_Les
agradezco que hayan sacrificado los planes que armaron para hoy, porque esto de
verdad es importante., dijo la reina a la pareja, cuando esta llegó a su
oficina.
Lili,
advirtieron los recién llegados, no iba a quedarse allí por mucho tiempo, ni
extender demasiado esta reunión con Kevin y Cristal. No llevaba sus
acostumbrados y característicos vestidos tan largos, no tenía suelto el cabello
ni llevaba el cetro, la corona ni la banda. La ropa y calzado informales
(jeans, una camisa de manga corta y zapatos sin tacos) sugirieron que estaba
pronta, cuando no lista, para dejar el castillo. Tenía, en cambio, en la
cintura, un puñal con el mango bastante elaborado, y la pareja lo reconoció
como el arma característica de los nagas. "Se los pedí prestado, por si
llegara a necesitarlo", avisó al dúo.
_No
podíamos decir que no - contestó Kevin, a quien le bastó con un fugaz vistazo
al objeto que la reina guardó en el bolsillo de la camisa, una piedra ocular,
para entender cuál era su destino. Se preguntó para qué, en silencio,
consciente de lo peligroso del viaje -. Era un pedido de nuestra reina, y el
tono con que nos habló Elvia indicó que era importante.
_Si
pudieron, y pueden - lo contradijo Lili, sentándose momentáneamente para
escribir una nota. "Miente", pensó, observando que avisaba que
pasaría el día entero en el parque real levantado en torno al monumento que
recordaba la fundación de la región central insular -. La libertad de elección
es algo muy importante, tanto que la protege la Ley Magna. Pero eso que quede
para otro momento, y quiero reparar en eso que dijiste, Kevin, sobre mi papel
como reina. Voy a salir ahora y necesito que vengan conmigo. Se que puedo
conseguir tardes con los dos.
_Para
lo que sea - accedió Cristal, acompañando las palabras con un gesto manual -. Y
Kevin y yo somos buenos para...
_Necesito
que vengan conmigo., les pidió la reina, terminando la nota y dejándola en el
escritorio.
Kevin
pensó "Ay, no", bajando lentamente los párpados. Aunque no tenía
problemas ni reparos con volver a la Casa de la Magia, recordaba su único viaje
allí. Aquella vez había viajado con Eduardo y la princesa Elvia porque
necesitaban las piedras oculares, imprescindibles estas estas para la
recuperación de las almas solitarias. En todo momento, Kevin y los otros
estuvieron expuestos a las más que poderosas defensas mágicas de la isla,
incluidos los fuertes oleajes y vientos huracanados que protegían el exterior,
y, en el caso particular del artesano-escultor, esa trampa que por muy poco no puso
el punto final a su existencia. Ahora, la reina le pedía a el y a su novia que
la acompañaran allí, y eso no podía estar libre de los mismos peligros.
_No
hay problemas, vamos - accedió nuevamente la médica, desconociendo por qué si
novio se estaba preocupando. Fue por eso que lo miró con desconcierto, y luego
a Lili, a quien le dijo -. Un paseo con la reina... es raro. Pero no veo el
motivo de nuestra escolta. Quiero decir, para ir allá con nosotros.
_Es
que vamos a salir del país, Cristal. Y puedo asegurarte que es muy importante
la presencia de ustedes dos.
Decidió
contarles la verdad sin vueltas, aunque prefirió no hablar, por ahora, del
motivo del viaje, ni tampoco por qué debían ser estos dos súbditos quienes la
acompañaran. Las reacciones de Cristal fueron tal cual las imaginara su novio,
casi idénticas a las que adoptara cuando esté, Elvia y Eduardo narraron con
detalles aquel viaje, y ante su pregunta sobre por qué no podía ser una escolta
con los mejores y más entrenados hombres del Ejército insular, la reina le
contestó entre risas que si llegaba a contar algo sobre este viaje, Olaf y los
jefes del Ejército y la Armada hubieran insistido con enviar cuatro o cinco
regimientos completamente armados y equipados, tanto que la monarca habría finalmente
aceptado la escolta propuesta. "Además, el pueblo se alarmarnos",
concluyó, extendiendo ambas manos hacia adelante, dando a entender que
viajarían ya mismo, con la tele transportación, hasta los límites de las
defensas exteriores de la Casa de la Magia, a diez kilómetros de la costa.
Cristal y Kevin tomaron las manos de la soberana y en un abrir y cerrar de ojos
estuvieron en el medio de la nada. Los tres en vuelo estacionario, no vieron
más que un océano inmenso a los cuatro lados. Detectaron rápido en que
dirección debían viajar, porque muy a lo lejos, confundiéndose con la propia
distancia, estaba una diminuta nube que sugería la presencia de la Casa de la
Magia. "Déjenme a mi las defensas exteriores", pidió la reina.
Pronunciando a viva voz la palabra adecuada, ejecutó la técnica de la
transformación, y en cuestión de segundos la esbelta figura femenina dio paso a
un animal equino con dos cuernos en la frente y grandes alas con plumas, en
medio de un brillante resplandor dorado.
Un
bicornio alado.
El
resultante de que Lili, siendo recién nacida, fuera bendecida con la protección
adicional que incluyera la pluma de un ave de gran tamaño, un único pelo de un
caballo y un fragmento de cuerno de un bicornio - hoy había alrededor de nueve
mil de estos animales en el mundo -, una transformación que hacía de la reina
una persona tan famosa, única y poderosa. "Suban, rápido", indicó, y
no bien la pareja estuvo sobre su lomo, firmemente aferrados los dos y pensando
en lo que vendría, esos oleajes y vientos potencialmente fatales, la reina Lili
empezó la velocísima carrera hacia la nube. "Sujétense fuerte!",
exclamó, y, obedeciendo los pasajeros, estiró la cabeza hacia atrás, con un
movimiento sorprendente, lanzó un descomunal rayo de fuego hacia adelante, tan
destructivo y poderoso que barrió en un santiamén con las defensas exteriores
que ya se cernían sobre ellos, creando un "túnel" lo bastante amplio
y seguro como para que el animal llegase a la costa, donde quedaron los rastros
del impacto (rocas humeantes), sin mayores dificultades que el hecho de haberse
aferrado Kevin y Cristal con fuerza al animal, y en un tiempo infinitamente
menor al que le tomara al megalodon cubrir esos diez kilómetros. "No
desmonten", pidió la reina, emprendiendo el rapidísimo galope por ese
maltrecho camino, de cuyo extremo elevado empezaron a caer piedras de todos los
tamaños. Una de las trampas mágicas de la isla, a lo que Lili respondió
lanzando un segundo rayo de fuego, tan potente como el anterior, barriendo con
todas las defensas existentes desde allí hasta el interior, lo que les permitió
llegar sin dificultades al camino central. Una vez en este, y habiendo asumido
la forma femenina, Lili usó la misma técnica que su hija para revelar la
locación de las trampas, lo que les permitiría moverse con mayor libertad.
"A dónde estamos yendo?", le preguntó finalmente Cristal a la
soberana, mientras empezaban a caminar, y advirtiendo que está parecía saber a
qué lugar en concreto estaban dirigiéndose. La reina de Insulandia decidió contarles
por qué era importante su presencia, y por qué sus dos súbditos tenían que
acompañarla, sobre todo Kevin. Un relato que comenzó con la peculiar visita, en
la tercera semana del pasado Noviembre, a la Casa de la Magia de la propia Lili
y un grupo de expertos del CSP y la ME.
A
mediados de esa semana, en el anteúltimo miércoles del mes, la reina Lili
estuvo en ese peligroso e inhóspito lugar, acompañada por expertos plenamente
calificados de ambos organismos internacionales. El propósito general del
viaje, planificado después del de tres de los habitantes del reino insular, era
buscar un cambio en las medidas de seguridad con que contaba la Casa de la
Magia, uno de los lugares más importantes para las sociedades de las hadas y
los elementales. Se plantearon Lili y los expertos una reducción sustancial de
esas medidas en cantidad y un aumento en la efectividad y calidad de las que
continuarían operativas. Así, habiendo llegado después de sortear los vientos y
oleajes - la reina de Insulandia nuevamente pudo demostrar por qué era una de
las hadas más poderosas del planeta, con esos rayos de fuego descomunales que
les despejaron el camino a la costa -, los doce expedicionarios se separaron en
grupos de cuatro, y cada uno se dirigió a un sector en particular de la isla,
acordando previamente reunirse al mediodía en el punto en que pusieran los
pies. Tenían la tarea de hacer un relevamiento integral de las trampas y
defensas, tanto las fijas como las cambiantes, para luego, una vez reunidos,
estudiarlas a fondo y, siguiendo varios parámetros, decidir cuáles discontinuar
y cuáles no.
…En
sus recorridas, los tres grupos de expertos no dejaron de extasiarse ni
sorprenderse por el estado inmaculado de esas joyas de la ingeniería y la
arquitectura de otras épocas. Luego de
siglos enteros sin moradores permanentes y con frecuencias más bien breves y
esporádicas, el conjunto de estructuras, postes, caminos, espacios verdes,
arbolados y todo cuanto daba forma a este importantísimo lugar brillaba y
relucía de tan impecable que se hallaba. No había grietas en las paredes,
suciedad en el suelo, las plantas enredaderas e hierbas no invadían ninguna
construcción ni se veía siquiera el mínimo rastro de deterioro. Respecto de
formas de vida, apenas encontraron unos pocos peces en ese riacho que se
adentraba un kilómetro en la isla, al norte de esta, hasta desembocar en una
fuente que en su punto alto mostraba a Aldem y Vica desplazándose en círculos
alrededor del planeta (por eso se producían el día y la noche, en la antigua
religión de las hadas). También encontraron unas pocas aves e igual cantidad de
insectos, sobreviviendo como podían con los escasos recursos que les
proporcionaban los espacios verdes y arbolados. Los objetivos que monopolizaban
las opiniones de los expertos y la reina insular apuntaron al aspecto
inmaculado de la Casa de la Magia, y, habiendo llegado el momento en que dos de
los grupos confluyeron en un punto de la isla, frente a la única vivienda de
esta, en otros tiempos usada por el Cuidador, no hicieron más que reafirmarlo.
Todo el lugar era una joya, no importaba como se lo mirara. “s demasiado
obvio”, sonrió uno de los expertos, al accionar esa trampa en el acceso a la
casa, soplando aire hacia adelante, y una decena de flechas, probablemente envenenadas
(no se iban a arriesgar) salieron disparadas velozmente de un lateral al otro.
Entraron, no pudiendo resistir el impulso a ello, y la encontraron tan
impecable y equipada como a las otras estructuras, tanto que parecía que
alguien estuviera aun viviendo allí. A medida que iban sucediéndose uno tras
otro los minutos en esa mañana, los expedicionarios fueron cumpliendo la tarea
tal cual la planificaron. Tomaron notas detalladas del elaborado mecanismo de
defensa, concluyendo que lo único diferente allí, con respecto a su última
estadía, la última vez que alguien estuvo allí, era el monstruo destruido en el
acceso a uno de los almacenes, rocas cuya decoloración era un indicativo del
poderoso ataque que le lanzara la princesa heredera insular. Les fue imposible
evitar extender su estancia hasta mediados de la tarde, porque ninguno quiso
perderse la oportunidad de incluir el aspecto turístico en su recorrida, y fue
recién llegadas las dieciséis que estuvieron reunidos en el punto acordado,
llevando consigo media catorcena de cuadernos con las anotaciones, incluyendo
varios párrafos sobre la vivienda desocupada, cuyo estado les hizo creer que
alguien estuvo en ella recientemente. Textual la opinión de la reina Lili, que
compartieron los expertos, “El Cuidador tuvo que salir, y antes de hacerlo se
ocupó de dejar la casa de punta en blanco”. En tanto ultimaban los detalles
para su salida, los seres elementales acordaron pasar a limpio todos los
informes recopilados en esos cuadernos, teniendo que reunirse para ello en la
oficinas del CSP, la ME y el Castillo Real insular, en lo que le quedaba al mes
de Noviembre y todo Diciembre hasta la llegada del receso, y retomar la tarea
una vez que hubiera finalizado la ceremonia de la Transición, usando cada
minuto en esas reuniones para analizar a fondo el informe pasado a limpio,
decidiendo así que sería modificado en el sistema de defensa, que seguiría
igual, que sería suprimido y que se incorporaría. Habiendo vuelto a sus
respectivos territorios, convinieron empezar a trabajar al día siguiente con el
alba, en la oficina de la reina Lili. En los siete días siguientes no harían
otra cosa que el pase a limpio de las anotaciones, y llegado el último mes,
empezarían el estudio de esos reportes y sus conclusiones…
“Hacía
falta un cambio en este lugar”, dijo la monarca a Kevin y Cristal, haciendo un
alto frente a ese almacén, de donde el grupo que estuviera integrado en parte
por el artesano-escultor saliera airoso de su tarea. Viendo las ruinas
ennegrecidas, la ordenaron simétricamente a los lados del acceso, pensando que
entre los tres podrían volver a crear al monstruo más tarde y devolverle sus
funciones como guardián. “Todavía recuerdo el esguince”, lamentó Kevin,
recordando la batalla sostenida en ese lugar. A su lado, Cristal se acordaba de
como había reaccionado al enterarse de e lo que ella y su hermana calificaron
como suicida, particularmente de ese que hubo de ser el primer combate
verdadero de su amado. “No me voy a olvidar nunca de ese susto”, repitió,
mientras los tres reanudaban su marcha por uno de los impecables caminos,
preguntándose por qué no había reaccionado con temore4s ni preocupaciones esta
vez, suponiendo que eso podía deberse a la presencia de la reina y el propio
Kevin.
Continuando
con su relato, la reina habló del trabajo que siguió a ese viaje. Pasados ya a
limpio los borradores, las cuatrocientas veinte páginas que conjuntaron los
siete cuadernos se redujeron a ciento cinco. Con este resultado en sus manos,
la reina Lili y los expertos se enfrascaron en el estudio y los análisis del
sistema de defensa, sin hacer a un lado sus otras obligaciones laborales. Allí
estuvieron reunidos los notables, repasando tantas veces como les fue necesario
los diferentes items, siendo cada uno de estos un componente del elaborado
sistema. Para la cuarta jornada, ya se habían puesto de acuerdo en que la
tercera parte de las trampas y hechizos que protegían a la Casa de la Magia
debían discontinuarse, por su escasa o nula practicidad y la potencial
fatalidad para quien fuera su víctima. Una de esas trampas, de las cambiantes,
fue aquella que a mediados del año puso en serio riesgo la vida de Kevin. Todas
las cambiantes, de hecho, iban a terminarse, concluyeron los notables,
argumentando que supondrían un peligro (tomaron como ejemplo el caso de Kevin)
para cualquiera que tropezara con ellas, fuera amigo o enemigo. Las trampas
fijas, advirtieron, representarían un desafío superior. Las reformaran,
anularan o movieran de lugar, sería una tarea que únicamente las hadas con mayores
conocimientos en las artes mágicas y experiencia con estas podrían llevar a
cabo, por su complejidad. Unos pocos días después, en un lapso de tiempo menor
al calculando, dieron por finalizado el análisis del sistema de defensa mágico
de esa isla tan apartada e inhóspita, repitiendo frases tales como "No fue
tan difícil como imaginamos" o "Terminamos antes de lo
previsto". El siguiente paso decidieron darlo el segundo día hábil del
siguiente año, el tres de Enero / Baui número tres, yendo todos nuevamente a la
Casa de la Magia, esta vez escoltados por las hadas más versadas y un reducido
contingente armado de los ejércitos de Centralia.
Y,
llegado diez mil doscientos cinco, la expedición se puso en movimiento.
"Empezamos el año con algo sencillo", ironizó la reina Lili entre
risas, cuando los veintiocho individuos (el grupo original de doce, las seis
hadas versadas en las artes mágicas y los diez soldados de las fuerzas
especiales) pusieron sus pies en la Casa de la Magia. Decidieron no perder un
segundo, se pusieron manos a la obra y empezaron con la periferia de la isla.
Los cálculos hechos durante el análisis del relevamiento sugirieron que las
reformas al sistema de defensa iban a demandar dos días, el ambos la jornada
completa, desde la salida del Sol hasta su puesta. No eran tareas sencillas,
pero tampoco complejas, al menos no tanto como creyeron al principio. Ahora
tenían el soporte de ese contingente militar, por sí reaccionaran los monstruos
restantes, o se activaran las trampas, y los expertos en artes mágicas. De modo
que arrancaron su tarea con bastante optimismo y confianza.
_Y
lo hicimos - concluyó Lili, cuando ella, Kevin y Cristal se detuvieron ante una
de las estructuras, que en otro tiempo fuera la guarnición de la isla. En otros
tiempos, doscientas hadas habían conformado el cuerpo armado encargado de la
defensa de la Casa de la Magia -. Fueron catorce horas de un trabajo
ininterrumpido el tres de enero y trece el día de ayer. El sistema fue
actualizado y ahora existe algo más práctico. Creo que el más peligroso
continúa siendo el del exterior, esos vientos fuertes y grandes olas.
Les
habló sobre el nuevo mecanismo. Eran, básicamente, trampas que reaccionaban al
movimiento, capaces de diferenciar entre llas buenas intenciones y las malas.
Ya no estaban esos pozos sin fondo que cambiaban constantemente de lugar (fue
notorio el alivio de Kevin), las flechas envenenadas ni la mayoría de las
trampas existentes desde hacía milenios. Las estructuras estaban protegidas
ahora por un sofisticado hechizo capaz de reconocer a los individuos que
tuvieran intenciones incorrectas - vandalismo, robos, daños a la propiedad... -
y hacer que sus sentidos quedarán momentáneamente obstruidos y confundidos,
debiendo abandonar las estructuras para que volvieran a la normalidad. Otro de
los hechizos lo paralizaba, también temporalmente, uno más los hacía caer en un
profundo cansancio y uno más los mantenía con los pies fijos al suelo.
Ofreciéndose al momento de las aplicaciones y puestas en vigencia de los hechizos,
la reina de Insulandia descubrió que aquellos demoraban entre cinco minutos y
doce en hacer efecto, y que este se prolongaba por no menos del mismo lapso.
"Eso debería bastar para ahuyentar a los atacantes, o detenerlos",
apreció, luego de liberarse los pies del suelo en el acceso a una de las
construcciones, lo que fue un indicativo para los demás de que podría estar
pensando en establecer un destacamento científico y militar allí, o bien que
tenía ya la certeza de la identidad del Cuidador. "O la sospecha",
indicó ella.
_Es
cierto eso?, Podría haber ya un hada para hacerse cargo de esta isla?., se
extrañó Cristal, e ilusionándose también.
No
había nadie en la actualidad, que supiera ella, que hubiera visto al menos uno
de los lugares grandiosos con su Cuidador. Por eso se dibujó una sonrisa tan
amplia en su cara.
_Absolutamente
- afirmó la reina. Doblaron en una esquina y señaló con la vista hacia
adelante. La vivienda estaba a menos de medio kilómetro, y era a ella a donde
los estaba llevando -. Lo supe cuando estuve en el interior de esa casa, y la
encontré en esas condiciones tan impecables, en Noviembre. Y más tarde, esta
semana, cuando se estuvo modificando el sistema de defensa. Vi el letrero de
oro sobre el escritorio, en la oficina. Allí no había nombres, pero la
información me hizo pensar, o sospechar, la posible llegada del Cuidador, creo
que es un hombre.
_Y
quién es el candidato?., quiso saber Kevin.
_Vos.
Cundió el silencio entre los tres.
La
respuesta de la reina (la conmoción resultante) ameritaba que se detuvieran y
ocuparan el trío de sillas en el espacio verde a un lado del camino, entre dos
inmensas estructuras, las que rodeaban a una pequeña mesa. "Joyas de
antaño", apreció Lili.
_No
puedo ser yo - la contradijo Kevin, dudando tanto de esa sospecha como su novia
-. Reina Lili, yo soy escultor y nada más. Mis conocimientos en las artes
mágicas son lo que se dice básicos... puede que menos en la mitad de esas
artes. La información en la vivienda tiene que ser incorrecta, o haber sido
malinterpretada - la soberana esbozó una sonrisa. Rara vez se equivocaba, y
sabía muy bien que esta no era una de esas veces. Era de esperarse que Kevin
reaccionara así -. Solo estuve una vez en la Casa de la Magia, y no vi ni intuí
nada que apuntara a eso.
_Porque
mi hija, Eduardo y vos no vinieron a pasear a esta isla. Tuvieron un objetivo
fijo, las piedras oculares. Llegaron, las tomaron, se fueron y nada más -
indicó la soberana -. Cono dije, ni ellos ni vos se entretuvieron ni
distrajeron, excepto batallando contra el monstruo. Un tiempo tan breve no
bastaría para confirmar ese acontecimiento. Seguro que ustedes dos piensan
así... si quisieras hacerme el favor.
Extendió la zurda hacia adelante, sujetando un
cigarrillo de la CTISE, entre el índice y el mayor, y Cristal lo encendió, con
esa pequeña llama que hizo aparecer en la punta del índice derecho. De paso,
ella y Kevin también tomaron y encendieron los suyos. Esta situación lo
ameritaba.
_En
cualquier caso - intervino Cristal, que en estos escasos segundos había sentido
y visto cambiar si semblante. De la inesperada, por ella incluso, tranquilidad
al saber que el destino de los tres era la Casa de la Magia, a la sorpresa y el
desconcierto que provocaron las palabras de la reina. Dos emociones que, por
supuesto, aumentarían constante y significativamente, tanto si aquello se
confirmaba como si no -... no había en la casa un solo indicio que apuntara a
la identidad del Cuidador. Con eso, no veo como podría ser Kevin si...
_Lo
es., insistió la reina, manteniendo firme su sospecha, de esta dando los
fundamentos.
Cuando
estuvo en la vivienda, llegando al mediodía del tres de Enero, encontró dicha
estructura en idénticas condiciones edilicias y estéticas que en su anterior
visita, en Noviembre, sorprendiéndose y maravillándose tanto en esta cono en
aquella oportunidad. Visitó superficialmente sus ambientes, empezando con la
sala de estar y terminando con la oficina, donde estaba el letrero de oro con
el nombre del último y legendario Cuidador, quien adquiriera esa cualidad por
ser el primero de su clase (los Cuidadores de los lugares grandiosos) en ir al
otro lado de la puerta, además de por los logros que obtuvo a lo largo de sus
dos siglos y quinto al frente de todo en la Casa de la Magia. Por un instante
breve, la reina Lili creyó ver un resplandor verde oliva brotando del letrero,
el mismo que tuviera el aura del Cuidador, pero cuando miró fijamente, la pieza
dorada no mostró una sola alteración. Al final, le tomó dos o tres minutos
darse cuenta que para que se produjera ese resplandor no había que mirar de
frente al letrero, y cuando lo hizo descubrió que lo que estuvo apareciendo en
el letrero no fue un nombre, sino coordenadas geográficas, y si su inteligencia
no flaqueaba, correspondían a un punto en particular de su reino. Cuando hizo
el intento de observar indirectamente otra vez el letrero, este no volvió a
resplandecer, y Lili descubrió, o creyó descubrir, que ese resplandor era una
pista que el último Cuidador quiso darle sobre la identidad, o al menos el
paradero, de su sucesor. Se preguntó cómo pudo ser eso, como supo el último
Cuidador quien era o podía ser su heredero, si para tener por lo menos la
sospecha, aquel individuo tenía que estar en algún punto dentro de la Casa de
la Magia, y eso le hizo pensar en la posibilidad de que esa persona podría ser
una de las tres que estuvieron en la isla a mediados del año pasado, las tres
residentes en Los Paraísos del Arroyo de las Piedras Altas, la región central
de Insulandia, algo que afirmara con las coordenadas. De vuelta en el Castillo
Real en la noche de ayer, tomó una parte de los mapas de esa región y, en su
despacho, los desplegó sobre el escritorio, empleando una regla y un lápiz para
trazar las indicaciones. El barrio Plaza Central fue el primer lugar en ser
descartado, porque no coincidían la latitud ni la longitud, y con Barraca Sola
descartó la posibilidad de que fuera Eduardo. "Kevin", pensó, viendo
la coincidencia. La casa de La Fragua, 5-11-8 encajaba perfectamente con las
coordenadas, lo que dejaba al novio de Cristal como la única opción. "Hay
que volver a la Casa de la Magia mañana mismo y resolver este misterio cuanto
antes", se dijo. Sabía que el artesano-escultor saldría temprano para
acompañar a su amigo al Templo del Agua, por bloques que tendría que alcanzarlo
antes de que lo hiciera. La princesa Elvia hizo su ingreso en ese momento y fue
inevitable que le preguntará por qué estaba así de radiante y contenta.
"Podríamos tener al fin un nuevo Cuidador para la Casa de la Magia, le
dijo, reconociendo que ella, siendo del reino la Consejera de Cultura, lo tenía
que saber. La presencia de esos individuos indicaba siempre una enorme alegría
y contribución al acervo cultural de las hadas y los demás elementales.
"No pueden haber errores", insistió la reina Lili, enrollando los
mapas. Admitió haber visto las
coordenadas por un único segundo, el tiempo suficiente para apuntarlas en una
hoja, pero no era por eso que estaba con la sospecha. Ella sabía tanto como
cualquiera de sus congéneres que el anterior Cuidador de la Casa de la Magia
había sido un cartógrafo experto, quizás uno de los mejores de todos los
tiempos, capaz de demorar insignificantes segundos en ubicar las coordenadas en
un mapa con solo mirarlo, sin necesidad de recurrir a ningún elemento (reglas,
compases, lápices...) ni equipo para ayudarse. "Voy a ir yo a
buscarlo", se ofreció Elvia, tomando los mapas, a lo que su madre le dijo
"Te lo encargo".
_El
tampoco tuvo experiencia con las artes mágicas, al menos no relevantes, y sobre
ellas sus conocimientos también fueron básicos - les recordó la reina a Cristal
y Kevin, refiriéndose al último Cuidador, a pocos minutos de que su reloj
anunciara las catorce treinta. Ese era el horario en Insulandia; aquí debían
ser al menos seis horas y cuarto más -. Así y todo sus funciones y desempeño
jamás defraudaron a nadie, nunca tuvo quejas ni las hubo por desatinos y
desaciertos
Quiero
decir que cuando se enteró de que era el nuevo Cuidador tuvo reacciones y
emociones idénticas a las tuyas, Kevin, pero no sé desalentó ni le rehuyó a sus
responsabilidades, a su destino. Aceptó ese desafío y hasta su último día lo
llevó sobre sus hombros - notó que el semblante en la pareja, sobre todo en el
componente masculino, no había cambiado desde que respondiera a la pregunta de
Kevin acerca de la identidad del candidato-. Ni el se equivocó al elegirte, ni
yo lo hice al apuntar las coordenadas. Ahora estoy totalmente convencida de
eso.
_Supongo
que debe haber alguien más que sospeche de esto..., planteó Kevin.
Fue
lo primero que se le ocurrió, en medio de la conmoción.
_Solo
mí hija - contestó la reina, buscando en su mente palabras y frases que fueran
adecuadas para modificar el estado emocional y anímico de su congénere -, y no
dudé en contárselo. La llegada de un Cuidador es algo importantísimo para la
cultura de las hadas, y ella, como Consejera, tenía que ser la primera en
enterarse, aún antes de que hubiera salido el rayo verde oliva de allí.
Señaló
con el índice izquierdo y la vista a la vivienda.
_Vas
a tener que aceptarlo. Se que tus pensamientos están divididos, pero si es tu
destino, no queda para vos otro camino que este. El último Cuidador debe haber
sentido algo en vos, algo que no tuvieron Eduardo ni Elvia, algo que no sos
capaz de ver ni advertir - dijo Cristal a su novio, teniendo también ella los
pensamientos divididos. Si el antiguo jefe del MC-A de verdad era el nuevo
Cuidador de la Casa de la Magia, todo, cada aspecto de su vida, cambiaría
definitivamente. "Empezando por el lugar de residencia", pensó -. Y
hay solo un modo de averiguarlo. Yendo allí.
Apuntó
también a la vivienda.
_Ella
tiene razón, nadie escapa a su destino - corroboró la soberana. Kevin y Cristal
también lo hicieron -. Si sos el nuevo Cuidador de la Casa de la Magia, lo
tenés que aceptar. Además, no va a estar solo en esto. No bien hayas asumido
aquí, el CSP, la ME, el Consejo Real insular y yo vamos a organizar un equipo
de científicos, expertos en artes mágicas, técnicos de mantenimiento y un
destacamento militar. Exactamente las cuatro clases de personas necesarias para
sostener esta isla... Qué es lo que pasa?.
El
camino a paso lento hasta la casa transcurrió con un único tema de
conversación: todas las cosas que cambiarían no bien se confirmara la identidad
de Kevin como el nuevo Cuidador. El mismo pensamiento que tuviera instantes atrás
la hija de Wilson e Iuli. Uno y otro tendrían que empacar todas sus posesiones
para mudarse a esta isla a más de ciento un largos - la distancia exacta era de
ciento un mil doscientos ochenta y tres kilómetros - al Este de Del Sol, fuera
incluso del territorio insular, de aquel país que los vio crecer y
desarrollarse como personas y, en el caso de Kevin, aquel que le abrió las
puertas cuando era solo un bebé. Era imposible instalar una puerta espacial en
la Casa de la Magia, porque el sistema de defensa lo impedía (el grupo de
expertos del que formara parte la reina de Insulandia había optado por
conservar ese recurso). Eso significaba que al hada que le tocara convertirse
en la figura insignia le quedaba como única opción el radicarse en la propia isla.
Comparado con lo demás, pensó la pareja, eso de mudarse no era tan importante.
"Sin embargo lo es", lo contradijo la reina Lili. Para ella, si bien
tampoco lo era, representaba lo más sencillo para resolver.
_Al
final funcionó., se alegró Lili, mirando a Cristal, cuando estuvieron en el
frente de la casa.
_Qué
cosa?., quiso saber Kevin, en medio de ambas mujeres.
_Pasar
el tiempo que nos demandara llegar hasta acá hablando de esto y nada más.,
informó Cristal.
Resultó
que, al momento de dejar las sillas, las damas, mediante gestos, y con esa
conversación mental que sostuvo Lili con su súbdita, acordaron hablar
exclusivamente con Kevin sobre el futuro de este, abarcando un tema particular
con el que pudieran convencerlo, o empezar a hacer tal cosa, de que no hubo
error alguno por parte del anterior Cuidador al indicar las coordenadas
geográficas ni de la reina al interpretarlas y ubicarlas en el mapa. Y ambas
descubrieron que está ocurrencia había sido exitosa, porque en lo que demoraron
en llegar desde aquellas sillas hasta el frente de esta casa, Kevin fue
cambiando sus impresiones y emociones, a la vez que sentía como la conmoción
empezaba su lenta pero segura retirada. "Jugaron sucio, pero reconozco que
funcionó", admitió Kevin, cediéndoles el paso.
La
casa estaba construida en un lote rectangular de veintiséis metros de frente
por catorce de fondo, y los laterales estaban formados por una franja de césped
no muy ancha, tan solo de un metro, que en el extremo lateral derecho daban una
parte de su espacio al reducido jardín, en cuyo centro estaba un poste para el
alumbrado. La sala era el ambiente principal, y con siete metros de frente por
ocho de fondo era el más grande. A su derecha estaban la cocina-comedor diario,
un cuadrado perfecto de cuatro por cuatro, la oficina, de tres por cuatro, y la
biblioteca, de cinco por cuatro, separados estos ambientes por un corredor, que
conectaba la sala con el jardín en el lateral, del cuarto de baño, otro
cuadrado perfecto, este de tres por tres, la lavandería, de cinco por tres,
usada también como almacén de artículos de limpieza e higiene, una continuación
del corredor, y uno de los almacenes de insumos y provisiones para el
mantenimiento y refacciones de la casa. Detrás de este estaba el otro par de
almacenes, uno de las mismas dimensiones que el anterior, y otro de cuatro por
cuatro, que era el lugar donde generaciones de Cuidadores dejaban todas las
posesiones con que llegaban a la Casa de la Magia. El último tramo del corredor
mantenía separadas a las cuatro habitaciones, de cuatro metros por tres (frente
por fondo), de la sala de estar, el cuarto de baño, la lavandería y el par de
depósitos con los suministros. El último ambiente, unido al resto de la casa
por el camino empedrado cubierto por un entramado de varillas que sostenía una
enredadera, estaba destinado a todo tipo de archivos y documentos de la
vivienda como una parte del todo y de la Casa de la Magia como el todo mismo.
"Increíble que pueda conservarse así", opinó Kevin, notando la calidad
de los muebles en el dormitorio principal, aquel que había justo en el extremo
lateral izquierdo. Tenía una cama doble justo contra el muro lateral, un par de
mesitas de luz, el armario, la mesa con dos sillas u tres estanterías, todos
vacíos y en un estado tan impecable como cualquier cosa dentro y fuera de la
habitación. El trío continuó la recorrida por los otros dormitorios, los
almacenes, la lavandería, el cuarto de baño, la sala con los archivos y
documentos, la biblioteca, la cocina-comedor diario y la sala de estar, antes
de decidir detenerse en esta, maravillándose con cada paso que dieron e
impresionados con la altura de los ambientes, de seis metros y cuarto.
"Demasiadas emociones para menos de medio día", dijo, ocupando uno de
los sofás simples en la sala, Kevin, notando que esté y los otros ambientes
estaban decorados con numerosas pinturas y figuras alegóricas de la cultura de
las hadas, en este caso alusivas a las artes mágicas. Tampoco dejaron de notar
cuan resistentes eran las paredes, de veinte centímetros de grosor (la
combinación de concreto y hormigón, cubriendo un armazón metálico) y el techo
con tejas a dos aguas, lo único que diferenciaba la vivienda de las otras
estructuras, en el aspecto estético. "Y es muy fuerte", agregó la reina desde otro sofá, reparando en
que esta casa llevaba milenios de una existencia ininterrumpida, habiendo
sobrevivido al paso de semejante franja con daños y deficiencias estructurales
francamente insignificantes. "Me parece un auténtico desperdicio que se
encuentre vacío y sin actividad alguna un lugar tan bello como este",
fueron las palabras de Cristal, sin dejar de advertir el silencio imperante en
la casa, opinando que la isla como un todo tendría que tener las mismas
funciones que los Templos del Agua y del Fuego y los otros lugares grandiosos.
"Ciencia y Turismo, básicamente", agregó, a lo que Lili respondió
que, si bien estaba de acuerdo, no era posible de llevarlo a la práctica debido
a la situación tan particular de la Casa de la Magia: una isla en aguas internacionales
alejada varios miles de kilómetros de la costa más cercana y cuya llegada era
no solo difícil, sino también peligrosa y potencialmente fatal; además no tenía
la infraestructura adecuada para dar alojamiento a más de mil personas ("Y
eso haciendo espacio", dijo Lili) y el turismo nunca había sido una
actividad, ni por consiguiente una fuente de ingresos, para esta isla , cuyo
presupuesto salía de las arcas del CSP. "Yo podría hacer que eso
cambie", llamó Kevin, más para si que para las mujeres.
_Técnicamente
si- contestó la reina -
Habría
que hacer antes demasiados trámites en el CSP, conseguir permisos,
autorizaciones y eso, y después levantar la infraestructura adecuada, pero
si... podrías.
_Visualizaste
un proyecto para esta isla - llamó Cristal -. Al final, estás aceptando el
hecho de que sos el Cuidador.
_Creo
que me negué a aceptarlo, desde que la reina se refirió a mi cuando dio a
conocer su sospecha - admitió Kevin -. Eso u que además sentí algo cada vez que
pasamos junto a la oficina de esta casa. Tenemos que ir allí de nuevo.
_Pensé
que ibas a demorar más en pedirlo - se alegró Lili, incorporándose -. No
esperemos más, vayamos allí.
Los
otros dos también se pusieron de pie y abandonaron la sala.
Ocupando
unos tres metros de frente por cuatro de fundo, la oficina estaba rodeada por
se tramo del pasillo, en la parte trasera, la cocina-comedor diario, a la
izquierda, y la biblioteca, a la derecha. Cada centímetro de su espacio estaba
ocupado y el movimiento de los visitantes fue más bien limitado. Excepto en
donde estaban las puertas que comunicaban la oficina con los ambientes de
junto, las paredes laterales tenían cuatro armarios que por pocos centímetros
no tenían la misma altura que los propios muros. Dos de ellos, los más
pequeños, tenían otro tanto de archivos y documentos, prolijamente ubicados en
decenas de biblioratos, carpetas y legajos, y los más grandes libros y otras
publicaciones referidas en su totalidad a las artes mágicas, incluidos algunos
volúmenes tan antiguos que se remontaban a varios siglos antes del Primer
Encuentro. A> los lados de la puerta que daba al pasillo, un par de pequeñas
mesas estaban atestadas con todo tipo de elementos y equipamiento de oficina, y
en el centro del ambiente, rodeada por cinco sillas tan antiguas como lujosas,
estaba el escritorio, una pieza rectangular con siete cajones (uno grande en el
centro y los otros en los extremos, en columnas de tres), que formaba la
principal área de trabajo del Cuidador. Ese amplio ventanal en el frente
ofrecía una excelente vista del exterior y posibilitaba el ingreso de la luz
solar al completo, ya que no existía un solo obstáculo por delante. Ante la
ausencia de esa fuente de iluminación, vieron los visitantes, el Cuidador
habría recurrido a la treintena de velas dispuestas estratégicamente por la
oficina, seis de ellas en una araña tan lujosa como cualquier otro objeto
dentro y fuera de ese ambiente.
_Es
cierto eso del desperdicio de esta isla sin actividades ni moradores., reafirmó
Cristal, ojeando el lomo de un antiquísimo libro que trataba de la aplicación
de las gemas a las artes mágicas.
Lo
tomó con ambas manos y se asombró de las impecables condiciones en que se
conservaba, como si recién hubiera salido de una planta editora moderna, y
descubriendo con esa acción que el mismo tipo de hechicería poderosa que
mantenía relucientes e intactas a las edificaciones y otras estructuras también
lo hacía con cualquier otra cosa, los libros en este caso, que se hallara en la
isla. Volvió a dejar ese volumen en su lugar y continuó repasando los otros con
la vista.
_No
lo dudo – coincidió la reina Lili, añadiendo a continuación –, pero eso es algo
que va a cambiar de un momento a otro – y señaló entonces el escritorio, sobre
el que, brillante, estaba el letrero dorado con el nombre del último Cuidador
–. Kevin, adelante. Es tu momento.
_Que
cosa… ¿qué se supone que haga?, ¿apoyar una mano en esa pieza o algo así?.
_Eso
mismo., dijeron al unísono las damas, reaccionando sorpresiva s
instintivamente, sin que lo notara Kevin, a un presentimiento.
Cristal,
por tener más desarrollada que el promedio de las hadas la visión remota, y la
soberana insular, por tratarse de uno de los seres feéricos más poderosos del
mundo en la actualidad. Ambas, observando a través del ventanal, advirtieron
que algo estaba ocurriendo en el Templo del Agua.
_Pues,
siendo así, mejor no espero más.
Apoyó
las manos sobre la pieza dorada.
Hubo
un repentino temblor que hizo trastabillar tanto al hombre como a su prometida
y a la reina – “El Cuidador”, pensó esta, sabiendo que solo ante el
reaccionaría con tal acción el letrero –, inmediatamente seguido por un
resplandor verde oliva muy breve, que dio paso al cabo de ese único segundo a
una pequeñísima nube del mismo color, arremolinada en torno al letrero. “No se
alarmen, es solo vapor”, pidió Lili a sus súbditos, viendo como el velocísimo
remolino empezaba a asumir una forma corpórea. Aparecieron primero el torso y
el cuello, luego los brazos y las piernas y por último las alas. A menos de un
minuto de que Kevin apoyara las manos en el letrero, un segundo individuo
masculino apareció allí, en la oficina. Era un hombre negro, musculoso, calvo y
de ojos oscuros, rodeado por ese halo verde oliva. “Es magnífico poder estar de
vuelta, aunque más no sea por unos pocos minutos”, fue lo primero que dijo, con
un tono tan nostálgico, a causa de su regreso, como triste, sabiendo lo efímero
que sería ese lapso. Recorrió palmo a palmo con la vista todo cuanto se hallaba
dentro de esas cuatro paredes, y entonces, si, se dirigió al trío que lo
observaba con asombro.
Cuando
Kevin, Eduardo y la princesa Elvia estuvieron en la Casa de la Magia a mediados
del año pasado, en busca de las piedras oculares, lo hicieron pensando que no
se quedarían allí todo el día, haciendo mini turismo, y sabiendo que no fueron
a esa isla por vocación, sino por opción: era el único camino que podían seguir
si de verdad sus intenciones eran devolver la integridad física, sus poderes y
habilidades a ese trío de individuos transformados en almas solitarias. Lo
dicho, un tiempo breve durante el cual el trío no hubo de recorrer ni observar
detenidamente toda la magnificencia y los lujos de la Casa de la Magia. Pero
esa franja de tiempo tan acotada le había bastado a Rorha, ese era el nombre
del antiguo Cuidador, para saber que su sucesor se encontraba entre esos
expedicionarios. No era el arqueólogo submarino ni tampoco la heredera al trono
insular; ellos estaban destinados, Rorha lo pudo advertir, para cosas
grandiosas y notables hazañas, pero de estas ninguna en esa isla en aguas
internacionales. Eso dejaba como único candidato al antiguo jefe del MC-A,
quien hiciera uso, uno destacable, de su técnica de la transformación para
escapar de una de las trampas cambiantes. “Eso fue increíble” opinó el antiguo
Cuidador, haciendo mención del hecho de que encontrarse ante un peligro de
semejante envergadura suponía para un ser feérico todo un reto: se debía
ignorar completamente el peligro extremo, y también la posibilidad de hallare
más cerca del momento del cruce al otro lado de la puerta, teniendo todos los
pensamientos concentrados en y dirigidos a eso en que el hada en dificultades
estuviera pensando o ideando para salvarse. Así, Kevin pudo transformarse en la
anaconda real, una gigantesca serpiente de quince metros de longitud y sesenta
centímetros de ancho, de colores discretos, que, golpeando fuertemente, pudo
excavar un segundo túnel y volver, con un esfuerzo mínimo, junto al otro par de
expedicionarios. “Fue suerte. Eso e instinto”, replicó el artesano-escultor,
como hacía cada vez que alguien hablaba de ese evento en su presencia. Rorha,
concluidas sus palabras sobre aquel evento, le explicó que le había resultado
suficiente con el para advertir que su protagonista era, sin dudas, el nuevo
Cuidador de la Casa de la Magia. “No soy yo un experto en eso ni nada
parecido”, insistió Kevin, a lo que el otro hombre en la oficina – la reina
Lili y Cristal asumieron que, de momento, estaban allí en calidad de
observadoras y espectadoras – respondió que, si bien eso era cierto, por sus
venas corría la sangre de un hada versada en las artes mágicas, con grandes
conocimientos en ellas, y las cualidades que hacían a ese tipo de seres
feéricos, las hadas hechiceras, podían saltearse una generación. “En tu caso,
dos”, concluyó. “¡Mi bisabuelo paterno!”, exclamó Kevin, reconociendo que ese
antepasado suyo había sido un notable experto en artes mágicas, uno de los
mejores del reino de Espal en lo que iba del undécimo milenio. Lo que Rorha le había explicado era que Kevin
había heredado una parte de las habilidades de su ancestro, algo que el ya
venía intuyendo, sobre todo por la facilidad con que en su momento hubo de
abrir aquel cofre, el que contenía la fórmula desarrollada por Mücqeu, hecho
íntegramente con acero mágico, ese material tan raro como único; el tiempo
relativamente corto que a el y sus socios les demandara la concepción de la
idea, los ensayos y la producción de lo que fue visto como la solución, o una
de las soluciones, al problema que representaban para el comercio las grandes
distancias; y su contribución a la COMDE cuando se les pidiera que modificaran
los hechizos de seguridad en el banco Real, debilitados luego de la Gran
catástrofe. Rorha le dijo que únicamente un hechicero, o con lazos de sangre con
uno, podría haber hecho esas cosas. “Me basta a mi”, continuó, diciendo luego
que el artesano-escultor había sido el primer individuo de la raza feérica con
esas habilidades que ponía sus pies en la Casa de la Magia desde las exequias
funerarias. “Y tus orígenes, los de tu grupo familiar; eso influye mucho más
que tu bisabuelo”, remarcó Rorha. “¿Mi familia?, ¿qué pasa con ella?”, inquirió
Kevin, y fue entonces que las mujeres abandonaron su rol de testigos
presenciales, haciendo caso del pedido del antiguo Cuidador de ir al ambiente
donde estaban los archivos. “Su rastro se pierde a mediados de la Guerra de los
Veintiocho”, insistió Rorha, asegurando que los antepasados remotísimos de su
sucesor llegaban a los tiempos de la construcción de la mismísima Casa de la
Magia, y que se lo podía demostrar con ese viejo documento que les había pedido
traer a ambas damas. “Son noticias, o revelaciones, muy fuertes para mi, y las dos en menos de… ¿cuánto?, ¿una hora,
tal vez?”, planteó Kevin. Le estaba costando un esfuerzo enormísimo aceptar el
hecho de que sería el nuevo Cuidador hasta el último de sus días, acostumbrarse
a eso y todo cuanto implicara, directa e indirectamente, habría de demandarle
tiempo, y no sabía cuanto. Pero
descubrir además que podría tener un lazo parental y sanguíneo con las hadas
que levantaron las estructuras en esta isla… eso definitivamente era mucho más
de lo que sus nervios podían soportar. “Necesito serenarme”, dijo, otra vez con
el tono de conmoción y desconcierto, y en tanto la reina Lili y su compañera
sentimental entraban nuevamente en la oficina, trayendo esta última un
bibliorato repleto de amarillentas páginas. Todas, unas ciento cuarenta, tenían
información detallada acerca de uno de los fundadores de la Casa de la Magia,
su familia en ese tiempo, sus antepasados y sus descendientes. Los archivos se
extendían hasta la última semana con vida de Rorha, tratándose de uno de los
últimos proyectos en los que hubo de encarar: reconstruir la genealogía de los
fundadores de la Cada de la Magia, entendiendo que tal cosa sería de extrema
importancia para la sociedad y la cultura de las hadas. “Como ves, estás
emparentado con Ukeho”, indicó Rorha, haciendo referencia a una de las
fundadoras (tres hombres y tres mujeres) del lugar. Efectivamente, comprobó el
artesano-escultor, era el una descendencia en línea directa, algo desconocido
no solo por el, sino por todo el mundo. El rastro de Ukeho se perdía en algún
momento del sexto milenio, a causa de la destrucción de los archivos en el
continente lunárico (Luanris) durante la Guerra de los Veintiocho, con lo cual
hubo de perderse, además, esa parte importante de la cultura, la sociedad y,
por supuesto, la historia. “Yo pude reconstruir y armar lo que estaba
incompleto”, reiteró Rorha, señalando uno de los últimos párrafos de la última
página, dedicado a una familia compuesta por expertos en las artes mágicas que
residiera en la zona céntrica de El Alto, la ciudad capital del reino de Espal,
en Lunaris. “Mi familia de hace varias generaciones”, observó Kevin,
reafirmando aquello de que le tomaría tiempo asumir que tenía esos lazos
parentales con uno de los nombres más notables (Ukeho) de la historia. “Eso y
el hecho de ser Cuidador de este lugar”, completó.
“Volviendo
al asunto urgente…”, quiso el antiguo Cuidador, sabiendo que su tiempo entre
las hadas era limitado y que ya habría un momento propicio para que Kevin
leyera ese bilbliorato a fondo, completándolo con la información e historia
faltantes, desde el fallecimiento de Rorha hasta la actualidad. No bien hubo
aquel trío de marcharse de la Casa de la Magia, el antiguo Cuidador lamentó que
a ninguno se le hubiera ocurrido visitar la única vivienda, puesto que desde
esta se dirigían todas las actividades de la isla. Rorha ya sabía que entre esos
tres seres feéricos se hallaba el heredero que estuvo esperando por siglos, el
último componente, y el único, que quedaba vivo del grupo familiar al que
perteneciera una de las fundadoras de la Casa de la Magia. No le quedaron dudas
sobre la identidad de Kevin y, lamentando la temprana partida, tuvo bien en
claro que ese individuo nacido en Espal y residente en Insulandia podría no
volver a poner los pies en esa isla,
como el propio artesano-escultor sostuviera. Si las cosas llegaban a
desarrollarse de esa manera, advirtió Rorha, el tiempo pasaría y la Casa de la
Magia continuaría estando sin un nuevo Cuidador por un lapso indefinido,
pasando Kevin al otro lado de la puerta sin haberlo sabido, ni tampoco haberse
enterado de su lazo parental con Ukeho. “Maldición”, había sido su inmediata
reacción, al dejar de sentir la presencia del heredero, Elvia y Eduardo, cuando
la princesa recurriera ala tele transportación. Para su sorpresa, bastante
inesperada, algo pasó antes de que hubiera terminado el año. Llegados los
últimos días de Noviembre, estuvo en la Casa de la Magia un reducido
contingente cuyo propósito era el
relevamiento de las defensas de la isla y un rayo de esperanza cayó sobre
Rorha, pero fue algo trunco, porque a ninguno de los individuos, si bien estuvieron
en la oficina, se le ocurrió poner atención al letrero ni mirarlo de cerca.
“Estuvieron tan cerca…” fue el lamento del antiguo Cuidador, anulado
prácticamente al instante, cuando escuchara que el grupo volvería pocas semanas
después para reestructurar las defensas mágicas. Rorha se alegró, sabiendo que
todo lo que debía hacer era esperar al tercer y cuarto día del siguiente año
(este año), a que llegara ese grupo esta vez más numeroso. Ese lapso le resultó
suficiente para pensar en una forma de dar a conocer la identidad de su
heredero. No podía hablar ni emitir sonidos y, hasta tanto no estuviera esa
persona allí, en la oficina, todos sus movimientos y acciones tenían un límite.
Al final, optó por sacrificar una parte de ese remanente de energía para
mostrar una pista en el letrero dorado, conociendo que no podría ser algo
extenso, y que tampoco podría figurar el nombre del Cuidador. Esa identidad,
sabía Rorha, recién se conocía cuando el heredero se hallaba primero que nadie
y presente en el lugar indicado. Este caso era distinto, porque el
artesano-escultor no tenía deseos ni planes, a ningún plazo, de volver a la
Casa de la Magia, de manera que optó por una pequeña alteración en esa
costumbre. Así, cuando el grupo llegara nuevamente el tres de Enero /Baui
número tres, decidió que daría al primer individuo que se presentara en la
oficina un indicio no de la identidad del Cuidador, sino de su paradero,
apelando a sus conocimientos, también exorbitantes, en cartografía. Para su
fortuna, fue la reina de Insulandia la primera persona que estuvo en la
oficina, en quien vio al hada indicada para revelarle el indicio. Sabiendo que
no captaría el mensaje, las coordenadas geográficas, al primer instante, no
tuvo problemas ni reparos en reiterarlo cuatro veces en el curso de los dos o
tres minutos posteriores. A la soberana
insular, advirtió el antiguo Cuidador de la casa de la Magia, le bastó con
cinco intentos, que entre todos totalizaron muy pocos segundos, comprender el
mensaje y memorizar las coordenadas. “Que haya suerte”, le deseó, sabiendo que
no lo escucharía, pero notando lo radiante que Lili había salido de la oficina,
su sonrisa más bien amplia y sus expresiones. De seguro, vaticinó Rorha,
encontraría las coordenadas en un momento y volvería prácticamente al instante
trayendo a Kevin. Y pasó tal cual, quedando atrás su pensamiento pesimista de
que el artesano-escultor pasaría toda su existencia sin enterarse de que había
sido elegido para dirigirlo todo en la isla ni de su parentesco con Ukeho, uno
de los nombres más célebres en la extensísima historia de los seres feéricos.
Alrededor de doce horas después de que el nuevo contingente hubiera abandonado
la casa de la Magia, luego de haber reformado las defensas, la reina de
Insulandia estuvo de vuelta, acompañada por dos de sus súbditos, siendo uno de
estos el nuevo Cuidador. Rorha se alivió al detectar de nuevo su presencia, y
disfrutó, le provocó risas enterarse de como hubieron de ser las reacciones y
primeras palabras del artesano-escultor cuando Lili compartiera sus sospechas,
porque el mismo había reaccionado así,
vivido esa misma situación y experimentado la misma gama de sensaciones
confusas y desconcertantes. Cuando a el lo nombraran como el nuevo Cuidador de
la Casa de la Magia, también creyó no ser la persona indicada para llevar
semejante responsabilidad por el resto de su vida, creyendo que habría cientos
de hadas, cuando no miles, en el planeta mucho mejor calificadas y preparadas
para ocupar dicho puesto. En esa jornada, Rorha no dudó n asumir su rol como
Cuidador y, conforme avanzara el tiempo, fue volviéndose un completo erudito en
las artes mágicas, conocimientos y experiencia que ya eran enormes en el, y
volviéndose querido y popular entre su ámbito, el de los Cuidadores, y las comunidades
feéricas y elementales en general, algo que quedara de manifiesto con las
multitudinarias exequias funerarias, en las cuales no dejó de estar presente
ninguno de los hombres y mujeres por esos días al frente de todo en los otros
lugares grandiosos. Por eso, no tenía dudas Rorha de que Kevin tendría esos
temores y el desconcierto únicamente los primeros tiempos. “Mi misma
situación”, dijo, para dar finalizado su repaso en público de la historia
transcurrida desde que Eduardo, Elvia y Kevin abandonaran la isla, a sabiendas
de que no le quedaban más de tres minutos
su existencia, y yendo al centro de la oficina.
_Vas
a ser un excelente Cuidador., reiteró Rorha, sintiendo como todo su cuerpo
volvía, lentamente, a adquirir una consistencia vaporosa.
Por
eso no tuvo inconvenientes en traspasar la gruesa madera del escritorio. Estaba
a segundos de que saliera disparado su último remanente de energía a toda
velocidad, atravesando el techo, y esa sería la señal para el mundo de que un
nuevo Cuidador se hallaba presente y en conocimiento de su identidad.
_Solo
con ser nombrado no es suficiente – indicó Kevin, todavía conmocionado,
pensando que no sabía por cuál de las dos revelaciones. “¿El ser Cuidador o el
parentesco con Ukeho?”, dijo en su mente – Por ejemplo, ¿qué se supone que haga
ahora, no bien el rayo salga disparado?.
_Ya
vas a tener tiempo de buscar las respuestas a todas las preguntas. Mi tiempo ya
se termina y no puedo contestar a ninguna, ni hacer otra cosa más que esto.
Únicamente te digo que, no bien me haya ido, es imprescindible que encuentres
los atributos del mando, una cinta y un bastón. Me consta que están en esta
oficina. En cuanto a ustedes dos – se dirigió primero a la soberana insular –…
digna descendiente de Curle y Umefäo, sé que ellos estarían muy orgullosos –
los reyes de Insulandia en los días de Rorha al frente de la Casa de la Magia
–. Reina Lili, que tengas suerte en el futuro, en todo y con todos – la
soberana sonrió, aunque lo hizo con cierta expresión melancólica, sabiendo que
esa era una “despedida”. Momentos así eran siempre tristes para las hadas –.
Cristal – la compañera de amores y prometida del Cuidador puso atención, con el
mismo semblante melancólico que la reina –… te encargo la vida de Kevin dentro
y fuera del rol que le acabo de legar. Ahora las cosas quedan en sus manos. No
defrauden a nadie y hagan todo cuanto se espere de ustedes.
Pronunciadas
esas finales palabras de despedida, la estructura corporal de Rorha hubo de
esfumarse, volviendo a ser por unos míseros segundos ese remolino vaporoso
encima del escritorio, antes de transformarse en una esfera verde oliva que
ascendió velozmente en forma de rayo, traspasando el techo de la oficina sin
provocarle daño alguno.
_Y
no fue el único – apuntó la reina, observado emocionada a través del amplio
ventanal –. Miren eso.
“¡Tenemos
dos Cuidadores!”, exclamaron Kevin y Cristal al unísono.
Miraron
los tres a la distancia, maravillados. Allí no solo vieron el símbolo de la
magia en la inmensidad del cielo, de color verde oliva, intentando calcular a
que altura se podría encontrar para que se viera, porque sabían los tres que
así era, en gran parte del globo. Lo que llamó la atención de los visitantes
fue también otro rayo descomunal y resplandeciente, este de color gris, que a
la misma distancia de la superficie terrestre que el otro, se deshizo en
numerosos fragmentos que dieron al instante la forma al conocido símbolo del
agua. “¡También tenemos un nuevo Cuidador en el Templo del Agua!”, se emocionó
Cristal, tan concentrada como los otros dos en el par de símbolos. “Díganme si
hoy no es un día que merezca figurar ya mismo en Ecumenia”, agregó la reina
Lili, visiblemente contenta por ambos eventos.
_Nunca
imaginé que algo así me iba a tener como protagonista, de verdad. Si ustedes
estuvieran en mi lugar en este momento, también tendrían esta mezcla de
sentimientos y emociones, y estarían incapacitadas para reaccionar de forma
apropiada. ¿Qué se supone que yo haga ahora?, ¿cómo van a seguir todas las
cosas?., planteó el flamante Cuidador local, abriendo el cajón central del
escritorio.
Encontró
al fin la cinta de terciopelo blanco. Una pieza de treinta y cinco centímetros
de extensión por dos y medio de ancho, que su compañera sentimental pronto
estuvo anudándole en el brazo derecho, a medio camino entre el codo y el
hombro. “No está mal”, apreciaron los dos, en tanto vieron a la soberana insular
cerrar los ojos y conservarlos así por unos segundos. Debía estar tratando de
averiguar que había pasado en el Templo del Agua.
_Vamos
otra vez con lo mismo – advirtió Cristal, haciendo cálculos en su mente sobre
la posible ubicación del bastón –. En ningún momento vas a estar solo con
semejante empresa. Es verdad que vos sos el máximo responsable de todo en la
Casa de la Magia y que técnicamente
tendrías la última palabra en todo este lugar. Pero ni una cosa ni la
otra implican que no vas a tener a un grupo de expertos a tu lado. ¿Eso lo
sabés, no es así?.
_Eso
si., reconoció Kevin, viendo un consuelo en la formación de ese grupo.
Ese
equipo estuvo compuesto en los tiempos de Rorha y los Cuidadores anteriores por
una decena de notables expertos en sus áreas. Fueron los jefes de asuntos
legales y jurídicos, de actividades científicas, de relaciones institucionales
y comunicaciones, de defensa y seguridad, de desarrollo e investigaciones (se3
ocupaba de las artes mágicas), de arqueología genealogía y conservación de
bienes histórico-culturales, arquitectura e ingeniería (abarcaba también el
mantenimiento y refacciones), de compras y proveeduría (cualquier cosa que
necesitaran en la Casa de la Magia llegaba desde fuera de la isla), de economía
y asuntos contables y de ceremonial y protocolo. A ellos se le hubo de sumar
siempre el segundo al mando del Cuidador, una responsabilidad que el
artesano-escultor no dudó un instante siquiera en ofrecer a Cristal, quien si
tuvo dudas antes de aceptarla, las mismas que al principio tuvo Kevin cuando la
reina de Insulandia y Rorha le hablaran sobre su nuevo destino: podrían existir
seres feéricos mejor preparados y capacitados para ese puesto.
_¿Por
qué te cuesta aceptar esa realidad?., le preguntó la reina Lili, poniéndole su
punto final a la concentración y abriendo los ojos.
Los
gestos faciales fueron un indicativo para sus súbditos de que ya estaba
enterada de los acontecimientos en el Tempo del Agua, y también de quien era el
nuevo Cuidador. Concluyó que se trataba de otro caso de malos pensamientos
infundados. Confiaba en que una persona y la otra modificaran sus estados y
esos pensamientos en el corto plazo.
_¿Por
dónde empiezo? – planteó Kevin, que seguís buscando el bastón. Este objeto,
como bien sabía, cumplía propósitos ceremoniales, pero también, si la
oportunidad se presentaba, podía usarse como arma. Un canal para los poderes
del Cuidador – Antes y durante la ceremonia de la Transición estuvimos Cristal
y yo armando proyectos y planes para este año, y ninguno incluía a la Casa de
la Magia. Es más, ni ella ni yo pensamos, volver en mi caso, en estar alguna
vez en esta isla. Y ahora resulta que en unos pocos días vamos a tener que
radicarnos definitivamente aquí. Como dije, todo va a ser distinto…
Pensó
en sus socios comerciales y en el negocio que los cuatro poseían en el Mercado
Central de las Artesanías. Esa sociedad y ese comercio continuarían en
funcionamiento, por supuesto, pero sin Kevin. En nada más que una semana,
tendrían tanto el como Cristal que haber resuelto todos sus asuntos en el reino
insular. Eso incluía, en este caso, el trabajo.
_...y
a propósito, ¿te gustaría ser mi segunda, Cristal?.
La
hermana de Isabel contestó un “si” con entusiasmo, abrazo y beso incluidos – la
reina Lili sintió que estuvo de sobra en la oficina ella en ese momento –
permanecer junto a su alma gemela estaba entre las cosas que más deseó ayer y
deseaba hoy.
_También
mis sentimientos, pensamientos y emociones pueden cambiar – reconoció ella,
señalando un punto en lo alto de un armario, donde creyó que podría encontrarse
el bastón, y su novio, trepándose a una
escalera, fue a comprobarlo –. En Junio pasado califiqué tu viaje como un acto
suicida y me puse histérica cuando Eduardo y vos nos contaron en que lugar
estuvieron y para qué. Ahora, en cambio, es otra cosa. Reina Lili – la
sabiduría de la soberana ameritaba hacerle esta pregunta –, ¿cómo puede ser que
pase eso?.
_Pienso
que si fuera a causa de tu dominio de la visión remota, algo que debieron
transmitirte los antepasados de Iulí – apostó la soberana insular, celebrando
al ver a su súbdito recuperar el restante de los atributos de mando, medio
oculto entre ejemplares muy viejos de un periódico que se editaba en la isla –
Gracias a ese don, pudiste ver lo que venía. Eso habrá sido de ayuda para vos,
para prepararte. Por eso no demostraste temor alguno, y aceptaste el destino de
tu novio incluso antes que el…¡excelente, Kevin!.
El
Cuidador exhibió ante las damas la magnífica pieza de fresno de noventa
centímetros, y los tres vieron como adquiría una tonalidad un poco más clara de
negro, y la empuñadura el color rojo sangre, uno de los inconfundibles signos
de autoridad que le otorgaran a Kevin. "Me gusta", opinó, y,
siguiendo las indicaciones de su novia y de la reina, lo sujetó firmemente con
ambas manos y agitó levemente. Al instante, el bastón vibró y uno de los
extremos se transformó en una estrella de cinco picos (el símbolo de la magia),
del color del aura de Kevin. El flamante Cuidador observó minuciosamente la
pieza, notando fácilmente su poco peso y gran maniobrabilidad al agitarlo de
nuevo. "Despacio", le recordó la reina, al formarse una pequeña nube
en torno al extremo del bastón, la cual se disipó rápidamente, y ese fue el
momento que Kevin aprovechó para devolver la pieza a su estado original.
_No
hay dudas. Ni una sola hada u otro elemental de todos los que viven hoy y los
que van a vivir mañana va a sentirse descontento ni decepcionado a causa del
desempeño como Cuidador que vas a tener en esta isla - sentenció Lili, tan
emocionada por lo que había pasado aquí como con aquel acontecimiento en el
Templo del Agua -. Con la ayuda de ese equipo de expertos, la Casa de la Magia,
y esto tampoco lo pongo en dudas, queda a un paso de recuperar la gloria de
otros tiempos. Eso no va a lograrse de la noche a la mañana, de acuerdo, pero
de todas maneras es mejor ir de a poco... lo mejor, si querés que te de un
consejo, es empezar con algo sencillo. Podría ser otra recorrida por la isla.
Ahora podemos hacerlo por aire. El hechizo que impedía a las hadas hacer uso de
esa técnica fue discontinuado. De seguro quince o veinte minutos dando vueltas
en círculos y óvalos nos va a ser útil.
Flamante
Cuidador de la Casa de la Magia.
Descendiente
de una de las fundadoras de aquella.
Kevin
tenía mucho que procesar.
_Creo
que podemos dejar eso para otro momento, para más tarde o mañana - prefirió,
mirando el bibliorato. Este formaba parte de una colección de seis, y cada uno
hacía la referencia a uno de los fundadores, con abundantes datos e información
detallada. Se propuso continuar en el futuro con ese trabajo, completando el
faltante, desde el pase al otro lado de la puerta de Rorha -. Esto es
demasiado, y todavía sigo envuelto en la conmoción y la sorpresa. De seguro van
a pasar, pero no en un pestañeo.
_Se
que esto no es lo mismo, y que tal vez no sea la comparación adecuada, pero
seguro que tuviste las mismas reacciones y emociones cuando te nombraron al
frente del MC-A - habló Cristal-. Al final te pudiste adaptar y acostumbrar al
mando en poco tiempo.
_Agradezco
el intento de tu parte por animarme, pero no fue suficiente - lamentó Kevin,
yendo hacia la ventana. El silencio en el exterior era apenas quebrado por las
vocalizaciones de esas pocas aves que había en la isla. Esa carencia de ruidos
aumentaba la sensación de soledad, y no era para menos. La Casa de la Magia era
uno de los lugares más inhóspitos y recónditos del planeta -. Yo me preparé
desde los cuatro años o cinco para diseñar, fabricar y restaurar esculturas.
Puedo hacer eso aún dormido. Esto es distinto. Nada ni nadie me preparó para
ser Cuidador, mucho menos en este lugar.
_Con
ese criterio tampoco cuenta mi experiencia., interpretó la reina Lili, a quien
la prepararon e instruyeron desde los mismos instantes en que aprendiera a
caminar y articular sonidos y palabras (hablar) para convertirse algún día en
la soberana que era hoy, tan brillante y querida por su pueblo.
_Podría
decirse que son lo mismo - supuso Kevin -. Los dos nos preparamos para lo
nuestro desde una infancia muy temprana. pero respecto a ese planteo, sobre que
quiero hacer en este momento - creyó que un poco de humor sería bueno -, se me
ocurre algo.
_La
batalla contra un monstruo - dedujo la reina Lili. Ella conocía el proceso para
crearlos -. Me parece bien. Es tradición que los Cuidadores se prueben en un
combate.
_Si,
también eso., convino Kevin.
_¿También?,
¿qué es lo otro?., inquirió la soberana.
_Estrenar
con Cristal el dormitorio principal de esta casa.
_Aquí
y ahora no grosero, la reina está con nosotros!., exclamó la médica.
Le
dio un codazo a su novio (este exclamó la onomatopeya "ay"), en tanto
la soberana insular se cubría la cara con las manos. Evidentemente, se alegró
Kevin por haberlo comprobado, el humor - "Podría ser en serio", dijo
en su mente, riendo - fue un buen recurso para mitigar la conmoción y sorpresa
que las revelaciones generaran en el, y así, entre risas, con un estado más
relajado, aunque no del todo, el trío abandonó la vivienda. "Caminando o
volando?", llamó la soberana, decidiendo, ya en la vereda, dirigirse a uno
de los gimnasios que había en la Casa de la Magia, a trescientos metros de su
locación actual. Kevin prefirió ir por tierra a paso normal, pensando en la
notable utilidad que ello tendría. Sería una excelente forma, para el tanto
como para Cristal, para conocer una parte de la isla, su nuevo hogar y lugar de
trabajo, y por eso mismo irían por un camino diferente al que tomaran para
llegar a la vivienda. De inmediato, como venía haciendo desde que la reina Lili
revelara sus sospechas sobre la existencia de un nuevo Cuidador, los tres
reconocieron que aquel tendría un problema menos por el que preocuparse no bien
iniciara su trabajo: todo lo que había allí (caminos, estructuras, columnas,
monumentos...), lo reafirmaron maravillados, tenía un estado tan limpio e
inmaculado a causa de los hechizos y otros tipos de magia que había en la isla,
que empezaron a ver cierta falta de necesidad en traer a un equipo, al menos
uno numeroso, para que se ocupara de las tareas de limpieza e higiene. "Te
toca decidirlo, tenés toda la potestad para eso", indicó la soberana a
Kevin. "Que así sea, pero hay otras prioridades antes que el aspecto cosmético",
dejó constancia verbal el nuevo Cuidador, advirtiendo cuan cierto era eso.
Había no pocos aspectos y factores a los que dedicarle no solo el tiempo, sino
también las energías antes de que llegara ese día. "Como se lo decimos a
los nuestros, por ejemplo", apuntó Cristal con todo el acierto,
refiriéndose a sus padres, su hermana y su futuro cuñado. "Ellos solo para
empezar", convalidó su prometido, pensando en todas las hadas y otros
seres elementales con los que tenían un trato diario o más o menos frecuente.
"Y todo lo que vamos a echar de menos", concluyó Cristal, ya frente a
la amplia escalinata que antecedida al gimnasio. Pensaba en los lugares que
visitaba regularmente, dentro y fuera de Barraca Sola, por el motivo que fuere
(trabajo, entretenimiento, vida social...), y cuánto tiempo les demandaría a
Kevin y a ella desprenderse de todo eso, de los recuerdos de toda su vida en la
periferia de la capital insular. "Va a ser duro, pero necesario",
admitió la reina, a la cabeza en el trío, lamentándolo, porque los extrañaría.
Esta pareja junto a ella... no solo eran sus miembros sus súbditos, sino
también sus confidentes y amigos.
El
gimnasio era una estructura rectangular muy amplia e iluminada, con un techo
abovedado y las suficientes butacas en uno de sus laterales como para que
cupieran mil quinientas personas. Fuera de esos lugares, dispuestos en cuatro
filas con igual cantidad, no había otro objeto mueble. "Es un gimnasio, no
una biblioteca", apuntó Cristal, en una de las butacas, a la espera de que
la reina concluyera la producción del monstruo. Por supuesto, la pareja tenía
ya conocimiento sobrevivido estás estructuras, puesto que a principios del mes
pasado estuvieron en el Templo del Fuego, el Vinhuiga, demostrando que la hija
de Wilson e Iulí de verdad era un hada de fuego, y Kevin haciendo acto de
presencia, estando transformado en la anaconda real, cuando vio que a su novia
e Isabel hubieron de agotárseles las fuerzas. Viendo a la reina en uno de los
extremos, mezclando elementos en un pocillo, ambos componentes de la pareja
hablaban entre ellos sobre este combate, dejando el nombramiento como Cuidador
y el parentesco con Ukeho por primera vez en un segundo plano, porque la
batalla contra un monstruo no era algo que debía tomarse a la ligera, máxime
contra los combinados - no dejaron de ver como la reina, en cuclillas, mezclaba
granito con piedras, dos de los elementos más abundantes en la Casa de la Magia
-, buscaron concentrarse solo en este inmediato evento. "No se si soy la
persona indicada para dar consejos y ayuda con estas cosas", dijo Cristal,
reconociendo que su única experiencia había sido más bien breve. En el
Vinhuiga, enfrentándose a un único monstruo, logró que su aura cambiara de
colores, pasando del lila al violeta, y luego, contra cuatro pares de
oponentes, ella y su hermana tuvieron su debut como hadas poseedoras del
elemento fuego, aunque, quedando el último de los adversarios, habían ya casi
agotado todas sus fuerzas, lo que acelerara la intervención del artesano-
escultor, desde debajo de las gradas, y del arqueólogo submarino, quien
irrumpiera intempestivamente en la estructura, estando transformado en el
gigantesco y atemorizante monstruo cetáceo. “Kevin, ya casi está listo”,
anunció la reina, a lo que el flamante Cuidador dejó a su novia en la grada y
fue al centro del gimnasio, marcado este con el símbolo de la magia. “Estoy
listo”, hizo saber a ambas mujeres, flexionando los músculos y las
articulaciones, concentrándose. Esta sería su primera batalla en solitario, en
la cual tendría sus ventajas, por supuesto. La altura y el peso, muy inferiores
al monstruo, le darían mayor maniobrabilidad y agilidad, y la resistencia
física le ayudaría a atacar no teniendo que preocuparse, no tanto al menos, pòr
las posibles respuestas del enemigo. Relajado, observó como la reina completaba
el procedimiento y pronunciaba las palabras correctas, al instante alejándose a
l a izquierda del pocillo. En medio de una nube, el monstruo combinado empezó
su surgimiento, concluyéndolo al cabo de dos o tres minutos. Kevin vio un ser
grotesco que debía tranquilamente alcanzar los tres metros de altura, con
voluminosas piernas que le hicieron pensar que tumbarlo no sería algo fácil. El
monstruo, habiendo asumido la posición de firme, quedó a la espera de
impartírsele su orden, en tanto su creadora fue al encuentro del flamante
Cuidador, creyendo necesario, pues sería este su primer combate en solitario,
darle consejos útiles, algo en lo que también participara Cristal. “Que tengas
suerte, Kevin”, le deseó esta a su novio, con el beso como adicional, a lo que
el hombre infló el pecho, para dar a entender que no estaba preocupado ni
atemorizado. “¿Listo?”, reiteró la reina, que había vuelto a situarse junto al
monstruo. “Listo”, volvió a afirmar Kevin, moviendo los brazos de atrás hacia adelante.
La soberana insular dio entonces la orden de atacar al monstruo, a lo que este
arremetió a toda velocidad contra el individuo señalado como su oponente.
El
mï-nuq fue quien lanzó el primer ataque, entrecruzando los dedos e intentando
con esa acción aplastar a su oponente, pero Kevin fue más rápido y ágil.
Esquivó fácilmente el ataque y toda la presión en los puños del monstruo fue a
parar contra el suelo. Que terminó por resquebrajarse – se regeneraría en
cuestión de segundos, literalmente – y agrietarse. El flamante Cuidador de la
Casa de la Magia se elevó hasta tocar el techo del gimnasio y, en sus pies
acumulando grandes cantidades de energía, se lanzó a toda velocidad, acertando
sendos golpes en la cabeza al monstruo. Lejos estuvo de triunfar, dándose
cuenta que, aparte de darle una sacudida leve al mï-nuq, lo había hecho
enfurecer. “Y ahora me duelen los pies”, pensó, conservándose en el aire para
recuperarse e idear un nuevo ataque. Una al lado de la otra, Cristal y la reina
Lili veían la batalla concentradas, inmóviles, en silencio y con los brazos
cruzados. Ambas estaban divididas, sus sentimientos y emociones, entre la
esperanza y la preocupación. Veían al monstruo de piedra lanzar uno tras otro
sus poderosos golpes, los cuales podrían causar todo tipo de daños de hallarse
fuera de esta isla y dejaban grietas en el suelo: aún estaba cien por ciento
ileso, sin la mínima señal siquiera de agotamiento y con su orden implícita
como único objetivo. Bien sabían las damas que la cumpliría o sería destruido
en el intento, porque una vez que a estos monstruos y a los otros, los uc-nuqt,
se les asignaba una tarea o varias no había vuelta atrás. Por el otro lado
estaba Kevin, quien tampoco se rendiría y pelearía dando lo mejor de si. Quería
causar una buena impresión a las damas y, fundamentalmente, demostrar que estaría
allí para defender la Casa de la Magia ante cualquier agresión. Una de las
dificultades a las que el artesano-escultor se enfrentaba era a la resistencia
al daño, y no era para menos, considerando de que estaba hecho, del monstruo.
Esa densa capa de rocas, toda una coraza, era un obstáculo. Las descargas que
le lanzaba, individuales y en sucesión rápida, no lograban otra cosa que
inmovilizarlo por unos pocos e insignificantes segundos, antes que se
recuperara y reanudara sus ataques. Eran, básicamente, compararon la reina y
Cristal, viendo la violencia de los impactos, dos moles luchando entre si, y
ninguna de ellas daba indicios de cansancio ni de querer rendirse. Fue recién
cuando las grietas en los muros, el techo y el suelo superaron las dos docenas
que Kevin recurrió a la transformación, surgiendo en pocos segundos una
monstruosa serpiente de quince metros de longitud y una anchura de sesenta centímetros,
que de inmediato se movió hacia el mï-nuq a toda velocidad, abriendo sus fauces
y exhibiendo ese par de colmillos enormes. La anaconda, real intentó enroscarse
en el monstruo de piedra, pero este opuso resistencia desde el inicio, recurriendo
a sus voluminosos brazos para contenerla. Recibió un escupitajo de veneno – lo que
estas serpientes hacían, por si la constricción no fuera suficiente para matar
a su presa – aunque Kevin supo que no tendría efecto alguno, más allá de lo
cosmético, ese manchón verdoso en los ojos y parte de la nariz, porque, por su constitución,
el mï-nuq era a prueba de venenos. Sin
embargo, Kevin estuvo lejos de amilanarse y continuó apostando a la constricción…
hasta que su rival finalmente pudo zafarse, tomarla con una mano, agitarla como
si fuer un lazo y lanzarla contra el extremo opuesto al de las gradas. “¡¿Eso
fue todo?!”, exclamó el flamante Cuidador como si nada, volviendo a
incorporarse y recurriendo a su segunda transformación, aquella que combinaba
la forma feérica con la natural. Hizo su aparición un ser cuyo cuerpo estaba
completamente cubierto por escamas que combinaban el marrón con el verde oscuro,
alrededor de tres metros de alto, casi la misma que el monstruo de piedra, muy
voluminoso y tan atemorizante como la anaconda real. “¿Ese es Kevin?”, se impresionó
Cristal, fijándose en la cabeza del monstruo, porque era la primera vez que
presenciaba esta transformación. Del cuello para arriba, el flamante Cuidador
conservaba los rasgos de serpiente, incluidas las pupilas verticales, de un
tono tan fuerte de naranja que por si solas bastarían para asustar, y la lengua
bífida y los grandes colmillos. “Tampoco yo había visto esa transformación”,
reconoció la reina, que coincidió con su súbdita en que la batalla hubo de
parecerse, no bien los peleadores se trenzaron nuevamente, a una lucha clásica de
entretenimiento (como las hadas conocían a las peleas de catch), y vieron como,
de momento, el mï-nuq parecía llevar una ventaja, radicando esta en su áspera y
gruesa estructura, mejor preparada para resistir los ataques. En respuesta, el
flamante Cuidador se valía de las escamas y de lo resbalosas que eran estas
para mitigar la fuerza de los impactos. Ambos contendientes estaban igualados y
ninguno daba señales de estar flaqueando. De nuevo, el monstruo de piedra, que
seguiría adelante aunque su oponente lograse seccionarle partes del cuerpo,
recurrió al fuerte golpe con las manos juntas y los dedos entremezclados. A
tiempo, Kevin contuvo el ataque, alzando sus palmas, y cuando el mï-nuq estuvo
preparándose para golpear de nuevo no desaprovechó la oportunidad de contraatacar,
agarrándolo con fuerza y firmeza por la cintura, tumbándolo violentamente, lo
que produjo un leve temblor y otra resquebrajadura en el suelo. El
artesano-escultor no de descuidó ni retrocedió, tomando al monstruo por el pie
derecho, haciéndolo dar una y otra vuelta hasta completar la decena y lanzarlo
con fuerza contra el extremo opuesto, provocando un estruendo mayor. Sabía que
no bastaría con eso, y por tal motivo corrió a su encuentro, llegando al mismo
tiempo que el mï-nuq se incorporaba. Lo golpeó nuevamente, un puño en el centro
del pecho, echándolo otra vez al suelo, antes de transformarse de nuevo en la
anaconda real y recurrir a la constricción, aprovechando la oportunidad para
escupirle otra cantidad de veneno a los ojos. Esto, sumado al fuerte impacto,
dejó desorientado al monstruo de piedra, a su oponente dándole el suficiente
tiempo para asumir su forma feérica y comprobar que fueran ciertas las palabras
de la reina Lili sobre el bastón del Cuidador; simplemente debía empuñarlo
firmemente con una mano, enfocarlo con la misma firmeza hacia el objetivo, en
este caso el mï-nuq, y lanzar una descarga. El bastón, lo dicho, actuaría como
un canal, encauzando la energía de Kevin hacia un único y minúsculo punto en el
cuerpo de su oponente. “Veamos si funciona”, dijo por lo bajo, siguiendo ese
sencillo protocolo al pie de la letra, con lo que el extremo de la pieza, uno
de sus atributos como Cuidador, hubo de transformarse en una estrella. Al
instante, un rayo de fuego salió disparado a toda velocidad hacia adelante,
habiendo alcanzado tal temperatura que esta se trasladó a la mano del artesano-escultor,
dando de lleno en la cabeza del oponente, quien no tuvo oportunidades ni
escapatoria ante esa descomunal descarga, estallando y lanzando fragmentos de
granito y piedra caliza en todas las direcciones. Instintivamente, el y las
damas emplearon sus energías para crear sendas paredes que desviaran esos
fragmentos. En el gimnasio, la batalla había terminado y el flamante Cuidador
resultó vencedor. “¿por qué fuego?”, preguntó a la reina, cuando esta y Cristal
fueron a su encuentro. “Por tu prometida, y también por mi”, contestó la reina,
que al profundizar lo hizo diciendo que, si se lo usaba de manera correcta, el
bastón tomaba una cantidad menor de energía de las hadas que estuvieran más cerca,
multiplicándola sustancialmente y lanzando esos descomunales rayos. Como Lili y
Cristal eran hadas de fuego, el bastón adoptó ese elemento como fuente de
energía. “Claro que pudo ayudarte tu linaje, tu ascendencia”, agregó Cristal,
sabiendo que Ukeho había legado a varios miembros de su familia ese elemento. “O
las dos cosas”, concluyó el flamante Cuidador, que, mientras miraba como el
suelo, el techo y las paredes se auto regeneraban, dejando nada más que los
restos del mï-nuq destruido, pensaba en sus lecturas y estudios de la
Cuadrícula de los Elementos, en las escasísimas, cuando no inexistentes,
oportunidades que las piedras podrían tener contra el fuego, reconociendo en
ello la eficacia total de esa única descarga. “Costó, pero al final lo hice,
obtuve el triunfo”, se alegró, dejándose caer sobre una de las butacas,
mostrando, ahora si, esos débiles signos de agotamiento físico, no dándole
ninguna imp0ort6ancia a los raspones ni las heridas cortantes. Había demostrado
que era capaz de defender la Casa de la Magia en una batalla, y con ello puesto
fin al ritual inmediatamente posterior al del nombramiento como Cuidador. “Seguro
pasó lo mismo en el Templo del Agua”, dijo, cuando los tres se disponían a
abandonar el gimnasio, habiendo ya barrido y eliminado los restos.
_¿Qué
hacemos ahora?., llamó Kevin.
Estaban
el y las mujeres disfrutando de la sombra que proporcionaba una copa muy
frondosa. Comprendieron que por hoy la estadía en la isla había terminado, y
ahora se preparaban para marcharse y volver al reino insular, donde debían de
ser las diecinueve treinta horas.
_Podemos
volver ya mismo – sugirió Lili –. Los dos tienen mucho para repasar y resolver,
y de seguro no les va a quedar tiempo disponible para descansar en la siguiente
semana. Allí entran tus palabras, Kevin. Fueron dos revelaciones muy fuertes.
El
nombramiento como Cuidador de la Casa de la Magia.
El
parentesco con una de sus fundadoras.
La
conmoción y sorpresa se disiparon, aunque no del todo. Todavía recordaba con
detalles lo ocurrido en la oficina, principalmente las explicaciones de Rorha,
el anterior Cuidador, y la lectura del archivo genealógico que tenía como
figura sobresaliente a una de las fundadoras de este lugar grandioso.
_Y
cuando lleguemos, ¿qué cosa hacemos? – agregó la hermana de Isabel, deseando
también volver al reino. Para ella, tanto como para su novio, había sido
demasiado por un día –. Es cierto eso de que apenas lleguemos nos vamos a tener
que dedicar de lleno a todo lo que empezó en la mañana de hoy, pero también quisiéramos
tener un momento para nosotros. Para hablar de todo lo que vivimos en esta
jornada.
_Entonces,
los voy a llevar yo misma – decidió la reina Lili, poniéndose de pie, y sus
súbditos la imitaron. Empezaban el camino hacia la orilla –. Descansen en lo
que queda de este día, ese es mi consejo, y no bien hayan terminado el desayuno
mañana abóquense de lleno a su nueva responsabilidad. Y si aceptan otro
consejo, empiecen comunicándole estos eventos a Isabel, Eduardo, Iulí y Wilson.
Son sus familiares, y por tanto los primeros que tienen que saber lo ocurrido.
Empezaron
a caminar, las tres hadas marchando a paso normal, todavía concentrados en las
vivencias, ignorando esta vez la magnificencia de las estructuras y su belleza,
sabiendo que de hacerlo pasarían cuatro o cinco horas más en la Casa de la
Magia. En ese corto trayecto por un espléndido camino en línea recta que
llevaba a la orilla, la monarca les hizo saber que en cuanto hubiera puesto los
pies en Plaza Central, en el castillo, hablaría con su hija, la heredera
insular, y los diplomáticos del CSP y la ME, cuyas oficinas estaban también en
el castillo, para ponerlos al corriente de lo ocurrido en la Casa de la Magia. “Alrededor
de dos horas”, calculó, cuando Kevin le preguntó cuánto tiempo creía ella que
habría de insumirle esa reunión, el relato con todos los detalles. “Más o menos
lo mismo que a nosotros”, comparó Cristal, sin haber olvidado que también había
ocurrido un evento como este en el Templo del Agua, y preguntándose si su
hermana y su futuro cuñado habrían estado allí para presenciarlo. “¿Qué fue lo
que pasó allí?”, inquirió, sabiendo que, desde que apareciera el símbolo del
agua en las alturas, la reina Lili había sostenido comunicaciones mentales para
averiguar e interiorizarse acerca de los hechos. “Lo que pasó fue que Biqeok
encontró a la persona indicada para reemplazarlo en el Templo del Agua”,
contestó la soberana, coincidiendo con el juicio de ese antiguo Cuidador. “¿?quién
es el?”, quiso saber Kevin, detectando ya la línea costera, y cuando Lili dijo “Adivinen”,
a su par de súbditos no les demandó más de una fracción de segundo pensar en y
pronunciar el nombre del experto en arqueología submarina en voz alta. No fue mucho lo que dijo Lili al respecto, tan
solo que Eduardo había demostrado en todo momento unas reacciones idénticas a
las del artesano-escultor a l saber la elección del antiguo Cuidador, que la
sorpresa y conmoción todavía continuaban y que Eduardo había elegido a Isabel
para que fuera su segunda en el mando. “Entonces, no fue el único”, reconoció Kevin,
advirtiendo gracias a las palabras de la reina que compartía con su mejor amigo
las dudas, o las había compartido, después del nombramiento por parte de los
Cuidadores Rorha y Biqeok, respecto a las capacidades, los conocimientos y la
preparación para semejante responsabilidad. Estando ya en la costa rocosa, y mientras
la soberana volvía a transformarse en ese magnífico bicornio alado, Kevin no
dejó de pensar que Rorha había optado por el al reparar en su linaje, en su
parentesco con uno de los grandes nombres de la historia de las hadas, más que
en su erudición en relación con las artes mágicas, ya había el tomado eso como
un dogma, y superados esos momentos iniciales, aceptando ya lo que era –, ese destino
del que no podría escapar ni en sueños – sus preocupaciones pasaron a ser otras,
todo eso que el y su compañera sentimental debían resolver en el curso de la
siguiente semana.
“Suban
y sujétense fuerte”, pidió Lili a los dos, luego que el deslumbrante y
descomunal rayo les despejara el camino hasta el límite de las defensas
exteriores. Cristal y Kevin obedecieron, y tras un breve galope el animal
emprendió el vuelo, sin la mínima necesidad de preocuparse, pues las defensas
se recompondrían tras su paso. Pasado ese espacio de diez mil metros, los tres
vieron nuevamente la nube envolviendo a la isla, una bruma borrosa en la
distancia. “¿Están listos para volver?”, llamó Lili, a lo que ambos súbditos
contestaron que si. La reina los tomó por las manos, la zurda de Cristal y la
diestra de Kevin, y los tres desaparecieron en medio de una nube espesa con los
colores del aura d el reina. Al instante se hallaron en su despacho, en el
Castillo Real, al que encontraron en las mismas condiciones que a la mañana. La
princesa Elvia y Oliverio ya estaban allí, y reaccionaron con acentuadas
sonrisas y gestos faciales al verlos. “¡Excelente!”, opinaron los dos, cuando
el flamante Cuidador exhibió ante ellos la cinta con el símbolo de la magia y
el bastón. “Solo nosotros dos”, contestó el Consejero de IO, cuando la reina
(su futura suegra) le preguntó cuántas hadas estaban al tanto de lo ocurrido en
la Casa de la Magia. Lili decidió entonces llevar adelante su idea de tele transportarse
hasta Barraca Sola, llevando a sus súbditos y reuniéndose inmediatamente luego
con los representantes del CSP y la ME en Insulandia. “Es el protocolo ante la
aparición de nuevos Cuidadores”, les recordó, dando a su hija y su futuro
yerno, antes de marcharse, la tarea de ubicar a Eduardo e Isabel no bien estos
hubieran vuelto a la ciudad – Oliverio y Elvia ya sabían lo ocurrido en el
Templo del Agua –, y enviarlos al sur de esta. “No hay problemas, nosotros nos
ocupamos de eso”, confió la princesa, al tiempo que su madre, Kevin y Cristal
volvían a desaparecer de la oficina. Por sus reacciones y expresiones, le
resultó evidente al trío que ambos congéneres suyos estaban radiantes por lo
ocurrido a mitad de la jornada de hoy.
_Me
gustaría reunirnos mañana mismo, después del desayuno si nos es posible, con
Wilson e Iulí, que en si es algo que hacemos a diario… vivimos con ellos,
después de todo – quiso Kevin, ajeno al característico bullicio y movimiento en
el exterior, tan propios de la periferia en ese momento. La reina los había dejado
en el límite de este barrio con dos de sus colindantes, por pedido expreso de
la pareja –. Quiero que sean las primeras personas en enterarse de todo cuanto
pasó en la Casa de la Magia.
_Eso
es lo que va a pasar., aseguró Cristal, recurriendo a sus habilidades para encender
otro cigarrillo.
Antes
de dejarlos, la reina Lili les había hecho la promesa de que todo cuanto se hablara
en la reunión con los diplomáticos no sería revelado al público sino hasta
mañana a las dieciocho horas en punto, porque esa era otra de las costumbres en
lo relacionado a la llegada de nuevos Cuidadores. Se hacía una rueda de prensa
no bien diera inicio el último cuarto de día posterior al nombramiento. El
lugar, una parte de esta antigua costumbre, era el castillo del país en que
estuviera el templo u otro de esos lugares grandiosos. Como la Casa de la Magia
estaba bajo administración internacional y ninguno de los reinos hacía reclamos
por su soberanía sobre la isla, habían decidido de común acuerdo hacer la
reunión en el país de residencia del Cuidador, con lo que además podrían hacer la
presentación formal de Eduardo como el líder del Templo del Agua. Así, se había
fijado a las dieciocho horas de mañana como el momento de inicio de la
ceremonia especial, en un auditorio con la capacidad para mil personas que
había en el castillo. De ella participarían sus protagonistas (Eduardo y
Kevin), el Consejo Real en pleno, los representantes del CSP y la ME y los
individuos que hasta hoy habían sido los curadores legares de ambos lugares
grandiosos.
_¨Periodistas
de todas partes del mundo congregados allí, y yo voy a ser una de las figuras
centrales de ese evento – resumió Kevin. Planeando, con otro cigarrillo
encendido en la comisura, examinaba mientras tanto el bastón, no detectándole
una sola imperfección u otro signo de deterioro. Sencillamente, era una
magnífica pieza desarrollada en los tiempos de ayer por los mejores orfebres
(otra de las ramas de las artesanías) del planeta –. No es que no quiera, pero
jamás fui yo un hombre afecto a tanta exposición.
_Ni
yo – coincidió Cristal, a su derecha. No bien llegaran, sabiendo que sus padres
no estaban presentes en su casa, no tendrían más que esperar a la llegada de
Isabel y Eduardo, para describir y explicar todo lo ocurrido hoy en ambos
lugares grandiosos –, pero es lo que nos toca, Kevin. Crecí y viví siendo una
persona famosa, por lo que hicieron mis progenitores. Al final, llega el
acostumbramiento. La convivencia.
_Creo
que eso es cierto – empezó a admitir su novio, largando una bocanada de humo – ,pero
también lo es no solamente eso. Hoy descubrí que soy descendiente de una de las
hadas fundadoras de la casa de la Magia, ¿Traerá más exposición y fama eso o el
hecho de ser uno de los nuevos Cuidadores?, ¿qué pensás vos de eso?.
Cristal
permaneció callada unos momentos, antes de contestar.
_Que
las dos revelaciones son igual de trascendentes. Al principio, va a serlo el
hecho de que sos uno de los nuevos Cuidadores. Pero en cuanto el trabajo de
Rorha tome estado público, el pazo parental con Ukeho se va a hallar en boca de
todos los seres feéricos y elementales. Por eso mi idea de que tanto una cosa
como la otra no se sacan ventajas y compiten entre si, o van a hacerlo, para
ver si alguna puede destacar.
Ukeho
era uno de los nombres más célebres de la historia, un hada muy poderosa y
extremadamente hábil tanto en el dominio del fuego como en su creación. A tal
punto que eso rivalizó con su papel como fundadora de ese importantísimo lugar,
junto a cinco individuos feéricos igual de poderosos – hadas del agua, de la tierra,
del aire y de la luz – y diestros. El archivo histórico decía que esta
antepasada de Kevin había tenido también una fama que hubo de acompañarla por
el resto de sus días a consecuencia de esos dos factores, habiendo sus
descendientes heredaron dicha fama. Cristal estaba segura que la información recopilada
por Rorha, el antiguo Cuidador de la Casa de la Magia, no haría más que
devolverle al presente la popularidad a aquella mujer, una fama que al igual
que la de los otros cinco fundadores, había trascendido los siglos y milenios y
llegaba hasta la actualidad. Kevin completaría el trabajo iniciado por su
antecesor, agregando al bibliorato toda la información familiar faltante,
completando el período desde el fallecimiento de Rorha hasta su nacimiento en
El Alto, la capital del reino de Espal. “Va de verdad a demandar muchísimo
tiempo, pero lo voy a completar, y también el de los otros fundadores”,
prometió Kevin, tres o cuatro veces desde que leyera los archivos en aquella
oficina.
_
¿Y el Templo del Agua?, ¿cómo habrán reaccionado ellos? – reparó el
artesano-escultor – Seguro que Eduardo e Isabel, cuando escucharon a Biqeok
hablar, pensaron que… ¡¿ y eso?!.
Desviaron
la vista.
“¡Tres
nuevos Cuidadores un mismo día!”, se emocionaron.
Vieron
como el rayo de color amarillo ganaba más y más altura hasta formar el símbolo
del fuego, proveniente del Vinhuiga. “Demasiado para un solo día”, reafirmó
Kevin, a lo que Cristal agregó “Directo a Ecumenia”. Acto seguido, no bien
apartaron los ojos de la espectacular imagen y se concentraron en su casa en la
calle La Fragua. Al estar allí, vieron a Eduardo y a Isabel en el frente de
esta, observando asombrados hacia arriba.
“Kevin,
¿qué…?”, llamó Eduardo, pero no hizo ninguna falta que completara la pregunta.
El antiguo jefe del Mercado Central de las Artesanías, sin poder contener el
todo esa enorme gama de reacciones y emociones que evidenciaban lo positivo (y
también inesperadas, tenía tatuado en la frente el símbolo de la magia, uno
idéntico a aquel que más temprano se formara en las alturas. Allí afuera, por
supuesto, no tenían nada que hacer.
_Mejor
nos sentamos, esto es serio y da para estudiarlo y decirlo todo a fondo, porque
de seguro en dos o tres días nosotros cuatro empezamos una vida nueva., quiso
Kevin, a eso de las veinte horas en punto, en la intimidad y comodidad de su
casa, a casi medio día de haber hecho el, Cristal, Eduardo e Isabel los viajes
que, como dijera, hubieron de catapultarlos
una nueva vida.
En
efecto, había sido un día muy atípico para los cuatro.
FIN
---
CLAUDIO ---
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