lunes, 29 de mayo de 2017

1.19) El final de la primera jornada

_¿Puedo preguntarte algo?., le pidió Eduardo, cuando ambos hubieron de concluir sus tareas en la cocina-comedor diario y la sala principal.
Aunque poco, el cansancio se les notaba.
Todos los utensilios de cocina (cubiertos, platos y vasos) quedaron arrumbados en una fuente de cerámica sobre la mesada, de ellos se ocuparían en algún momento de la tarde, y se preparaban para ir a dormir. Isabel lo necesitaba de verdad, porque llevaba casi tres días sin hacerlo – su tarea había sido ocuparse del oriundo de Las Heras – A ambos les podría resultar una tarea complicada, dada la ferocidad de la inclemencia que todavía no cesaba.
_¿De qué se trata?., accedió el hada al pedido.
Hacía años que había dejado de ser su costumbre quedarse despiertas hasta estas horas de la madrugada, excepto durante las ceremonias y los días festivos, incluido su cumpleaños, o cuando era de máxima necesidad en su trabajo en el museo. Isabel ya había reprimido algunos bostezos y cada vez le costaba más trabajo hacerlo.
_Es solo una curiosidad que tengo, nada complejo. ¿Cómo supiste que mis nombres y mi apellido eran…?
¡Esos molestos rayos que no permitían continuar las conversaciones ni concluirlas y taladraban los oídos!. Eran lo que se dice insoportables en grado máximo.
_¿… Eduardo Rafael Rhys?, ¿y cómo se enteraron de cual era mi lugar de procedencia con exactitud y que era yo experto en arqueología submarina?. Hasta donde pude deducir, los seres feéricos lo averiguaron antes de haber recurrido al Espectador. Pero no se que otra forma pudieron usar.
_Porque encontramos algunos papeles en los bolsillos de aquella ropa que llevabas puesta el día que te conocí… cuando las chicas y yo te encontramos en la cabaña en la costa y te trajimos a la Ciudad Del Sol, a mi casa. Las hadas le prestamos especial atención a aquel documento que decía “pasaporte·  en la tapa, donde estaba consignada tu información personal – indicó el hada de aura lila, rememorando ese día, y deseando no haber evidenciado el susto tras el impacto de otro rayo, porque había sido especialmente sonoro –. Casi la totalidad de lo escrito en ese documento y otros papeles era imposible de leer, como dijera Nadia en la tarde de ayer, pero con un poquito de las habilidades de las hadas expertas del Archivo Real fue suficiente para lograr que fuera comprensible una parte de ellos. De esa manera nos fue posible averiguar quién eras, a que te dedicabas para ganarte tu sustento y conocer cuál era tu procedencia exacta, el lugar del que venías. Disponiendo ya de esa información, y viendo que llevabas diez días en nuestro mundo con vida, aunque inconsciente, la reina Lili, la princesa heredera, el Consejo real, los mandos locales y nuestros organismos internacionales pudieron trazar un plan. Algo carente de complejidades que no ponía en peligro tu vida. Usar el Espectador para ver el pueblo en que naciste y viviste y conocer qué clase de persona habría de quedarse con todos nosotros en este planeta – otro rayo poco distante, y ella estaba desprevenida, concentrada en sus palabras. Directamente pegó un salto y exclamó ruidosamente la onomatopeya “¡ay!”, pateando con fuerza al caer. Eduardo dejó escapar una disimulada risita, mirando en otra dirección –. No fue mucho lo que pudimos observar, principalmente por la distancia, pero nos bastó con eso. Un hombre honesto con una conducta intachable, a excepción de esas… “compañías del sexo femenino” con quienes solías reunirte por las noches.

Soltó un leve gruñido.

Eduardo volvió a reír.

_De todas maneras, a las hadas y a los demás seres elementales no les quedaba otra alternativa que aceptar mi presencia y permanencia en este lugar – puntualizó el oriundo de Las Heras cabecera, ya de camino a los dormitorios de ambos. Isabel marchaba a su lado –. Pero le doy a todos ustedes, sobre todo a las hadas, mi palabra de que no se van a decepcionar de mí, a sufrir por mis actos ni mi conducta ni darles trabajo, en ningún aspecto – Eduardo y el hada de la belleza se quedaron apoyados ahora contra uno de los muros en el pasillo interno de la vivienda (muy cerca uno del otro…  muy cerca). Estas últimas palabras de la jornada eran acompañadas por la incesante lluvia y el suave tintineo de los farolitos que alumbraban el pasillo. En tanto pensaba el motivo por el que prolongaban su presencia allí, miró al hada y se dio cuenta que otra vez estaba haciendo esfuerzos por no soltar un bostezo. Quién sabe cómo actuaban las horas de sueño de los seres feéricos, ni cuanto dormían estos en cada día – Ayer por la tarde dijiste que me vas a poner en contacto con los tuyos en el museo para ver si puedo trabajar allí. Es referente a eso que quiero hacerte una pregunta. ¿En qué creés que tenga yo mejores oportunidades?, ¿en la submarina o las otras disciplinas de la arqueología?. En realidad no importa, porque mis conocimientos y mi experiencia son enormes en todas, pero me va a ser de ayuda, para estar preparado, saber en cual de las disciplinas tendría yo las mejores oportunidades.
_Agradezco que pidas mi opinión, Eduardo. Personalmente te recomiendo, o aconsejo, la arqueología submarina, y no es solo porque destaques en esa disciplina – le indicó Isabel, con los ojos cada vez más pesados – En nuestra sociedad, la arqueología submarina tiene tanta validez e importancia  como las otras. Está tan arraigada en los seres feéricos en todo el mundo, por todo lo que ya te explicamos las chicas y yo. Además podrías trabajar conmigo, ya que yo soy experta en esa misma disciplina. Por otra parte – hizo una muy breve pausa – si es verdad que conviene trabajar para el estado si hablamos de cualquier ciencia, pero también existen el sector privado y el mixto. Cada uno tiene beneficios y ventajas. Pero insisto con el sector público. Allí conozco como son las postulaciones para trabajar. Quiero decir que requisitos hacen falta y eso – y dio información complementaria una vez más – El Consejo de Arqueología e Historia, o C-AH, es del que depende el Museo Real de Arqueología. El primer paso va a ser ir allí, al Castillo Real. El Consejo AH tiene las oficinas en una de las torres; y yo voy a acompañarte. Es lo lógico, sobre todo si vas la primera vez. Maneja un presupuesto anual de novecientos treinta y seis millones de soles que cubren todos los gastos, como equipos e instrumentos de trabajo, su alquiler o compra y eventuales reparaciones, traslados y acarreos, el pago al personal y las investigaciones previas y posteriores, y eso nombrando solo algunas de las especificaciones del presupuesto. Hay varias investigaciones de campo en diferentes partes de Insulandia, incluidas unas cuantas relacionadas con la arqueología submarina, y se hacen en grupos de hasta veinte profesionales, el más próximo está a poco más de mil kilómetros de esta ciudad, en el oeste – no pudo, finalmente, reprimir el bostezo – … del que ignorábamos que existía. Lo descubrieron hace diecinueve días, de modo que es prácticamente nuevo. Si nos movemos rápido, les podría pedir al director del museo y al jefe del Consejo AH que nos envíe allí, porque  los expertos que están trabajando ahora lo hacen de manera provisoria. Las hadas artistas que…
_¿Artistas?., se extraño  Eduardo.
Instintivamente pensó en cosas como las artes plásticas y las esculturas, y descubrió, cuando el hada habló, que estaba equivocado.
_Es otro atributo o don que poseemos los seres feéricos, como lo son también la belleza y el intelecto – contestó Isabel – Nacen con un talento natural para, por ejemplo, la pintura y el dibujo, y ninguna otra hada, por muchos conocimientos y trayectoria que tenga en eso, puede superarlas. Son capaces de hacer una verdadera obra de arte magistral con unas pocas pinceladas, en un lapso de tiempo mucho menor al que le demanda a cualquier otro ser feérico, y como la mayoría de las cosas que hacemos, pueden durar décadas, con los cuidados apropiados, e incluso siglos. Es un atributo muy raro e inusual; creo que solamente debe haber un cero punto cero tres por ciento de hadas artistas, sobre el total de la población mundial, alrededor de… ¡no!, perdón… ese porcentaje no. Es el cero punto cero cero trece por ciento. Siempre me confunde. Tal vez estén entre las menos numerosas, y hubo un tiempo en que pensamos que se trataba de un obsequio de los dioses, que estos decidieron conceder a un selecto grupo de hadas.
_La época de la religión desaparecida.
_Si, así es. Pasa lo mismo con otros dones o atributos inusuales, como  el que tenemos mi hermana y yo. Se trata de atributos que muy pocas hadas poseen – dijo Isabel –. Las hadas artistas, el caso al que nos estamos refiriendo… ellas forman una parte muy importante de nuestra sociedad y nuestro acervo cultural. Los seres feéricos, también los elementales, no tendríamos las esculturas, los monumentos, las pinturas, las estatuas, los monolitos ni nada de eso que mantiene en alto la sociedad casi desde su surgimiento. El don de las hadas artistas es una ayuda directa e indirecta incluso por fuera de la cultura, lo viene siendo desde milenios antes de que ocurriera el Primer Encuentro.
_En ese caso, sino llego a tener suerte con cualquiera de las disciplinas de la arqueología, tengo como otra de las opciones para ganarme mi sustento a las bellas artes. El dibujo, para ser más específico – apostó, convencido, el originario de Las Heras –. Ese es un talento que yo también poseo. No es por exagerar, pero dibujando soy muy bueno. No se si me podría comparar con las hadas artistas, porque no las vi en acción, pero en fin… son dos opciones de que dispongo para trabajar.
_Veo que sabés hacer otras cosas, aparte de las arqueología, y eso es bueno. En nuestro mundo, en las sociedades de las hadas, el empleo es algo que elegimos por vocación, y no por imposición u opción. Eso también es tan antiguo como la sociedad misma – dijo el hada de aura lila, entrecerrando los ojos y haciendo esfuerzos mayores a cada segundo que pasaba por no bostezar. Isabel quería concluir este tema antes de dar la jornada por finalizada – El trabajo es lo que sobra, y este país es uno de los tres en el mundo que tiene demanda laboral. A Insulandia llegan cada día treinta mil personas a trabajar, y después vuelven a sus casas, a sus respectivos países – y se refirió a ella misma, a su caso – El mío, para darte un ejemplo. Yo tenía alrededor de cinco años cuando me empezó a agradar la idea de ocuparme de la arqueología. Pues bien, eso fue justamente lo que hice. En mi especie, el conocimiento y la sabiduría se transmiten de generación en generación, de los seres feéricos más viejos y versados a los más jóvenes e inexpertos. Cuando yo alcancé la mayoría de edad legal, a los dieciséis años, tenía un conocimiento muy grande y tal voluntad y predisposición que las hadas que en ese momento estaban disponibles en el museo, que estaban también a cargo del ingreso de los aspirantes, no tuvieron ningún problema en aceptarme como aprendiza. Yo hubiera tenido que pasar no menos de seis años y cinco meses ocupándome del adiestramiento y la capacitación, antes de poder convertirme oficialmente en arqueóloga, pero ese lapso de tiempo se redujo a poco más de la mitad, a tres años y un cuatrimestre. Las hadas que me supervisaron consideraron que yo era demasiado aplicada e inteligente como para estudiar con el tiempo normal. Me convertí en profesional mucho antes de lo previsto. Fue lo mismo que te pasó a vos, ¿no? – Eduardo contestó que si moviendo la cabeza – Habían pasado casi ochenta años para que en el Museo real de Arqueología una persona pudiese convertirse en profesional en ese tiempo tan corto  - pausa. Se corrió el cabello de la frente – Después tuve la oportunidad de empezar a trabajar allí mismo, y a las pocas semanas ya estaba formando parte de la expedición a un yacimiento de descubrimiento reciente. Mi conocimiento y sabiduría ayudaron bastante en eso.
_Conocimiento que se transmite de una generación a la siguiente, de las hadas más viejas a las más jóvenes – repitió el hombre, que también estaba buscando una manera para ponerle el punto final a la conversación. Era obvio, y mucho, que Isabel no era la única a quien el sueño le estaba ganando la partida – Eso me es desconocido, porque el lugar del que provengo… ¿carecen las hadas de un sistema educativo regular?.
El ya conocía eso.
Muchas civilizaciones de la antigüedad en todas partes de la Tierra y en todas las etapas de la historia basaban la instrucción y el aprendizaje en ese método, con la transmisión del conocimiento entre generaciones.
Carecemos, y nunca lo tuvimos – contestó el hada de la belleza, comprendiendo por fin que tal vez la ferocidad en paulatino retroceso de la tormenta era lo que estaba manteniéndola despierta –. En la sociedad de los seres feéricos, el aprendizaje se encuentra dividido en cuatro partes. Una de esas partes es el profesional, para usar el vocablo correcto, y es el del que hablé recién. Es un conocimiento que se adquiere estando en contacto permanente con los expertos en aquello que nos interese aprender, y uno de esos expertos se convierte en nuestro instructor. Su duración es relativa y depende de esos planes para el futuro en si, de aquello que queramos aprender; son lapsos que van desde los nueve meses hasta los doce años. También depende de la complejidad en si de cada capacidad y de que tan aplicados e inteligentes resulten ser los aprendices – su caso, sabía, había sido una excepción – Otra parte de nuestro aprendizaje es la doméstica. Se supone que en nuestros hogares, con la ayuda de cada uno de nuestros familiares, tenemos que aprender, perfeccionar y mantener afiladas cosas tales como las matemáticas, gramática, física, expresiones corporales, cultura, historia y modales. Además, hombres y mujeres aprenden cosas por parte de sus parientes adultos del sexo respectivo que son tradicionales. Los padres, por ejemplo, enseñan a sus hijos a comportarse con el sexo opuesto, a afeitarse y oficios que son característica y tradicionalmente masculinos, como la albañilería,… creo que en eso hay una mujer por cada cuatro mil o cuatro mil quinientos hombres en este país. Y las madres, entre otras cosas, instruyen a las hijas en las artes culinarias y los oficios textiles – era uno de los pasatiempos que tenía ella; amaba cocinar, coser y bordar – La tercera parte es el aprendizaje no instintivo por cuenta propia, así lo llamamos las hadas, y abarca cualquier cosa, lo que sea, que podamos aprender observando  todo lo que nos rodea y a todos, por fuera del ámbito doméstico y del profesional. Aunque no es tan importante como los otros tres, no por eso lo dejamos en un segundo plano. La otra parte es el aprendizaje instintivo por cuenta propia. Implica la cultura social, el desarrollo de cada una de nuestras habilidades y poderes, incluida la magia, la técnica del vuelo… hasta incluye la posibilidad de enseñar a los más jóvenes, a los que tenemos como aprendices, una vez que hayamos completado la parte profesional de nuestra instrucción. Esas cuatro partes en que dividimos el aprendizaje, como dije, existen desde... que se yo, desde el inicio de los tiempos ,desde el surgimiento de las primeras poblaciones grupales en mi especie – al final, si… tarde o temprano habría de ocurrir. Isabel no pudo contener un (otro) bostezo – y escribir y leer… son dos cosas que aprendemos combinando los cuatro métodos. En fin, el sistema de aprendizaje abarca además a todas las otras especies del reino elemental, y fue uno de los factores que posibilitaron el éxito de los seres feéricos como sociedad y como individuos.
_Pasó lo mismo, con mayor o menor exactitud, con muchas civilizaciones de la antigüedad en el planeta del que provengo, y les fue exitoso en tanto duraron en pie. Creo que todavía… ¡ay! – por poco y cae al suelo – creo que aún persiste en muchos lugares de la Tierra.

Eso era todo por hoy, concluyeron Eduardo e Isabel.

Tal vez lo hayan ambos supuesto, o tal vez no, pero la dueña de la casa y su flamante amigo optaron por la despedida con un beso en la mejilla derecha, una costumbre prácticamente desconocida para la raza feérica – Isabel experimentó un ligero cosquilleo, una sensación nueva para ella – y tanto uno como otro ingresaron a sus respectivas habitaciones. Aunque con inferior ferocidad, todavía continuaba lloviendo a cántaros, había relámpagos precediendo a los truenos, algún que otro raro aislado y, a corto plazo, la tormenta no mostraba señal alguna de cesar definitivamente. Eduardo cesó todo movimiento, vocalizaciones y ruido a los pocos (poquísimos, mejor dicho) segundos de que su cabeza entrara en contacto con la almohada, que, a el le había dado la impresión, estaba rellana con varias decenas de plumas  diminutas. Tal vez fuera a causa de la revelación tan sorprendente a mitad de la tarde del día anterior, que implicaba el combo de la vida extraterrestre, la magia y la existencia de las hadas y otros seres elementales, o a causa de esta incesante lluvia torrencial, pero, cualquiera fuese el motivo, cuando despertara habría de preguntarse como hizo para conciliar el sueño tan rápido, máxime habiéndose acostado sin siquiera quitarse los zapatos ni cambiarse la ropa. En otro de los dormitorios, el hada de la belleza estaba acostada boca abajo (usaba un camisón largo, blanco y con puntillas), con las manos bajo la almohada, haciendo en su mente el resumen de la atípica jornada de ayer. Definitivamente, había sido un muy buen día para ella, y lo hubiera sido todavía más de no ser por su desenlace, cuando se desatara el aguacero feroz que aún azotaba la ciudad y sus alrededores.
“Las hadas existen, aunque en otro mundo”, todavía pensaba el originario de Las Heras, aun cuando sus ojos estuvieron a poco de cerrarse por completo y no volver a abrirse sino hasta la salida del Sol. Y se quedó dormido conservando esa notable e inmensa expresión de felicidad combinada con triunfo en la cara, contento en extremo por haber podido comprobar la otra de sus dos creencias máximas.
“¿Qué es esto que estoy experimentando?, es algo nuevo”, todavía pensaba la hermana de Cristal, resultando ese pensamiento en un buen medio para aplacar la tormenta, para no pensar en esta.
Ambos requerirían estar descansados para la jornada siguiente.

Habían sido esas una tarde, una tarde-noche y una noche maravillosas en un lugar maravilloso, ninguno de los dos pudo haber deseado más que eso.

¿O si pudieron?.


¡Claro que si pudieron!.

Seguramente, con la recorrida planificada para hoy, Eduardo e Isabel habrían de establecer como permanente esa flamante amistad. Era otro paseo por la ciudad, uno ideado mientras de llevaba a cabo la cena con Cristal, al que únicamente restaba por afinarle unos pocos y últimos detalles y que, de acuerdo a los preparativos iniciales, tendría el comienzo con la salida, si lo hacía – si la tormenta cesaba y las nubes se disipaban – del Astro Rey. De todas maneras, aun con lluvia y nubes, ellos saldrían. En tanto ingresaban a los dormitorios, cerraban las puertas, se echaban sobre las camas y procuraban  relajar cada músculo, el corazón incluido (no por cansancio, sino por sentimientos), hubieron de caer en la cuenta de algo: aquel beso de despedida de carácter simbólico para nada había resultado suficiente. Tendrían, y por supuesto que lo harían, que recurrir a otra cosa… porque el hada de la belleza se estaba comportando raro (desde hacía cincuenta días tenía ese comportamiento), experimentando nuevos sentimientos, igual de desconocidos, y el experto en arqueología submarina veía en Isabel a una mujer bellísima. “Como persona y como mujer”, dijo, convencido, en silencio.



Fin del capítulo 01




--- CLAUDIO ---

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