de las empresas vinculadas directa e
indirectamente con los asuntos así de alarmantes, como la COMDE y la CIIM, y
media catorcena de funcionarios insulares de alto rango. Estas personas
congregadas en el auditorio, custodiado este por veinte agentes Qar'u, no dudaron
que el público debía conocer a fondo, con todos los detalles, tanto los
secretos que fueron revelados como los postulados y el párrafo introductorio,
porque, consideraron, tal vez alguien en la comunicación pudiera encontrar
alguna cosa que a los expertos se les hubiera escapado. Más que eso, decidieron
contar toda la historia de Qumi, desde que esta inexplicablemente advirtiera
donde estaba el manifiesto, a cuya consecuencia se transformara en una estatua
de vulcanita, el porqué de su recuperación, lo que explicaría el motivo de la
incursión de aquellos cuatro ilios, y la exploración a uno de los templos
antiguos de la que participaran los Cuidadores. Todos allí reaccionaron con el
mismo desconcierto e idéntico estupor que los antes presentes en la oficina
principal al descubrir esta "agenda" ilia que se remontaba a
milenios, desde antes del bombardeo planetario, y descubrieron que el Primer
Encuentro y la Guerra de los Veintiocho fueron los eventos por los que el
objetivo principal de esa agenda, la dominación mundial, fuera pospuesto por
mucho más tiempo del que pensaran los dirigentes ilios. "Si tan solo unos
pocos más me hubieran escuchado en cinco mil sesenta y cuatro y cinco mil
setenta y nueve...", volvió a lamentar Iris, apretando los puños en un
intento por contener la ira, algo que hacía desde que Marina y ella capturaran
a tres de los ilios, pero esto, el descubrimiento de los nueve secretos y la
confirmación de la culpabilidad ilia en esos trastornos reproductivos, fueron
demasiado, de verdad, para mantenerse serena y calma. Sabía lo que seguiría.
"A dónde vas?", le preguntó Lili, sabiendo (y temiendo) cuál sería la
respuesta, lo mismo que cada uno de los presentes allí. "A terminar lo que
empecé y dejé inconcluso", contestó, abandonando el recinto sin pronunciar
otra palabra. Sin dudas, todos allí tenían los pensamientos divididos, entre
impedir que hiciera aquello que en efecto iba a hacer o permitírselo. Al final,
dejaron que se marchara, pero no porque hubieran querido tal cosa, sino porque sabían
que iris6lo haría, tarde o temprano, y desataría, igual que hacía más de cinco
mil años, su fuerza contra los ilios, de seguro ahora con más decisión y arrojo
(y violencia) que aquella vez, porque ahora todo el mundo sabría la verdad
acerca de los acérrimos e Isabel enemigos de las hadas. Esta vez, el cien por
ciento de los elementales estaría en contra de aquellos.
---------
La conferencia para anunciar los eventos y
descubrimientos terminó a las diecinueve horas con treinta y cinco minutos. Para
cuando eso ocurrió, quienes estuvieron en el amplio salón, pendientes de cada
palabra que dijeron los expertos y los reyes quedaron estupefactos,
consternados y desconcertados, pues ahora conocían la verdad acerca de los
ilios. El sistema de escritura complejo, el fraude religioso para mantener
alineada a las masas, el sistema de gobierno que se extendía mucho más allá de
los consejos tribales, el momento del primer ataque del MEU, los robos
sistemáticos, el dominio sobre las artes mágicas, los problemas de fertilidad
de las hadas, la especiación acelerada artificialmente en los dones y el
desarrollo de las armas especiales. Todos los presentes allí, hadas y otros
elementales, boquiabiertos, se enfurecieron, quizás como nunca antes lo
hubieran hecho, a medida que aquellas personas iban haciendo sus exposiciones.
Cuando estas terminaron hubo un silencio incómodo en el salón, ya que sabían
todo lo que seguiría de aquí en adelante, y por tiempo limitado. Había una
guerra, que en efecto empezara cuando cuatro ilios decidieron que la Cuidadora
del JuSe debía ser eliminada, siendo este evento para unos aquel instante de
hacía dos días y para otros la entrada ilegal en el centro neurálgico de la
capital; los ilios podrían atacar en cualquier momento y lugar, recurriendo a
esas armas que desarrollaran a lo largo de milenios; ya estaban atemorizados
por el futuro y por la suerte de sus familiares, compañeros de trabajo, vecinos
y amigos, y reconocieron el error en que cayera la inmensa mayoría de las
hadas, incluso aquellas que formaban la Guardia Real, al final de la Guerra de
los Veintiocho, cuando decidieron que no sería importante, útil ni perjudicial
mantener, desarrollar ni mejorar, eventualmente, sus poderes y habilidades, más
allá de la capacidad para volar y transformarse a la forma natural - un número
significativo de seres feéricos pasaba su vida sin haber accedido nunca a su
segunda transformación -, la telequinesia o un progreso mínimo e indispensable
sobre sus respectivos atributos o dones. Conscientes de cuan destructiva había
sido esa guerra, y sabiendo que probablemente nunca más habría otra de
parecidas o iguales proporciones, concluyera que sería poco, muy poco o nada
necesario volverse más fuerte. En los conflictos bélicos posteriores a ese, las
hadas no tuvieron razones para recurrir a otras habilidades que no fueran
aquellas. Ahora, en cambio, la situación era otra. Debían hacerlo si querían
vivir y ver otro día, porque los ilios atacarían con todo desde el principio,
como quedara demostrado, con su incursión en el centro de la Ciudad Del Sol por
un lado y los descubrimientos por otro. "Nosotros tenemos que hacer lo
mismo", fue una de las frases que más se oyó al final de la exposición y
diera lugar a las preguntas por parte de los periodistas, los que habían tenido
respuestas parciales en los últimos días, desde la captura de los tres ilios.
Por todos lados en el reino insular, pero sobre todo en los lugares con mayor
concentración y movimientos (puertos de ultramar, polígonos industriales,
mercados centrales, el Castillo Real... -, se podía ver a los guardias
patrullando por aire, a diferentes velocidades y alturas, y por tierra, en
ambos casos en pares o grupos de entre tres y cinco, en tanto que otras hadas
guardianas montaban vigilancia en posiciones fijas. Este iba a ser también el
debut de la artillería, porque una veintena de cañones (disparaban grandes
cantidades de pirotecnia en una sola descarga) habían sido desplegados en
distintas puntos de la capital insular. Contingentes de ornímodos y nagas
habían llegado en horas de la mañana para coordinar las acciones conjuntas,
faunos y vampiros ya habían formado grupos mixtos para proteger las mercancías
en tránsito en algunas de las rutas; liuqis y gnomos demostraron ser excelentes
espías, porque fueron los primeros en advertir como aquella treintena de ilios
quiso atacar y destruir el monumento que señalaba el centro geográfico de El
Palomar Alto de la Colonia de los Rosales, en lo que fuera la primera gran
batalla ocurrida en Insulandia (siete ilios muertos, cinco capturados y otros
dieciocho en retirada), y los sirénidos estaban haciendo su parte sobre y bajo
el agua, patrullando y habiendo protagonizado ya dos batallas. En efecto, todos
los seres elementales se verían involucrados, sino era que lo estaban ya en
cada rincón del país.
_Ojalá, pero no podemos, al menos no todo
cuando quisiéramos., le explicó Eduardo a Isabel, cuando se encontraron en un
pasillo.
Por la forma e intensidad con que se
saludaron, pareció que no se habían visto en días, y apenas pasaron unas pocas
horas. Era, evidentemente, una reacción instintiva y natural, debido a la grave
situación que estaban viviendo y la que vivirían. Ambos estaban constantemente
en peligro, encontrándose en la primera línea de combate. Los Cuidadores, sus
segundos y los lugares grandiosos serían objetivos primarios y prioritarios
para los ilios, porque si esas personas y las instituciones en las que mandaban
recibieran uno o más daños, eso sería un golpe anímico para las hadas y otros
seres elementales.
_Lo entiendo y comprendo, pero igual es una
pena – lamentó la dama, en quien se advertía más el temor. Le había preguntado
a su marido si cabía la posibilidad de que pudieran disponer de un lapso
prolongado para dedicarlo a ellos y a su hija, sabiendo que la contestación
sería parcial o totalmente negativa. La situación que estaban viviendo desde la
captura de los ilios, sumada a la expedición del Cuidador al Oi-Kal, le
impedían concentrarse y pensar con normalidad – Esto es un desastre, Eduardo.
Llevo acá desde antes del mediodía y el ambiente, la atmósfera, es el polo
opuesto a lo acostumbrado. Prácticamente no escuché otra cosa que comentarios,
opiniones y frases sobre la guerra, unos más alarmistas que otros. Concluí que
la situación se va a poner peor en muy poco tiempo. ¿Supiste que Iris y su
marido se fueron del castillo hechos una furia?.-
_¿Zümsar también?.
Y le contó como la princesa había reaccionado
al conocer los secretos que estuvieron ocultos en el manifiesto, y que hubo de
abandonar el recinto anunciando que iba a “completar” su trabajo. Ambos
componentes de ese matrimonio debían estar ya en el noroeste del país, haciendo
su parte.
_Ya sabía yo que no iban a quedarse quietos –
comentó Isabel, caminando lentamente y con los brazos cruzados. La lentitud se
debía tanto a sus emociones y sentimientos como a la multitud que inundaba los
pasillos y las oficinas, en las que se estaba trabajando a toda máquina -
>en el caso de Iris, lo supe desde el mismo instante de su recuperación, en
cuanto estuviera en conocimiento de que los ilios tramaran algo, o hicieran
algo, iba a responder. Y en efecto lo hizo.
_Supongo que eso es verdad – convalidó su
marido, que acto seguido hizo la pregunta que le hubiera gustado, obvio,
formular antes que ninguna otra –. ¿Y Melisa?.
_En el Templo del Agua, como acordamos.,
informó Isabel.
Ambos habían concluido, durante la cena de
anoche, que era mucho más seguro el lugar grandioso que la casa familiar en La
Fragua, porque allí habría toda clase de defensas, entre estas las trescientas
tropas adicionales, incluyendo dos pelotones de agentes Qar´u. Iulí también
estaba allí, con Ibequgi, por pedido de su marido y su hija mayor. Para ambos,
la situación era potencialmente peligrosa como para cualquiera o quizás más, ya
que Wilson había cumplido su palabra de enrolarse y poner sus destrezas al
servicio del Ejército. Iulí estuvo orgullosa de su marido e Isabel de su padre,
aunque no dejaron de mostrarse preocupadas desde que el hombre apareciera ya
con el uniforme y una ballesta, anunciándoles que le habían dado una
asignación: vigilar, junto a otros cinco hombres, uno de los accesos a la
capital.
_Aunque se trate de algo triste el no poder
estar con nuestra hija todo el tiempo, creo que lo que hicimos estuvo bien. Es
verdad que la vamos a ver y tener allí, pero no es lo mismo – juzgó Eduardo,
rodeándola con un brazo para reconfortarla y tranquilizarla –. esos días de paz
van a volver, Isabel, y ojalá que pronto. ¡Un momento! – acompañó esa
exclamación con un gesto manual. El destinataria era una empleada
administrativa que estaba por abordar el ascensor. Cuando tuvo al matrimonio al
lado, el Cuidador le preguntó –. ¿Dónde está el almacén de artículos y
repuestos de oficina?.
La empleada le contestó que estaba en el segundo
subsuelo, en una oficina de diez por diez al final del corredor que nacía en la
sala a la que llegaba este ascensor, así que compartieron con ella el viaje,
soportando el chirrido, y al llegar se despidieron con un cordial saludo. “¿Por
qué al almacén?”, quiso saber Isabel, a lo que su marido le contestó que
buscaría dos cuadernos con hojas lisas y un juego de lápices y borradores. “No,
mejor que sean tres”, se corrigió, y explicó que era un obsequio para su colega
del Templo del Fuego. Lidia le había salvado la vida al revelarse como una
Selecta, las más poderosas entre las hadas, y el sentía que se lo debía. La
nena híbrida aún estaba internada en la sala médica del castillo (le darían el
alta a mitad de la tarde de mañana), y querían visitarla antes de volver a su
casa en Barraca Sola. Lo que había logrado había sido increíble, y más siendo
una híbrida, y era el motivo por el que sus padres estaban tan sorprendidos. “Y
orgullosos”, completó Isabel, aun con el asombro a causa de eso, ya volviendo a
la superficie.
_El mismo hervidero., corroboró, al
encontrarse en la planta baja.
Los corredores ya estaban saturados, lo
venían estando desde la vuelta de Qumi. Había personas de ambos sexos y edades
varias con el paso más o menos acelerado, y el común denominador, al que apenas
unos pocos lograban disimular, una tarea que no les era sencilla, era la enorme
preocupación y el temor a lo desconocido. La guerra no era un hábito para las
hadas y esa postura no les estaba jugando a favor. Incluso los Consejeros
Reales (Nadia y Lía ya estaban empezando a sentir los primeros efectos del
agotamiento. Sus casos eran particulares, pues tenían esas enormes
responsabilidades que eran sus hijos, A´bki y Yok´a) estaban estresados,
desconcertados y al borde del colapso. Era verdad que los funcionarios de más
alto rango después de Elías y Lili estaban acostumbrados a pasar horas enteras
cada día trabajando, en sus oficinas o yendo de un lado a otro en el país, pero
sabían lo que tenían que hacer y como. Esta vez era diferente.
_Y va a serlo por tiempo indefinido –
continuaba lamentando su marido, tanto como cualquiera – Lo único seguro que
tengo es que esta vez no van a ser
veintiocho años, ni siquiera la mitad… diría que tampoco la cuarta parte.
_¿Cómo podés saberlo?., llamó Isabel,
mientras se abrían paso hacia la sala médica.
_por lo mismo que lo sabés vos… cualquiera de
los nuestros – le avisó Eduardo – Los ilios esta vez se van a enfrentar a l
cien por ciento de las hadas y otros elementales, y aun con esos desarrollos
armamentísticos los superamos en número, más de cien a uno contando solo a los
nuestros, y fuerza. Tenemos todo de nuestra parte, ¿no?. Iris está con nosotros
y se unió a la lucha – imaginó que ya habrían caído tres o cuatro centenas de
ilios en alguna parte del noroeste insular – Los Cuidadores somos cinco y uno
es una Selecta, y quisiera ver cuantos ilios serían lo bastante valientes como
para enfrentarse a un ornímodoo a un naga… esos avances que se descubrieron van
a permitirles sostener la lucha, pero no por más del tiempo que tendrían de no
haberlos logrado. Espero no equivocarme con eso.
_Y yo que este peligro que pende sobre
nuestras cabezas y las de todos pase pronto – agregó Isabel, que, conociendo la
alta improbabilidad de este pensamiento suyo, quiso compartirlo –. ¿Es muy
disparatado pensar que la guerra pueda terminar antes que lo haga el año?.
_Ojalá., deseó su marido.
Anduvieron lentamente por algunos corredores,
a causa de sus temores y la multitud, y al cabo de quince minutos llegaron a la
sala médica, en cuyo accedo vieron a Kuza con tres de sus congéneres, dos
hombres y una mujer de la clase guerrera, vampiros que se preparaban y
entrenaban toda su vida para defender a los suyos de cualquier amenaza y
peligro. Los cuatro estaban conversando acerca del preocupante porvenir, que
los afectaba tanto como a los demás, y, a juzgar por el hecho de que estaban
armados (llevaban dagas y espadas cortas, y la vampiresa, además, un látigo con
púas filosas en el extremo), esperaban un ataque de los ilios de un momento a
otro. Sonrieron al verlos aparecer,
recibiéndolos con educados y cordiales gestos , además de agradecerle una vez
más al Cuidador que le hubiera salvado la vida a Lidia, por cuyas venas corría en
parte la sangre vampírica. “Pero fue al revés, y por eso estamos acá”, dijo
Eduardo, y les explicó el motivo de su presencia, a lo que los vampiros se
hicieron a un lado y les permitieron el paso. Otro pasillo precedió a su arribo
a una de las habitaciones, en la que estaban la Cuidadora del Vinhuiga, su
madre y su hermana recién nacida (Suakeho, en el moisés, amagaba con
despertarse) eran las únicas personas presentes, pues la otra cama, donde
estuvo la víctima de un accidente industrial ocurrido en el mismo Castillo
Real,, un obrero con un profundo corte en la cara, había sido desocupada en las
primeras horas de la tarde. “Quiero salir ahora”, dijo Lidia con firmeza, luego
del saludo, dejando sobre la mesita de luz la revista de moda que ella y Lara
estuvieron leyendo y comentando. No se trataba en ambos casos de inconciencia e
ignorancia, mucho menos de irresponsabilidad, sino de un consejo de la médica
para que la paciente se distrajera, pues creía que eso sería un factor que
ayudaría a su recuperación. “Y tuvo
razón”, comentó Lara, quien en estos días dio absoluta y total prioridad a su
hija, explicando que el carácter de la nena y su estado anímico habían vuelto a
la normalidad. Como era de esperarse, Lara pidió que no hablaran de lo ocurrido
más temprano – ya estaba al corriente de los secretos descubiertos – o que lo hicieran de forma
breve y suave, porque quería, antes de cualquier otra cosa, que su hija se
recuperara del todo antes de reasumir sus obligaciones. “Hecho” – accedió
Eduardo, a lo que Isabel coincidió con un gesto facial –, “pero vamos con esto
primero”. Y dio a la híbrida de diez años el obsequio, explicando que era una
manera de agradecerle que le salvara la vida en el templo. “Técnicamente
estamos a mano, pero esto fue definitivamente superior”, dijo, trayendo al
presente el ataque a inicios del mes pasado al Templo del Agua, en que el
Cuidador recibiera aquel “serpentazo” (el monstruo lanzando violentamente a
Kevin, transformado este en la anaconda real) que hubiera impactado a la nena.
Isabel agregó su parte, diciendo que el regalo era para que Lidia no se
olvidara de su pasión, que era dibujar, siempre con la misma temática. “Tal vez
consigas dar tus primeros pasos, haciendo bocetos y eso”, dijo, sabiendo que
Lidia usaría los cuadernos, las cien hojas de cada uno, para hacer ensayos,
porque había decidido que no abandonaría nunca su sueño de convertirse en
diseñadora de modas. “Pero es que ya lo hice”, dijo, alegre por eso y
sonriendo, y dijo que le había dado a Iulí, quien estuvo al mediodía de ayer,
visitándola, su primera creación: dos páginas que mostraban con detalles un
vestido para nenas en el que llevaba trabajando desde el primer día del
año. Dijo que Iulí le hizo la promesa de
llevarlo al equipo de diseñadoras que trabajaba en la misma agencia que ella,
que tenía una marca propia, y que intentarían desarrollarlo. “Te deseamos
suerte”, dijeron Eduardo e Isabel casi a coro. “Se los agradezco”, correspondió
Lidia, ojeando uno de los cuadernos, conteniéndose, tentada de ponerse a
dibujar de nuevo, otro proyecto, pero tampoco quiso permanecer ajena, pese a
las recomendaciones, a la difícil compleja y angustiante realidad, y pidió que
le contaran una parte de aquella rueda de prensa recientemente terminada.
“¿Segura?”, llamó Isabel, a lo que Lidia insistió, y entonces el matrimonio y
Lara hablaron, buscando ser breves. Al
menos, lo hicieron hasta que llegó el momento del anteúltimo estudio para la
híbrida, al entrar la médica a la habitación. Madre e hija agradecieron a la
pareja su visita, conscientes del escaso tiempo de que disponían sus
componentes, y la nena además, nuevamente, el regalo, y los dos salieron de la
habitación, donde encontraron al personal acondicionando el área médica,
sabiendo que todas y cada una de las instalaciones de salud del país deberían
estar en las mejores condiciones y funcionando a pleno, pues si esta guerra
llegara a ser solo la tercera parte de lo augurado, los heridos, en batalla o
no, llegarían de a decenas. “Oscuro porvenir”, les dijo Kuza, que continuaba en
el acceso a esa área, también sus congéneres, una escolta que había dispuesto
la CoVaCen para proteger a la Cuidadora, su hermana recién nacida y sus padres.
Los vampiros no omitieron pedirle a uno y otro que anduviesen con precaución de
ahora en más, en tanto durara la guerra. “sobre todo ustedes”, agregó uno de
ellos (le estuvieron dando el mismo consejo a todos cuantos entraron a o
salieron del área médica), porque sabían tanto como cualquiera que los
Cuidadores y sus segundos eran blancos prioritarios para los ilios. “Por eso nosotros
estamos acá”, dijo otro, aclarando que su misión no era proteger el lugar, pues
de esto se ocupaban las hadas guardianas, sino a Lidia y Lara. “Precavidos y
atentos, eso vamos a hacer”, garantizó Eduardo al despedirse de ellos. Por
supuesto, el no pensaba en si mismo tanto como lo hacía en su compañera y su
hija. Melisa estaba definitivamente más segura en el lugar grandioso, pero eso
no lo tranquilizaba del todo, de manera que decidió emprender el viaje hacia
allí no bien hubiera descansado un poco (dudaba que podría hacerlo) y cenado.
“secundo eso”, coincidió su compañera.
“Órdenes de los reyes”, dijo el guardia al
verlos posarse en el suelo, en la fachada de su casa. Al estar de vuelta,
pasadas las veintiuna treinta, Eduardo e Isabel detectaron un par de hadas
guardianas a los lados de la puerta, y el matrimonio no hizo más que reafirmar,
otra vez, aquello de que era un blanco prioritario. “Pasen”, los invitaron
ambos residentes, a quienes les hubo de resultar extraño el hecho de ver
apagadas las luces y notar el silencio total en la casa al otro lado de la
calle. Habitualmente, los padres de Isabel permanecían despiertos hasta la
medianoche, haciendo cualquier cosa menos aburrirse. Pero ahora era diferente,
porque Iulí había partido con su hijo y su nieta rumbo a la seguridad (¿y
tranquilidad?) que les proporcionaba el Templo del Agua y Wilson estaría de
vuelta hasta las seis de la mañana, después de terminado su turno. Ese tendría,
como cualquier otro aspecto del día, modificaciones: a medida que la guerra se
fuera extendiendo, porque en efecto lo haría, y en el cortísimo plazo, más y
más individuos de todas las especies elementales quedarían envueltos, y por lo
tanto deberían, voluntaria o involuntariamente, alterar la cotidianeidad y
rutina en sus vidas, y eso incluía los
horarios en que permanecían dentro y fuera de sus casas. Desde el principio,
las hadas habían decidido que, aun con este peligro gigantesco, buscarían
conservar su ritmo, modo de vida y costumbres tal cual lo fueran hasta la captura
de tres de los cuatro ilios, evento con el que la población asumió que eran
horas, solo eso, las que restaban para que reiniciara el enfrentamiento bélico
con los ilios, sobre todo si la antigua jefa del MEU estuvo involucrada en
dicho evento. Como era de esperarse, porque pasaba lo mismo cuando iniciaba
cada guerra, las más altas esferas del poder político dedicaron parte de su
tiempo estos días a una campaña publicitaria en la vía pública mediante la cual
llevar calma a la población – habían puesto afiches y repartido folletos a la
gente en los lugares con mayor concentración y movimiento – alentándola a
seguir adelante pese a estas complejas y peligrosas circunstancias y
diciéndoles que confiaran en ellos y la defensa militar del país, pues uno y otro
grupo estaban absolutamente determinados a no fallarles y cumplir, por tanto,
con su deber de hacer todo cuanto se esperara de ellos y estuviera en sus
manos, además de ofrendarlo todo, desde la vida para abajo, para proteger al
país, a sus intereses y, por supuesto, a su pueblo.
El par de ballesteros llevaba en la fachada
de la casa desde las dieciséis horas en punto, así se lo hicieron saber al
matrimonio, al que le explicaron que los reyes habían dispuesto una guardia
permanente, en tanto durara la guerra, con relevos cada ocho horas, con la
llegada de cada nuevo día, a las ocho de la mañana y a las dieciséis. “Dos
hadas guardianas por turno”, informó la mujer después de ingerir un bocado
(Eduardo e Isabel los invitaron a compartir con ellos la mesa, la cena),
agregando entonces que ellos y sus cuatro colegas estaban asentados en un
cuartel cercano a la frontera sur de la capital. “Lo mejor para empezar”, dijo
con sarcasmo su compañero, porque dicha base había sido inaugurada a mediados
de Octubre pasado, y fueron establecidos en ella trescientas tropas
provenientes de otros y cercanos cuarteles. A la pregunta de Isabel, sobre si
creían que la guerra contra los ilios podía extenderse por más tiempo que la
anterior o tener la misma duración, ninguno supo dar una respuesta concreta,
aunque se animaron a decir que podría ser ese lapso de la mitad o menos –
“Catorce años serían igual de destructivos y catastróficos”, se ocupó de
resaltar el guardia masculino –, porque esta vez los ilios quedaron expuestos
tal cual eran, sus planes y su forma de pensar, ante todos los seres
elementales. Al haberse difundido los secretos, con lo que quedara además
comprobada la existencia del manifiesto, no quedaron dudas de que clase de
seres eran los ilios, ni de lo que fueron desde el principio. La guerra fue,
por supuesto, el tema de conversación casi monopólico en la cena,
específicamente la situación de los lugares grandiosos, sus Cuidadores y sus
segundos, las que, como quedara evidenciado con el intento de asesinato de Qumi,
estaban expuestos al peligro constantemente desde el inicio. “Por eso la
vigilancia especial”, reiteró el guardia masculino, diciendo que lo mismo
ocurría en cuanto a los colegas de Eduardo.
A las cuatro menos cuarto, los residentes
estuvieron de pie. Habían tenido, no podía ser de otra manera, el sueño cortado
e intranquilo a causa del contexto, y, aun algo cansados y con claros síntomas
de ese mal dormir, se pusieron de pie e iniciaron la jornada del décimo día del
año. Tal cual lo acordaran en la noche de ayer, se higienizaron, vistieron ropa
liviana (el clima insular continuaba sin
alteraciones y hoy sería como cualquier día anterior) y desayunaron, todo en un
lapso de poco más de una hora. Cuando fueron las cinco menos diez, abandonaron
su casa y vieron a otros dos guardias en la entrada, conversando entre si
acerca de las reacciones tras la rueda de prensa; eran los mismos a quienes
Isabel y Eduardo dieran la bienvenida a la medianoche, en el relevo, y a
quienes les dieron la misma indicación, acerca de que podían entrara a la casa todas las veces que quisieran. Isabel
también estaba convencida de que al extenderse el conflicto a lo largo y a lo
ancho de Insulandia, Barraca Sola sería uno de los primeros lugares en ser
atacados, en el supuesto de que los
ilios y sus monstruos lograran alcanzar la capital.
_Espero que eso nunca pase., deseó Eduardo, n
el instante previo a aterrizar junto al marco dorado
Puso unas monedas en el cántaro, reparando en
que las hadas y otros elementales con quienes se cruzara parecían estar
haciendo esfuerzos supremos por adaptarse a esta angustiante situación, por
seguir los consejos que salieran desde el poder político.
_es muy poco probable, pero posible – indicó
Isabel, cruzando, y divisando a pos pocos segundos la espléndida silueta del
Templo del Agua, sobre la que planeaba o volaba a velocidad lenta una docena de
hadas guardianas, cumpliendo con sus obligaciones de vigilar – A mediados del séptimo año de la
Guerra de los Veintiocho, doce mil ilios llegaron al oeste y el norte, y
después se les sumaron otros cien mil; llegaron a ocupar casi por completo
Altos del Norte, Arcoíris, campo de los Naranjos, La Paloma y Las Riberas.
Estuvieron allí por dos meses, antes de que los expulsaran.
_¿Lo hizo el MEU?., llamó Eduardo.
-Si, y la razón de ese plazo fue que el otro
bando no los consideraba como enemigos, justamente lo contrario a las posturas
de Iris y su grupo – contestó Isabel, apurando el paso, pues quería llegar al
lugar grandioso cuanto antes –, y la razón por la que tardaron tanto fue que
albergaron la esperanza de exponer a los ilios, pero como no lo lograron…
“aceleraron las cosas”, y apenas setenta ilios de alrededor de ciento doce mil
escaparon con vida, todos heridos y la mayoría graves y… ¡oh, no!.
Al parecer no eran los únicos que estaban
cerca del Templo del Agua y remontaron el vuelo, lanzando descargas para
advertir a las hadas en el que de un momento a otro serían atacados. ¿A qué
otro lugar se dirigirían, sino esos veinte monstruos que avanzaban pesada y
lentamente?. El primer reto en la guerra para el lugar grandioso y todos sus
defensores era esta fuerza combinada de
las tres clases de monstruos convencionales.
FIN
--- CLAUDIO ---
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