lunes, 21 de noviembre de 2016

"George Crown"

Tapa del cassette Nº1 de Jorge Corona
Fue este propio señor quien dijo una vez, no hace muchos años, que las cosas que contaba él en sus espectáculos o en tal o cual medio fueron groseras en su época, pero que eran Disney en comparación con lo que había al momento de que el dijera estas palabras. Independientemente de eso, los chistes de Jorge Corona siguen siendo, lo son para las personas nostálgicas (como yo), algunas de las más grandes joyas de todos los tiempos en lo que a humor se refiere. Es verdad que se trata de los mismos chistes y cuentos de hace décadas, verdes un gran número de ellos, pero aún con eso no pierden su encanto y, si se quiere, su “magia”. La verdad es que no tengo idea acerca de por qué es así, no tengo una respuesta para esa pregunta, aunque no es de extrañar que algo aproximado pueda ser lo siguiente: como para con tantas otras cosas, el humor involuciona a un ritmo gradual, y así podemos ver que hoy cualquiera que diga dos o tres puteadas ya se considera humorista y, lo que es peor, otros /as lo ven como tal.

Jorge Corona hacía justamente eso, pero no es lo mismo ese hombre, ni tampoco ninguno de sus contemporáneos, contando chistes y cuentos verdes a… que se yo, a inicios de los 80 que ahora, a poco de llegar el año 2017. Como escribí al inicio del artículo, fue transgresor en sus inicios, y había que tener pelotas para contar esas cosas en esa época, ya fuera en los medios (radio y televisión) o en el teatro, estando todavía los militares en el poder en Argentina.

No voy a ahondar demasiado en esto, en describir los chistes ni nada que se le parezca, porque no viene al caso. Solamente quiero expresar lo que pienso acerca del humor. Que antes, hablo de más de treinta años atrás, las cosas eran mejor que ahora. Para muchos /as no puede haber nada bueno en un señor que cada vez que abría la boca soltaba un rosario de puteadas, decía cosas con doble sentido, incluyendo muchos comentarios sobre sexo y que, en el caso de las obras de teatro, no ponía reparos al momento de decidir hacer partícipe de sus espectáculos a una persona de entre el público. Los cassettes (¡gran vestigio tecnológico de otras épocas!) son pruebas de lo mucho que me gusta esta clase de humor, de los primeros años de esta clase, y, aunque ya conozco casi de memoria a cada uno de los chistes, no voy a cansarme nunca de escucharlos una y otra y otra vez más.



--- CLAUDIO ---

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