Ese
término no aplica solamente a lo que se conoce como “travesti”, es decir a su
concepto clásico: un hombre vistiéndose de y comportándose como mujer, con o
sin cambio de sexo. Aplica a todos los ámbitos de la sociedad, o al menos de
ellos a la inmensa mayoría. El deporte, los espectáculos, la actuación, la
cultura…
…
Y LA POLÍTICA,
POR SUPUESTO.
Algo
de lo más habitual, desafortunadamente, es ver como un número más bien grande
de políticos, comunicadores (alcahuetes del poderoso de turno) y gremialistas
adaptan sus ideas, ideologías y pensamientos de acuerdo a quien esté al frente
en el Poder Ejecutivo a nivel municipal, provincial y, por supuesto, a nivel
nacional. De esa manera podemos ver personajes que, se sabe y recuerda,
tuvieron ayer una forma de ver las cosas y hoy otra, más o menos diferente.
Vean
sino, en un ejemplo, la carta que D´elía le escribió a Domingo Cavallo para
felicitarlo por su modelo económico, que pueden hallar en este mismo blog.
Lo
hago fácil. No son solamente cuatro o cinco los que cambian para seguir estando
– “evolución”, si se quiere –, y por eso voy a hacer un ejercicio recurriendo a
la forma en que los días están ubicados en el calendario: Domingo, Lunes,
Martes, Miércoles, Jueves, Viernes y Sábado.
En
el día Sábado, esos cuatro o cinco que son K cristinistas fueron el Viernes K
nestoristas (si hay diferencias entre Cristina y Néstor, y no son pocas), el Jueves
fueron duhaldistas y brevemente, antes de eso, camañistas, saadistas y
puertistas, por el brevísimo paso por la presidencia de Eduardo Camaño, Adolfo
Rodríguez Saá y ramón Puerta. Esos mismos personajes fueron delarruistas el Miércoles,
menemistas el Martes y alfonsinistas el Lunes…
…
no quiero ni enterarme que habrán sido el Domingo, si para ese momento tenían
ya más de dieciocho años y podían, por lo tanto, participar en la vida
institucional en la política, la comunicación y los sindicatos.
El
travestismo es algo de lo peor que tiene la política, y una de los principales
causas de que la gente haya tenido ayer y tenga hoy niveles tan bajos de
confianza en la clase dirigente. Este travestismo es una inmoralidad grande
como una casa, y me parece que una manera eficaz para terminar con ese problema
sería no votar a nadie, bajo ninguna circunstancia, que sepamos que haya dado
vuelta para permanecer en el poder, por más que ese cambio haya sido mínimo, y
por más que haya sido el único. Ellos /as piensan que las personas son amnésicas
o idiotas, que no se van a acordar o dar cuenta que hace un año hacían una cosa
y hoy hacen otra. Pero la gente si se acuerda y sabe.
Y
de seguro muchos y muchas van a decir que en su vida fueron K el día que
Cristina deje, tal como hoy dicen y sostienen que nunca fueron duhaldistas,
delarruistas, menemistas o alfonsinistas el poder, o, si de hecho lo fueron,
van a decir que se equivocaron. Sabemos muy bien que no es así: lo único que le
importa a esa gente es el poder, razón por la cual van a “admitir ese error”
sabiendo que nunca lo cometieron, que estuvieron de acuerdo, conscientes
plenamente de eso y convalidaron cada cosa, o de estas la mayoría, que hicieron
Duhalde, De la Rúa,
Menem y Alfonsín.
Y
la de “travestismo político” no es la única forma de referirse a esta caterva
que se eterniza en el poder. Aquí, que bien se les podrían aplicar. Son, de
hecho, sinónimos.
Camaleón:
Porque cambian de colores para asegurar su supervivencia.
Tweety
Carrario político: Por el jugador de fútbol que cambió varias veces de
camiseta, al ir a jugar a otro /s club /es.
Borocotó
o “Borocobró”: Por el memorable hombre de medicina que hubo de cambiar de
partido tras haber sido elegido con el voto popular, pasando del PRO (Macri) al
FPV (Kirchner).
Huevo
frito: Porque anda bien con cualquier régimen.
Espejo
de dormitorio: Porque está siempre en la cómoda.
Veleta:
Porque cambia y se mueve en la misma dirección que el viento.
¿Y
si se aplicara la solvencia moral como requisito obligatorio e incuestionable
(y comprobable, por supuesto) para presentarse a un cargo – a todos – político?.
Estoy cien por ciento seguro de que haciendo tal cosa la cifra de candidatos se
reduciría en no menos de setenta puntos porcentuales, y que de cien
funcionarios en los poderes públicos quedaría alrededor de la quinta parte… tal
vez menos.
Advertencia:
Como dije antes, uno de los TPs más grandes es Luís Ángel D´elía, por eso una
foto suya acompaña este artículo.
--- CLAUDIO ---
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