martes, 29 de mayo de 2018

20) Un nuevo rumbo, parte 2: la Casa de la Magia

_Les agradezco que hayan sacrificado los planes que armaron para hoy, porque esto de verdad es importante., dijo la reina a la pareja, cuando esta llegó a su oficina.

Lili, advirtieron los recién llegados, no iba a quedarse allí por mucho tiempo, ni extender demasiado esta reunión con Kevin y Cristal. No llevaba sus acostumbrados y característicos vestidos tan largos, no tenía suelto el cabello ni llevaba el cetro, la corona ni la banda. La ropa y calzado informales (jeans, una camisa de manga corta y zapatos sin tacos) sugirieron que estaba pronta, cuando no lista, para dejar el castillo. Tenía, en cambio, en la cintura, un puñal con el mango bastante elaborado, y la pareja lo reconoció como el arma característica de los nagas. "Se los pedí prestado, por si llegara a necesitarlo", avisó al dúo.
_No podíamos decir que no - contestó Kevin, a quien le bastó con un fugaz vistazo al objeto que la reina guardó en el bolsillo de la camisa, una piedra ocular, para entender cuál era su destino. Se preguntó para qué, en silencio, consciente de lo peligroso del viaje -. Era un pedido de nuestra reina, y el tono con que nos habló Elvia indicó que era importante.
_Si pudieron, y pueden - lo contradijo Lili, sentándose momentáneamente para escribir una nota. "Miente", pensó, observando que avisaba que pasaría el día entero en el parque real levantado en torno al monumento que recordaba la fundación de la región central insular -. La libertad de elección es algo muy importante, tanto que la protege la Ley Magna. Pero eso que quede para otro momento, y quiero reparar en eso que dijiste, Kevin, sobre mi papel como reina. Voy a salir ahora y necesito que vengan conmigo. Se que puedo conseguir tardes con los dos.
_Para lo que sea - accedió Cristal, acompañando las palabras con un gesto manual -. Y Kevin y yo somos buenos para...
_Necesito que vengan conmigo., les pidió la reina, terminando la nota y dejándola en el escritorio.
Kevin pensó "Ay, no", bajando lentamente los párpados. Aunque no tenía problemas ni reparos con volver a la Casa de la Magia, recordaba su único viaje allí. Aquella vez había viajado con Eduardo y la princesa Elvia porque necesitaban las piedras oculares, imprescindibles estas estas para la recuperación de las almas solitarias. En todo momento, Kevin y los otros estuvieron expuestos a las más que poderosas defensas mágicas de la isla, incluidos los fuertes oleajes y vientos huracanados que protegían el exterior, y, en el caso particular del artesano-escultor, esa trampa que por muy poco no puso el punto final a su existencia. Ahora, la reina le pedía a el y a su novia que la acompañaran allí, y eso no podía estar libre de los mismos peligros.
_No hay problemas, vamos - accedió nuevamente la médica, desconociendo por qué si novio se estaba preocupando. Fue por eso que lo miró con desconcierto, y luego a Lili, a quien le dijo -. Un paseo con la reina... es raro. Pero no veo el motivo de nuestra escolta. Quiero decir, para ir allá con nosotros.
_Es que vamos a salir del país, Cristal. Y puedo asegurarte que es muy importante la presencia de ustedes dos.
Decidió contarles la verdad sin vueltas, aunque prefirió no hablar, por ahora, del motivo del viaje, ni tampoco por qué debían ser estos dos súbditos quienes la acompañaran. Las reacciones de Cristal fueron tal cual las imaginara su novio, casi idénticas a las que adoptara cuando esté, Elvia y Eduardo narraron con detalles aquel viaje, y ante su pregunta sobre por qué no podía ser una escolta con los mejores y más entrenados hombres del Ejército insular, la reina le contestó entre risas que si llegaba a contar algo sobre este viaje, Olaf y los jefes del Ejército y la Armada hubieran insistido con enviar cuatro o cinco regimientos completamente armados y equipados, tanto que la monarca habría finalmente aceptado la escolta propuesta. "Además, el pueblo se alarmarnos", concluyó, extendiendo ambas manos hacia adelante, dando a entender que viajarían ya mismo, con la tele transportación, hasta los límites de las defensas exteriores de la Casa de la Magia, a diez kilómetros de la costa. Cristal y Kevin tomaron las manos de la soberana y en un abrir y cerrar de ojos estuvieron en el medio de la nada. Los tres en vuelo estacionario, no vieron más que un océano inmenso a los cuatro lados. Detectaron rápido en que dirección debían viajar, porque muy a lo lejos, confundiéndose con la propia distancia, estaba una diminuta nube que sugería la presencia de la Casa de la Magia. "Déjenme a mi las defensas exteriores", pidió la reina. Pronunciando a viva voz la palabra adecuada, ejecutó la técnica de la transformación, y en cuestión de segundos la esbelta figura femenina dio paso a un animal equino con dos cuernos en la frente y grandes alas con plumas, en medio de un brillante resplandor dorado.

Un bicornio alado.

El resultante de que Lili, siendo recién nacida, fuera bendecida con la protección adicional que incluyera la pluma de un ave de gran tamaño, un único pelo de un caballo y un fragmento de cuerno de un bicornio - hoy había alrededor de nueve mil de estos animales en el mundo -, una transformación que hacía de la reina una persona tan famosa, única y poderosa. "Suban, rápido", indicó, y no bien la pareja estuvo sobre su lomo, firmemente aferrados los dos y pensando en lo que vendría, esos oleajes y vientos potencialmente fatales, la reina Lili empezó la velocísima carrera hacia la nube. "Sujétense fuerte!", exclamó, y, obedeciendo los pasajeros, estiró la cabeza hacia atrás, con un movimiento sorprendente, lanzó un descomunal rayo de fuego hacia adelante, tan destructivo y poderoso que barrió en un santiamén con las defensas exteriores que ya se cernían sobre ellos, creando un "túnel" lo bastante amplio y seguro como para que el animal llegase a la costa, donde quedaron los rastros del impacto (rocas humeantes), sin mayores dificultades que el hecho de haberse aferrado Kevin y Cristal con fuerza al animal, y en un tiempo infinitamente menor al que le tomara al megalodon cubrir esos diez kilómetros. "No desmonten", pidió la reina, emprendiendo el rapidísimo galope por ese maltrecho camino, de cuyo extremo elevado empezaron a caer piedras de todos los tamaños. Una de las trampas mágicas de la isla, a lo que Lili respondió lanzando un segundo rayo de fuego, tan potente como el anterior, barriendo con todas las defensas existentes desde allí hasta el interior, lo que les permitió llegar sin dificultades al camino central. Una vez en este, y habiendo asumido la forma femenina, Lili usó la misma técnica que su hija para revelar la locación de las trampas, lo que les permitiría moverse con mayor libertad. "A dónde estamos yendo?", le preguntó finalmente Cristal a la soberana, mientras empezaban a caminar, y advirtiendo que está parecía saber a qué lugar en concreto estaban dirigiéndose. La reina de Insulandia decidió contarles por qué era importante su presencia, y por qué sus dos súbditos tenían que acompañarla, sobre todo Kevin. Un relato que comenzó con la peculiar visita, en la tercera semana del pasado Noviembre, a la Casa de la Magia de la propia Lili y un grupo de expertos del CSP y la ME.

A mediados de esa semana, en el anteúltimo miércoles del mes, la reina Lili estuvo en ese peligroso e inhóspito lugar, acompañada por expertos plenamente calificados de ambos organismos internacionales. El propósito general del viaje, planificado después del de tres de los habitantes del reino insular, era buscar un cambio en las medidas de seguridad con que contaba la Casa de la Magia, uno de los lugares más importantes para las sociedades de las hadas y los elementales. Se plantearon Lili y los expertos una reducción sustancial de esas medidas en cantidad y un aumento en la efectividad y calidad de las que continuarían operativas. Así, habiendo llegado después de sortear los vientos y oleajes - la reina de Insulandia nuevamente pudo demostrar por qué era una de las hadas más poderosas del planeta, con esos rayos de fuego descomunales que les despejaron el camino a la costa -, los doce expedicionarios se separaron en grupos de cuatro, y cada uno se dirigió a un sector en particular de la isla, acordando previamente reunirse al mediodía en el punto en que pusieran los pies. Tenían la tarea de hacer un relevamiento integral de las trampas y defensas, tanto las fijas como las cambiantes, para luego, una vez reunidos, estudiarlas a fondo y, siguiendo varios parámetros, decidir cuáles discontinuar y cuáles no.

…En sus recorridas, los tres grupos de expertos no dejaron de extasiarse ni sorprenderse por el estado inmaculado de esas joyas de la ingeniería y la arquitectura de otras épocas.  Luego de siglos enteros sin moradores permanentes y con frecuencias más bien breves y esporádicas, el conjunto de estructuras, postes, caminos, espacios verdes, arbolados y todo cuanto daba forma a este importantísimo lugar brillaba y relucía de tan impecable que se hallaba. No había grietas en las paredes, suciedad en el suelo, las plantas enredaderas e hierbas no invadían ninguna construcción ni se veía siquiera el mínimo rastro de deterioro. Respecto de formas de vida, apenas encontraron unos pocos peces en ese riacho que se adentraba un kilómetro en la isla, al norte de esta, hasta desembocar en una fuente que en su punto alto mostraba a Aldem y Vica desplazándose en círculos alrededor del planeta (por eso se producían el día y la noche, en la antigua religión de las hadas). También encontraron unas pocas aves e igual cantidad de insectos, sobreviviendo como podían con los escasos recursos que les proporcionaban los espacios verdes y arbolados. Los objetivos que monopolizaban las opiniones de los expertos y la reina insular apuntaron al aspecto inmaculado de la Casa de la Magia, y, habiendo llegado el momento en que dos de los grupos confluyeron en un punto de la isla, frente a la única vivienda de esta, en otros tiempos usada por el Cuidador, no hicieron más que reafirmarlo. Todo el lugar era una joya, no importaba como se lo mirara. “s demasiado obvio”, sonrió uno de los expertos, al accionar esa trampa en el acceso a la casa, soplando aire hacia adelante, y una decena de flechas, probablemente envenenadas (no se iban a arriesgar) salieron disparadas velozmente de un lateral al otro. Entraron, no pudiendo resistir el impulso a ello, y la encontraron tan impecable y equipada como a las otras estructuras, tanto que parecía que alguien estuviera aun viviendo allí. A medida que iban sucediéndose uno tras otro los minutos en esa mañana, los expedicionarios fueron cumpliendo la tarea tal cual la planificaron. Tomaron notas detalladas del elaborado mecanismo de defensa, concluyendo que lo único diferente allí, con respecto a su última estadía, la última vez que alguien estuvo allí, era el monstruo destruido en el acceso a uno de los almacenes, rocas cuya decoloración era un indicativo del poderoso ataque que le lanzara la princesa heredera insular. Les fue imposible evitar extender su estancia hasta mediados de la tarde, porque ninguno quiso perderse la oportunidad de incluir el aspecto turístico en su recorrida, y fue recién llegadas las dieciséis que estuvieron reunidos en el punto acordado, llevando consigo media catorcena de cuadernos con las anotaciones, incluyendo varios párrafos sobre la vivienda desocupada, cuyo estado les hizo creer que alguien estuvo en ella recientemente. Textual la opinión de la reina Lili, que compartieron los expertos, “El Cuidador tuvo que salir, y antes de hacerlo se ocupó de dejar la casa de punta en blanco”. En tanto ultimaban los detalles para su salida, los seres elementales acordaron pasar a limpio todos los informes recopilados en esos cuadernos, teniendo que reunirse para ello en la oficinas del CSP, la ME y el Castillo Real insular, en lo que le quedaba al mes de Noviembre y todo Diciembre hasta la llegada del receso, y retomar la tarea una vez que hubiera finalizado la ceremonia de la Transición, usando cada minuto en esas reuniones para analizar a fondo el informe pasado a limpio, decidiendo así que sería modificado en el sistema de defensa, que seguiría igual, que sería suprimido y que se incorporaría. Habiendo vuelto a sus respectivos territorios, convinieron empezar a trabajar al día siguiente con el alba, en la oficina de la reina Lili. En los siete días siguientes no harían otra cosa que el pase a limpio de las anotaciones, y llegado el último mes, empezarían el estudio de esos reportes y sus conclusiones…

“Hacía falta un cambio en este lugar”, dijo la monarca a Kevin y Cristal, haciendo un alto frente a ese almacén, de donde el grupo que estuviera integrado en parte por el artesano-escultor saliera airoso de su tarea. Viendo las ruinas ennegrecidas, la ordenaron simétricamente a los lados del acceso, pensando que entre los tres podrían volver a crear al monstruo más tarde y devolverle sus funciones como guardián. “Todavía recuerdo el esguince”, lamentó Kevin, recordando la batalla sostenida en ese lugar. A su lado, Cristal se acordaba de como había reaccionado al enterarse de e lo que ella y su hermana calificaron como suicida, particularmente de ese que hubo de ser el primer combate verdadero de su amado. “No me voy a olvidar nunca de ese susto”, repitió, mientras los tres reanudaban su marcha por uno de los impecables caminos, preguntándose por qué no había reaccionado con temore4s ni preocupaciones esta vez, suponiendo que eso podía deberse a la presencia de la reina y el propio Kevin.

Continuando con su relato, la reina habló del trabajo que siguió a ese viaje. Pasados ya a limpio los borradores, las cuatrocientas veinte páginas que conjuntaron los siete cuadernos se redujeron a ciento cinco. Con este resultado en sus manos, la reina Lili y los expertos se enfrascaron en el estudio y los análisis del sistema de defensa, sin hacer a un lado sus otras obligaciones laborales. Allí estuvieron reunidos los notables, repasando tantas veces como les fue necesario los diferentes items, siendo cada uno de estos un componente del elaborado sistema. Para la cuarta jornada, ya se habían puesto de acuerdo en que la tercera parte de las trampas y hechizos que protegían a la Casa de la Magia debían discontinuarse, por su escasa o nula practicidad y la potencial fatalidad para quien fuera su víctima. Una de esas trampas, de las cambiantes, fue aquella que a mediados del año puso en serio riesgo la vida de Kevin. Todas las cambiantes, de hecho, iban a terminarse, concluyeron los notables, argumentando que supondrían un peligro (tomaron como ejemplo el caso de Kevin) para cualquiera que tropezara con ellas, fuera amigo o enemigo. Las trampas fijas, advirtieron, representarían un desafío superior. Las reformaran, anularan o movieran de lugar, sería una tarea que únicamente las hadas con mayores conocimientos en las artes mágicas y experiencia con estas podrían llevar a cabo, por su complejidad. Unos pocos días después, en un lapso de tiempo menor al calculando, dieron por finalizado el análisis del sistema de defensa mágico de esa isla tan apartada e inhóspita, repitiendo frases tales como "No fue tan difícil como imaginamos" o "Terminamos antes de lo previsto". El siguiente paso decidieron darlo el segundo día hábil del siguiente año, el tres de Enero / Baui número tres, yendo todos nuevamente a la Casa de la Magia, esta vez escoltados por las hadas más versadas y un reducido contingente armado de los ejércitos de Centralia.
Y, llegado diez mil doscientos cinco, la expedición se puso en movimiento. "Empezamos el año con algo sencillo", ironizó la reina Lili entre risas, cuando los veintiocho individuos (el grupo original de doce, las seis hadas versadas en las artes mágicas y los diez soldados de las fuerzas especiales) pusieron sus pies en la Casa de la Magia. Decidieron no perder un segundo, se pusieron manos a la obra y empezaron con la periferia de la isla. Los cálculos hechos durante el análisis del relevamiento sugirieron que las reformas al sistema de defensa iban a demandar dos días, el ambos la jornada completa, desde la salida del Sol hasta su puesta. No eran tareas sencillas, pero tampoco complejas, al menos no tanto como creyeron al principio. Ahora tenían el soporte de ese contingente militar, por sí reaccionaran los monstruos restantes, o se activaran las trampas, y los expertos en artes mágicas. De modo que arrancaron su tarea con bastante optimismo y confianza.

_Y lo hicimos - concluyó Lili, cuando ella, Kevin y Cristal se detuvieron ante una de las estructuras, que en otro tiempo fuera la guarnición de la isla. En otros tiempos, doscientas hadas habían conformado el cuerpo armado encargado de la defensa de la Casa de la Magia -. Fueron catorce horas de un trabajo ininterrumpido el tres de enero y trece el día de ayer. El sistema fue actualizado y ahora existe algo más práctico. Creo que el más peligroso continúa siendo el del exterior, esos vientos fuertes y grandes olas.
Les habló sobre el nuevo mecanismo. Eran, básicamente, trampas que reaccionaban al movimiento, capaces de diferenciar entre llas buenas intenciones y las malas. Ya no estaban esos pozos sin fondo que cambiaban constantemente de lugar (fue notorio el alivio de Kevin), las flechas envenenadas ni la mayoría de las trampas existentes desde hacía milenios. Las estructuras estaban protegidas ahora por un sofisticado hechizo capaz de reconocer a los individuos que tuvieran intenciones incorrectas - vandalismo, robos, daños a la propiedad... - y hacer que sus sentidos quedarán momentáneamente obstruidos y confundidos, debiendo abandonar las estructuras para que volvieran a la normalidad. Otro de los hechizos lo paralizaba, también temporalmente, uno más los hacía caer en un profundo cansancio y uno más los mantenía con los pies fijos al suelo. Ofreciéndose al momento de las aplicaciones y puestas en vigencia de los hechizos, la reina de Insulandia descubrió que aquellos demoraban entre cinco minutos y doce en hacer efecto, y que este se prolongaba por no menos del mismo lapso. "Eso debería bastar para ahuyentar a los atacantes, o detenerlos", apreció, luego de liberarse los pies del suelo en el acceso a una de las construcciones, lo que fue un indicativo para los demás de que podría estar pensando en establecer un destacamento científico y militar allí, o bien que tenía ya la certeza de la identidad del Cuidador. "O la sospecha", indicó ella.
_Es cierto eso?, Podría haber ya un hada para hacerse cargo de esta isla?., se extrañó Cristal, e ilusionándose también.
No había nadie en la actualidad, que supiera ella, que hubiera visto al menos uno de los lugares grandiosos con su Cuidador. Por eso se dibujó una sonrisa tan amplia en su cara.
_Absolutamente - afirmó la reina. Doblaron en una esquina y señaló con la vista hacia adelante. La vivienda estaba a menos de medio kilómetro, y era a ella a donde los estaba llevando -. Lo supe cuando estuve en el interior de esa casa, y la encontré en esas condiciones tan impecables, en Noviembre. Y más tarde, esta semana, cuando se estuvo modificando el sistema de defensa. Vi el letrero de oro sobre el escritorio, en la oficina. Allí no había nombres, pero la información me hizo pensar, o sospechar, la posible llegada del Cuidador, creo que es un hombre.
_Y quién es el candidato?., quiso saber Kevin.
_Vos.

 Cundió el silencio entre los tres.

La respuesta de la reina (la conmoción resultante) ameritaba que se detuvieran y ocuparan el trío de sillas en el espacio verde a un lado del camino, entre dos inmensas estructuras, las que rodeaban a una pequeña mesa. "Joyas de antaño", apreció Lili.
_No puedo ser yo - la contradijo Kevin, dudando tanto de esa sospecha como su novia -. Reina Lili, yo soy escultor y nada más. Mis conocimientos en las artes mágicas son lo que se dice básicos... puede que menos en la mitad de esas artes. La información en la vivienda tiene que ser incorrecta, o haber sido malinterpretada - la soberana esbozó una sonrisa. Rara vez se equivocaba, y sabía muy bien que esta no era una de esas veces. Era de esperarse que Kevin reaccionara así -. Solo estuve una vez en la Casa de la Magia, y no vi ni intuí nada que apuntara a eso.
_Porque mi hija, Eduardo y vos no vinieron a pasear a esta isla. Tuvieron un objetivo fijo, las piedras oculares. Llegaron, las tomaron, se fueron y nada más - indicó la soberana -. Cono dije, ni ellos ni vos se entretuvieron ni distrajeron, excepto batallando contra el monstruo. Un tiempo tan breve no bastaría para confirmar ese acontecimiento. Seguro que ustedes dos piensan así... si quisieras hacerme el favor.
 Extendió la zurda hacia adelante, sujetando un cigarrillo de la CTISE, entre el índice y el mayor, y Cristal lo encendió, con esa pequeña llama que hizo aparecer en la punta del índice derecho. De paso, ella y Kevin también tomaron y encendieron los suyos. Esta situación lo ameritaba.
_En cualquier caso - intervino Cristal, que en estos escasos segundos había sentido y visto cambiar si semblante. De la inesperada, por ella incluso, tranquilidad al saber que el destino de los tres era la Casa de la Magia, a la sorpresa y el desconcierto que provocaron las palabras de la reina. Dos emociones que, por supuesto, aumentarían constante y significativamente, tanto si aquello se confirmaba como si no -... no había en la casa un solo indicio que apuntara a la identidad del Cuidador. Con eso, no veo como podría ser Kevin si...
_Lo es., insistió la reina, manteniendo firme su sospecha, de esta dando los fundamentos.
Cuando estuvo en la vivienda, llegando al mediodía del tres de Enero, encontró dicha estructura en idénticas condiciones edilicias y estéticas que en su anterior visita, en Noviembre, sorprendiéndose y maravillándose tanto en esta cono en aquella oportunidad. Visitó superficialmente sus ambientes, empezando con la sala de estar y terminando con la oficina, donde estaba el letrero de oro con el nombre del último y legendario Cuidador, quien adquiriera esa cualidad por ser el primero de su clase (los Cuidadores de los lugares grandiosos) en ir al otro lado de la puerta, además de por los logros que obtuvo a lo largo de sus dos siglos y quinto al frente de todo en la Casa de la Magia. Por un instante breve, la reina Lili creyó ver un resplandor verde oliva brotando del letrero, el mismo que tuviera el aura del Cuidador, pero cuando miró fijamente, la pieza dorada no mostró una sola alteración. Al final, le tomó dos o tres minutos darse cuenta que para que se produjera ese resplandor no había que mirar de frente al letrero, y cuando lo hizo descubrió que lo que estuvo apareciendo en el letrero no fue un nombre, sino coordenadas geográficas, y si su inteligencia no flaqueaba, correspondían a un punto en particular de su reino. Cuando hizo el intento de observar indirectamente otra vez el letrero, este no volvió a resplandecer, y Lili descubrió, o creyó descubrir, que ese resplandor era una pista que el último Cuidador quiso darle sobre la identidad, o al menos el paradero, de su sucesor. Se preguntó cómo pudo ser eso, como supo el último Cuidador quien era o podía ser su heredero, si para tener por lo menos la sospecha, aquel individuo tenía que estar en algún punto dentro de la Casa de la Magia, y eso le hizo pensar en la posibilidad de que esa persona podría ser una de las tres que estuvieron en la isla a mediados del año pasado, las tres residentes en Los Paraísos del Arroyo de las Piedras Altas, la región central de Insulandia, algo que afirmara con las coordenadas. De vuelta en el Castillo Real en la noche de ayer, tomó una parte de los mapas de esa región y, en su despacho, los desplegó sobre el escritorio, empleando una regla y un lápiz para trazar las indicaciones. El barrio Plaza Central fue el primer lugar en ser descartado, porque no coincidían la latitud ni la longitud, y con Barraca Sola descartó la posibilidad de que fuera Eduardo. "Kevin", pensó, viendo la coincidencia. La casa de La Fragua, 5-11-8 encajaba perfectamente con las coordenadas, lo que dejaba al novio de Cristal como la única opción. "Hay que volver a la Casa de la Magia mañana mismo y resolver este misterio cuanto antes", se dijo. Sabía que el artesano-escultor saldría temprano para acompañar a su amigo al Templo del Agua, por bloques que tendría que alcanzarlo antes de que lo hiciera. La princesa Elvia hizo su ingreso en ese momento y fue inevitable que le preguntará por qué estaba así de radiante y contenta. "Podríamos tener al fin un nuevo Cuidador para la Casa de la Magia, le dijo, reconociendo que ella, siendo del reino la Consejera de Cultura, lo tenía que saber. La presencia de esos individuos indicaba siempre una enorme alegría y contribución al acervo cultural de las hadas y los demás elementales. "No pueden haber errores", insistió la reina Lili, enrollando los mapas. Admitió  haber visto las coordenadas por un único segundo, el tiempo suficiente para apuntarlas en una hoja, pero no era por eso que estaba con la sospecha. Ella sabía tanto como cualquiera de sus congéneres que el anterior Cuidador de la Casa de la Magia había sido un cartógrafo experto, quizás uno de los mejores de todos los tiempos, capaz de demorar insignificantes segundos en ubicar las coordenadas en un mapa con solo mirarlo, sin necesidad de recurrir a ningún elemento (reglas, compases, lápices...) ni equipo para ayudarse. "Voy a ir yo a buscarlo", se ofreció Elvia, tomando los mapas, a lo que su madre le dijo "Te lo encargo".

_El tampoco tuvo experiencia con las artes mágicas, al menos no relevantes, y sobre ellas sus conocimientos también fueron básicos - les recordó la reina a Cristal y Kevin, refiriéndose al último Cuidador, a pocos minutos de que su reloj anunciara las catorce treinta. Ese era el horario en Insulandia; aquí debían ser al menos seis horas y cuarto más -. Así y todo sus funciones y desempeño jamás defraudaron a nadie, nunca tuvo quejas ni las hubo por desatinos y desaciertos
Quiero decir que cuando se enteró de que era el nuevo Cuidador tuvo reacciones y emociones idénticas a las tuyas, Kevin, pero no sé desalentó ni le rehuyó a sus responsabilidades, a su destino. Aceptó ese desafío y hasta su último día lo llevó sobre sus hombros - notó que el semblante en la pareja, sobre todo en el componente masculino, no había cambiado desde que respondiera a la pregunta de Kevin acerca de la identidad del candidato-. Ni el se equivocó al elegirte, ni yo lo hice al apuntar las coordenadas. Ahora estoy totalmente convencida de eso.
_Supongo que debe haber alguien más que sospeche de esto..., planteó Kevin.
Fue lo primero que se le ocurrió, en medio de la conmoción.
_Solo mí hija - contestó la reina, buscando en su mente palabras y frases que fueran adecuadas para modificar el estado emocional y anímico de su congénere -, y no dudé en contárselo. La llegada de un Cuidador es algo importantísimo para la cultura de las hadas, y ella, como Consejera, tenía que ser la primera en enterarse, aún antes de que hubiera salido el rayo verde oliva de allí.
Señaló con el índice izquierdo y la vista a la vivienda.
_Vas a tener que aceptarlo. Se que tus pensamientos están divididos, pero si es tu destino, no queda para vos otro camino que este. El último Cuidador debe haber sentido algo en vos, algo que no tuvieron Eduardo ni Elvia, algo que no sos capaz de ver ni advertir - dijo Cristal a su novio, teniendo también ella los pensamientos divididos. Si el antiguo jefe del MC-A de verdad era el nuevo Cuidador de la Casa de la Magia, todo, cada aspecto de su vida, cambiaría definitivamente. "Empezando por el lugar de residencia", pensó -. Y hay solo un modo de averiguarlo. Yendo allí.
Apuntó también a la vivienda.
_Ella tiene razón, nadie escapa a su destino - corroboró la soberana. Kevin y Cristal también lo hicieron -. Si sos el nuevo Cuidador de la Casa de la Magia, lo tenés que aceptar. Además, no va a estar solo en esto. No bien hayas asumido aquí, el CSP, la ME, el Consejo Real insular y yo vamos a organizar un equipo de científicos, expertos en artes mágicas, técnicos de mantenimiento y un destacamento militar. Exactamente las cuatro clases de personas necesarias para sostener esta isla... Qué es lo que pasa?.
El camino a paso lento hasta la casa transcurrió con un único tema de conversación: todas las cosas que cambiarían no bien se confirmara la identidad de Kevin como el nuevo Cuidador. El mismo pensamiento que tuviera instantes atrás la hija de Wilson e Iuli. Uno y otro tendrían que empacar todas sus posesiones para mudarse a esta isla a más de ciento un largos - la distancia exacta era de ciento un mil doscientos ochenta y tres kilómetros - al Este de Del Sol, fuera incluso del territorio insular, de aquel país que los vio crecer y desarrollarse como personas y, en el caso de Kevin, aquel que le abrió las puertas cuando era solo un bebé. Era imposible instalar una puerta espacial en la Casa de la Magia, porque el sistema de defensa lo impedía (el grupo de expertos del que formara parte la reina de Insulandia había optado por conservar ese recurso). Eso significaba que al hada que le tocara convertirse en la figura insignia le quedaba como única opción el radicarse en la propia isla. Comparado con lo demás, pensó la pareja, eso de mudarse no era tan importante. "Sin embargo lo es", lo contradijo la reina Lili. Para ella, si bien tampoco lo era, representaba lo más sencillo para resolver.
_Al final funcionó., se alegró Lili, mirando a Cristal, cuando estuvieron en el frente de la casa.
_Qué cosa?., quiso saber Kevin, en medio de ambas mujeres.
_Pasar el tiempo que nos demandara llegar hasta acá hablando de esto y nada más., informó Cristal.
Resultó que, al momento de dejar las sillas, las damas, mediante gestos, y con esa conversación mental que sostuvo Lili con su súbdita, acordaron hablar exclusivamente con Kevin sobre el futuro de este, abarcando un tema particular con el que pudieran convencerlo, o empezar a hacer tal cosa, de que no hubo error alguno por parte del anterior Cuidador al indicar las coordenadas geográficas ni de la reina al interpretarlas y ubicarlas en el mapa. Y ambas descubrieron que está ocurrencia había sido exitosa, porque en lo que demoraron en llegar desde aquellas sillas hasta el frente de esta casa, Kevin fue cambiando sus impresiones y emociones, a la vez que sentía como la conmoción empezaba su lenta pero segura retirada. "Jugaron sucio, pero reconozco que funcionó", admitió Kevin, cediéndoles el paso.

La casa estaba construida en un lote rectangular de veintiséis metros de frente por catorce de fondo, y los laterales estaban formados por una franja de césped no muy ancha, tan solo de un metro, que en el extremo lateral derecho daban una parte de su espacio al reducido jardín, en cuyo centro estaba un poste para el alumbrado. La sala era el ambiente principal, y con siete metros de frente por ocho de fondo era el más grande. A su derecha estaban la cocina-comedor diario, un cuadrado perfecto de cuatro por cuatro, la oficina, de tres por cuatro, y la biblioteca, de cinco por cuatro, separados estos ambientes por un corredor, que conectaba la sala con el jardín en el lateral, del cuarto de baño, otro cuadrado perfecto, este de tres por tres, la lavandería, de cinco por tres, usada también como almacén de artículos de limpieza e higiene, una continuación del corredor, y uno de los almacenes de insumos y provisiones para el mantenimiento y refacciones de la casa. Detrás de este estaba el otro par de almacenes, uno de las mismas dimensiones que el anterior, y otro de cuatro por cuatro, que era el lugar donde generaciones de Cuidadores dejaban todas las posesiones con que llegaban a la Casa de la Magia. El último tramo del corredor mantenía separadas a las cuatro habitaciones, de cuatro metros por tres (frente por fondo), de la sala de estar, el cuarto de baño, la lavandería y el par de depósitos con los suministros. El último ambiente, unido al resto de la casa por el camino empedrado cubierto por un entramado de varillas que sostenía una enredadera, estaba destinado a todo tipo de archivos y documentos de la vivienda como una parte del todo y de la Casa de la Magia como el todo mismo. "Increíble que pueda conservarse así", opinó Kevin, notando la calidad de los muebles en el dormitorio principal, aquel que había justo en el extremo lateral izquierdo. Tenía una cama doble justo contra el muro lateral, un par de mesitas de luz, el armario, la mesa con dos sillas u tres estanterías, todos vacíos y en un estado tan impecable como cualquier cosa dentro y fuera de la habitación. El trío continuó la recorrida por los otros dormitorios, los almacenes, la lavandería, el cuarto de baño, la sala con los archivos y documentos, la biblioteca, la cocina-comedor diario y la sala de estar, antes de decidir detenerse en esta, maravillándose con cada paso que dieron e impresionados con la altura de los ambientes, de seis metros y cuarto. "Demasiadas emociones para menos de medio día", dijo, ocupando uno de los sofás simples en la sala, Kevin, notando que esté y los otros ambientes estaban decorados con numerosas pinturas y figuras alegóricas de la cultura de las hadas, en este caso alusivas a las artes mágicas. Tampoco dejaron de notar cuan resistentes eran las paredes, de veinte centímetros de grosor (la combinación de concreto y hormigón, cubriendo un armazón metálico) y el techo con tejas a dos aguas, lo único que diferenciaba la vivienda de las otras estructuras, en el aspecto estético. "Y es muy fuerte",  agregó la reina desde otro sofá, reparando en que esta casa llevaba milenios de una existencia ininterrumpida, habiendo sobrevivido al paso de semejante franja con daños y deficiencias estructurales francamente insignificantes. "Me parece un auténtico desperdicio que se encuentre vacío y sin actividad alguna un lugar tan bello como este", fueron las palabras de Cristal, sin dejar de advertir el silencio imperante en la casa, opinando que la isla como un todo tendría que tener las mismas funciones que los Templos del Agua y del Fuego y los otros lugares grandiosos. "Ciencia y Turismo, básicamente", agregó, a lo que Lili respondió que, si bien estaba de acuerdo, no era posible de llevarlo a la práctica debido a la situación tan particular de la Casa de la Magia: una isla en aguas internacionales alejada varios miles de kilómetros de la costa más cercana y cuya llegada era no solo difícil, sino también peligrosa y potencialmente fatal; además no tenía la infraestructura adecuada para dar alojamiento a más de mil personas ("Y eso haciendo espacio", dijo Lili) y el turismo nunca había sido una actividad, ni por consiguiente una fuente de ingresos, para esta isla , cuyo presupuesto salía de las arcas del CSP. "Yo podría hacer que eso cambie", llamó Kevin, más para si que para las mujeres.
_Técnicamente si- contestó la reina -
Habría que hacer antes demasiados trámites en el CSP, conseguir permisos, autorizaciones y eso, y después levantar la infraestructura adecuada, pero si... podrías.
_Visualizaste un proyecto para esta isla - llamó Cristal -. Al final, estás aceptando el hecho de que sos el Cuidador.
_Creo que me negué a aceptarlo, desde que la reina se refirió a mi cuando dio a conocer su sospecha - admitió Kevin -. Eso u que además sentí algo cada vez que pasamos junto a la oficina de esta casa. Tenemos que ir allí de nuevo.
_Pensé que ibas a demorar más en pedirlo - se alegró Lili, incorporándose -. No esperemos más, vayamos allí.
Los otros dos también se pusieron de pie y abandonaron la sala.

Ocupando unos tres metros de frente por cuatro de fundo, la oficina estaba rodeada por se tramo del pasillo, en la parte trasera, la cocina-comedor diario, a la izquierda, y la biblioteca, a la derecha. Cada centímetro de su espacio estaba ocupado y el movimiento de los visitantes fue más bien limitado. Excepto en donde estaban las puertas que comunicaban la oficina con los ambientes de junto, las paredes laterales tenían cuatro armarios que por pocos centímetros no tenían la misma altura que los propios muros. Dos de ellos, los más pequeños, tenían otro tanto de archivos y documentos, prolijamente ubicados en decenas de biblioratos, carpetas y legajos, y los más grandes libros y otras publicaciones referidas en su totalidad a las artes mágicas, incluidos algunos volúmenes tan antiguos que se remontaban a varios siglos antes del Primer Encuentro. A> los lados de la puerta que daba al pasillo, un par de pequeñas mesas estaban atestadas con todo tipo de elementos y equipamiento de oficina, y en el centro del ambiente, rodeada por cinco sillas tan antiguas como lujosas, estaba el escritorio, una pieza rectangular con siete cajones (uno grande en el centro y los otros en los extremos, en columnas de tres), que formaba la principal área de trabajo del Cuidador. Ese amplio ventanal en el frente ofrecía una excelente vista del exterior y posibilitaba el ingreso de la luz solar al completo, ya que no existía un solo obstáculo por delante. Ante la ausencia de esa fuente de iluminación, vieron los visitantes, el Cuidador habría recurrido a la treintena de velas dispuestas estratégicamente por la oficina, seis de ellas en una araña tan lujosa como cualquier otro objeto dentro y fuera de ese ambiente.

_Es cierto eso del desperdicio de esta isla sin actividades ni moradores., reafirmó Cristal, ojeando el lomo de un antiquísimo libro que trataba de la aplicación de las gemas a las artes mágicas.
Lo tomó con ambas manos y se asombró de las impecables condiciones en que se conservaba, como si recién hubiera salido de una planta editora moderna, y descubriendo con esa acción que el mismo tipo de hechicería poderosa que mantenía relucientes e intactas a las edificaciones y otras estructuras también lo hacía con cualquier otra cosa, los libros en este caso, que se hallara en la isla. Volvió a dejar ese volumen en su lugar y continuó repasando los otros con la vista.
_No lo dudo – coincidió la reina Lili, añadiendo a continuación –, pero eso es algo que va a cambiar de un momento a otro – y señaló entonces el escritorio, sobre el que, brillante, estaba el letrero dorado con el nombre del último Cuidador –. Kevin, adelante. Es tu momento.
_Que cosa… ¿qué se supone que haga?, ¿apoyar una mano en esa pieza o algo así?.
_Eso mismo., dijeron al unísono las damas, reaccionando sorpresiva s instintivamente, sin que lo notara Kevin, a un presentimiento.
Cristal, por tener más desarrollada que el promedio de las hadas la visión remota, y la soberana insular, por tratarse de uno de los seres feéricos más poderosos del mundo en la actualidad. Ambas, observando a través del ventanal, advirtieron que algo estaba ocurriendo en el Templo del Agua.
_Pues, siendo así, mejor no espero más.

Apoyó las manos sobre la pieza dorada.
Hubo un repentino temblor que hizo trastabillar tanto al hombre como a su prometida y a la reina – “El Cuidador”, pensó esta, sabiendo que solo ante el reaccionaría con tal acción el letrero –, inmediatamente seguido por un resplandor verde oliva muy breve, que dio paso al cabo de ese único segundo a una pequeñísima nube del mismo color, arremolinada en torno al letrero. “No se alarmen, es solo vapor”, pidió Lili a sus súbditos, viendo como el velocísimo remolino empezaba a asumir una forma corpórea. Aparecieron primero el torso y el cuello, luego los brazos y las piernas y por último las alas. A menos de un minuto de que Kevin apoyara las manos en el letrero, un segundo individuo masculino apareció allí, en la oficina. Era un hombre negro, musculoso, calvo y de ojos oscuros, rodeado por ese halo verde oliva. “Es magnífico poder estar de vuelta, aunque más no sea por unos pocos minutos”, fue lo primero que dijo, con un tono tan nostálgico, a causa de su regreso, como triste, sabiendo lo efímero que sería ese lapso. Recorrió palmo a palmo con la vista todo cuanto se hallaba dentro de esas cuatro paredes, y entonces, si, se dirigió al trío que lo observaba con asombro.

Cuando Kevin, Eduardo y la princesa Elvia estuvieron en la Casa de la Magia a mediados del año pasado, en busca de las piedras oculares, lo hicieron pensando que no se quedarían allí todo el día, haciendo mini turismo, y sabiendo que no fueron a esa isla por vocación, sino por opción: era el único camino que podían seguir si de verdad sus intenciones eran devolver la integridad física, sus poderes y habilidades a ese trío de individuos transformados en almas solitarias. Lo dicho, un tiempo breve durante el cual el trío no hubo de recorrer ni observar detenidamente toda la magnificencia y los lujos de la Casa de la Magia. Pero esa franja de tiempo tan acotada le había bastado a Rorha, ese era el nombre del antiguo Cuidador, para saber que su sucesor se encontraba entre esos expedicionarios. No era el arqueólogo submarino ni tampoco la heredera al trono insular; ellos estaban destinados, Rorha lo pudo advertir, para cosas grandiosas y notables hazañas, pero de estas ninguna en esa isla en aguas internacionales. Eso dejaba como único candidato al antiguo jefe del MC-A, quien hiciera uso, uno destacable, de su técnica de la transformación para escapar de una de las trampas cambiantes. “Eso fue increíble” opinó el antiguo Cuidador, haciendo mención del hecho de que encontrarse ante un peligro de semejante envergadura suponía para un ser feérico todo un reto: se debía ignorar completamente el peligro extremo, y también la posibilidad de hallare más cerca del momento del cruce al otro lado de la puerta, teniendo todos los pensamientos concentrados en y dirigidos a eso en que el hada en dificultades estuviera pensando o ideando para salvarse. Así, Kevin pudo transformarse en la anaconda real, una gigantesca serpiente de quince metros de longitud y sesenta centímetros de ancho, de colores discretos, que, golpeando fuertemente, pudo excavar un segundo túnel y volver, con un esfuerzo mínimo, junto al otro par de expedicionarios. “Fue suerte. Eso e instinto”, replicó el artesano-escultor, como hacía cada vez que alguien hablaba de ese evento en su presencia. Rorha, concluidas sus palabras sobre aquel evento, le explicó que le había resultado suficiente con el para advertir que su protagonista era, sin dudas, el nuevo Cuidador de la Casa de la Magia. “No soy yo un experto en eso ni nada parecido”, insistió Kevin, a lo que el otro hombre en la oficina – la reina Lili y Cristal asumieron que, de momento, estaban allí en calidad de observadoras y espectadoras – respondió que, si bien eso era cierto, por sus venas corría la sangre de un hada versada en las artes mágicas, con grandes conocimientos en ellas, y las cualidades que hacían a ese tipo de seres feéricos, las hadas hechiceras, podían saltearse una generación. “En tu caso, dos”, concluyó. “¡Mi bisabuelo paterno!”, exclamó Kevin, reconociendo que ese antepasado suyo había sido un notable experto en artes mágicas, uno de los mejores del reino de Espal en lo que iba del undécimo milenio.  Lo que Rorha le había explicado era que Kevin había heredado una parte de las habilidades de su ancestro, algo que el ya venía intuyendo, sobre todo por la facilidad con que en su momento hubo de abrir aquel cofre, el que contenía la fórmula desarrollada por Mücqeu, hecho íntegramente con acero mágico, ese material tan raro como único; el tiempo relativamente corto que a el y sus socios les demandara la concepción de la idea, los ensayos y la producción de lo que fue visto como la solución, o una de las soluciones, al problema que representaban para el comercio las grandes distancias; y su contribución a la COMDE cuando se les pidiera que modificaran los hechizos de seguridad en el banco Real, debilitados luego de la Gran catástrofe. Rorha le dijo que únicamente un hechicero, o con lazos de sangre con uno, podría haber hecho esas cosas. “Me basta a mi”, continuó, diciendo luego que el artesano-escultor había sido el primer individuo de la raza feérica con esas habilidades que ponía sus pies en la Casa de la Magia desde las exequias funerarias. “Y tus orígenes, los de tu grupo familiar; eso influye mucho más que tu bisabuelo”, remarcó Rorha. “¿Mi familia?, ¿qué pasa con ella?”, inquirió Kevin, y fue entonces que las mujeres abandonaron su rol de testigos presenciales, haciendo caso del pedido del antiguo Cuidador de ir al ambiente donde estaban los archivos. “Su rastro se pierde a mediados de la Guerra de los Veintiocho”, insistió Rorha, asegurando que los antepasados remotísimos de su sucesor llegaban a los tiempos de la construcción de la mismísima Casa de la Magia, y que se lo podía demostrar con ese viejo documento que les había pedido traer a ambas damas. “Son noticias, o revelaciones, muy fuertes para mi,  y las dos en menos de… ¿cuánto?, ¿una hora, tal vez?”, planteó Kevin. Le estaba costando un esfuerzo enormísimo aceptar el hecho de que sería el nuevo Cuidador hasta el último de sus días, acostumbrarse a eso y todo cuanto implicara, directa e indirectamente, habría de demandarle tiempo, y no sabía cuanto.  Pero descubrir además que podría tener un lazo parental y sanguíneo con las hadas que levantaron las estructuras en esta isla… eso definitivamente era mucho más de lo que sus nervios podían soportar. “Necesito serenarme”, dijo, otra vez con el tono de conmoción y desconcierto, y en tanto la reina Lili y su compañera sentimental entraban nuevamente en la oficina, trayendo esta última un bibliorato repleto de amarillentas páginas. Todas, unas ciento cuarenta, tenían información detallada acerca de uno de los fundadores de la Casa de la Magia, su familia en ese tiempo, sus antepasados y sus descendientes. Los archivos se extendían hasta la última semana con vida de Rorha, tratándose de uno de los últimos proyectos en los que hubo de encarar: reconstruir la genealogía de los fundadores de la Cada de la Magia, entendiendo que tal cosa sería de extrema importancia para la sociedad y la cultura de las hadas. “Como ves, estás emparentado con Ukeho”, indicó Rorha, haciendo referencia a una de las fundadoras (tres hombres y tres mujeres) del lugar. Efectivamente, comprobó el artesano-escultor, era el una descendencia en línea directa, algo desconocido no solo por el, sino por todo el mundo. El rastro de Ukeho se perdía en algún momento del sexto milenio, a causa de la destrucción de los archivos en el continente lunárico (Luanris) durante la Guerra de los Veintiocho, con lo cual hubo de perderse, además, esa parte importante de la cultura, la sociedad y, por supuesto, la historia. “Yo pude reconstruir y armar lo que estaba incompleto”, reiteró Rorha, señalando uno de los últimos párrafos de la última página, dedicado a una familia compuesta por expertos en las artes mágicas que residiera en la zona céntrica de El Alto, la ciudad capital del reino de Espal, en Lunaris. “Mi familia de hace varias generaciones”, observó Kevin, reafirmando aquello de que le tomaría tiempo asumir que tenía esos lazos parentales con uno de los nombres más notables (Ukeho) de la historia. “Eso y el hecho de ser Cuidador de este lugar”, completó.
“Volviendo al asunto urgente…”, quiso el antiguo Cuidador, sabiendo que su tiempo entre las hadas era limitado y que ya habría un momento propicio para que Kevin leyera ese bilbliorato a fondo, completándolo con la información e historia faltantes, desde el fallecimiento de Rorha hasta la actualidad. No bien hubo aquel trío de marcharse de la Casa de la Magia, el antiguo Cuidador lamentó que a ninguno se le hubiera ocurrido visitar la única vivienda, puesto que desde esta se dirigían todas las actividades de la isla. Rorha ya sabía que entre esos tres seres feéricos se hallaba el heredero que estuvo esperando por siglos, el último componente, y el único, que quedaba vivo del grupo familiar al que perteneciera una de las fundadoras de la Casa de la Magia. No le quedaron dudas sobre la identidad de Kevin y, lamentando la temprana partida, tuvo bien en claro que ese individuo nacido en Espal y residente en Insulandia podría no volver  a poner los pies en esa isla, como el propio artesano-escultor sostuviera. Si las cosas llegaban a desarrollarse de esa manera, advirtió Rorha, el tiempo pasaría y la Casa de la Magia continuaría estando sin un nuevo Cuidador por un lapso indefinido, pasando Kevin al otro lado de la puerta sin haberlo sabido, ni tampoco haberse enterado de su lazo parental con Ukeho. “Maldición”, había sido su inmediata reacción, al dejar de sentir la presencia del heredero, Elvia y Eduardo, cuando la princesa recurriera ala tele transportación. Para su sorpresa, bastante inesperada, algo pasó antes de que hubiera terminado el año. Llegados los últimos días de Noviembre, estuvo en la Casa de la Magia un reducido contingente cuyo propósito era  el relevamiento de las defensas de la isla y un rayo de esperanza cayó sobre Rorha, pero fue algo trunco, porque a ninguno de los individuos, si bien estuvieron en la oficina, se le ocurrió poner atención al letrero ni mirarlo de cerca. “Estuvieron tan cerca…” fue el lamento del antiguo Cuidador, anulado prácticamente al instante, cuando escuchara que el grupo volvería pocas semanas después para reestructurar las defensas mágicas. Rorha se alegró, sabiendo que todo lo que debía hacer era esperar al tercer y cuarto día del siguiente año (este año), a que llegara ese grupo esta vez más numeroso. Ese lapso le resultó suficiente para pensar en una forma de dar a conocer la identidad de su heredero. No podía hablar ni emitir sonidos y, hasta tanto no estuviera esa persona allí, en la oficina, todos sus movimientos y acciones tenían un límite. Al final, optó por sacrificar una parte de ese remanente de energía para mostrar una pista en el letrero dorado, conociendo que no podría ser algo extenso, y que tampoco podría figurar el nombre del Cuidador. Esa identidad, sabía Rorha, recién se conocía cuando el heredero se hallaba primero que nadie y presente en el lugar indicado. Este caso era distinto, porque el artesano-escultor no tenía deseos ni planes, a ningún plazo, de volver a la Casa de la Magia, de manera que optó por una pequeña alteración en esa costumbre. Así, cuando el grupo llegara nuevamente el tres de Enero /Baui número tres, decidió que daría al primer individuo que se presentara en la oficina un indicio no de la identidad del Cuidador, sino de su paradero, apelando a sus conocimientos, también exorbitantes, en cartografía. Para su fortuna, fue la reina de Insulandia la primera persona que estuvo en la oficina, en quien vio al hada indicada para revelarle el indicio. Sabiendo que no captaría el mensaje, las coordenadas geográficas, al primer instante, no tuvo problemas ni reparos en reiterarlo cuatro veces en el curso de los dos o tres minutos posteriores. A  la soberana insular, advirtió el antiguo Cuidador de la casa de la Magia, le bastó con cinco intentos, que entre todos totalizaron muy pocos segundos, comprender el mensaje y memorizar las coordenadas. “Que haya suerte”, le deseó, sabiendo que no lo escucharía, pero notando lo radiante que Lili había salido de la oficina, su sonrisa más bien amplia y sus expresiones. De seguro, vaticinó Rorha, encontraría las coordenadas en un momento y volvería prácticamente al instante trayendo a Kevin. Y pasó tal cual, quedando atrás su pensamiento pesimista de que el artesano-escultor pasaría toda su existencia sin enterarse de que había sido elegido para dirigirlo todo en la isla ni de su parentesco con Ukeho, uno de los nombres más célebres en la extensísima historia de los seres feéricos. Alrededor de doce horas después de que el nuevo contingente hubiera abandonado la casa de la Magia, luego de haber reformado las defensas, la reina de Insulandia estuvo de vuelta, acompañada por dos de sus súbditos, siendo uno de estos el nuevo Cuidador. Rorha se alivió al detectar de nuevo su presencia, y disfrutó, le provocó risas enterarse de como hubieron de ser las reacciones y primeras palabras del artesano-escultor cuando Lili compartiera sus sospechas, porque el mismo había reaccionado así,  vivido esa misma situación y experimentado la misma gama de sensaciones confusas y desconcertantes. Cuando a el lo nombraran como el nuevo Cuidador de la Casa de la Magia, también creyó no ser la persona indicada para llevar semejante responsabilidad por el resto de su vida, creyendo que habría cientos de hadas, cuando no miles, en el planeta mucho mejor calificadas y preparadas para ocupar dicho puesto. En esa jornada, Rorha no dudó n asumir su rol como Cuidador y, conforme avanzara el tiempo, fue volviéndose un completo erudito en las artes mágicas, conocimientos y experiencia que ya eran enormes en el, y volviéndose querido y popular entre su ámbito, el de los Cuidadores, y las comunidades feéricas y elementales en general, algo que quedara de manifiesto con las multitudinarias exequias funerarias, en las cuales no dejó de estar presente ninguno de los hombres y mujeres por esos días al frente de todo en los otros lugares grandiosos. Por eso, no tenía dudas Rorha de que Kevin tendría esos temores y el desconcierto únicamente los primeros tiempos. “Mi misma situación”, dijo, para dar finalizado su repaso en público de la historia transcurrida desde que Eduardo, Elvia y Kevin abandonaran la isla, a sabiendas de que no le quedaban más de tres minutos  su existencia, y yendo al centro de la oficina.

_Vas a ser un excelente Cuidador., reiteró Rorha, sintiendo como todo su cuerpo volvía, lentamente, a adquirir una consistencia vaporosa.
Por eso no tuvo inconvenientes en traspasar la gruesa madera del escritorio. Estaba a segundos de que saliera disparado su último remanente de energía a toda velocidad, atravesando el techo, y esa sería la señal para el mundo de que un nuevo Cuidador se hallaba presente y en conocimiento de su identidad.
_Solo con ser nombrado no es suficiente – indicó Kevin, todavía conmocionado, pensando que no sabía por cuál de las dos revelaciones. “¿El ser Cuidador o el parentesco con Ukeho?”, dijo en su mente – Por ejemplo, ¿qué se supone que haga ahora, no bien el rayo salga disparado?.
_Ya vas a tener tiempo de buscar las respuestas a todas las preguntas. Mi tiempo ya se termina y no puedo contestar a ninguna, ni hacer otra cosa más que esto. Únicamente te digo que, no bien me haya ido, es imprescindible que encuentres los atributos del mando, una cinta y un bastón. Me consta que están en esta oficina. En cuanto a ustedes dos – se dirigió primero a la soberana insular –… digna descendiente de Curle y Umefäo, sé que ellos estarían muy orgullosos – los reyes de Insulandia en los días de Rorha al frente de la Casa de la Magia –. Reina Lili, que tengas suerte en el futuro, en todo y con todos – la soberana sonrió, aunque lo hizo con cierta expresión melancólica, sabiendo que esa era una “despedida”. Momentos así eran siempre tristes para las hadas –. Cristal – la compañera de amores y prometida del Cuidador puso atención, con el mismo semblante melancólico que la reina –… te encargo la vida de Kevin dentro y fuera del rol que le acabo de legar. Ahora las cosas quedan en sus manos. No defrauden a nadie y hagan todo cuanto se espere de ustedes.
Pronunciadas esas finales palabras de despedida, la estructura corporal de Rorha hubo de esfumarse, volviendo a ser por unos míseros segundos ese remolino vaporoso encima del escritorio, antes de transformarse en una esfera verde oliva que ascendió velozmente en forma de rayo, traspasando el techo de la oficina sin provocarle daño alguno.

_Y no fue el único – apuntó la reina, observado emocionada a través del amplio ventanal –. Miren eso.

“¡Tenemos dos Cuidadores!”, exclamaron Kevin y Cristal al unísono.

Miraron los tres a la distancia, maravillados. Allí no solo vieron el símbolo de la magia en la inmensidad del cielo, de color verde oliva, intentando calcular a que altura se podría encontrar para que se viera, porque sabían los tres que así era, en gran parte del globo. Lo que llamó la atención de los visitantes fue también otro rayo descomunal y resplandeciente, este de color gris, que a la misma distancia de la superficie terrestre que el otro, se deshizo en numerosos fragmentos que dieron al instante la forma al conocido símbolo del agua. “¡También tenemos un nuevo Cuidador en el Templo del Agua!”, se emocionó Cristal, tan concentrada como los otros dos en el par de símbolos. “Díganme si hoy no es un día que merezca figurar ya mismo en Ecumenia”, agregó la reina Lili, visiblemente contenta por ambos eventos.

_Nunca imaginé que algo así me iba a tener como protagonista, de verdad. Si ustedes estuvieran en mi lugar en este momento, también tendrían esta mezcla de sentimientos y emociones, y estarían incapacitadas para reaccionar de forma apropiada. ¿Qué se supone que yo haga ahora?, ¿cómo van a seguir todas las cosas?., planteó el flamante Cuidador local, abriendo el cajón central del escritorio.
Encontró al fin la cinta de terciopelo blanco. Una pieza de treinta y cinco centímetros de extensión por dos y medio de ancho, que su compañera sentimental pronto estuvo anudándole en el brazo derecho, a medio camino entre el codo y el hombro. “No está mal”, apreciaron los dos, en tanto vieron a la soberana insular cerrar los ojos y conservarlos así por unos segundos. Debía estar tratando de averiguar que había pasado en el Templo del Agua.
_Vamos otra vez con lo mismo – advirtió Cristal, haciendo cálculos en su mente sobre la posible ubicación del bastón –. En ningún momento vas a estar solo con semejante empresa. Es verdad que vos sos el máximo responsable de todo en la Casa de la Magia y que técnicamente  tendrías la última palabra en todo este lugar. Pero ni una cosa ni la otra implican que no vas a tener a un grupo de expertos a tu lado. ¿Eso lo sabés, no es así?.
_Eso si., reconoció Kevin, viendo un consuelo en la formación de ese grupo.
Ese equipo estuvo compuesto en los tiempos de Rorha y los Cuidadores anteriores por una decena de notables expertos en sus áreas. Fueron los jefes de asuntos legales y jurídicos, de actividades científicas, de relaciones institucionales y comunicaciones, de defensa y seguridad, de desarrollo e investigaciones (se3 ocupaba de las artes mágicas), de arqueología genealogía y conservación de bienes histórico-culturales, arquitectura e ingeniería (abarcaba también el mantenimiento y refacciones), de compras y proveeduría (cualquier cosa que necesitaran en la Casa de la Magia llegaba desde fuera de la isla), de economía y asuntos contables y de ceremonial y protocolo. A ellos se le hubo de sumar siempre el segundo al mando del Cuidador, una responsabilidad que el artesano-escultor no dudó un instante siquiera en ofrecer a Cristal, quien si tuvo dudas antes de aceptarla, las mismas que al principio tuvo Kevin cuando la reina de Insulandia y Rorha le hablaran sobre su nuevo destino: podrían existir seres feéricos mejor preparados y capacitados para ese puesto.
_¿Por qué te cuesta aceptar esa realidad?., le preguntó la reina Lili, poniéndole su punto final a la concentración y abriendo los ojos.
Los gestos faciales fueron un indicativo para sus súbditos de que ya estaba enterada de los acontecimientos en el Tempo del Agua, y también de quien era el nuevo Cuidador. Concluyó que se trataba de otro caso de malos pensamientos infundados. Confiaba en que una persona y la otra modificaran sus estados y esos pensamientos en el corto plazo.
_¿Por dónde empiezo? – planteó Kevin, que seguís buscando el bastón. Este objeto, como bien sabía, cumplía propósitos ceremoniales, pero también, si la oportunidad se presentaba, podía usarse como arma. Un canal para los poderes del Cuidador – Antes y durante la ceremonia de la Transición estuvimos Cristal y yo armando proyectos y planes para este año, y ninguno incluía a la Casa de la Magia. Es más, ni ella ni yo pensamos, volver en mi caso, en estar alguna vez en esta isla. Y ahora resulta que en unos pocos días vamos a tener que radicarnos definitivamente aquí. Como dije, todo va a ser distinto…

Pensó en sus socios comerciales y en el negocio que los cuatro poseían en el Mercado Central de las Artesanías. Esa sociedad y ese comercio continuarían en funcionamiento, por supuesto, pero sin Kevin. En nada más que una semana, tendrían tanto el como Cristal que haber resuelto todos sus asuntos en el reino insular. Eso incluía, en este caso, el trabajo.
_...y a propósito, ¿te gustaría ser mi segunda, Cristal?.
La hermana de Isabel contestó un “si” con entusiasmo, abrazo y beso incluidos – la reina Lili sintió que estuvo de sobra en la oficina ella en ese momento – permanecer junto a su alma gemela estaba entre las cosas que más deseó ayer y deseaba hoy.
_También mis sentimientos, pensamientos y emociones pueden cambiar – reconoció ella, señalando un punto en lo alto de un armario, donde creyó que podría encontrarse el bastón,  y su novio, trepándose a una escalera, fue a comprobarlo –. En Junio pasado califiqué tu viaje como un acto suicida y me puse histérica cuando Eduardo y vos nos contaron en que lugar estuvieron y para qué. Ahora, en cambio, es otra cosa. Reina Lili – la sabiduría de la soberana ameritaba hacerle esta pregunta –, ¿cómo puede ser que pase eso?.
_Pienso que si fuera a causa de tu dominio de la visión remota, algo que debieron transmitirte los antepasados de Iulí – apostó la soberana insular, celebrando al ver a su súbdito recuperar el restante de los atributos de mando, medio oculto entre ejemplares muy viejos de un periódico que se editaba en la isla – Gracias a ese don, pudiste ver lo que venía. Eso habrá sido de ayuda para vos, para prepararte. Por eso no demostraste temor alguno, y aceptaste el destino de tu novio incluso antes que el…¡excelente, Kevin!.

El Cuidador exhibió ante las damas la magnífica pieza de fresno de noventa centímetros, y los tres vieron como adquiría una tonalidad un poco más clara de negro, y la empuñadura el color rojo sangre, uno de los inconfundibles signos de autoridad que le otorgaran a Kevin. "Me gusta", opinó, y, siguiendo las indicaciones de su novia y de la reina, lo sujetó firmemente con ambas manos y agitó levemente. Al instante, el bastón vibró y uno de los extremos se transformó en una estrella de cinco picos (el símbolo de la magia), del color del aura de Kevin. El flamante Cuidador observó minuciosamente la pieza, notando fácilmente su poco peso y gran maniobrabilidad al agitarlo de nuevo. "Despacio", le recordó la reina, al formarse una pequeña nube en torno al extremo del bastón, la cual se disipó rápidamente, y ese fue el momento que Kevin aprovechó para devolver la pieza a su estado original.
_No hay dudas. Ni una sola hada u otro elemental de todos los que viven hoy y los que van a vivir mañana va a sentirse descontento ni decepcionado a causa del desempeño como Cuidador que vas a tener en esta isla - sentenció Lili, tan emocionada por lo que había pasado aquí como con aquel acontecimiento en el Templo del Agua -. Con la ayuda de ese equipo de expertos, la Casa de la Magia, y esto tampoco lo pongo en dudas, queda a un paso de recuperar la gloria de otros tiempos. Eso no va a lograrse de la noche a la mañana, de acuerdo, pero de todas maneras es mejor ir de a poco... lo mejor, si querés que te de un consejo, es empezar con algo sencillo. Podría ser otra recorrida por la isla. Ahora podemos hacerlo por aire. El hechizo que impedía a las hadas hacer uso de esa técnica fue discontinuado. De seguro quince o veinte minutos dando vueltas en círculos y óvalos nos va a ser útil.
Flamante Cuidador de la Casa de la Magia.
Descendiente de una de las fundadoras de aquella.
Kevin tenía mucho que procesar.
_Creo que podemos dejar eso para otro momento, para más tarde o mañana - prefirió, mirando el bibliorato. Este formaba parte de una colección de seis, y cada uno hacía la referencia a uno de los fundadores, con abundantes datos e información detallada. Se propuso continuar en el futuro con ese trabajo, completando el faltante, desde el pase al otro lado de la puerta de Rorha -. Esto es demasiado, y todavía sigo envuelto en la conmoción y la sorpresa. De seguro van a pasar, pero no en un pestañeo.
_Se que esto no es lo mismo, y que tal vez no sea la comparación adecuada, pero seguro que tuviste las mismas reacciones y emociones cuando te nombraron al frente del MC-A - habló Cristal-. Al final te pudiste adaptar y acostumbrar al mando en poco tiempo.
_Agradezco el intento de tu parte por animarme, pero no fue suficiente - lamentó Kevin, yendo hacia la ventana. El silencio en el exterior era apenas quebrado por las vocalizaciones de esas pocas aves que había en la isla. Esa carencia de ruidos aumentaba la sensación de soledad, y no era para menos. La Casa de la Magia era uno de los lugares más inhóspitos y recónditos del planeta -. Yo me preparé desde los cuatro años o cinco para diseñar, fabricar y restaurar esculturas. Puedo hacer eso aún dormido. Esto es distinto. Nada ni nadie me preparó para ser Cuidador, mucho menos en este lugar.
_Con ese criterio tampoco cuenta mi experiencia., interpretó la reina Lili, a quien la prepararon e instruyeron desde los mismos instantes en que aprendiera a caminar y articular sonidos y palabras (hablar) para convertirse algún día en la soberana que era hoy, tan brillante y querida por su pueblo.
_Podría decirse que son lo mismo - supuso Kevin -. Los dos nos preparamos para lo nuestro desde una infancia muy temprana. pero respecto a ese planteo, sobre que quiero hacer en este momento - creyó que un poco de humor sería bueno -, se me ocurre algo.
_La batalla contra un monstruo - dedujo la reina Lili. Ella conocía el proceso para crearlos -. Me parece bien. Es tradición que los Cuidadores se prueben en un combate.
_Si, también eso., convino Kevin.
_¿También?, ¿qué es lo otro?., inquirió la soberana.
_Estrenar con Cristal el dormitorio principal de esta casa.
_Aquí y ahora no grosero, la reina está con nosotros!., exclamó la médica.
Le dio un codazo a su novio (este exclamó la onomatopeya "ay"), en tanto la soberana insular se cubría la cara con las manos. Evidentemente, se alegró Kevin por haberlo comprobado, el humor - "Podría ser en serio", dijo en su mente, riendo - fue un buen recurso para mitigar la conmoción y sorpresa que las revelaciones generaran en el, y así, entre risas, con un estado más relajado, aunque no del todo, el trío abandonó la vivienda. "Caminando o volando?", llamó la soberana, decidiendo, ya en la vereda, dirigirse a uno de los gimnasios que había en la Casa de la Magia, a trescientos metros de su locación actual. Kevin prefirió ir por tierra a paso normal, pensando en la notable utilidad que ello tendría. Sería una excelente forma, para el tanto como para Cristal, para conocer una parte de la isla, su nuevo hogar y lugar de trabajo, y por eso mismo irían por un camino diferente al que tomaran para llegar a la vivienda. De inmediato, como venía haciendo desde que la reina Lili revelara sus sospechas sobre la existencia de un nuevo Cuidador, los tres reconocieron que aquel tendría un problema menos por el que preocuparse no bien iniciara su trabajo: todo lo que había allí (caminos, estructuras, columnas, monumentos...), lo reafirmaron maravillados, tenía un estado tan limpio e inmaculado a causa de los hechizos y otros tipos de magia que había en la isla, que empezaron a ver cierta falta de necesidad en traer a un equipo, al menos uno numeroso, para que se ocupara de las tareas de limpieza e higiene. "Te toca decidirlo, tenés toda la potestad para eso", indicó la soberana a Kevin. "Que así sea, pero hay otras prioridades antes que el aspecto cosmético", dejó constancia verbal el nuevo Cuidador, advirtiendo cuan cierto era eso. Había no pocos aspectos y factores a los que dedicarle no solo el tiempo, sino también las energías antes de que llegara ese día. "Como se lo decimos a los nuestros, por ejemplo", apuntó Cristal con todo el acierto, refiriéndose a sus padres, su hermana y su futuro cuñado. "Ellos solo para empezar", convalidó su prometido, pensando en todas las hadas y otros seres elementales con los que tenían un trato diario o más o menos frecuente. "Y todo lo que vamos a echar de menos", concluyó Cristal, ya frente a la amplia escalinata que antecedida al gimnasio. Pensaba en los lugares que visitaba regularmente, dentro y fuera de Barraca Sola, por el motivo que fuere (trabajo, entretenimiento, vida social...), y cuánto tiempo les demandaría a Kevin y a ella desprenderse de todo eso, de los recuerdos de toda su vida en la periferia de la capital insular. "Va a ser duro, pero necesario", admitió la reina, a la cabeza en el trío, lamentándolo, porque los extrañaría. Esta pareja junto a ella... no solo eran sus miembros sus súbditos, sino también sus confidentes y amigos.

El gimnasio era una estructura rectangular muy amplia e iluminada, con un techo abovedado y las suficientes butacas en uno de sus laterales como para que cupieran mil quinientas personas. Fuera de esos lugares, dispuestos en cuatro filas con igual cantidad, no había otro objeto mueble. "Es un gimnasio, no una biblioteca", apuntó Cristal, en una de las butacas, a la espera de que la reina concluyera la producción del monstruo. Por supuesto, la pareja tenía ya conocimiento sobrevivido estás estructuras, puesto que a principios del mes pasado estuvieron en el Templo del Fuego, el Vinhuiga, demostrando que la hija de Wilson e Iulí de verdad era un hada de fuego, y Kevin haciendo acto de presencia, estando transformado en la anaconda real, cuando vio que a su novia e Isabel hubieron de agotárseles las fuerzas. Viendo a la reina en uno de los extremos, mezclando elementos en un pocillo, ambos componentes de la pareja hablaban entre ellos sobre este combate, dejando el nombramiento como Cuidador y el parentesco con Ukeho por primera vez en un segundo plano, porque la batalla contra un monstruo no era algo que debía tomarse a la ligera, máxime contra los combinados - no dejaron de ver como la reina, en cuclillas, mezclaba granito con piedras, dos de los elementos más abundantes en la Casa de la Magia -, buscaron concentrarse solo en este inmediato evento. "No se si soy la persona indicada para dar consejos y ayuda con estas cosas", dijo Cristal, reconociendo que su única experiencia había sido más bien breve. En el Vinhuiga, enfrentándose a un único monstruo, logró que su aura cambiara de colores, pasando del lila al violeta, y luego, contra cuatro pares de oponentes, ella y su hermana tuvieron su debut como hadas poseedoras del elemento fuego, aunque, quedando el último de los adversarios, habían ya casi agotado todas sus fuerzas, lo que acelerara la intervención del artesano- escultor, desde debajo de las gradas, y del arqueólogo submarino, quien irrumpiera intempestivamente en la estructura, estando transformado en el gigantesco y atemorizante monstruo cetáceo. “Kevin, ya casi está listo”, anunció la reina, a lo que el flamante Cuidador dejó a su novia en la grada y fue al centro del gimnasio, marcado este con el símbolo de la magia. “Estoy listo”, hizo saber a ambas mujeres, flexionando los músculos y las articulaciones, concentrándose. Esta sería su primera batalla en solitario, en la cual tendría sus ventajas, por supuesto. La altura y el peso, muy inferiores al monstruo, le darían mayor maniobrabilidad y agilidad, y la resistencia física le ayudaría a atacar no teniendo que preocuparse, no tanto al menos, pòr las posibles respuestas del enemigo. Relajado, observó como la reina completaba el procedimiento y pronunciaba las palabras correctas, al instante alejándose a l a izquierda del pocillo. En medio de una nube, el monstruo combinado empezó su surgimiento, concluyéndolo al cabo de dos o tres minutos. Kevin vio un ser grotesco que debía tranquilamente alcanzar los tres metros de altura, con voluminosas piernas que le hicieron pensar que tumbarlo no sería algo fácil. El monstruo, habiendo asumido la posición de firme, quedó a la espera de impartírsele su orden, en tanto su creadora fue al encuentro del flamante Cuidador, creyendo necesario, pues sería este su primer combate en solitario, darle consejos útiles, algo en lo que también participara Cristal. “Que tengas suerte, Kevin”, le deseó esta a su novio, con el beso como adicional, a lo que el hombre infló el pecho, para dar a entender que no estaba preocupado ni atemorizado. “¿Listo?”, reiteró la reina, que había vuelto a situarse junto al monstruo. “Listo”, volvió a afirmar Kevin, moviendo los brazos de atrás hacia adelante. La soberana insular dio entonces la orden de atacar al monstruo, a lo que este arremetió a toda velocidad contra el individuo señalado como su oponente.
El mï-nuq fue quien lanzó el primer ataque, entrecruzando los dedos e intentando con esa acción aplastar a su oponente, pero Kevin fue más rápido y ágil. Esquivó fácilmente el ataque y toda la presión en los puños del monstruo fue a parar contra el suelo. Que terminó por resquebrajarse – se regeneraría en cuestión de segundos, literalmente – y agrietarse. El flamante Cuidador de la Casa de la Magia se elevó hasta tocar el techo del gimnasio y, en sus pies acumulando grandes cantidades de energía, se lanzó a toda velocidad, acertando sendos golpes en la cabeza al monstruo. Lejos estuvo de triunfar, dándose cuenta que, aparte de darle una sacudida leve al mï-nuq, lo había hecho enfurecer. “Y ahora me duelen los pies”, pensó, conservándose en el aire para recuperarse e idear un nuevo ataque. Una al lado de la otra, Cristal y la reina Lili veían la batalla concentradas, inmóviles, en silencio y con los brazos cruzados. Ambas estaban divididas, sus sentimientos y emociones, entre la esperanza y la preocupación. Veían al monstruo de piedra lanzar uno tras otro sus poderosos golpes, los cuales podrían causar todo tipo de daños de hallarse fuera de esta isla y dejaban grietas en el suelo: aún estaba cien por ciento ileso, sin la mínima señal siquiera de agotamiento y con su orden implícita como único objetivo. Bien sabían las damas que la cumpliría o sería destruido en el intento, porque una vez que a estos monstruos y a los otros, los uc-nuqt, se les asignaba una tarea o varias no había vuelta atrás. Por el otro lado estaba Kevin, quien tampoco se rendiría y pelearía dando lo mejor de si. Quería causar una buena impresión a las damas y, fundamentalmente, demostrar que estaría allí para defender la Casa de la Magia ante cualquier agresión. Una de las dificultades a las que el artesano-escultor se enfrentaba era a la resistencia al daño, y no era para menos, considerando de que estaba hecho, del monstruo. Esa densa capa de rocas, toda una coraza, era un obstáculo. Las descargas que le lanzaba, individuales y en sucesión rápida, no lograban otra cosa que inmovilizarlo por unos pocos e insignificantes segundos, antes que se recuperara y reanudara sus ataques. Eran, básicamente, compararon la reina y Cristal, viendo la violencia de los impactos, dos moles luchando entre si, y ninguna de ellas daba indicios de cansancio ni de querer rendirse. Fue recién cuando las grietas en los muros, el techo y el suelo superaron las dos docenas que Kevin recurrió a la transformación, surgiendo en pocos segundos una monstruosa serpiente de quince metros de longitud y una anchura de sesenta centímetros, que de inmediato se movió hacia el mï-nuq a toda velocidad, abriendo sus fauces y exhibiendo ese par de colmillos enormes. La anaconda, real intentó enroscarse en el monstruo de piedra, pero este opuso resistencia desde el inicio, recurriendo a sus voluminosos brazos para contenerla. Recibió un escupitajo de veneno – lo que estas serpientes hacían, por si la constricción no fuera suficiente para matar a su presa – aunque Kevin supo que no tendría efecto alguno, más allá de lo cosmético, ese manchón verdoso en los ojos y parte de la nariz, porque, por su constitución, el mï-nuq era a prueba de venenos.  Sin embargo, Kevin estuvo lejos de amilanarse y continuó apostando a la constricción… hasta que su rival finalmente pudo zafarse, tomarla con una mano, agitarla como si fuer un lazo y lanzarla contra el extremo opuesto al de las gradas. “¡¿Eso fue todo?!”, exclamó el flamante Cuidador como si nada, volviendo a incorporarse y recurriendo a su segunda transformación, aquella que combinaba la forma feérica con la natural. Hizo su aparición un ser cuyo cuerpo estaba completamente cubierto por escamas que combinaban el marrón con el verde oscuro, alrededor de tres metros de alto, casi la misma que el monstruo de piedra, muy voluminoso y tan atemorizante como la anaconda real. “¿Ese es Kevin?”, se impresionó Cristal, fijándose en la cabeza del monstruo, porque era la primera vez que presenciaba esta transformación. Del cuello para arriba, el flamante Cuidador conservaba los rasgos de serpiente, incluidas las pupilas verticales, de un tono tan fuerte de naranja que por si solas bastarían para asustar, y la lengua bífida y los grandes colmillos. “Tampoco yo había visto esa transformación”, reconoció la reina, que coincidió con su súbdita en que la batalla hubo de parecerse, no bien los peleadores se trenzaron nuevamente, a una lucha clásica de entretenimiento (como las hadas conocían a las peleas de catch), y vieron como, de momento, el mï-nuq parecía llevar una ventaja, radicando esta en su áspera y gruesa estructura, mejor preparada para resistir los ataques. En respuesta, el flamante Cuidador se valía de las escamas y de lo resbalosas que eran estas para mitigar la fuerza de los impactos. Ambos contendientes estaban igualados y ninguno daba señales de estar flaqueando. De nuevo, el monstruo de piedra, que seguiría adelante aunque su oponente lograse seccionarle partes del cuerpo, recurrió al fuerte golpe con las manos juntas y los dedos entremezclados. A tiempo, Kevin contuvo el ataque, alzando sus palmas, y cuando el mï-nuq estuvo preparándose para golpear de nuevo no desaprovechó la oportunidad de contraatacar, agarrándolo con fuerza y firmeza por la cintura, tumbándolo violentamente, lo que produjo un leve temblor y otra resquebrajadura en el suelo. El artesano-escultor no de descuidó ni retrocedió, tomando al monstruo por el pie derecho, haciéndolo dar una y otra vuelta hasta completar la decena y lanzarlo con fuerza contra el extremo opuesto, provocando un estruendo mayor. Sabía que no bastaría con eso, y por tal motivo corrió a su encuentro, llegando al mismo tiempo que el mï-nuq se incorporaba. Lo golpeó nuevamente, un puño en el centro del pecho, echándolo otra vez al suelo, antes de transformarse de nuevo en la anaconda real y recurrir a la constricción, aprovechando la oportunidad para escupirle otra cantidad de veneno a los ojos. Esto, sumado al fuerte impacto, dejó desorientado al monstruo de piedra, a su oponente dándole el suficiente tiempo para asumir su forma feérica y comprobar que fueran ciertas las palabras de la reina Lili sobre el bastón del Cuidador; simplemente debía empuñarlo firmemente con una mano, enfocarlo con la misma firmeza hacia el objetivo, en este caso el mï-nuq, y lanzar una descarga. El bastón, lo dicho, actuaría como un canal, encauzando la energía de Kevin hacia un único y minúsculo punto en el cuerpo de su oponente. “Veamos si funciona”, dijo por lo bajo, siguiendo ese sencillo protocolo al pie de la letra, con lo que el extremo de la pieza, uno de sus atributos como Cuidador, hubo de transformarse en una estrella. Al instante, un rayo de fuego salió disparado a toda velocidad hacia adelante, habiendo alcanzado tal temperatura que esta se trasladó a la mano del artesano-escultor, dando de lleno en la cabeza del oponente, quien no tuvo oportunidades ni escapatoria ante esa descomunal descarga, estallando y lanzando fragmentos de granito y piedra caliza en todas las direcciones. Instintivamente, el y las damas emplearon sus energías para crear sendas paredes que desviaran esos fragmentos. En el gimnasio, la batalla había terminado y el flamante Cuidador resultó vencedor. “¿por qué fuego?”, preguntó a la reina, cuando esta y Cristal fueron a su encuentro. “Por tu prometida, y también por mi”, contestó la reina, que al profundizar lo hizo diciendo que, si se lo usaba de manera correcta, el bastón tomaba una cantidad menor de energía de las hadas que estuvieran más cerca, multiplicándola sustancialmente y lanzando esos descomunales rayos. Como Lili y Cristal eran hadas de fuego, el bastón adoptó ese elemento como fuente de energía. “Claro que pudo ayudarte tu linaje, tu ascendencia”, agregó Cristal, sabiendo que Ukeho había legado a varios miembros de su familia ese elemento. “O las dos cosas”, concluyó el flamante Cuidador, que, mientras miraba como el suelo, el techo y las paredes se auto regeneraban, dejando nada más que los restos del mï-nuq destruido, pensaba en sus lecturas y estudios de la Cuadrícula de los Elementos, en las escasísimas, cuando no inexistentes, oportunidades que las piedras podrían tener contra el fuego, reconociendo en ello la eficacia total de esa única descarga. “Costó, pero al final lo hice, obtuve el triunfo”, se alegró, dejándose caer sobre una de las butacas, mostrando, ahora si, esos débiles signos de agotamiento físico, no dándole ninguna imp0ort6ancia a los raspones ni las heridas cortantes. Había demostrado que era capaz de defender la Casa de la Magia en una batalla, y con ello puesto fin al ritual inmediatamente posterior al del nombramiento como Cuidador. “Seguro pasó lo mismo en el Templo del Agua”, dijo, cuando los tres se disponían a abandonar el gimnasio, habiendo ya barrido y eliminado los restos.

_¿Qué hacemos ahora?., llamó Kevin.
Estaban el y las mujeres disfrutando de la sombra que proporcionaba una copa muy frondosa. Comprendieron que por hoy la estadía en la isla había terminado, y ahora se preparaban para marcharse y volver al reino insular, donde debían de ser las diecinueve treinta horas.
_Podemos volver ya mismo – sugirió Lili –. Los dos tienen mucho para repasar y resolver, y de seguro no les va a quedar tiempo disponible para descansar en la siguiente semana. Allí entran tus palabras, Kevin. Fueron dos revelaciones muy fuertes.
El nombramiento como Cuidador de la Casa de la Magia.
El parentesco con una de sus fundadoras.
La conmoción y sorpresa se disiparon, aunque no del todo. Todavía recordaba con detalles lo ocurrido en la oficina, principalmente las explicaciones de Rorha, el anterior Cuidador, y la lectura del archivo genealógico que tenía como figura sobresaliente a una de las fundadoras de este lugar grandioso.
_Y cuando lleguemos, ¿qué cosa hacemos? – agregó la hermana de Isabel, deseando también volver al reino. Para ella, tanto como para su novio, había sido demasiado por un día –. Es cierto eso de que apenas lleguemos nos vamos a tener que dedicar de lleno a todo lo que empezó en la mañana de hoy, pero también quisiéramos tener un momento para nosotros. Para hablar de todo lo que vivimos en esta jornada.
_Entonces, los voy a llevar yo misma – decidió la reina Lili, poniéndose de pie, y sus súbditos la imitaron. Empezaban el camino hacia la orilla –. Descansen en lo que queda de este día, ese es mi consejo, y no bien hayan terminado el desayuno mañana abóquense de lleno a su nueva responsabilidad. Y si aceptan otro consejo, empiecen comunicándole estos eventos a Isabel, Eduardo, Iulí y Wilson. Son sus familiares, y por tanto los primeros que tienen que saber lo ocurrido.
Empezaron a caminar, las tres hadas marchando a paso normal, todavía concentrados en las vivencias, ignorando esta vez la magnificencia de las estructuras y su belleza, sabiendo que de hacerlo pasarían cuatro o cinco horas más en la Casa de la Magia. En ese corto trayecto por un espléndido camino en línea recta que llevaba a la orilla, la monarca les hizo saber que en cuanto hubiera puesto los pies en Plaza Central, en el castillo, hablaría con su hija, la heredera insular, y los diplomáticos del CSP y la ME, cuyas oficinas estaban también en el castillo, para ponerlos al corriente de lo ocurrido en la Casa de la Magia. “Alrededor de dos horas”, calculó, cuando Kevin le preguntó cuánto tiempo creía ella que habría de insumirle esa reunión, el relato con todos los detalles. “Más o menos lo mismo que a nosotros”, comparó Cristal, sin haber olvidado que también había ocurrido un evento como este en el Templo del Agua, y preguntándose si su hermana y su futuro cuñado habrían estado allí para presenciarlo. “¿Qué fue lo que pasó allí?”, inquirió, sabiendo que, desde que apareciera el símbolo del agua en las alturas, la reina Lili había sostenido comunicaciones mentales para averiguar e interiorizarse acerca de los hechos. “Lo que pasó fue que Biqeok encontró a la persona indicada para reemplazarlo en el Templo del Agua”, contestó la soberana, coincidiendo con el juicio de ese antiguo Cuidador. “¿?quién es el?”, quiso saber Kevin, detectando ya la línea costera, y cuando Lili dijo “Adivinen”, a su par de súbditos no les demandó más de una fracción de segundo pensar en y pronunciar el nombre del experto en arqueología submarina en voz alta.  No fue mucho lo que dijo Lili al respecto, tan solo que Eduardo había demostrado en todo momento unas reacciones idénticas a las del artesano-escultor a l saber la elección del antiguo Cuidador, que la sorpresa y conmoción todavía continuaban y que Eduardo había elegido a Isabel para que fuera su segunda en el mando. “Entonces, no fue el único”, reconoció Kevin, advirtiendo gracias a las palabras de la reina que compartía con su mejor amigo las dudas, o las había compartido, después del nombramiento por parte de los Cuidadores Rorha y Biqeok, respecto a las capacidades, los conocimientos y la preparación para semejante responsabilidad. Estando ya en la costa rocosa, y mientras la soberana volvía a transformarse en ese magnífico bicornio alado, Kevin no dejó de pensar que Rorha había optado por el al reparar en su linaje, en su parentesco con uno de los grandes nombres de la historia de las hadas, más que en su erudición en relación con las artes mágicas, ya había el tomado eso como un dogma, y superados esos momentos iniciales, aceptando ya lo que era –, ese destino del que no podría escapar ni en sueños – sus preocupaciones pasaron a ser otras, todo eso que el y su compañera sentimental debían resolver en el curso de la siguiente semana.
“Suban y sujétense fuerte”, pidió Lili a los dos, luego que el deslumbrante y descomunal rayo les despejara el camino hasta el límite de las defensas exteriores. Cristal y Kevin obedecieron, y tras un breve galope el animal emprendió el vuelo, sin la mínima necesidad de preocuparse, pues las defensas se recompondrían tras su paso. Pasado ese espacio de diez mil metros, los tres vieron nuevamente la nube envolviendo a la isla, una bruma borrosa en la distancia. “¿Están listos para volver?”, llamó Lili, a lo que ambos súbditos contestaron que si. La reina los tomó por las manos, la zurda de Cristal y la diestra de Kevin, y los tres desaparecieron en medio de una nube espesa con los colores del aura d el reina. Al instante se hallaron en su despacho, en el Castillo Real, al que encontraron en las mismas condiciones que a la mañana. La princesa Elvia y Oliverio ya estaban allí, y reaccionaron con acentuadas sonrisas y gestos faciales al verlos. “¡Excelente!”, opinaron los dos, cuando el flamante Cuidador exhibió ante ellos la cinta con el símbolo de la magia y el bastón. “Solo nosotros dos”, contestó el Consejero de IO, cuando la reina (su futura suegra) le preguntó cuántas hadas estaban al tanto de lo ocurrido en la Casa de la Magia. Lili decidió entonces llevar adelante su idea de tele transportarse hasta Barraca Sola, llevando a sus súbditos y reuniéndose inmediatamente luego con los representantes del CSP y la ME en Insulandia. “Es el protocolo ante la aparición de nuevos Cuidadores”, les recordó, dando a su hija y su futuro yerno, antes de marcharse, la tarea de ubicar a Eduardo e Isabel no bien estos hubieran vuelto a la ciudad – Oliverio y Elvia ya sabían lo ocurrido en el Templo del Agua –, y enviarlos al sur de esta. “No hay problemas, nosotros nos ocupamos de eso”, confió la princesa, al tiempo que su madre, Kevin y Cristal volvían a desaparecer de la oficina. Por sus reacciones y expresiones, le resultó evidente al trío que ambos congéneres suyos estaban radiantes por lo ocurrido a mitad de la jornada de hoy.

_Me gustaría reunirnos mañana mismo, después del desayuno si nos es posible, con Wilson e Iulí, que en si es algo que hacemos a diario… vivimos con ellos, después de todo – quiso Kevin, ajeno al característico bullicio y movimiento en el exterior, tan propios de la periferia en ese momento. La reina los había dejado en el límite de este barrio con dos de sus colindantes, por pedido expreso de la pareja –. Quiero que sean las primeras personas en enterarse de todo cuanto pasó en la Casa de la Magia.
_Eso es lo que va a pasar., aseguró Cristal, recurriendo a sus habilidades para encender otro cigarrillo.
Antes de dejarlos, la reina Lili les había hecho la promesa de que todo cuanto se hablara en la reunión con los diplomáticos no sería revelado al público sino hasta mañana a las dieciocho horas en punto, porque esa era otra de las costumbres en lo relacionado a la llegada de nuevos Cuidadores. Se hacía una rueda de prensa no bien diera inicio el último cuarto de día posterior al nombramiento. El lugar, una parte de esta antigua costumbre, era el castillo del país en que estuviera el templo u otro de esos lugares grandiosos. Como la Casa de la Magia estaba bajo administración internacional y ninguno de los reinos hacía reclamos por su soberanía sobre la isla, habían decidido de común acuerdo hacer la reunión en el país de residencia del Cuidador, con lo que además podrían hacer la presentación formal de Eduardo como el líder del Templo del Agua. Así, se había fijado a las dieciocho horas de mañana como el momento de inicio de la ceremonia especial, en un auditorio con la capacidad para mil personas que había en el castillo. De ella participarían sus protagonistas (Eduardo y Kevin), el Consejo Real en pleno, los representantes del CSP y la ME y los individuos que hasta hoy habían sido los curadores legares de ambos lugares grandiosos.
_¨Periodistas de todas partes del mundo congregados allí, y yo voy a ser una de las figuras centrales de ese evento – resumió Kevin. Planeando, con otro cigarrillo encendido en la comisura, examinaba mientras tanto el bastón, no detectándole una sola imperfección u otro signo de deterioro. Sencillamente, era una magnífica pieza desarrollada en los tiempos de ayer por los mejores orfebres (otra de las ramas de las artesanías) del planeta –. No es que no quiera, pero jamás fui yo un hombre afecto a tanta exposición.
_Ni yo – coincidió Cristal, a su derecha. No bien llegaran, sabiendo que sus padres no estaban presentes en su casa, no tendrían más que esperar a la llegada de Isabel y Eduardo, para describir y explicar todo lo ocurrido hoy en ambos lugares grandiosos –, pero es lo que nos toca, Kevin. Crecí y viví siendo una persona famosa, por lo que hicieron mis progenitores. Al final, llega el acostumbramiento. La convivencia.
_Creo que eso es cierto – empezó a admitir su novio, largando una bocanada de humo – ,pero también lo es no solamente eso. Hoy descubrí que soy descendiente de una de las hadas fundadoras de la casa de la Magia, ¿Traerá más exposición y fama eso o el hecho de ser uno de los nuevos Cuidadores?, ¿qué pensás vos de eso?.
Cristal permaneció callada unos momentos, antes de contestar.
_Que las dos revelaciones son igual de trascendentes. Al principio, va a serlo el hecho de que sos uno de los nuevos Cuidadores. Pero en cuanto el trabajo de Rorha tome estado público, el pazo parental con Ukeho se va a hallar en boca de todos los seres feéricos y elementales. Por eso mi idea de que tanto una cosa como la otra no se sacan ventajas y compiten entre si, o van a hacerlo, para ver si alguna puede destacar.
Ukeho era uno de los nombres más célebres de la historia, un hada muy poderosa y extremadamente hábil tanto en el dominio del fuego como en su creación. A tal punto que eso rivalizó con su papel como fundadora de ese importantísimo lugar, junto a cinco individuos feéricos igual de poderosos – hadas del agua, de la tierra, del aire y de la luz – y diestros. El archivo histórico decía que esta antepasada de Kevin había tenido también una fama que hubo de acompañarla por el resto de sus días a consecuencia de esos dos factores, habiendo sus descendientes heredaron dicha fama. Cristal estaba segura que la información recopilada por Rorha, el antiguo Cuidador de la Casa de la Magia, no haría más que devolverle al presente la popularidad a aquella mujer, una fama que al igual que la de los otros cinco fundadores, había trascendido los siglos y milenios y llegaba hasta la actualidad. Kevin completaría el trabajo iniciado por su antecesor, agregando al bibliorato toda la información familiar faltante, completando el período desde el fallecimiento de Rorha hasta su nacimiento en El Alto, la capital del reino de Espal. “Va de verdad a demandar muchísimo tiempo, pero lo voy a completar, y también el de los otros fundadores”, prometió Kevin, tres o cuatro veces desde que leyera los archivos en aquella oficina.
_ ¿Y el Templo del Agua?, ¿cómo habrán reaccionado ellos? – reparó el artesano-escultor – Seguro que Eduardo e Isabel, cuando escucharon a Biqeok hablar, pensaron que… ¡¿ y eso?!.
Desviaron la vista.
“¡Tres nuevos Cuidadores un mismo día!”, se emocionaron.
Vieron como el rayo de color amarillo ganaba más y más altura hasta formar el símbolo del fuego, proveniente del Vinhuiga. “Demasiado para un solo día”, reafirmó Kevin, a lo que Cristal agregó “Directo a Ecumenia”. Acto seguido, no bien apartaron los ojos de la espectacular imagen y se concentraron en su casa en la calle La Fragua. Al estar allí, vieron a Eduardo y a Isabel en el frente de esta, observando asombrados hacia arriba.
“Kevin, ¿qué…?”, llamó Eduardo, pero no hizo ninguna falta que completara la pregunta. El antiguo jefe del Mercado Central de las Artesanías, sin poder contener el todo esa enorme gama de reacciones y emociones que evidenciaban lo positivo (y también inesperadas, tenía tatuado en la frente el símbolo de la magia, uno idéntico a aquel que más temprano se formara en las alturas. Allí afuera, por supuesto, no tenían nada que hacer.

_Mejor nos sentamos, esto es serio y da para estudiarlo y decirlo todo a fondo, porque de seguro en dos o tres días nosotros cuatro empezamos una vida nueva., quiso Kevin, a eso de las veinte horas en punto, en la intimidad y comodidad de su casa, a casi medio día de haber hecho el, Cristal, Eduardo e Isabel los viajes que, como dijera, hubieron de catapultarlos  una nueva vida.



En efecto, había sido un día muy atípico para los cuatro.



FIN




--- CLAUDIO ---

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