--- CLAUDIO ---
Yo soy un viejo colorado
Soy narigudo y barrigón
Unos me llaman el avaro
Otros me llaman el ladrón
Pues todo el oro de este mundo
tengo escondido en un arcón
No gasto nada: como yerbas,
sapos, ratas. Y aquí estoy,
en la penumbra de mi cueva,
contando diez, cien veces, mil,
hace diez años, discos de oro:
tilín, tilín…
Y el lagarto, que le oía,
dijo ambicioso: -¡Señor,
tened piedad de este pobre
que no tiene más que al Sol!
-¡Desapareció el Sol!- mintió el avaro.
-¡Ven a la sombra! ¡Ven aquí!
¿Por qué no entras a la cueva?
La hizo tu abuelo para mí.
-¡Señor, señor, tango miedo
de encontrar el mismo fin
de la laucha Tiquis Miquis
y el sapito Cli, Cli, Cli!
- No he de comerte, buen lagarto.
Tengo un trabajo para ti:
Si abres la boca de esta cueva,
tendrás todo el oro que hay aquí.
Porque tu noble antepasado,
al construirla, se olvidó
que de comer y no hacer nada
me volvería barrigón.
¿No ves, lagarto, mi barriga?
¡Que grande es, pobre de mi!
Y por la boca de esta cueva,
¿Cómo voy a salir?
Y el lagarto, pensando en el oro,
penando en el oro del viejo ladrón,
se entregó a la tarea. Y la boca
de la cueva agrandó.
- Dadme veinte monedas ahora;
solo veinte- decía el reptil.
- Pero de esas que echadas al suelo
Responden: ¡Tilín!.
El avaro rió a carcajadas,
Lo encerró en el arcón.
- Traga el oro que quieras – le dijo.
¡Y salió corriendo para ver el Sol!.
(Cuento infantil de José Sebastián Tallón)
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